Cap 9.- Problemas

El sonido de los animales salvajes y las hojas de los árboles sonando de fondo en medio de la noche relajaba a Vegetta, haciendo que cerrara los ojos mientras caminaba para disfrutar del sonido.

Auron estaba más concentrado en ver por donde iban, llevando en todo momento 'La Saqueadora' entre sus manos para defenderse. De vez en cuando miraba de reojo al de pantalones morados, frunciendo el ceño al verle tan relajado, como si estuviera de paseo por el parque. ¿Era consciente de la situación en la que estaban?

-Auron, aunque tenga los ojos cerrados sé que me estás mirando- el más alto abrió los ojos, ladeando la cabeza mientras apoyaba sus manos en su nuca-. ¿Qué pasa?

-Pues que parece que vas de camino a ver a tu abuelita en el pueblo. Que hay un puñetero psicópata por ahí.

-Eeeeh, esa boca chaval.

-Cómeme los huevos, yo digo lo que quiero.

Vegetta abrió la boca para decir algo, pero al final prefirió callarse, tenía sus principios, y no iba a usar el nombre de su amigo castaño para contraatacar eso. Miró hacia un lado, mirando confuso cómo pasaban de la casa de madera del psicólogo e iban directamente a las escaleras de piedra de la casa de Luzu.

-¿Por qué no vamos primero a tu casa? Está más cerca.

-Pues verás, Frederick está en su habitación inexpugnable que le construí precisamente para que no me lo roben. Conociendo lo animalista que es Luzu habrá preferido su libertad que su seguridad, así que Manolo corre más peligro.

-Ajá- ambos empezaron a subir, preparando sus armas y escudo-. Entonces, ¿qué hacemos, yo coloco tierra en las torretas mientras tú avanzas?

-No es necesario puerco- el más bajo sonrió ampliamente mientras sacaba de su mochila un aparato, un mando a distancia para ser exactos-. Antes de salir Luzu me dio el mando para apagar las torretas de la entrada principal.

Cuando estuvieron enfrente de la puerta la abrieron con facilidad, adentrándose en el jardín del castaño mientras Auron pulsaba el botón del aparato para apagar esos sistemas de seguridad que prácticamente todo Karmaland tenía. Caminaron con tranquilidad, con cuidado de no romper nada.

-Bueno Auron, ¿y ahora qué? ¿Luzu también te dio un ojo para poder abrir la puerta?- bromeó Vegetta al estar parado enfrente de la vivienda de Luzu, congelándose por un segundo al ver al menor buscando algo en su mochila- Tío, era broma.

-Oye, no soy ningún loco para ir arrancando los ojos de la gente. Mi método es más... estable.

-¿A qué te refieres con..? ¡OYE, NO HAGAS ESO!- el de pantalones morados se agarró el pelo al ver cómo Auron sacaba un pico, empezando a romper unos bloques de la pared para seguidamente entrar- ¡ILEGALÍSIMO AURON! ILEGALIIIISIMO.

El de piel naranja negó con la cabeza, entrando con tranquilidad en la casa de Luzu mientras Vegetta se debatía entre si entrar o no. Miró por las habitaciones principales, llamando en voz alta al cerdo que tanto aprecio le tenía Luzu. Vegetta optó por mirar en el jardín trasero del mayor, llamando con un tono de voz decente a Manolo por si se daba el caso de que no estuvieran solos.

-¡MANOLO!- el grito de Auron retumbó por toda la casa, asustando al ojimorado.

-¿¡PERO QUÉ HACES, CABEZA DE ALCORNOQUE?! ¡QUE PODRÍA HABER ALGUIEN AQUÍ!

-¡OYE, NO ME GRITES CALVO!

Manolo, al escuchar ruidos provenientes del jardín trasero, bajó del segundo piso para observar la escena de Vegetta tirándose de los pelos estresado mientras Auron agitaba exageradamente los brazos por el aire.

Fueron unos buenos 15 minutos de espectáculo, hasta que decidió acercarse para que detuvieran su pelea.

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

-Ciudadanos de Karmaland, he mandado a los guardias reuniros aquí por que me daba pereza ir puerta por puerta avisándoos.

-Lolito, céntrate.

El de cabellera naranja giró su rostro para ver el gesto molesto del castaño, soltando un suspiro mientras volvía su vista a la multitud que tenía a pocos metros delante suya, tosiendo para aclararse la garganta.

-Hace pocas horas el ayuntamiento ha sufrido un terrible atentado, por lo que he decidido que, por la seguridad de todos los habitantes, Karmaland quede deshabitada hasta nuevo aviso.

Los susurros entre la gente no se hizo esperar, mirando con recelo al alcalde, el cuál ni siquiera llevaba su traje negro. Luzu sonrió orgulloso, Lolito estaba haciendo un buen trabajo como alcalde.

Yo también lo hubiera hecho bien.

El castaño cerró los ojos con fuerza ante ese pensamiento. No, no era momento de abrir viejas heridas y portarse como un villano de película infantil, este tema era serio y debía concentrarse en ayudar a la gente.

-Los guardias de la zona sur les llevarán hasta un pequeño campamento que el ayuntamiento preparó si pasaba algo parecido, o una bomba nuclear, o un meteorito en plan fin de los dinosaurios.

-No, yo no puedo irme, mi hijo aún sigue desaparecido.

-Y yo no puedo abandonar mi negocio, es todo lo que tengo.

-¿Qué ocurre si nos atacan allí?

En menos de un minuto los gritos de la gente llenaron el lugar, señalando de forma incriminatoria al alcalde mientras se empujaban los unos a los otros. Lolito intentaba tranquilizar a la gente, pero nadie le hacía caso, incluso cuando empezó a chillar a viva voz al empezar a estresarse.

Luzu observó todo esto preocupado, mirando al suelo mientras pensaba en algo.

-Disculpe señor- el castaño se giró al notar un tirón en su manga, observando a un chico castaño con un mono azul y camisa roja-. ¿Por qué debemos irnos?

-Pues verás chico, creemos que hay alguien muy peligroso por Karmaland, por eso el alcalde está evacuando la ciudad, para manteneros a salvo.

-¿Entonces por qué está la gente gritando? No tiene lógica.

-Cuando la gente tiene miedo no le presta atención a la lógica- dijo Luzu sonriendo al chico, guiñando un ojo-. Veo que tú sabes mantenerte calmado en estas situaciones.

-Obviamente- el de ojos azules se cruzó de brazos orgulloso, haciendo reír al héroe-. Al menos los guardias hacen algo.

-Por suerte.- los gritos de la gente cesaron cuando los guardias entraron en escena, alzando sus espadas en señal de silencio.

-Muy bien, al menos que queráis formar parte del cementerio, recojan sus cosa más importantes y empiecen a caminar hacia las afueras de Karmaland, al sur- los ciudadanos empezaron a disolverse, cada uno caminando a su hogar mientras aún se oían murmullos sobre esta situación-. Joder, me va a dar un ataque al corazón del estrés.

-Señor alcalde, ¿tiene algún plan?

-Pues...

-¡Omar, ven aquí, que ya nos vamos!- el chico dio un pequeño brinco al escuchar su nombre, sonriendo nervioso.

-Hasta luego, héroes. ¡Ya voy, hermano!- el joven castaño salió corriendo de Lolito y Luzu, los cuales soltaron una risa.

-Bien hecho Lolaito.

-Pero qué esperabas, ¿eh?

Los jóvenes se quedaron quietos durante un rato para asegurarse que todo el mundo se había ido a casa, hablando tranquilamente.

-Bueno, ¿ahora qué?

-Deberíamos avisar a Vegetta de que nosotros ya hemos hecho nuestra parte, y a lo mejor ir con Fargan y los demás a ayudarles a limpiar la zona.

-Como diga Mami Luzu- el de camisa verde soltó una risa al recibir un leve puñetazo en su hombro, sonriendo de lado-. Hey, un poco de respeto, ¿no?

-Lolo, esto es serio- Luzu cerró los ojos algo frustado, llevando sus dedos al puente de su nariz al escuchar la risa del nombrado, hasta que se detuvo-. Ya hemos terminado aquí, los guardias se encargarán de llevarles a-

-¡CUIDADO!- Lolito empujó hacia el suelo al mayor antes de que este terminara de hablar, recibiendo una queja de este.

Luzu levantó la cabeza para regañar al contrario, pero ese pensamiento murió al observar cómo, a muy poca distancia de ambos, los miraba una figura alta y negra, reconociendola al instante.

Los seres de la misión.

Los dos se levantaron del suelo, sacando sus espadas mientras pegaban espalda con espalda. Por desgracia no había solamente uno, varias de esas criaturas empezaron a aparecer por todo el pueblo, rodeandoles.

-Pero si ya nos cargamos a estos tipos.

-Señor alcalde, ¿algún plan?

-Sí, rezar por nuestras vidas.

.-.-.-.-

-Quiero ser minero, romper el pico en el-

-Rubius, como no pares de cantar de una puñetera vez, yo te romperé el pico en la cabeza.

-Pero bueno Alesby, ¿y esa agresividad?

El nombrado rodó los ojos mientras empezaba a iluminar la enorme caverna en donde hicieron la misión, siendo Rubius y Fargan los encargados de acabar con los zombies, esqueletos y arañas que aparecían. Fargan acababa con ellos con su pistola mientras Rubius atacaba con su espada, dejando sitio para que el menor colocara antorchas para evitar la regeneración de estos.

A pesar de llevar ahí casi dos horas, llevaban poco más de la mitad de la enorme cueva.

-Chavales, me quedo sin comida- el de gorro atacó a un zombie que tenía justo delante, mirando de reojo a los otros dos-. ¿Alguien me da algo?

-Verás Rubius, ahora mismo no podemos- el menor sacó rápidamente su espada para golpear con fuerza un esqueleto que lo había pillado con la guardia baja, aprovechando para ver alrededor. Por fin empezaba a notarse los resultados de esa purga contra los mobs, pero les estaba costando demasiado trabajo-. Estamos un poco ocupados.

-Creo que es la hora del recreo, ¿no? Hasta los héroes necesitan un descanso- tres disparos en la cabeza de una araña, nuevo récord para el de máscara de búho, el cuál sonrió divertido y de forma despreocupada, como si estuviera en la terraza de un bar tomando un café-. Además, me estoy muriendo de hambre.

El joven de casco rodó los ojos ante el comportamiento de su amigo, esquivando unas flechas que le venían desde lejos por parte de un esqueleto. El tener únicamente un ojo disponible le estaba jugando malas pasadas, haciendo que su percepción de la profundidad le fallara un poco. El cura,al ver a su amigo en problemas, fue directo hacia él mientras sacaba su escudo, colocándose enfrente del menor para protegerle de las flechas.

Fargan, al ver que ambos se las estaban arreglando bien, fue corriendo hacia el borde de la cueva, obviamente por la parte iluminada. Tal vez podría hacer un pequeño agujero donde descansar unos minutos y comer algo, su cuerpo empezaba a pedirle a gritos que dejara de pegarse y correr sin parar y que hiciera un poco el vago.

Por suerte, eso no fue necesario, ya que a lo lejos, un poco cerca de la entrada por donde accedieron, podía verse un hueco en medio de la pared, un agujero lo suficientemente grande para que pasaran dos personas a la vez y, a juzgar por la oscuridad, bastante profundo.

-¡CHICOS, POR AQUÍ!

Fargan empezó a saltar mientras agitaba sus brazos para llamar la atención de sus compañeros, sonriendo orgulloso al verles correr hacia él mientras esquivaban los flechazos de los arqueros.

-Joder, esto valdría para un capítulo de 'El señor de los anillos'.

Cuando estuvieron a pocos metros Fargan sacó su última antorcha, llevándola en su mano mientras se adentraba en el agujero para hacer de guía. Al principio corrieron, pero cuando dejaron de escuchar el ruido que producían los zombies y los esqueletos se permitieron detenerse. Los tres respiraban agitadamente, tomándose sus merecidos minutos para tranquilizar su ritmo cardíaco y no morirse ahí mismo.

-Ostia, mirad mirad.

Fargan y Alexby, confundidos, hicieron lo dicho por el de gorro de oso, mirando al frente como este hacía, y su cansancio se fue enseguida.

Había un pequeño hueco vacío en su casa, más o menos del tamaño del salón del menor ahí presente y con una altura de bastantes bloques, pero lo que les llamó la atención fueron dos cosas. Una, el cuarzo que, extrañamente, estaba incrustado en las rocas del techo, el cuál extrañamente iluminaba todo el sitio gracias a la luz de la antorcha. Dos, en las paredes el camino se dividía en tres nuevas rutas, una a la derecha, otra a la izquierda y la restante casi enfrente de la que usaron para llegar ahí.

-¿Qué cojones, tío?

Los tres pasaron al centro, dejando la antorcha en el suelo para dar esa iluminación del cuarzo en la pared, parecido a las bolas de cristal en las discotecas.

-Muy bien, yo tengo varios filetes de cordero y bacalao cocido. Os lo dos a cambio de otra cosa.

-Yo tengo mis ricas pataticas cocinadas- contestó Alexby dándole unas cuantas al de áscara, recibiendo a cambio un par de filetes y varios pescados.

-Yo tengo varias botellas de leche, pan y filetes de vaca.- Rubius sonrió al ver las ofrendas que sus amigos le dieron a cambio de la leche, se sentía como un dios recibiendo las ofrendas de su séquito.

Empezaron a comer casi de una forma desesperada, teniendo el chispeando sonido del fuego de fondo. Si no fuera por la situación en la estaban, esto habría parecido un picnic.

-Ahora sí estoy lleno.- Alexby terminó de comer sus patatas para luego dar unos sorbos a la botella con leche, disfrutando de ese pequeño momento de tranquilidad.

-Rubius tío, tienes que prestarme a la vaca que has ordeñado. ¿Has visto lo que cura esto?- Fargan señaló contento a la botella vacía que posaba en sus manos.

-¿Quién ha dicho que esa leche sea de vaca?- bromeó el más alto alzando las cejas, empezando a descojonarse cuando el menor escupió la leche que estaba tragando, tosiendo con fuerza mientras se golpeaba el pecho.

-¡JODER RUBIUS, QUE ESTABA BEBIENDO!

Fargan no se quedó atrás, empezando a reírse fuertemente también ante esa escena. Dos minutos después de gritos y golpes por parte del de casco, los tres se relajaron.

-Ahora, por gilipollas, irás tú solo a explorar el primer camino.

-¿Qué?

-Chicos, vamos, ¿cuarzo en piedra y que encima brilla? Esto apesta a que sucede algo extraño- el de sudadera blanca soltó un quejido, tirándose hacia atrás de forma exagerada mientras soltaba quejidos de queja-. Deja de portarte como un niño y ve a explorar.

-Al menos yo no parezco uno.

A regañadientes, el albino se levantó del suelo, llevando en una mano una antorcha que le dio el azabache y en la otra su espada, perdiéndose en la profundidad del primer pasillo a ojos de sus amigos.

Fargan y Alexby se quedaron en silencio, ocasión que el más bajo aprovechó para quitarse el casco para respirar un poco, ya empezaba a agobiarse. Elde máscara de búho miró esa escena disimuladamente mientras guardaba los restos de su 'merienda' en su mochila.

-¿A qué viene esa cara tan larga, Ales?

-Vosotros, que me quitáis la paciencia.

-Oye, ¿yo qué hice?

-Por ahora nada,pero conociéndote no tardarás nada en hacerlo.

El mayor se llevó una mano al pecho intentando parecer ofendido, pero enseguida empezó a reírse. Elcontrario negó con la cabeza, frunciendo elceño mientras veía de forma desinteresada la antorcha.

Fargan se le quedó viendo en absoluto silencio, quedándose quieto en su sitio hasta que una idea se le pasó por la cabeza, haciéndolo sonreír. Lentamente empezó a acercarse al mayor, alzando sus manos a la altura de su pecho mientras separaba los dedos. Obviamente Alexby notó eso, dándose la vuelta para verle confuso, pero al entender cuál era su plan empezó a retroceder, mirando desafiadamente al mayor.

-Ni se te ocurra Fargan.

-Alguien necesita ponerse de buen humor.

-Fargan no t-

Tarde, por que antes de terminar su frase, Fargan ya se había lanzado sobre el menor para empezar a hacerle cosquillas a los costados.

Alexby estalló en grandes carcajadas mientras se doblaba sobre si mismo para que las manos del mayor detuviera las cosquillas que le hacía en los costados, dando golpes a diestro y siniestro para que Fargan se alejara.

-¡Quita coño!- decía a duras penas el comisario, riendo con su característica risa de delfín mientras, sin poder evitarlo, caía de espaldas, ahora retorciéndose por el suelo.

Fargan, entre risas, siguió con su tarea, sentándose a horcajadas encima del menor con cuidado de no hacerle daño, posando sus rodillas a los costados de su pierna y sus manos por su torso.

Cuando el mayor dio por suficiente el tiempo de tortura detuvo sus movimientos, apoyando ahora las palmas de sus manos a los costados de la cabeza ajena, sonriendo ampliamente al ver la deslumbrante sonrisa de Alexby y cómo intentaba tranquilizarse por ese ataque de risa provocado. Quedó tumbado boca arriba, mirando fijamente a Fargan mientras sus brazos eran llevados hacia arriba de su cabeza, siendo aprisionados contra el
suelo por el agarre de las manos del mayor en sus muñecas.

Ambos se miraron fijamente, con sus rostros a una distancia de menos de 30cm y sin mover ni un solo músculo. Ninguno dejó de sonreír, Fargan con ese toque de diversión y Alexby con algo de burla y hasta picardía.

-Esto está empezando a parecer el inicio de una peli porno, ¿no, Farganido?

-Bueno, si mi compañero de rodaje eres tú, no me importaría ir empezando, Alesby.

Ambos soltaron una risa, acortando la distancia entre sus rostros.

-A mí tampoco la verdad. Pero, ¿sabes? Aquí hay algo que falla, y es que...- con rapidez, el menor levantó sus manos para agarrar los antebrazos ajenos, utilizando toda su fuerza para tirar a su compañero hacia un lado, consiguiéndolo. Ahora era Fargan quién estaba tumbado boca arriba y Alexby encima de él, apoyando sus rodillas en los

muslos del de máscara y rodeando las muñecas ajenad con sus manos, aprisionandolo contra el piso- yo soy el que va arriba.

Fargan soltó una grave risa, cerrando los ojos para volver a mirar al menor, sin dejar de sonreír travieso.

-Alesby Alesby Alesby... el orden de los factores no altera al producto.

-Cállate parguela.- el de marca azul soltó una leve risa, ahora sonriendo con su autodenominada 'sonrisa Alexby', esa sonrisa ladina que mostraba todos sus dientes cuando estaba burlándose de alguien o se sentía superior, o cuando bromeaba con sus amigos. Así estuvo largos segundos sin dejar de ver al otro policía, para finalmente terminar soltando una risita entrecortada y cerrar los ojos para controlarla.

'Tierno', eso fue lo que pasó por la cabeza de Fargan. Había veces que Alexby conseguía matar de ternura al mayor, aunque nunca se lo mencionó en voz alta. Hubiera dicho en voz alta lo adorable que ha veces llegaba a ser su compañero, pero en sus posiciones actuales Alex tenía ventaja, y podía dejarlo sin las posibilidades de ser padre, y no tenía muchas ganas de ese final.

El menor acercó su rostro al ajeno, menos de 5 cm de distancia.

-Te recuerdo que aquí el comisario soy yo, así que técnicamente soy tu jefe. Yo mando, Fargan.

-No pensé que te iban esos fetiches, Ales.

El silencio de sus respiraciones pasó a ser lo único audible allí, y a pesar de su posición y conversación anterior, no se encontraban con la respiración acelerada de cuando uno está nervioso, estaban totalmente tranquilos.

La punta de la nariz de Alexby tocó la de Fargan, quedandose así unos minutos. El de máscara se perdió en la profunda mirada del contrario, admirando cada rasgo de este. El menor no iba a menos, estudiando con detalle la máscara de Fargan, su pelo, lo poco que se le veía de la cara... fueron como hipnotizados por el contrario.

Por puro instinto, Fargando levantó la cabeza para dejar un pequeño beso en la nariz ajena, gesto que hace ya semanas que es habitual entre ellos. Casi todos los días, cuando salían del trabajo, Fargan le besaba la punta de la nariz a modo de despedida los días en que el menor se quitaba u olvidaba su casco, al principio porque el menor le molestaba diciendo que no hiciera esas escenas, hasta que se acabó acostumbrando. Incluso Alexby se 'olvidaba' colocarse el casco a la salida para no romper esa tradición, era como el romper la puerta de Vegetta.

Una tradición que compartían dos muy buenos amigos.

-¿Se encuentra bien tu ojo?- susurró Fargan mientras señalaba con la barbilla la venda del ojo ajeno, temiendo romper ese momento. El comisario simplemente asintió.

-Duele un poco, pero no tanto como antes, parecía el puto infierno.

Ambos volvieron a reír, ahora rompiendo la postura para volver a sentarse en el suelo, apoyando sus espaldas en la pared de la cueva mientras eran iluminados por la antorcha. Rubius llegaría en cualquier momento, y esperaban que trajera novedades.

Fargan se sorprendió cuando sintió un peso en sus piernas, bajando la mirada para ver asombrado la cabeza del menor apoyada en su regazo, dándole la espalda.

-¿Alexby?

-Cierra la boca Fargan, por favor. Tengo puto cansancio.

Un suave "sí" salió de sus labios, llevando inconscientemente una mano hacia la cabellera ajena y empezar a masajearle la cabeza. Los ojos de Alexby empezaron a cerrarse, dejándose relajar por las inocentes caricias de Fargan en su pelo.

Rubius sonrió enternecido mientras veía la escena a unos cuantos metros de donde estaban, dejando que esos 'tortolitos' disfrutaran de su momento a solas.

El camino por el que hace unos minutos que se fue acababa en un lugar sin salida, por lo que no tardó en volver, y al ver cómo esos dos se estaban riendo despreocupados no quiso joder el momento.

.-.-.-.-.-.-.-

El sonido de la hierba siendo movida por el viento junto a las hojas de los árboles tranquilizaba por completo a Mangel, cerrando los ojos relajado mientras sentía su pelo moverse ligeramente junto con esa brisa.

Se apoyó en el marco de la ventana, dando una calada al cigarro que tenía en la boca para que el humo viajara hasta sus pulmones, impregnándose de ese humo adictivo para luego soltarlo por la boca.

-¿Qué, se está a gusto?- Mangel abrió un ojo para ver cómo su amigo de boina se colocaba a su lado, apoyando sus brazos en el marco también para ver al de lentes.

-Pues sí, illo- sonrió, volviendo a dar otra calada-. El cartel ese de mierda me está estresando demasiado.

-Llevamos tres líneas, ¿no?- el de lentes asintió, volviendo a tener sus ojos cerrados para disfrutar de la brisa de la noche- Bueno, no vamos tan mal.

-Supongo.

-Por cierto, ¿qué tal las cosas con Lolito? En estas últimas semanas os hemos visto muy sonrientes.

El mayor sonrió ante eso, riendo suavemente mientras se acababa el cigarro, guardando la colilla en uno de sus bolsillos para, seguidamente, sacar un mechero y dos cigarrillos, encendiéndolos mientras le extendía uno al albino, el cuál sonrió gratamente.

-Muy bien, la verdad. Al final Auron es útil y todo.

-Bueno Mangel, no te esperaba con esa actitud.

-Illo, e' verda'.- los chicos soltaron una sonora risa ante el acento tan marcado del mayor, siendo observados desde el fondo del salón por Merlon, el cuál les veía con una sonrisa mientras negaba con la cabeza, volviendo a su tarea.

Willy se sintió a gusto al volver a sentir el humo pasar por su garganta, teniendo un ligero toque picante por el tiempo que llevaba sin fumar. Sabía que si Vegetta se enteraba de esto podía ir despidiéndose de su descendencia, pero vamos, estaba en Karmaland de misión de rescate, y siempre estaban los caramelos de menta para disimular el olor de su boca. Estaba trabajando con la chimenea viviente del grupo, tenía excusa para el olor de su ropa, así que, ¿por qué no? Su amigo nunca se enteraría de eso.

-Deberíamos volver al trabajo antes de que Merlon venga a darnos una charla- Mangel asintió de acuerdo a sus palabras, terminando con rapidez el cigarro para guardar la colilla, alejándose de la ventana mientras caminaba hacia la mesa. Willy iba a imitar su acción, pero un ruido le llamó la atención.

Volteó su mirada hacia la ventana, observando el exterior. Árboles, arbustos y tierra, no había nada fuera de lo normal, pero algo le decía al albino que no debía apartar la mirada, que debía seguir buscando. ¿Instinto de la hermandad oscura? Posiblemente, siempre andaba con la guardia alta para poder hacer sus fechorías tranquilo y sin que la policía le pillase.

Por fin lo vio. Dos manchas amarillas.

-¿Qué...?

Apenas fue un susurro salido de sus labios, pero para él pareció un grito salido desde lo más profundo de su garganta. Su corazón empezó a latir con rapidez, y antes de que tuviera tiempo de reaccionar, esas manchas se lanzaron directamente hacia él.

Lo vio como si fuera a cámara lenta, una silueta de un chico de prendas negras y brillantes ojos amarillos se acercó a él como si una bala se tratase, llevando en su mano algo que Willy no fue capaz de distinguir. Sintió el golpe de un puño en su pecho, empujándolo con fuerza hacia atrás junto con el ruido de la pared que rodeaba la ventana siendo rota.

Mangel y Merlon, ambos en la cocina preparando unas bebidas, se asomaron asustados ante tremendo escándalo, viendo a Willy tirado en el suelo casi al fondo y una gran nube de polvo por donde estaba la ventana, vislumbrando la figura de un humano parado sin hacer nada.

-¡WILLY!-Mangel miró preocupado a su amigo, pero enseguida su vista se enfocó en el extraño que se hallaba ahí. Sacó su espada, corriendo con enfado hacia la silueta para atacarle en un rápido movimiento.

El primer ataque lo esquivó al haberse agachado, dando unos pasos al frente para intentar golpear al de gafas en la rodilla. El de cinta simplemente saltó hacia adelante para evitar el golpe, volviendo a dirigir su espada hacia la espalda del chico con ropas negras.

Este se dio la vuelta para verle, sonriendo de oreja a oreja mientras, al igual que el héroe,alzaba una mano, dejando ver una especie de daga de diamante pero con unas líneas extrañas en el filo de color rojo brillante.

El de ojos amarillos se echó hacia atrás para evitar un golpe fuerte, siendo herido con un corte algo profundo en su hombro pero consiguiendo lo que quería, golpear con su arma al de lentes. Fue un corte limpio y vertical en el dorso de su mano izquierda, llegando a romper su guante y dejar que gotas de sangre empezaran a resbalar de la tela para caer en el suelo.

Mangel soltó un grito, dando un paso hacia atrás para alejarse y correr hacia Willy, quien estaba siendo ayudado por Merlon a levantarse.

-Willy, ¿estás bien?

-Sí, solo fue... un golpe- se sobó la cabeza adolorido, ahora mirando al de cinta-. ¿Qué te ha pasado en la mano?

-Ese capullo que me ha...- antes de poder siquiera empezar, Merlon quitó con rapidez el guante roto del castaño, limpiando con la manga de su traje la sangre que había- ¿Merlon?

-Oh no...- Willy y Mangel se quedaron confusos ante la cara de miedo del mayor, pero su confusión aumentó al ver el dorso de la mano de Mangel, en el cuál ya no había rastros del corte, sino que un dibujo de una diana roja- Héroes, debéis reunir a vuestros compañeros e ir a la zona donde estaba el cartel.

-¿Qué? Pero Merlo-

-Muchachos, ahora- por primera vez en mucho tiempo el anciano puso esa voz, una voz seria y potente que quería decir 'obedecer o tendréis un serio problema'. Sin más que hacer, ambos chicos salieron corriendo hacia la salida ante la divertida mirada del de piel grisácea, agarrando antes de irse los papeles y la foto del cartel de la misión-. ¡Joven Mangel, no permitas que te ataquen!

Los chicos salieron corriendo preocupados de la casa del anciano, empezando a ir en diección a Karmaland.

El de barba suspiró al ver que se habían ido, mirando fijamente al joven de ojos dorados, el cuál no paraba de sonreír con soberbia.

-Tú eres el tal Merlon, ¿no? Vaya, a juzgar por tu cara debes de saber quién soy.- empezó a acercarse, alzando una ceja al ver cómo el anciano no se movía ni un milímetro, manteniendo su semblante serio.

-No sé quién eres, pero sé qué es eso- señaló la daga con el dedo índice, frunciendo el ceño-. Ha pasado mucho tiempo desde que vi su magia.

-Sí, podría decirse que fue un pequeño regalo para ayudarme en mi tarea. Por desgracia no funcionó con el castaño, pero con él sí. Tú no estabas dentro de nuestros planes pero, bueno, podrías ser útil. Debía encargarme de marcarlos a los dos, aunque tú serás un buen resguardo.

Merlon no tuvo la suficiente rapidez de esquivar el golpe del contrario.

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Mucho texto, mEpER dOnaN?

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