Cap 5.- Antes de la tempestad
Lolito, en el tiempo que llevaba siendo alcalde, había aprendido una cosa.
Solo haz promesas que sepas que vas a cumplir.
Al principio de su alcaldía había prometido muchas cosas, las cuales muy pocas llegó a cumplir. A las dos semanas de trabajo, hizo una pequeña conferencia, queriendo arreglar su error para poder tranquilizar a la gente. Esta vez fue sincero, diciendo que no podía asegurar tener resultados inmediatos, y diciendo únicamente lo que sí podía hacer, como arreglar algunos desperfectos que había en las tiendas o la mejora tecnológica en la comisaría.
Por eso no prometió que las torretas serían ilegales, por que eso llevaba tiempo. Tampoco prometió un aumento del sueldo global, por que aún debía manejar los fondos del pueblo en construcciones y edificios. Prometía lo que podía cumplir.
Prometió dar lo mejor de sí, ayudar a cualquier ciudadano que lo necesitase, estar siempre al lado de sus amigos, cuidar y proteger a su niña. Hizo esas promesas por que sabía que las cumpliría.
-Muy bien señor alcalde, empezaremos de inmediato con la investigación- dijo uno de los policías de la entrada de la comisaría, señalando a la mujer hacia una sala-. Por favor señorita, acompáñeme a rellenar los papeles necesarios sobre su hijo.
-Muchas gracias señor alcalde.- agradeció la mujer mirando a Lolito, para luego seguir al policía a la sala.
Lolito soltó un suspiro, sacando su gorro negro de su cabeza para así pasar una de sus manos entre su pelo, algo estresado. Lo que le faltaba, un secuestro, y encima de un menor.
-Espero que mi sobrino esté bien- el de pelo largo volvió a ponerse el sombrero, saliendo de la comisaría para dirigirse al ayuntamiento, aún tenía que aprender a manejar los fondos del pueblo y a decretar leyes, al parecer no era escribirlas en un papel y firmar, había muchos más procesos de lo que pensaba-. Pero bueno Fargan, ¿qué tal, hombre? Veo que te tomas las mañanas con calma, ¿no?
Lolito sonrió de lado al encontrarse a mitad del camino con su colega y compañero Fargan, ya vestido con su atuendo de policía.
-¿Pero qué dices, rata?
-Pues que ya son casi las once de la mañana y ni el comisario ni el agente estaban en la comisaría.
-Espera, ¿qué?- Fargan alzó una ceja confuso, mirando extrañado al alcalde- ¿Alexby aún no ha llegado?
-Pues no, acabo de entrar y no lo vi- Lolito ladeó la cabeza mientras se cruzaba de brazos-. ¿Es que ocurre algo?
-No, nada, es solo que... seguramente se haya entretenido con Jimmy.
-Bueno, yo no os pago vuestro sueldo para que estéis fuera de vuestro puesto en horas de trabajo.
-Aún no nos has pagado.
-... Vale chaval, ya te dejo en paz.- el alcalde frunció ligeramente el ceño al ver al contrario reírse, dándose media vuelta para, ahora sí, ir al ayuntamiento.
Fargan vio a Lolito alejarse, mientras pensaba en lo que este le dijo. Ya sabía a quién iba a visitar al salir del trabajo.
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-Vamos Vegetta, date un poco más de prisa. ¿O acaso la edad ya está empezando a afectarte?
-Mira chaval, si no fuera porque te debo una por ayudarme a salir de aquella grieta nada más salir de casa, te la devolvería- Willy soltó una risa ante ese comentario, ganándose un suave puñetazo en el hombro a modo de broma del ojimorado-. ¿Crees que el libro seguirá ahí?
-Pues claro, dudo que haya muchos aldeanos que lean eso.
Ambos amigos siguieron caminando tranquilamente hasta la biblioteca, hablando de diversos temas para entretenerse en el camino. El de pantalones morados suspiró, esa mañana no se encontraba de muy buen humor. ¿Razón? No lo sabía ni él, simplemente se despertó así. Como dice el dicho, 'se levantó con el pie izquierdo'.
Sonrieron al llegar a la entrada de la biblioteca, entrando con calma mientras intentaban hacer el menor ruido posible al subir al segundo piso y buscar por entre las estanterías el libro tan añorado. Casi quince minutos de búsqueda después, no encontraron nada.
-Pero si el sábado lo dejé aquí- el de ropas verdes ladeó la cabeza frente a la estantería donde depositó el libro, rascándose la nuca-. Fue aquí, ¿no, Vege?
-Que sí cabezón, hasta yo me acuerdo, fue en la estantería que estaba debajo de la desordenada.
El menor giró confuso para ver al contrario, aguantando la risa al ver a Vegetta haciendo una mueca de disgusto mientras ordenaba los libros que se encontraban arriba. Había veces que su obsesión por la simetría era preocupante.
-Disculpen, ¿necesitan algo?- Willy sonrió al ver a la misma chica del otro día acercándose, dejando solo al obsesionado de su amigo.
-Pues sí, la verdad. ¿Sabe dónde podemos encontrar un libro negro con el título 'Tenebris, tenebra abducere', o algo parecido?- la chica ladeó confusa la cabeza, mirándole.
-Lo siento mucho, pero no tenemos ningún libro así.
-¿Cómo?- ahora fue el turno de Willy de sorprenderse, llevándose una mano a la barbilla- Pero si el sábado nosotros...
-Los libros que tenemos aquí son todos de lengua castellana, y por lo que me dijo debe ser un idioma extranjero o ya algo extinto.
-Oh, pues... muchas gracias, supongo- el héroe vio a la chica volviendo a su puesto de trabajo, ahora volteándose para ver a su amigo-. Vegetta, deja ya eso de una vez.
-Calla- el amante de morado sonrió triunfante al ver ahora la estantería simétricamente perfecta, mirando por final al albino-. Ahora sí, ¿qué decías?
-Que no tienen el libro.
-¡¿QUÉ?!
-Vegetta tío, no grites- Willy le miró enfadado, recibiendo miradas de reproche de algunos aldeanos-. Si hubieras atendido, habrías escuchado a la chica decir que ya no estaba.
-Me cago en la... uff- Vegetta tomó una bocanada de aire, relajándose-. Muy bien, no pasa nada, hablaremos con Merlon y punto.
-Yo... ¿y si hablamos con él mañana? Hoy tengo cosas pendientes.- Vegetta alzó una ceja ante el comentario del menor, cruzándose de brazos.
-¿Cosas pendientes?
-Pues sí, mi enorme árbol no se va a construir solo, ¿sabes?- esta vez el albino se cruzó de brazos, sonriendo internamente al encontrar una excusa medio decente. No podía simplemente decirle 'sí, tengo reunión con la hermandad oscura para recibir nuestra próxima misión y posible nueva víctima,y seguramente explotar tu puerta para mantener la tradición'.
-Claro, lo que digas- el más alto se le quedó mirando un segundo, para luego subir y bajar los hombros-. Está bien, así ya de paso aprovecho el día para recoger arena, últimamente me falta cristal.
-Bueno crack, tampoco te he pedido detalles.- el silencio inundó el momento durante unos segundos, para luego ser reemplazado por unas risas. Vegetta sintió un deja vú.
La chica de antes no tardó mucho en echarles de la biblioteca.
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-Hum, parece muy bonito, pero son cinco de oro. Me sobra el oro... pero sigue siendo mucho. Aunque... es bonito.- el dependiente de la tienda suspiró molesto por cuarta vez, mirando con algo de irritación al joven de gorro de oso que se debatía por más de media hora si comprar esos bloques de decoración especial o no. ¿Enserio tardaba tanto en escoger un puñetero bloque?
-Calvooooooooo- el joven de pelo claro se dio media vuelta al escuchar ese grito, viendo a su amigo de piel naranja entrar por la puerta de la entrada-. Pero bueno calvo tóxico, ¿qué haces?
-Verás, es que tengo, eh... dudas existenciales. ¿Debería gastarme cinco de oro en estos bloques?
-Joder macho, no seas cabrón, si el oro te sobra.
-Lo sé, pero sigue doliendo en mi inexistente cartera.
-Aquí lo único inexistente es tu cerebro.
Al final el más alto optó por comprar los bloques, saliendo de la tienda junto con Auron, el cuál también compró unos bloques recién llegados a la tienda, terracota roja.
-Ay la terracota- Rubius empezó a reír por el tono de voz del contrario, caminando hacia la siguiente tienda-. Ya verás, mi casa se convertirá en monumento histórico de lo bonita que la voy a dejar.
-Deberías centrarte en la parte exterior y no la interior.
-Cállate calvo tóxico. ¡Ratatopo!
-Joder macho, que ya ha pasao' más un mes desde eso. Hey, hola Luzu.
Ambos chicos miraron al joven de cabellera castaña y capucha caminando hacia su dirección, yendo directo a su casa después de unas compras improvisada.
-Hola Rabis. Hola Auron- el mayor desvió la mirada hacia el suelo, siguiendo su camino dejando atrás a ambos chicos-. Adiós.
El rostro de Auron reflejó por completo la tristeza que sintió por esa escena, cosa que no pasó desapercibida para el cura.
-¿Problemas en el paraíso?- habló divertido con una sonrisa pícara.
-Cállate imbécil- Auron siguió caminando sin importar que dejaba al contrario atrás, escuchando esa risa que ahora mismo no le ayudaba en nada-. Rubius cabrón, si solo vas a reírte, vete a tomar por culo.
-Perdón- el más alto pasó su brazo por los hombros ajenos, sonriendo de lado-. Solo me hace gracia esto.
-Sí, es muy gracioso, ¿verdad? Mira cómo me río, ajajajajaja.
-Ese sarcasmo se nota desde lejos. Vale, ya paro- volvieron a caminar en silencio por unos segundos, hasta que la voz del cura volvió a sonar-. Por cierto, están pasando cosas muy raras por aquí.
-¿Te enteraste ya del secuestro?
-Sí, y no solo de eso. Esta mañana intenté hablar con los dioses para saber algo de Merlon, pero nada.
-¿El viejo verde? ¿Qué ocurre con él?
-Pues macho, que ha desaparecido- Auron abrió grande los ojos, preocupándose. Bueno, en realidad no mucho, tenía algo de aprecio por el anciano, pero no se preocuparía por él hasta que le llegase un vídeo de este gritando en agonías y súplicas. Sintió un escalofrío al imaginarse esa escena-. ¿Pero qué haces? ¿Tas bobo o qué?
-Olvida mis problemas mentales y sigue hablando. ¿Qué más cosas han pasado?
-Bueno, primero un cafecito o unas jarras de cerveza, ¿no?
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El resto del día en Karmaland pasó sin muchos contratiempos, con cada héroe haciendo sus cosas o quedando de vez en cuando para hablar. El agente de policía Fargan soltó un suspiro de alivio al ver que faltaban exactamente cinco minutos para acabar su turno, dándole ánimos para aumentar el ritmo de los abdominales que estaba haciendo para ejercitarse un poco.
Bueno, abdominales al estilo Fargan, el cuál consistía en subir y bajar el respaldo de su silla 'gamer', como decía en broma, aunque fuera una silla marrón bastante sencilla.
-Señor Fargar, hay alguien que solicita hablar con usted.- una de sus compañeras de trabajo se asomó por la puerta de su despacho, esperando una respuesta del nombrado.
-Dile que pase- la chica asintió retirándose de ahí para seguramente avisar a la inesperada visita-. Cuarenta y siete... Cuarenta y ocho... Cuarenta y... nueve...
-Illo, ¿qué haces?- el de máscara paró su 'sesión de ejercicio' al escuchar esa voz, levantándose mientras sonreía para ir a abrazar al de gafas.
-Bueno Mangel, no me esperaba verte por aquí. ¿Acaso Lolito ha vuelto a hacer algo ilegal?
-¿Qué? No, ahora es un tío legal. Vengo por otra cosa- el de gafas se separó del contrario, viéndole con un rostro entre serio y preocupado, logrando que el contrario le mirara nervioso-. ¿Por casualidad viste hoy a Alexby?
-¿A Alex? Pues no, llevo desde que volvimos de la misión sin verle la cara.
-Fargan, estoy preocupado- contestó el de cinta en la cabeza, llevando un cigarro aún sin encender a la boca, acción que solía hacer cuando estaba nervioso-. Alex puede ser solitario y algo reservado, pero no se pasa dos días enteros sin dar señales de vida.
-Tío, entiendo que estés así, pero no deberías preocuparte tanto. Seguro que se quedó estos dos días durmiendo como una marmota mientras yo trabajaba duramente.
-Bueno, el tamaño lo tiene- ambos soltaron una ligera risa, pero enseguida regresó el ambiente serio-. Pero, por si acaso, ¿podemos ir a ver si está en su casa?- Mangel estaba realmente preocupado por el menor, su amigo no era de desaparecer así como así. Si estaba enfadado, solía avisar a todos con un 'no me toquéis los cojones, no estoy de humor', o directamente iba a la casa del de lentes para poder gritarle a viva voz lo que le pasaba, rompiendo alguna cosa para calmarse y después sentarse en el sillón a jugar un rato con su amigo de azul, pero no hizo ninguna de las dos acciones.
-¿Has venido para usarme de excusa barata para entrar en casa de Alexby? Tío, muy mal, yo valgo para más que eso.
-¿Como subir y bajar el respaldo de tu silla mientras comes donuts?
-... Andando, próxima parada: la casa de Alexby.
Mangel negó con la cabeza mientras sonreía, saliendo con el mayor de la comisaría para ahora ambos empezar a caminar a la casa del menor. La noche ya había llegado, iluminando los alrededores con las pocas antorchas que quedaban en el exterior y la luz natural de las estrellas, llegando a ser una noche extrañamente tranquila y relajante, sin la aparición de ningún monstruo.
No tardaron nada en llegar a la colina donde se situaba la casa blanca del comisario, notando algo extraño nada más llegar. Las torretas estaban desactivadas, y Alexby no era tonto, ya había sufrido antes atentados de explosiones con su casa, no iba a permitir que le volvieran a meter un bombazo en su casa.
Los dos se miraron nerviosos, acercándose a la puerta para tocar esta con la mano, esperando recibir algún mensaje. Los gritos de Jimmy, el 'hijo' del más bajo, fue lo único que se escuchó durante casi cinco minutos, sin importar cuántas veces tocasen.
Ahora sí estaban preocupados.
Fargan dio unos pasos hacia atrás, determinado a tirar abajo esa puerta aunque tuviera que romperla con sus propias manos, siendo observado por un asombrado Mangel que aún no paraba de dar golpes a la puerta. Una, dos, y...
-Ya voy joder.- una voz sonó detrás de la puerta, siendo esta abierta para mostrar al mismísimo dueño de la casa mirando a los dos con cara asesina, soltando un bostezo mientras se peinaba su desordenado cabello. Sí, no tenía su casco puesto.
-¡Illo!- Mangel suspiró aliviado, sonriendo ampliamente- Estás bien.
-Pues claro que estoy bien- Alexby ladeó la cabeza confuso, mirando a su compañero de trabajo acercándose para quedar también enfrente del menor-. ¿Qué sucede?
-Tío, llevas dos días sin dar señales de vida. Pensábamos que te había pasado algo.
-¿Eh? Ayer gasté el día libre que tenía pendiente, y esta mañana llamé a la oficina para informar que no iría a trabajar.
-Espera, ¿llamaste?
-Sí, me atendió la chavala esa del mostrador y me dijo que avisaría. ¿No lo hizo?
-Para nada. Ya sabía yo que tenía que despedirla, es una inepta para este trabajo.
-Bueno, eso da igual, al menos sabemos que el niño está bien.- el de gafas sonrió mientras abrazaba al más bajo, riendo al escuchar las protestas de este y cómo pataleaba para que le soltase.
-Mangel, quita coño. Déjame.
-Mira, si hasta se sonroja por el abrazo. Qué tierno.- Fargan alargó la'o' de la última palabra mientras llevaba ambas manos a sus mejillas, sonriendo de lado.
-¡Que no soy tierno, narices!
Los dos mayores empezaron a reír, sin notar que a unos cuantos metros de distancia, un poco más abajo, unos ojos rojos les observaba con una sonrisa, negando con la cabeza divertido mientras retomaba su andar.
Luzu no tenía pensado salir a estas horas de la noche, pero por desgracia su cerdo Manolo tenía que cenar y no le quedaban zanahorias, olvidándose por completo de sembrar más en su huerto. Tuvo que salir a buscar en la naturaleza, y por suerte un pajarito de nombre desconocido le contó que detrás de su casa, al lado de un pequeño lago, había un campo enorme de zanahorias que podía agarrar cuando lo necesitara.
Qué grande eres, Alex.
El de capucha miró al suelo, volviendo a sumirse en sus pensamientos. Hoy no se encontraba de un buen ánimo que digamos, y todo por culpa de la discuta que tuvo con Auron. Ahora que lo pensaba en frío, estando neutro y tranquilo, no entendió el por qué de su enfado. Ambos dijeron cosas malas, sí, pero el comentario de Luzu sobraba. Obviamente Auron también tenía la culpa, era un 50/50, pero eso no evitaba el sentirse mal.
¿Por qué las cosas volvían a mal? Por fin estaba empezando a volver su vida de antes, volviendo a confiar en sus amigos y siendo más abierto y amigable por la situación tan relajada en la que estaba. Y ayer la jodió, la jodió pero bien. Siempre le dolía más cuando era Auron con el que se enfadaba. Sentía como una fuerte presión en el pecho, como si alguien le diese unos buenos puñetazos en la zona donde estaba su corazón. Se lo pasaron bien ese día de la captura de la sirena, estuvieron navegando en barca por unas buenas horas mientras hablaban de lo primero que se les venía a la cabeza, rieron ante cualquier broma que surgía, se abrazaron alegres al encontrar por fin a una sirena en mitad del mar, se dieron la mano cuando estuvo a punto de caer en una grieta en mitad de la isla...
Se dio pequeñas plamaditas en las mejillas al sentir cómo estas ardían. ¿Por qué su respiración empezaba a acelerarse? Solo recordó una salida de buenos amigos haciendo algo ilegal, él y su Auronsito....
El ruido de una pisada rompiendo una rama seca hizo que el de pelo castaño saliera de su burbuja, mirando a su alrededor seriamente mientras guardaba las zanahorias que tenía en la mano, buscando a tientas su arco. Estaba justo en una pequeña zona donde varios ciudadanos plantaron unos cuantos árboles para así no tener que talar el de los bosques, dificultando el ver si había algún posible enemigo.
No reaccionó a tiempo a la mancha borrosa que se acercó de frente y le dio en todo el pecho, empujándolo con potencia hasta que su espalda chocó con el tronco de un árbol. Su visión se volvió borrosa durante unos segundos, sacudiendo la cabeza pra despejarse.
-What the fuck?
Una vez su visión se aclaró, sintió una mano en su cuello, haciendo la presión suficiente para sentir pequeños pinchazos de dolor por esa zona. Por inercia, soltó su arco para agarrar la mano que le apretaba el cuello, mirando a su atacante.
Sus ojos se abrieron como platos al ver una figura humana a pocos centímetros de su cuerpo, un poco más alto que Rubius, seguramente, y con una piel tan pálida que casi rozaba el tono gris. No pudo ver bien el resto de su cuerpo, ya que solo se fijó en dos cosas. La primera, una enorme sonrisa de oreja a oreja que desprendía confianza y locura a la vez, y segunda, dos enormes ojos dorados mirándolo fijamente, sin pestañear o moverse lo más mínimo.
-You are...
-Hola Luzu, por fin nos conocemos en persona.
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