Cap 3.- Un día normal
Willy y Vegetta se quedaron viendo con curiosidad el libro, leyendo una y otra vez el título de este como si al leerlo todas sus dudas fueran a ser resueltas.
Ambos se volvieron a mirar, como hablando entre ellos con tan solo las miradas mientras se ponían de acuerdo en qué hacer a continuación, asintiendo cuando ambos llegaron a la misma conclusión. Debían leer ese libro.
Willy agarró el libro por ambos lados, dispuesto a abrirlo por la primera página y empezar a leer, pero la voz de una mujer se lo impidió.
-Disculpen, pero ya es hora de cerrar la biblioteca. Debo pedirles que se vayan.- la chica agachó la cabeza algo avergonzada, como pidiendo perdón por molestar.
-Claro, ahora mismo nos vamos señorita.- Vegetta sonrió a la trabajadora mientras el contrario guardaba el libro, para seguidamente recoger sus mochilas de la mesa y dirigirse a la salida, despidiéndose de la muchacha.
Los dos héroes se quedaron un segundo en la puerta, sin saber muy bien qué pensar.
-Debemos volver más tarde a por ese libro.
-Obviamente compañero, pero ya escuchaste, hoy no podrá ser. ¿Volvemos pasado mañana?- el amante de morado sonrió al ver cómo Willy asintió, soltando una risa-Muy bien, pues hasta dentro de dos días amigo, ten cuidado al regresar. Nos vemos.
-Adiós Vegettita.- el de ropas verdes vio al nombrado alejarse, suspirando relajado mientras veía la hora en uno de los relojes interiores de la biblioteca, dos minutos para la media noche, perfecto.
Ahora tenía una reunión con sus hermanos oscuros.
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En casa del de gorro de oso una caja de música sonaba con mucho volumen aprovechando que estaba en medio del bosque y no tenía vecinos que se quejaran del volumen de la música, parecía más un concierto en vez de una casa del árbol.
-¡NO A LAS DROGAS~, SÍ AL ALCOHOL~! ¡SÍ AL VINITO BARATO DE LUZU~! ¡SÍ AL VINITO BARATO DE LUZU~!
Rubius y Mangel se abrazaron por lo hombros, cantando a viva voz mientras reían divertidos por su improvisado karaoke. Sí, habían bebido el famoso vinito barato del mencionado, y estaban empezando a sentir el alcohol nublando sus mentes poco a poco.
Cuando la canción terminó, volvieron a explotar en carcajadas, sentándose en el suelo mientras terminaban de beber. Cuando ambos se tranquilizaron miraron la hora, viendo que faltaban menos de 3 minutos para la media noche.
-Ha sido una buena fiesta Rubiuh, pero me tengo que ir ya, empieza a hacerse tarde- Mangel dejó con cuidado la botella en el suelo, frotándose los ojos con sus manos tanto por el sueño que empezaba a tener como por la borrachera leve que tenía, al igual que su compañero-. Espero repitamos.
-Ya ves chaval, la próxima vez fiesta en casa de Vegetta.- volvieron a reír, levantándose para darse un abrazo de despedida.
Mangel se acercó a la escalera de mano de la casa en el árbol, bajando con cuidado de no caerse. Al llegar al suelo, caminó en medio de la oscuridad hasta las vías del tren inacabadas del cura, yendo por ahí para no perderse hacia la casa del pelirrojo.
Rubius, al estar solo, recogió las botellas que estaban esparcidas por el suelo, intentando que su mini casita se viera mínimamente respetable para los integrantes de la hermandad oscura.
-Pero bueno Rubius, pedazo fiesta te has montado aquí, ¿no?
-Hola Fargan, sube- el de máscara de búho hizo lo mandado, subiendo completamente a la casita mientras observaba sonriente al lugar, riéndose al no llegar último esta vez-. ¿Y Willy?
-Estará viniendo ahora, no es de llegar impuntual.
-Obviamente no hago esas cosas, sería de rata el llegar tarde.
Una vez que Willy se hizo presente, la pequeña reunión empezó, con los tres miembros de la hermandad oscura sentados en círculo en el suelo discutiendo sobre su próximo ataque.
-¿Qué tal explotar la puerta de Vegetta? Para no perder la tradición.
-Pobre chaval, ¿no? Dejemos que al menos disfrute una semana de tranquilidad con su puerta.- Fargan bufó molesto ante la respuesta de Rubius, cruzándose de brazos.
-¿Y si explotamos los cultivos a Alexby? Hace tiempo que no sufre ningún atentado.
-Eso sí que no macho, entonces no se soporta ni a sí mismo en el trabajo. Paso de hacer ronda por Karmaland con un Alexby insoportable.
-Bueno, Auron y Lolito ya sufrieron hace poco, Luzu fue la semana pasada y destrozamos el invernadero de Willy y nuestro jardín para disimular un poco. ¿Qué nos queda?
-A lo mejor el ayuntamiento.
-Creo que Luzu ya lo hizo.
-¿Y el molino? No tiene nada de valor y es fácil de reconstruir.
Se miraron entre ellos, dejando asomar una enorme sonrisa ante la idea de Rubius. La hermandad oscura ya tenía planes para mañana.
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-Muy bien señor Lolito, dice que se siente relajado, ¿no?
-Así es doctor, me siento como un ángel encima de una nube.
-Muy bien. Eso significa que no tuvo pensamientos impuros, ¿no? Como secuestrar un aldeano o matar una mascota.
-Claro que no, hago todo lo posible por ignorar esas cosas. No haga que me acuerde de eso, doctor.- el de coleta se llevó ambas manos al rostro mientras lloriqueaba, sentado en aquella silla del psicólogo.
-Tranquilícese señor Lolito, lo está haciendo muy bien. Tanto su vida social como personal y amorosa van bien, ¿me equivoco?
-Para nada doctor, es como una de esas películas de Disney de las princesitas esas cursis con sus animalitos y canciones de felicidad. Ahora mismo me siento como una princesa Disney.
-Interesante- Auron apuntó todo eso en su libreta de psicólogo, haciendo todos sus esfuerzos por no reírse por la última frase-. Muy bien señor, parece ser que va muy bien con su tratamiento. Recuerde, concéntrese en las cosas sanas de la vida, como plantar flores o pegar a un cerdo a puño limpio, y aléjese de las malas influencias.
-Muchas gracias doctor, sus servicios valen oro.- el alcalde se levantó de su silla, acercándose al hombre de bata blanca y gafas para pagarle.
-Más bien diamantes, uno concretamente.
Una vez pagada la consulta, Auron acompañó al contrario hasta la salida, despidiéndose con un abrazo.
-Ya sabes mano derecha, mañana a primera hora te quiero ver en el ayuntamiento.
-Por supuesto, alcalde- dijo Auron asintiendo, sabía perfectamente que se quedaría dormido y aparecería allí dos horas más tarde, pero debía quedar bien-. Hasta mañana, y procura no morir en el camino.
-Obviamente. Chao~.
Lolito empezó a caminar en dirección a su casa, esquivando las torretas del doctor hecho de miel. Auron soltó una risa, cerrando la puerta para luego bajar a su querido búnker.
Debía hacer planes para mañana, además de la reunión que tenía como mano derecha y guardaespaldas del alcalde. ¿Qué debería hacer? A lo mejor iba siendo hora de incluirse en la tradición de explotar la puerta de Vegetta, o intentar colarse en la casa árbol de Willy, o gastar una bromita en la casa de Fargan o Luzu.
¿Y si se iba de búsqueda de algo ilegal? No parecía mala idea, iba de explotación y rompía las leyes un poco, un plan perfecto.
-Hola Gustavo, ¿qué tal, puerco? Sin hacer nada, ¿eh?- el Golem se quedó mirando a su dueño fijamente, inmóvil en mitad de la sala de cofres. Negó con la cabeza, yendo a su cama para poder dormir un rato, mañana prometía ser un buen día.
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El canto de los pájaros provenientes del exterior despertaron lentamente al chico de cabellera castaña, soltando un quejido cuando la luz del sol le golpeó en la cara. Un nuevo día le daba la bienvenida.
Luzu se sentó molesto en su cama, bostezando mientras se tallaba los ojos para quitarse el sueño, intentando peinar su alborotado flequillo, fallando en el intento.
Como cada mañana, se preparó para salir, colocando su sudadera negra y desayunando unas frutas que encontró ayer de camino a la misión, ahora saliendo de su hogar no sin antes despedirse de su Manolo.
Cerró el enorme portón de su casa, admirando las cascadas de lava que caían de las murallas negras de su morada, ahora estando controladas para que no dañaran nada.
-¡Lusuuuuu!
El nombrado volteó hacia las escaleras al escuchar su nombre, sonriendo levemente al ver al chico de miel saludándolo con la mano mientras le alcanzaba.
-Pero bueno Auroncito, buenos días.- el más alto ladeó la cabeza confundido al ver al contrario reírse con fuerza, confundiendolo.
-Querrás decir tardes, ya es medio día.- Auron se rió aún más al ver la cara de sorpresa del contrario, tapándose la boca con su sudadera.
-Ay la madre, ¡¿tan tarde es?!
-Sí tío, hasta me dio tiempo de hacer mis "responsabilidades de trabajo".
Esas últimas palabras incomodaron un poco al más alto, mirando hacia un lado nervioso al acordarse de sucesos ocurridos en el pasado. Auron notó eso, parando de reír mientras se rascaba la nuca.
-Hey Luzu, he oído que hay unas sirenas cerca de la casa de Vegetta. ¿Te apetece venir?- Auron sonrió de forma amable, ladeando levemente la cabeza. Ese pequeño acto de (leve) nerviosismo hizo reír al mayor.
-Claro, no pasa nada por no ser legal por una vez.
-¿Por una vez? Creo que debemos revisar tu historial, Luzu.
Ambos volvieron a reír, bajando por las largas escaleras mientras conversaban entre ellos, pasando por el pueblo para ir de camino a casa del hombre legal. Saludaron a Fargan por el camino, ya que se encontraba de patrulla, quejándose de que Alexby le hubiera hecho trabajar solo. También se encontraron con Willy, el cuál iba de camino hacia la biblioteca de Karmaland, y también a Lolito, el cuál estaba con su traje de alcalde atendiendo a la gente del pueblo. Todo transcurría como un día normal.
Ambos llegaron a la playa de debajo de la casa del oji morado, sonriendo cómplices mientras sacaban una barca, empezando a navegar en busca de alguna sirena para capturar.
Un día tranquilo en Karmaland, solo que sin explosiones.
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-Chiqui, ¿estás seguro de querer ir por aquí? No parece muy segundo.
-Vamos Vegette, no seas aguafiestas- dijo divertido el albino mientras reía por su propio chiste malo, viendo cómo el mayor negaba con la cabeza-. Será solo una ojeada.
-Es que... muy bien, miramos y nos vamos.
-Ese es mi Vegetta.
Ambos chicos se miraron sonrientes, atravesando el pequeño río que estaba enfrente suyo para así entrar en un bosque algo diferente a lo normal, un bosque con tonalidades más oscuras y frías. La hierba del suelo no era de un verde brillante como siempre, sino de un verde oscuro casi rozando lo negro, y los troncos de los árboles parecían un marrón grisáceo. A Vegetta no le daba buenas sensaciones ese sitio, se suponía que irían a una mina gigante para subir de niveles y conseguir materiales, no andar pisando sitios que desconocían.
El mayor soltó un bufido, siguiendo al más alto mientras observaba a su alrededor. No iba a mentir, quería irse de ahí y ceñirse al plan original, excavar con Rubius como quedaron hace un par de días, pero por alguna razón, el menor insistió en explorar un poco más el bosque, como una especie de excursión. Seguía caminando alegremente entre el bosque, como un niño pequeño que está visitando su primera juguetería.
-Rabis, ¿podemos irnos, por favor?
-Pero Vege, aún hay trecho que andar.
-Mira cabezón, no sabemos si está permitido venir por aquí, y paso de que los Dioses me lancen un rayo en la cara. Además, si no regresamos ahora, no habrá tiempo para picar en la mina.
-Tío, serán como máximo la una de la tarde, tenemos todo el día.
-Rubius, chiqui, ¿se te ha olvidado qué día es hoy?
-Que no me llames así, y... puede.
-Es domingo.
-¿Y?
-¿Qué trabajo tienes en el pueblo?
-El de cura. ¿Qué pasa con eso?
Vegetta se dio un 'face-palm' mientras negaba con la cabeza, decepcionado. '-2IQ', pensó frustado. El de gorra de oso se le quedó viendo confuso con la cabeza ladeada, hasta que al cabo de unos segundos un 'click' sonó en su cabeza, recordando algo importante.
-¡COÑO, HOY TENGO MISA POR LA TARDE!
-A buenas horas te acuerdas, chaval.
El más alto agarró la muñeca ajena con cuidado, empezando a correr hacia el camino de donde venían arrastrando a un Vegetta que empezaba a quejarse en voz alta. En poco tiempo llegaron a la mina, donde se quedaron a explorar y ganar unos cuantos niveles.
-Oye Vegetitta, ¿me prestas un pico?- Rubius juntó sus manos mientras usaba un tono de voz más agudo, sonriendo divertido ante su actuación.
-Denegado.
-¿Por qué me haces esto, Vegetta mío? Yo te quería, te dí todo lo que tenía y me abandonas cuando más te necesito.- el ojimorado rodó los ojos ante la dramática actuación del contrario, el cuál hacía poses demasiado exageradas junto con su tono de voz.
-Rubius, cabezón, tenemos tiempo limitado.
-Joder Vegetta, sígueme un poco el rollo.
-El día en que dejes de portante como un niño pequeño.
El chico sin camiseta soltó una leve risa al escuchar los pequeños bufidos de fastidio del más alto, prestándole un pico mientras le pegaba de forma amistosa en el hombro. Sin duda alguna, fue un buen día.
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Willy caminaba con tranquilidad por el pueblo de Karmaland, sonriendo ampliamente al saber qué hacer el día de hoy, leer el misterioso libro de ayer. Sí, iba a leerlo solo aunque prometió al ojimorado que lo leerían juntos, la curiosidad le ganaba,y el contrario no estaba presente, nada podía salir mal.
-¡Hey rata, ¿qué haces?!
Willy se giró al escuchar esa voz, dejando de andar al ver a su amigo y hermano oscuro Fargan corriendo hacia él, usando su traje de policía junto con esa famosa falda que usaban tanto él como Alexby.
-Pero bueno hombre, cuánto tiempo- bromeó Willy-.Iba de camino a la biblioteca.
-Emm... te ahorro el viaje, no vayas- el mayor empezó a reír al ver la cara llena de confusión del contrario-. Tío, la biblioteca no abre los domingos.
-... Me cago en todo.
Fargan empezó a reírse con fuerza, recibiendo un pequeño golpe en su hombro por eso.
-Bueno, pues me he quedado sin plan. Por cierto, ¿y Alexby? Normalmente vais juntos.
-¿No viste cómo estaba ayer? Seguramente se tomaría el día libre para dormir todo el día. Mejor así, no me gustaría trabajar junto con un Alesby insufrible. Es chiquito pero matón.
-Pobre de ti si te escucha decir eso.
-Ya lo ha hecho. Ya me da igual la vida, compañero.
Ambos amigos se quedaron charlando durante un rato más en medio de la calle, dando por concluida su charla cuando un habitante del pueblo pidió ayuda al policía. Se despidieron con un saludo de mano, guiñando ambos un ojo ante el plan que tenían para esa noche. Iba a ser una tarea 'explosiva'.
Willy empezó a reír de camino a casa ante su propio chiste.
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Eran cerca de las siete de la tarde cuando los rayos de sol empezaron a desaparecer, tiñendo el cielo de un color naranja claro mientras empezaban a aparecer pequeñas e imperceptibles estrellas en el cielo. En la iglesia de Karmaland, un edificio enrome y decorada con espero, se escuchaba una música de coro saliendo de dentro, escuchándose por los alrededores.
-Ameno dorime- dijo el cura para dar por terminada la misa, levantándose del suelo mientras juntaba sus manos frente a su pecho, mirando hacia la cristalera de la iglesia-. Dioses, protejan a estas pobres almas pecadoras, ya que todos hemos caído en las redes del mal al menos una vez. Os pido que las cuidéis, que las ayudéis a ir por el buen camino y que nunca os deis por rendidos, aunque sean las almas de Auron o Willy.
-¿Este es tu cura?
El de gorro de oso giró la cabeza para ver al nuevo integrante de la sala. Hacía tiempo que los pocos pueblerinos que asistían a esas pequeñas misas se fueron a sus casas, pero al ver a su amigo de lentes ahí parado mirándole con una sonrisa, hizo olvidarse de todo. Hizo rápidamente el signo de la cruz con su mano, corriendo para ver a su amigo.
-Mahe, ¿qué tal, tío? Creo que es la primera vez que pisas la iglesia.
-Bueno, quedaría mal si no venía a ver el sitio de trabajo de mi amigo, ¿no? Además, quería comentarte algo.
El de lentes sacó algo de su bolsillo, llevándose a la boca un cigarro mientras lo encendía con un mechero de su inventario, dando una larga jalada a este para aspirar el humo. Sin embargo, una mano le tiró el cigarro recién empezado al suelo.
-¿¡Eres tonto o te pegan en casa!? ¿¡Cómo te atreves a fumar en la casa del señor!?- un rayo se escuchó desde el exterior, asustando levemente a ambos- Digo, de los señores. Además, ¿qué te dije de fumar? Eso malo Mangel, es caca, eso caca.
-¿Tú también? Joder, qué pesao, illo.
-Cuando tengas un cáncer de pulmón y vengas de rodillas a rezar que te lo quite, ya veremos si sigues opinando igual.
-Que sí- el de azul oscuro rodó los ojos, viendo seriamente al contrario-. Rubius, ¿los Dioses te han dicho algo?
-No, hoy no. ¿Por qué?
Mangel miró a su alrededor, acercando su rostro al ajeno.
-¿Hoy no has notado algo... diferente?- el más alto negó confuso, prestando atención a su amigo- Pues yo sí, hace nada me pasó algo muy extraño.
-¿Hum? ¿El qué?
-Pues verás...
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A partir de aquí los capítulos serán más cortos, lo prometo xD
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