Cap 17.- Vínculo
Su tío Lolito daba miedo, a veces demasiado, pero nunca llegó al nivel de terror que estaba sintiendo en ese momento.
Sergio admiraba a los héroes de Karmaland, guerreros valientes y fuertes que se dedicaban a proteger a los débiles de los villanos y salvar el mundo de amenazas horribles, llegando al punto de empezar a entrenar para así, de mayor, poder ser uno de ellos. Sabía que eran los dioses los que elegían a los guerreros, pero si les veía entrenar, esforzarse para tener la fuerza necesaria de ser capaz de salvar a personas, tal vez los Dioses vieran su determinación y le permitían seguir los pasos de su tío.
Pero para eso aún quedaba mucho, apenas era un niño. Un niño asustado que se escondía detrás de un adulto, un cobarde.
Mangel estaba respirando con algo de dificultad mientras seguía pensando en un plan. ¿Qué hacer ante un monstruo que está detrás de una puerta y tú con una herida horrible en todo el estómago?
Ni puta idea.
El de cinta azul gruñó desesperado, llevando la mano izquierda a su frente al sentirse entre la espada y la pared. ¿Luzu estaría bien? ¿Era una emboscada?
Un golpe en la puerta les alertó, haciendo que Mangel levantara su hacha al mismo tiempo que Sergio se escondía detrás suya. Eran como arañazos, arañazos de unas uñas (o garras, añadió mentalmente) demasiado afilados como para ser naturales, crujiendo la puerta bajo su toque brusco. Se mordió el labio inferior, reteniendo el sentimiento de dolor por la herida en su estómago que se volvía ardiente e intensa.
Sabía que difícilmente escaparía de esta.
-Sergio, ponte al lado de la puerta.
-¿Qu-qué?- el niño se giró para mirarlo, sus ojos negros brillando intensamente por el miedo y la sorpresa.
No quería decirlo, sería un jarrón de agua helada para el de camiseta blanca, pero debía ir al grano y ser sincero, la puerta estaba empezando a ceder.
-Cuando entre le entretendré, tú aprovecha para huir y correr, ¿vale?- el de gafas bajó su brazo al sentir sus músculos arder, jadeando levemente al sentir las vendas de su estómago empaparse de sangre-. Vete a casa, y... espera a que Lolito vaya a buscarte.
Sergio parpadeó aturdido, sus manos soltando la chaqueta del héroe mientras se deslizaban poco a poco hasta su costado. Abrió la boca, listo para hablar en cuanto su mente volviera a funcionar.
-Pe... pero...
-Recuerdas la escalera hacia el sótano, ¿verdad? Tienes que... bajar, y escóndete, como si... estuvieras jugando, ¿entiendes?
Negó, tragando el nudo en su garganta y pestañeando fuertemente para no llorar, sus manos apretadas en fuertes puños.
-No...
-Sergio, yo...
-No-sonó más fuerte, más seguro, a pesar del temblor en su voz-. Yo no... no, quiero estar contigo, no me... no me quiero ir.
-No te estoy preguntado- el amigable Mangel se fue poco a poco, dejando únicamente la cara seria del guerrero que solo dejaba ver en los combates-. Es peligroso.
-Po-por eso, no me iré- ambos dieron un pequeño salto por un golpe algo más fuerte en la puerta, ignorando el movimiento de la puerta-. Me quedo co-contigo, para protegerte como me dijeron. Ta... también soy valiente.
-No, eres imprudente- Mangel le cortó en mitad de la oración, apretando con fuerza sus labios al sentir el dolor en su estómago más fuerte. Aguanta, solo aguanta-. Los valientes... agh, saben cuándo retirarse. No puedes hacer nada, ¿vale?
-Los héroes no abandonan a los que ne-necesitan ayuda- esta vez, Sergio alzó la voz con firmeza, sus ojos antes llenos de miedo ahora brillaban de valentía-, me lo dijo e-el héroe Vegetta, y tú estás herido. Yo... seré un héroe, como vosotros, y no me iré.
-Sergio, eres un niño.
-Me-me quedo.
Su cuerpo temblaba por los golpes fuertes contra la puerta a punto de ser derribada, pero no se permitió tener miedo, mirando fijamente a su tío Mangel con decisión y, sobre todo, determinación. Determinación de ser fuerte y seguir de pie a su lado, ayudarle aunque sea para alejarlo del héroe herido.
Y la puerta se vino abajo.
-¡SERGIO!- Mangel se estiró para agarrar al niño por el brazo, tirando de él hacia su propio cuerpo para protegerlo de la criatura que acababa de entrar. No evitó el grito de dolor de la herida posiblemente abierta nuevamente por el movimiento brusco, alzando patéticamente su hacha hacia el enemigo recién ingresado.
Era parecido a Luzu, una persona humana con pantalones azules y sudadera negra, pero su cara era totalmente diferente a la de un ser humano normal. Lleno de negro, bañado por la presencia de oscuridad y dos ojos rojos brillantes como rubíes a la luz de la luna, fijando su impotente mirada en el héroe herido. Sus manos se abrieron, dejando ver las enormes y afiladas garrar que tenían esos bichos raros que se enfrentaron en la cueva al principio de la misión.
Joder joder joder.
-¡VE-VETE!- Sergio asomó su cara del cuerpo del adulto, dejando que pequeñas lágrimas de miedo resbalaran por su rostro. El monstruo pareció ignorarlo completamente, siguiendo con la mirada la pequeña gota de sudor que bajaba por la frente del de gafas.
Gruñó, un sonido tan extraño y sobrenatural que no había ruido alguno para compararlo, alzando sus garras en cuanto dio un paso hacia atrás. Rápidamente, salió corriendo hacia ambos.
Sus ojos brillaron cuando estuvo a pocos centímetros de la cabeza de Mangel.
Estaba muerto.
Cerró los ojos con fuerza al tiempo que soltaba su hacha, centrándose en proteger el cuerpo del niño con el suyo propio para protegerlo, esperando sentir el dolor de garras atravesando su piel y cráneo.
Pero en su lugar escuchó disparos en el aire.
Abrió los ojos al no sentir nada, saliendo poco a poco de su figura asustadiza y protectora, irguiéndose al no ver a esa bestia negra enfrente suya.
Lo único que vio fue una enorme mancha negra en el suelo y una chica castaña de pie en la puerta de la habitación con una pistola en mano, aún saliendo humo caliente del cañón.
-Bien, creo que debo fiarme más de mi instinto a partir de ahora.
Sergio jadeó al reconocerla, apretando la mano de su tío.
-¿Agente Adams?
............
-¿Luzu?
Auron sintió su garganta secarse cuando el nombre de su amigo salió de sus labios, abriendo sus ojos negros al ver esos ojos rojos brillantes resplandecer en su rostro. Era Luzu, pero a la vez no lo era.
Apretó con fuerza su espada.
-¡¿QUÉ COÑO LE HAS HECHO?!- Alexby no pudo contener el grito, apretando los dientes como una presa arrinconada por su depredador antes de ser cazada.
La sombra sonrió con maldad, presuntuosidad rebosando ante cada gesto que salía de su cuerpo.
-Te aseguro, querido héroe, que no hice absolutamente nada.
-Y una polla- Rubius enseñó los dientes, sus colmillos afilados (a pesar de no ser un híbrido) brillando con peligro-. Habla, capullo.
Luzu tensó su arco, haciendo que sus amigos dieran un pequeño brinco.
-No tengo necesidad de mentir, ¿cierto? Solo aproveché la situación.
Willy se tensó, apareciendo una idea sobre lo que se estaba refiriendo su enemigo.
-¿Él...?
No, su amigo no era tan idiota para hacer eso, no otra vez.
Vegetta le miró de reojo, obviamente notando ese cambio casi invisible de su amigo. Su ceño se frunció, sin hablar de que su postura dejó su natural relajación y confianza, convirtiéndose en una estatua de piedra rígida y fría. Su mente era una sola, sintiendo el calor de su cuerpo abandonarlo al entender el hilo de pensamientos del albino, su mismo razonamiento y conclusión.
-No de nuevo.
-¿Qué?
La sombra rió de nuevo, empezaba a fastidiar al grupo.
-Se nota quiénes son los cerebros del grupo.
-Chicos, no le hagáis daño- la voz del de ojos morados salió seca, arrinconado por el miedo de lo que estaba a punto de salir de sus labios-. Evitad que los ataques sean fuertes.
-¡¿Qué?!- Rubius gruñó enfadado, mezclándose con la confusión que sentía por la situación actual- ¡Es el enemigo, triple siete! ¿Quieres que nos haga puré de patata?
-¡Lo digo enserio, hay que evitar dañar a Luzu!
-¡Ese no es Luzu, imbécil!- Lolito señaló agresivamente al arquero, dejando que sus ojos verde empezasen a teñirse de rojo.
-Sí lo es. Ese es Luzu.
-¿Cómo?
Auron lo miró, realmente era muy parecido a Luzu. Mismo tono de pelo, tono de piel, misma forma levemente redondeada pero alargada de su cara, era una copia idéntica. Pero, a diferencia de su Luzu, sus ojos no eran los mismos ojos amables y levemente rencorosos de antes, no tenían ese brillo de cariño y bondad que tenía la mayoría de las veces, ni ese aura guerrera y fuerte que protegería hasta el infinito a su familia. Era vacío, como una simple carcasa para rellenarla de odio, oscuridad y maldad.
Era Luzu en cuerpo, pero no en esencia.
Era como... Evil Luzu, pero sin rastros de su antiguo él.
Se congeló al entenderlo.
-¿Luzu ha... hecho otro trato con los dioses oscuros...?
Al ver la sonrisa del de ojos miel ensancharse enormemente ante su susurro, los guerreros se congelaron en el sitio, sintiendo su cuerpo sacudirse como si cubitos de hielo bajaran por su espalda.
-¡Bravo, héroe Auron!- aplaudió con burla ante sus caras desesperadas, riéndose fuertemente- Tantos trabajos fortalecieron tu inteligencia, ¿eh?
-Hijo de...
La sangre de Auron empezó a hervir.
-Fue un trato justo, ayuda a cambio de su alma. Sin embargo, el pobre ingenuo no era consciente de la verdadera situación en la que se estaba colocando. Hay veces que... es mejor conseguir aliados para un fin egoísta.
Luzu apuntó con su arco al grupo, mirada vacía mientras tanto.
-¿Cómo sabes eso? ¿Qué clase de trato hizo Luzu?- Vegetta sentía que su labio iba a sangrar de lo fuerte que se lo mordía, intentando controlar sus instintos como fue entrenado en el pasado, ser el líder racional e intimidante del grupo de héroes.
-No creo que sea muy difícil llegar a la solución de esas preguntas, odiaría adelantar la sorpresa.
-Su alma a cambio de ayuda- Willy gruñó en voz baja, sintiendo sus dientes a punto de romperse por la presión que hacía sobre ellos-. Seguramente fue un trato de ese estilo, conociendo a Luzu.
-¿Ayuda? ¿Cómo que ayuda?
Lolito estaba muy confundido, al igual que Fargan. El "pedir ayuda" era una frase demasiado ambigua como para darle verdadero significado. Alexby simplemente decidió quedarse callado, observando a su alrededor las sombras que los rodeaba moverse lentamente hacia ellos, como una masa negra de harina lista para devorarlos.
-No lo sé, pero es lo único que se me ocurre- el arco de Luzu estaba listo para disparar, apuntando sin miedo alguno a Vegetta, que se encontraba en la cabeza del grupo. Eso no le dio buena espina al albino, pasaba algo que se le escapaba de los dedos-. Creo que por eso insistía en quedarse con Mangel, seguramente quería algo de tiempo libre para hacer el trato.
Auron estuvo a punto de partir su espada a la mitad, tenía que haberse fiado de su instinto en la 'guarida' y preguntar a Luzu sobre su decisión de quedarse sí o sí. Podría haberlo evitado.
Y entonces Rubius hizo la pregunta dorada.
-¿Estás con los dioses oscuros?
Al parecer eso sorprendió hasta al de ojos dorados, ya que por unos segundos sus ojos se abrieron sorprendidos antes de volver a la normalidad, brillando descaradamente con confianza y ego.
-Jajaja, muy listo, cura. Supongo que no tiene sentido ocultarlo, aunque me hubiera gustado guardar la sorpresa. Así es, los dioses oscuros son aliados nuestros, nos proporcionan ventajas a cambio de información y dominio.
-Ahora entiendo por qué no podía comunicarme con los Dioses, evitaban mis rezos cada vez que lo intentaba con magia oscura.
-Y seguramente información personal nuestra, dudo mucho que fuera casualidad que justamente atacase los lugares que solíamos transitar más a menudo- Alexby le vio con ojos asesinos, aún su pistola en alto a pesar de que, seguramente, era inútil en esa situación-. El ayuntamiento, la casa de Merlon, el molino...
-¿Molino?
-Déjate de tonterías, ojos de mierda. Más te vale devolver a la normalidad a Luzu si no quieres que la ira española te golpee en toda la cara.
Auron sintió su piel amarilla arder, como un cosquilleo ardiente que recorría todo su cuerpo y le nublaba el juicio como una leve niebla, hablando sin pensar, como el 80% de las veces que abría la boca.
-Se acabó la charla, ¿eh? Supongo que tiene sentido, se ha hecho más largo de lo necesario. Muy bien, juguemos.
La flecha que Luzu sostenía en su arma salió disparada, silbando por el aire en dirección a su objetivo, pero rápidamente fue rebotada por la nueva espada que poseía Vegetta en sus manos, cortesía de Lolito y su manía de tener demasiadas armas encima suya.
-Eh, chicos, creo que deberíais ver esto.
Alexby señaló a las sombras de la habitación, notando cómo unos ojos rojo brillantes empezaban a aparecer en mitad de la negrura y se movían en su dirección, empezando a formar dimensiones de esas horribles criaturas que, desgraciadamente, conocían demasiado bien.
Los monstruos oscuros les rodeaba, alzando sus afiladas garras al aire con un constante murmullo de voces susurradas de forma incomprensible. Luzu volvió a cargar el arco, siguiendo como objetivo al guerrero de ojos morados.
Rodeados por decenas de bichos negros y uno de sus mejores amigos, era una situación realmente peliaguda.
-Fargan, Lolito, vosotros a por los de atrás. Rubius y Willy, a por los de al lado. Auron, tú conmigo a por nuestro "compañero", y Alexby, distrae a Luzu hasta que se nos ocurra algún otro plan.
-¿Alguna vez actuamos con un plan, Vegetta?
-No, pero siempre hay una primera vez para todo, ¿verdad?- el amante del morado sonrió de lado ante la pequeña broma, colocándose en pose defensiva al igual que sus amigos. La espada encantada de Auron brilló con fuerza cuando el mango fue fuertemente apretado por sus manos, sin hablar de las pistolas relucientes de los policiales y el hacha de Lolito (además de la pequeña daga que llevaba en su mano izquierda). Sus ojos brillaron de decisión, sin despegarla de los ojos amarillos.
Se acababa todo esto hoy, sin importar el costo.
Y cuando la flecha silbó por el aire de nuevo, empezó la pelea.
........
Jimmy soltó un sollozo lastimero de su garganta, apoyando su cabeza en el suelo de la celda de piedra. El ave mitad reptil no pudo hacer nada para proteger al héroe cuando una cosa grande y negra vino a por él, ganándose varios golpes por todo el cuerpo y algún que otro corte importante, pero no mortal. Su pata trasera derecha dolía, sin hablar de sus energías reducidas a cero por las peleas que se sometió contra el hombre de ojos dorados.
No pudo hacer más que acurrucarse en una esquina, hacerse bolita sobre sí mismo y esperar, gimiendo lastimosamente por los pequeños escalofríos de dolor que sentía de vez en cuando.
-Hey, amiguito, aquí.
Jimmy abrió los ojos ante la voz, alzando levemente la cabeza para ver a su alrededor en una mirada rápida. Todo estaba oscuro, sin nada nuevo.
Espera, había una luz redonda en la otra punta de la habitación.
Con algo de lentitud, se levantó con cuidado de no hacerse demasiado daño, caminando con precaución hacia la pelota blanca brillante. A medida que se acercaba, más pudo notar del sitio, incluso vio que era un agujero que conectaba con otra habitación a su lado, muchas veces vio a Alexby construir ese tipo de formatos para su pequeña casa en la colina.
Unos dedos se dejaron ver, moviéndose levemente para llamar la atención del animal.
Un gruñido de duda salió de su boca, ladeando la cabeza mientras se agachaba para ver mejor esa mano. Recuerda cuando aún era un polluelo y su padre le llamaba golpeando el suelo con sus dedos, era señal de que quería llamar su atención.
-Así es, buen chico- la cola de Jimmy se meneó ante el cumplido, prestando atención a la mano-. Jimmy, quieres ayudar al joven Alexby, ¿cierto?
Un grito fue la respuesta, moviéndose ansioso en el sitio para resaltar su respuesta positiva.
-Muy bien, porque sé cómo puedes ayudarle. ¿Ves la puerta de metal, Jimmy?
El lagarto levantó la cabeza para dirigir su atención a la entrada, observando atentamente las barras de metal que lo mantenían encerrado en esa prisión oscura y triste.
-Acércate chico, y muerde el cuadrado grande, ¿vale?
Su cola golpeó el suelo, empezando a dirigirse lentamente a la puerta. Agitó sus alas nerviosamente, primero mirando por los espacios vacíos de la puerta para observar a su alrededor, como hacía su dueño todos los días al salir de casa para su paseo matutino. No vio nada, por lo que el joven animal empezó a obedecer las órdenes.
El ave reptil era inteligente, demasiado según el héroe de ojos morados. Jimmy era capaz de utilizar órdenes sencillas e hilos de pensamiento no muy complicados, como el de avisar a los amigos de su dueño si le pasaba algo malo. Vio varias veces a esos humanos salvar al de cabello negro en el bosque por culpa de esos humanos verdes y animales negros con ocho patas, por lo que no debían ser una amenaza. Así mismo, empezó a poder relacionar palabras con objetos reales, como por ejemplo 'pelota' a su juguete favorito o 'a comer' como la hora de alimentarse. 'Cuadrado' era como su dueño llamaba a una cosa grande de las puertas donde se vestía de azul y se quedaba varias horas allí, al parecer una especie de salida que su padre siempre decía que no debía dañar con sus dientes.
Sin embargo, ahora mismo debía hacerlo.
Mordió con fuerza la cerradura, poniendo su máxima fuerza en el profundo mordisco que le dio para poder llegar lo antes posible hacia el amigo de su dueño que se fue hace un rato. El ave, con su enorme fuerza, logró partirla a la mitad tras unos minutos, escuchando la puerta abrirse finalmente. Gritó de felicidad, corriendo hacia la salida para observar mejor a su alrededor.
-Jimmy, ven.
El ave ladeó confuso la cabeza, notando la mano de antes sobresaliendo por los barrotes de otra puerta. Se acercó con precaución, notando un objeto grande y rojo en la mano.
-Lleva esto al héroe Vegetta, ¿vale? Ayudarás al joven Alexby cuando se la entregues.
Un piar bastante grave fue su respuesta, acercando el pico para agarrar con cuidado el enorme objeto. Lo reconoció, era esa cosa blanda que su padre se colocaba en la espalda cuando salía de su hogar, siempre diciendo que era muy importante y que no debía morderlo bajo ningún concepto.
Volvió a agitar sus alas con fuerza, golpeando el suelo con su cola antes de salir corriendo de la sala de prisiones por la puerta abierta, al parecer sin ningún enemigo cercano para vigilarle.
Merlon suspiró, volviéndose a apoyar en la pared de piedra con ojos cansados.
-Joven Luzu, qué has hecho...
Los dioses oscuros eran la única respuesta de que, en mitad de las sombras, apareciese de repente una mochila llenita de objetos ventajosos para una pelea, descartando a los dioses al no haber sentido nada por su parte, ni siquiera una señal del entorno para una indirecta sutil. Luzu era el único con contacto sobre ellos, y si algo sabía Merlon era que no entregaban nada sin pedir nada a cambio, y era ese algo que temía.
¿Qué le quedaba por entregar?
Cerró preocupado los ojos, recordando que sus 'alumnos' podían luchar contra cualquier mal. Confiaba en su talento para las batallas y destreza con las armas, eran capaces de cuidarse los unos a los otros.
Confiaba en que no tendría ninguna pérdida, no de nuevo. Solo tenía que decirle a su cerebro que pensase en eso.
..........
Fargan descubrió que las balas no hacían nada contra los monstruos negros, las tragaba en su masa viscosa como una piedra hundiéndose en el lodo.
Guardó la pistola para, a cambio, sacar su espada de oro, corriendo en dirección a dos bichos enormes que intentaban arañar fuertemente su rostro. Se agachó levemente para evitar el ataque, alzando su espada por encima de su cabeza para cortar perfectamente los brazos de esas cosas cuando pasó corriendo en medio de ambos, levantándose para hacer el mismo movimiento en sus... ¿cuellos? Debajo de sus ojos rojos.
Gritaron fuertemente antes de que el miembro cortado cayese al suelo, disolviéndose en el suelo hasta que no quedó nada más que un charco del líquido negro, parecía petróleo en mitad del suelo. Sonrió, girando 180 grados para bloquear la zarpa que a punto le corta la nuca.
-¡MUERE CERDA!- el hacha de Lolito partió en dos a su enemigo, volviéndose líquido a sus pies al mismo tiempo que saltaba corriendo a por el mismo enemigo a su lado para duplicar la acción. Su sonrisa amplia y ancha enseñaba sus afilados dientes apretándose fuertemente por los sádicos ataques, sin dejar su pequeño baile de muerte y líquido negro cubriendo su rostro y pelo.
Fargan sintió un escalofrío al ver a Lolito en modo psicópata, aunque se vio obligado a recomponerse rápidamente al sentir un movimiento rápido a su izquierda, esquivando por los pelos las garras de las cosas negras. Ahora mismo su misión era matar a esos bichos, y realmente era algo satisfactorio hacerlo.
Todos hacían básicamente lo mismo, cortar en pedazos a esos monstruos y evitar sus ataques rápidamente, teniendo especial cuidado de no dejarse rodear y perder la ventaja que poco a poco empezaban a ganar. Eran pocos, pero definitivamente más rápidos y ágiles que los enemigos de oscuridad, bailando al compás de la música de los golpes de sus armas y el silbido de las flechas perdidas de Luzu, yaciendo rotas en el suelo.
-Lo siento tío, pero no dejaré que ganes.
El castaño ignoró a Alexby por completo, volviendo a cargar el arco para disparar en vano a alguno de los héroes a su alrededor, viendo sin mucha expresión la espada del azabache partir en medio del aire la flecha que iba directa a la cabeza de Auron. Sus iris rojas brillaron intensamente, reluciendo amenazantes y sedientas de sangre, casi como en su primera fase de Evil Luzu.
Pero, a diferencia de su amigo en forma malvada, no buscaba causar daños sin consecuencias severas. Luzu nunca haría daño a alguien con la probabilidad de que su vida peligrase, siempre intentaba que sus maldades y castigos no fueran exageradamente peligrosos. Le cambió el aspecto a Auron, pero nunca estuvo en peligro de muerte. Ponía lava a su casa y a los animales, pero siempre se aseguraba de que no quemase a nadie sin querer. Hizo putadas, sí, pero lo más cercano a daño que hizo fue algún que otro hueso roto por un contratiempo en sus planes.
Ese Luzu no le importaba asegurar su seguridad, solo quería herir. Y eso, definitivamente, enfadaba a Alexby.
Volvió a bloquear un ataque con su arma, siseando levemente al sentir su ojo aún levemente herido arder por el sobreesfuerzo. No podía parar, no otra vez.
No al ver cómo sus amigos se esforzaban al máximo, sobre todo Vegetta que, aún con una mano herida, luchaba sin piedad contra el ser de ojos dorados. Auron hacía un contraataque efectivo, haciendo barrera para que el enemigo no pudiera alejarse demasiado y, así, dejar que sus espadas lo hirieran. No lograron mucho, pero al menos también evitaron un ataque directo por su parte.
Su sonrisa arrogante y confiada enfadaba muy fuerte a Vegetta, ese gesto absoluto de arrogancia lo enfermaba a niveles que nunca pensó que llegaría, logrando que, por pequeños momentos, perdiera la calma en intentos casi desesperados en abalanzarse a degollar a su enemigo, apretando los dientes como un cordero acorralado por el lobo. No podía fallar, esa batalla final no podía perderla en manos de ese cabron descarado, sobre todo por todo lo que había hecho últimamente hacia su equipo.
Merlon, Luzu, Mangel...
Sin embargo, no podía dejarse llevar por las emociones, en combate debía ser neutro y frío como el hielo, solamente centrarse en la estrategia y habilidad propia y ajena. Apagar sus sentimientos y ceñirse a lo importante, al objetivo principal, ganar.
Se agachó para poder dar un golpe con la espada en el costado de su enemigo, logrando que su espada rasgase la ropa gris que portaba y cortara parte de su piel. Líquido rojo brotó de su herida, y eso hizo que Vegetta abriera los ojos levemente. Era sangre, real... entonces él...
-¡Toma esta, puerco!- Auron, aprovechando el daño, se lanzó igualmente a darle en la cabeza con el mango de su espada, pero el contrario pudo deslizarse hacia un lado y esquivar el golpe del héroe. Terminó de cara en el suelo, apretando los dientes con furia por ese golpe fallido de su parte.
Su sangre empezó a hervir de ira.
Vegetta enseguida se irguió para seguir con el combate, dando dos pasos al frente para intentar insertar la espada en el cuerpo enemigo e ignorando a Auron que seguía tumbado boca abajo en el suelo, temblando de ira por la acumulación de sensaciones negativas en su cuerpo. No debía dejar que el ser de piel gris se quedase libre, debía mantenerlo ocupado.
Y, en mitad de la batalla, en medio del ruido de las armas aniquilando a los enemigos, se escuchó un graznido.
Alexby se quedó congelado ante eso, ignorando a Luzu (también sorprendido) para ahora dirigir su atención a su alrededor, intentando vislumbrar al dueño de ese tan conocido sonido en mitad de todo el caos de monstruos negros y los charcos del mismo color en mitad del suelo, sintiendo su corazón acelerarse al ver un par de plumas conocidas.
-¡JIMMY!
El animalito meneó con fuerza su cola al escuchar la voz de su cuidador, corriendo hacia Fargan al localizarle. El moreno mató rápidamente a un enemigo que tenía a su costado para evitar un posible daño, sonriendo cuando el ave reptil se sentó a sus pies como un cachorro obediente.
-Hey amiguito- su mano acarició con cuidado su cabeza, recibiendo un pequeño gruñido de aceptación. Fargan notó la mochila que portaba en su pico, alzando curioso una ceja ante eso-. ¿Qué tienes ahí, Jimmy?
El animal empezó a agitar sus alas nerviosamente, dejando que el humano le quitase el objeto. Fargan confió en Lolito para cubrirle las espaldas, abriendo la misteriosa mochila para observar el contenido de su interior.
Sus ojos se abrieron como platos al notar lo que llevaba.
-¡Fargan, mueve el culo y ayuda!- Willy vio a su amigo de reojo parado en mitad del combate, bloqueando a los enemigos con su espada. Las minas eran demasiado preciadas como para malgastarlas, ni de broma las usaría en ese momento.
-Y tanto que lo moveré- el amante de las aves sonrió ampliamente, enseñando sus colmillos con malicia mientras su mano se metía en la mochila para agarrar un puñado de objetos del interior-. Jimmy, dale el resto a los chicos, ¿vale?
Con cuidado, dejó que la mascota agarrase de nuevo la mochila, observando con leve gracia al ave empezar a correr de nuevo en mitad de la lucha en dirección a los héroes para entregarles una pequeña ventaja.
Pociones.
Se bebió una poción de velocidad antes de volver a la pelea, empezando a correr con rapidez entre los monstruos de tono negro de su zona asignada, matando a espadazos a ese bichos.
Su corazón latía furiosamente, sintiendo la adrenalina recorrer su cuerpo ante la ayuda que acababan de recibir, una ventaja enorme que podría mejorar las probabilidades de vencer de una vez por todas. Fuerza, velocidad, salto... había de todo ahí dentro, incluso juraría haber visto un tótem en el fondo de la mochila. ¿Quién le dio esa bolsa a Jimmy? Ni idea, y realmente no quería pensar eso, quería saborear el momento de esperanza en vena que ese momento cubría su mente.
Lolito siguió con su trabajo, ojos ardiendo en sed de sangre mientras seguía sonriendo ampliamente ante cada corte mortal, sin importarle estar lleno de negro a estas alturas. Bebió una poción de fuerza para poder tardar menos en cortar los cuerpos, viajando entre ambos bandos de lucha de enemigos para acaparar un poco de hambre de violencia heróica, según llamaba él. Willy y Rubius no se quedaron atrás, al igual que Alexby (teniendo su pequeña sesión de mimos y palabras aliviadas de ver a su pequeño Jimmy vivo) y el propio Vegetta, el único luchando a estas alturas contra el de ojos dorados.
El animal se acercó a Auron, ladeando preocupado la cabeza al escuchar los gruñidos de ira provenientes del psicólogo aún tumbado en el suelo, abrazándose a sí mismo. Apretando sus puños contra su sudadera blanca, pegando con fuerza su piel naranja viscosa en el suelo de la habitación, chirriando los dientes por la ira hirviente de su cuerpo.
Se metió con ellos, se metió con él... se metió con Luzu.
Hizo que formase parte de su bando.
Eso le enfadaba, y por eso gritó de dolor.
-¡¿Auron!?- Vegetta desvió la mirada de su enemigo para ver preocupado al nombrado por ese grito, olvidando por completo la regla número uno que Merlon le enseñó en sus primeros años de aprendizaje.
Nunca pierdas la atención en el combate.
Fue solo un segundo, un segundo que su propio enemigo aprovechó para atacarle de frente, corriendo rápidamente mientras estiraba la mano, robándola con fluidez de las manos del propio guerrero para, entonces...
-¡AAAH!
-¡VEGETTA!- Alexby lo vio a cámara lenta, la espada de su amigo de ojos morados ser robada por el cabrón de piel gris para, hábilmente, insertarla en el pecho al descubierto de su amigo, viendo cómo la punta de su espada atravesaba su espalda como si estuviera haciendo un pinchito a la plancha, enseguida saliendo un enorme chorro de sangre de la reciente herida. Estuvo a punto de darse la vuelta y sacar la pistola de su bolsillo para dispararle, lamente ahora mismo espesa por la creciente sensación negativa de su cuerpo, pero...
-¡MALDITO HIJO DE PUTA!
Auron se adelantó.
Una figura borrosa pasó al lado de Vegetta, apartándolo con rapidez del enemigo para, con toda la fuerza que pudo reunir, cortar con furia la cara enemiga con una espada de diamante brillante y llena de colores, logrando crear una muy dolorosa y visible herida en su rostro. Le escucharon gritar, soltando la espada del héroe ahora caído en el suelo para taparse la zona herida, retrocediendo de la nueva persona que entró en escena.
Todos miraron horrorizados la escena, corriendo preocupados a la zona de los acontecimientos e ignorando a los monstruos de ojos rojos que se acercaban peligrosamente a sus espaldas. Willy vio la oportunidad, agarrando las minas de su bolsillo con un único puño y, sin detenerse, lanzarlas con fuerza hacia los seres de oscuridad, provocando una enorme y fuerte explosión que potenció la muerte de la mayoría de esas cosas. Líquido negro voló por la zona, pero ni eso y el insoportable olor a humo del enorme boquete que dejó atrás impidieron que fueran hacia sus amigos.
-¡Vegetta!- Rubius fue el primer en arrodillarse junto a su amigo, recibiendo la ayuda de Wily para soportar el peso de Vegetta en su forma sentada en el piso. Sus brazos temblaban, viendo con horror la espada aún clavada en su pecho rojo y en carne viva alrededor, sin hablar del preocupante tono blanco en su rostro. Los chicos se pusieron en guardia, abriendo la boca al notar a la figura que atacó al ente compinche de Araxiel, parado en medio del caos a su frente en una pose recta y firme, su espada aún alzada peligrosamente.
Su piel era de un ligero tono canela, su cabello moreno y dirigido hacia arriba en mechones desordenados y, en su lado izquierdo, una mecha amarilla anaranjada que se dirigía igualmente al cielo, sin hablar de su sudadera blanca y vaqueros azules.
Lolito fue el primero en expresar sus pensamientos.
-¿Auron...?
El nombrado se dio la vuelta para verles, sonriendo vacilante mientras sus ojos marrones tirando a negros brillaban con energía rehabilitada.
-¿Os gusta mi nuevo look, cerdos?
-Tu maldición...- Fargan miró shockeado a su amigo, sonriendo igualmente al ver que, por fin, volvía a ser humano- ha desaparecido...
Asintió, volviendo a mirar fijamente al humano de piel ceniza que seguía gritando de dolor, hombros decaídos y temblando de sufrimiento. A su lado apareció Luzu, luciendo igual de despreocupado que antes. Estaba fuera de juego, realmente lo estaba.
Vegetta sonrió ante eso, tosiendo levemente al sentir su cuerpo temblar por la herida. Empezaba a sentirse cansado.
-Bueno bueno... muy bien jugado, héroes, pero me temo que vuestra pequeña pelea sea en vano.
La sonrisa desapareció de su rostro al notar la creciente sombra del demonio aparecer a las espaldas del recién herido, su iris roja brillando con fuerza al notar la herida en el pecho del supuesto líder del grupo, sin poder evitar soltar una risa ante su estado.
Vegetta quiso recuperarse para mantenerse en pie, pero Willy y Rubius se lo impidieron.
-Dudo mucho que eso sea cierto- Alexby fue quien dio un paso adelante, siendo respaldado por su fiel mascota que hinchó amenazadoramente el pecho hacia el malo-. Te has quedado sin tus putos jueguecitos para esconderte, ya te ganamos una vez.
-Sí, ¿por qué no serán dos?- Fargan rió ante eso, sonriendo de lado para que su autoconfianza y seguridad no cayesen de inmediato. Jimmy gruñó ferozmente en respuesta, ero fue ese sonido que les impidió notar un detalle en la escena a sus ojos.
No fue hasta después que escucharon su risa, la risa lenta y entrecortada del de ojos miel.
Extrañó a los guerreros, sobre todo a Alexby y Vegetta. Esa risa les daba una sensación de vacío y pesadez al mismo tiempo en sus estómagos, como un nudo a partir de sus intestinos. No les daba buena sensación.
-¿Se está... riendo...?- Willy sintió su cuerpo congelarse ante eso, notando que el mismo herido gravemente empezaba a darse la vuelta lentamente hacia ellos. Gotas rojas mancharon el suelo, resbalando por sus manos en un ritmo casi melódico. ¿Sangre roja? Eso quería decir... ¿que era una persona real?
Auron frunció el ceño enfadado, apuntando con su arma al demonio.
-Devuélvenos a Luzu, ahora.
-Auron, espera...- Vegetta intentó hablar con su típica fuerza, fallando en el intento por su voz bajo y cansado. Ayudándose de sus amigos, lograron levantarle al ver cómo seguía esforzándose en ello, sus ojos empezando a ver borroso por la falta de sangre- no... hagas una... tontería.
Araxiel rió gravemente, dando una mirada de autosuficiencia que dejó llenos de rabia a todos.
-No estás en condiciones de mandarme órdenes, héroe- fue notorio el asco y veneno en esa última palabra, casi como si la escupiera directamente al suelo-. Aún no he acabado, no podía dejarlo todo en este unto.
-¿De qué... hablas...?
-Me esperaba más de ti, héroe Vegetta- el demonio lo miró fijamente, dejando que un gruñido desde el fondo de su garganta saliera a la luz-. Me hubiera gustado que durase más, pero creo que es un buen momento para dejar a deslumbrar mi último ataque, héroes.
Vegetta desvió su atención de Araxiel para dedicarse a ver al chico de ojos miel, notando que ya dejaba de temblar y reír llegados a ese punto. Miraba hacia abajo, pero sus manos empezaban a separarse lentamente de su rostro, a pesar de aún estar sangrando.
-Habla claro de una vez, estamos cansados de tanta mierda saliendo de tu boca.- Lolito suspiró nervioso, manteniéndose fuerte y decidido en su deseo de vengar el daño de su niña e intento de muerte.
-Siempre directo, como era esperar. Siempre me pregunté cómo lograsteis vencerme, cómo héroes tan débiles como vosotros pudieron acabar conmigo en el día donde mis fuerzas vuelven por fin. Tanta falta de autocontrol, tanta tozudez y tanta impulsividad y, aún así, lograsteis encerrarme nuevamente.
El de piel grisácea fue levantando lentamente su rostro, despacio de una forma tan tortuosa que el de pelo negro sitió su cuerpo enfriarse lentamente, una sensación amarga sumergir de su garganta de un pensamiento irreconocible en su subconsciente.
-No lo entendía, hasta que empecé a pensar en otra perspectiva y, por fin, lo entendí. Entendí la fuerza de vuestras peleas, de vuestro equipo tan lleno de fallos y defectos. Vuestra unión.
El sentimiento en su estómago se hizo más profundo.
-Vuestra lealtad os hacía fuertes, ese ridículo código de 'unidos pase lo que pase'. Era vuestro apoyo, y me di cuenta de vuestra fuerza unida. Son vuestros vínculos los que os fortalecía.
Poco a poco dejaba ver más, su barbilla sangrante fue lo primero que vio.
Se sentía mareado.
-Fue entonces, al comprender vuestra, que entendí vuestra debilidad. La amistad.
Araxiel apoyó una mano en el hombro de Luzu, acción que enfadó a los Guerreros al completo.
-Si destruía vuestra amistad, vuestro fuerte vínculo que os cubijaba de las heridas y los daños... ganaría por fin. Solo debía destruiros como unidad, hacer añicos ese concepto y, por fin, volvería a reinar este mundo. Lo entendí finalmente, y pudo lograr seguir con mi plan.
Cada vez más de su rostro, notando el gris mezclándose con el rojo y... y...
-Ya, pues creo que tu plan no saldrá muy bien que digamos- Fargan enseñó los colmillos, gruñendo al final de su frase-. Nunca dejaremos de ser un equipo, ¿entiendes? Nos gastamos bromas, nos puteamos, pero siempre seremos amigos, da igual lo que suceda. Ayudaremos a Luzu juntos, como siempre.
Vegetta se sentía débil, su alrededor giraba en una mancha borrosa a su alrededor y su cuerpo dolía de ansiedad, apoyándose como pudo en Willy y Rubius al sentir sus piernas flaquear.
-¿Vege?
-Oh, héroe Fargan, nunca dije que fuera un amigo reciente.
-¿Eh?
-No... sigas...- Vegetta cerró los ojos cuando el rostro del de piel ceniza se dejó ver al completo, sintiendo las fuerzas abandonar su cuerpo.
-¿De qué...?
Alexby dejó caer su espada al suelo, siendo la atención de su grupo por el ruido sordo. No se dio cuenta de eso, viendo en estado de shock al enemigo gris al lado de Luzu, su respiración cortándose por el impacto en su rostro. Willy hizo lo mismo, cuerpo rígido e incómodo al verle también.
Todos lo vieron, notando el extraño aura negativo a su alrededor.
Su cara estaba bañada de sangre por el corte, pero en vez de carne roja y viva en la zona dañada, en vez de capas de músculo y nervios vieron, como si fuera una nueva capa de piel...
Negro y verde.
-Hay veces que, para romper una amistad, es necesario regresar al pasado.
Auron le cortó toda la cara, dañando al mismo tiempo sus ojos, pero no se vieron afectados en absoluto.
-Hola chicos, ¿me recordáis?
Sonrió malévolamente, sus ojos verde esmeralda brillando pícaramente en mitad de su baño de sangre.
Vegetta escuchó el jadeo lastimero de Alexby, sin hablar de la respiración entrecortada de Willy y la suya propia.
Debía haber sido el líder fuerte que les llevase a la victoria, y sólo los llevó al pozo infinito de la desesperación.
-Darle la bienvenida a vuestro viejo amigo y antiguo héroe... Stax.
Especial segundo aniversario, capítulo larguito para compensar los meses de hiatus de esta historia. El siguiente ya está en proceso, para finales de junio os vengo con el penúltimo capítulo.
Gracias a los pocos que la siguen apoyando <3
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