Cap 10.-Herida letal

-¡Corre Mangel!

Willy y Mangel no pararon de correr en ningún momento, siempre mirando hacia adelante por que sabías que, si miraban hacia atrás, volverían. Ya se estaban arrepintiendo de salir huyendo. ¿Enserio dejaron a Merlon solo con ese... chico? Tiró abajo una ventana,sin contar las otras cosas que sus compañeros les comentaron.

Mientras corría el de lentes se miró la mano. No le dolía nada, estaba todo perfecto por no ser el extraño dibujo que portaba en el dorso, unos círculos que formaban una diana roja. ¿Por qué tenía eso ahí? Debía ser algo malo, ¿no?

Cuando se aseguraron de estar lo suficientemente lejos de la vivienda del ancianos se detuvieron a tomar un respiro, sentándose en la hierba mientras tomaban grandes bocanadas de aire.

-Oye, ¿y Jimmy?

-Estaba durmiendo en la cocina cuando esa cosa te tiró hacia la pared. Seguramente esté ayudando a Merlon ahora mismo.

-Eso espero...- el de verde miró hacia el cielo, uno lleno de estrellas hermosas y, obviamente, sin Luna. Ya llevaban varios días así, el evento de las noches sin Luna ya deberían haber acabado, en teoría- ¿Qué tal tu mano?

-Bien, no duele ni na'- abrió y cerró los dedos de su mano repetidas veces, para luego suspirar-. Joder tío, eran los únicos pares que me quedaban de guantes.

-Seguro que en el mercado habrá, primero debemos centrarnos en todo esto- Willy se levantó decidido, sacando su espada mientras el mayor le imitaba-. ¿Avisamos por el grupo?

-Eso o que nos mate Vegetta. ¿Cuál prefieres?

-Supongo que la primera- el de ropas verdes sacó su teléfono, abriendo el chat grupal para escribir un corto mensaje-. Bien, ya avisé que vamos de camino hacia la cueva de la misión, ahora les toca a ellos contestar.

-Mierda- el de gafas tiró su cigarro al suelo, mirando preocupado los papeles que tenía en sus manos-. Nos hemos dejado hojas allí.

-Genial, allí se quedan, yo no vuelvo.

Mangel suspiró, guardando las hojas en su mochila para seguidamente empezar a caminar al lado de su compañero. Miró con sutileza su mano, haciendo una mueca al observar con detenimiento la marca de su dorso. No le daba buena espina todo esto, sobre todo por las últimas que escuchó decir del anciano.

¿Por qué no podía ser lastimado? Lo más grave que le pasaría sería el dolor y cansancio de su cuerpo al revivir en el cartel, pero se iba al cabo de unas horas. Mangel estaba acostumbrado a dejarse guiar por los caminos precipitados, siempre moría y revivía por que, bueno, no le daba mucha importancia, pero ahora la simple idea de revivir le inquietaba. ¿Esa marca le haría algo malo? 

-Oye, ¿estás bien, Mangel?- Willy miró preocupado a su amigo, viendo a su amigo asentir.

-Sí illo, es solo que estaba pensando en otra cosa- sacó su espada, olvidándose de esas tonterias que abarcaban en su cabeza para seguidamente empezara correr-. ¡El último es gay!

-Pero si literalmente sales con un hombre.- el menor negó divertido con la cabeza, siguiendo el juego y empezando a correr con el contrario.

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Frederick miró por quinta vez hacia la puerta de su habitación, empezando a gritar con la esperanza de que su padre, al oírlo, viniera a verle como hacía todas las noches, pero tampoco vino en ese intento. Llevaba todo el día ahí encerrado sin haber visto al humano de piel naranja, por lo que simplemente bajó la cabeza con tristeza y empezó a bajar las escaleras .

-¡FREDERICK MI NIÑO, ESTOY AQUÍ!- el pequeño pollo, al escuchar ese grito, levantó la cabeza emocionado, empezando a saltar alegre mientras corría hasta la puerta, esperando con impaciencia a ver al humano entrar por ella.

La puerta se abrió, y la figura de Auron ahí de pie fue lo único que vio. El chico cargó a su mascota para abrazarla, sintiendo las suaves plumas de su cabeza acariciar su mejilla como si fuera un gato.

Vegetta vio enternecido la escena a poca distancia, cargando en sus brazos a Manolo, el cuál intentaba escapar de sus brazos.

-Una mascota menos, ahora faltan Juan Carlos, Nieves y...

-Y Mordisquitos.- el más bajo se acercó sonriente al contrario, dando primero de comer a su dinosaurio Rodolfo y encerrar a Gustavo en una esquina de la habitación con unos bloques.

-Tu madre va a ir a por ese bicho- empezaron a subir la escalera, dejando que Frederick se subiera a la cabeza de Auron para acurrucarse ahí, disfrutando de su resencia-. Está bien en su casita.

-¿Vas a abandonar a una mascota tan querida como Mordisquitos? Vegetta cancelado.

-Pero si esa cosa está mamadísima, seguro que es el que menos peligro corre.

Empezaron a dirigirse hacia el pueblo, ahora hablando de las posibles mascotas que quedaran para rescatar. Básicamente solo quedaba la de Rubius, ya que el perro que tenía Vegetta solía, según él, salir por las noches a 'pasear' por los bosques, así que estaría a salvo hasta el amanecer.

-Auron, espera- el más alto se detuvo en seco mientras apoyaba una mano en el hombro contrario, prestando atención a su alrededor-. ¿No lo escuchas?

-Si es algún intento de ligar conmigo, ya estoy fuera del mercado.

-No es eso cabezón- Auron se tapó la boca con su sudadera para evitar que viera su risa ante esa broma, callándose unos segundos-. Enserio, he escuchado algo.

Ambos se mantuvieron en silencio, teniendo de fondo el ruido del viento y los animales salvajes del bosque. Auron abrió la boca para hablar, pero entonces lo escuchó, una especie de silbido distorsionado y algo grave. Se miraron preocupados, sacando sus armas y dejando a un asustado Manolo en el suelo.

-Esto está muy vacío, Lolito y Luzu ya deben de haber evacuado Karmaland.

-Pero, ¿entonces dónde est-

-¡SOMBRA CABRONA,  VOY A POR TI!

-Lolito- hablaron los portadores de animales a la vez, corriendo hacia donde escucharon la voz de su compañero alcalde, encontrándose con una escena... jodida.

Lolito y Luzu rodeados por las cosas negras que se encontraron en la cueva. El de ojos verdes veía enfadado a una de las sombrado que le quitó su espada, sacando un hacha de diamante para defenderse.

-¡Luzu, Lolito!

-¿Auron?

Los recién llegados se hicieron camino para llegar hasta ellos dando espadazos a las cosas, dando la oportunidad a Manolo para correr emocionado hasta el de sudadera negra.

-¡Manolo!- Luzu abrazó con una sonrisa a su querido cerdo, riendo cuando la nariz de la mascota se restregó cariñosamente contra su mejilla.

-Bonita escena de Marco reencontrándose con su mamá, pero os recuerdo que estamos jodidos.- Lolito señaló a los monstruos, los cuales se acercaban poco a poco. Auron sacó su espada, ocultando a su hijo en la capucha de su pendra.

-¿Qué hacéis aquí, por cierto?

-Íbamos de camino a casa de Rubius para rescatar a su decimocuarta mascota cuando oímos el grito de Lolito- Vegetta miró a su alrededor, calculando las opciones que tenían-. Son demasiados para nosotros cuatro, lo mejor sería salir de aquí.

-Vegettoide, creo que todos pensábamos salir corriendo de aquí.

-Muy bien, cuando cuente tres, salimos corriendo hacia la izquierda, ¿vale?- todos asintieron ante la 'orden' de Vegetta, doblando levemente las piernas para echar a correr-. Uno... dos... y... ¡tres!

Los chicos salieron corriendo al escuchar ese grito, sintiendo cómo esos monstruos los seguían.

-¡LOLITO, ESO ES LA DERECHA, SUBNORMAL!

-¿QUÉ?

Vegetta se llevó una mano a la frente al ver a su amigo corriendo hacia el otro lado, sin dejar de correr junto con Auron y Luzu.

-¡LOLITO, NOS VEMOS EN LA ZONA DONDE HICIMOS LA MISIÓN!

Luzu vio al de pelo largo asentir, perdiéndolo de vista cuando ya estuvo demasiado lejos. Abrazó con fuerza a Manolo, ahora centrándose en no parar de correr y no centrarse en los silbidos que escuchaba en su espalda. Por suerte a estas alturas los guardias ya deberían haber transladado a los habitantes al sitio seguro, ahora únicamente ellos estaban en peligro. Eso no sonó muy bien.

-Oye, ¿y Nieves?- preguntó Vegetta mientras esquivaba los árboles que se topaba en su camino, sin perder de vista a los otros dos y no separarse.

-Nos están persiguiendo sombras asesinas. Cuando nos libremos de ellas iremos a por la esposa del calvo tóxico.

Auron no esperó respuesta alguna, ese era una decisión que ni se iba a replantear de nuevo. No era el líder y su idea no era superior a la de nadie, pero era lo más lógico. Sonrieron al ver a lo lejos la montaña en donde se encontraba la cueva, deseando que el equipo de Rubius hubiera terminado su misión de limpiar el terreno para hacerlo todo más fácil.

Podían casi saborear la victoria cuando vieron la entrada principal justo enfrente, y encima sumando el hecho de que habían dejado a esas cosas varios metros atrás. Estaban tan cerca...

Sin embargo, no se esperaban coincidir en la entrada con unos recién llegados Willy y Mangel, los cuales se pudieron en pose de defensa al escuchar el lejano sonido de esos monstruos a lo lejos.

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-Joder macho, he explorado esos tres caminos para nada.

-Rubius, a llorar a la llorería.- el menor sonrió de lado divertido, caminando con tranquilidad por la enorme caverna ya casi iluminada al completo después de casi tres horas de trabajo.

-Claro, mientras el enano se tomaba la siesta en las piernas del novio yo tuve que ir a pata por la puta cuevita donde estábamos, encontrándome con callejones vacíos.- el azabache abrió la boca listo para empezar una discusión, pero el sonido de unos disparos a lo lejos mas la voz del mayor se lo impidió.

-Chicos, no me vendría mal una ayudita- Fargan se cargó a un esqueleto que estuvo a punto de matarlo, guardando su arma para empezar a comer sus últimas chuletas-. Empiezo a estar en la mierda.

-Pensé que siempre estabas así- los dos se acercaron al contrario, colocando las últimas antorchas que les quedaban-. Esta es la última, al menos la entrada a la mansión esa extraña está libre.

-No creo que 'mansión' sea la palabra adecuada para describir ese sitio.

Aún había un buen trozo lleno de monstruos en el fondo del enorme lugar, pero como estos no se movían a atacarles decidieron dejarlos ahí, caminando con calma hacia la construcción antes mencionada. Guardaron sus armas al sentirse seguros, aprovechando para comer y recuperar energía.

-Chicos, mirar el grupo- Fargan y Rubius se giraron para ver curiosos al menor, acercándose para ver la pantalla del teléfono del más joven-. Me refería en vuestros móviles.

-Pero si Willy escribió eso ya hace rato. ¿Estará por aquí?- el de máscara alzó la mirada para ver a su alrededor, buscando cualquier señal de vida.

-Lo dudo, o habríamos escuchado una explosión o sus gritos.

-¡YEPAAAAAA!

Un grito hizo eco por el lugar, llamando la atención de los héroes. Vieron cómo se acercaba corriendo a su amigo alcalde, alzando la mano mientras sonreía ampliamente. Empezó a respirar agitado cuando se detuvo en el grupo de tres, ganándose una risa por parte de los chicos.

-Lolo, ¿qué haces aquí?- Rubius ladeó la cabeza, sobando la espalda del cansado.

-Estábamos en el pueblo... y vinieron esas cosas raras de la misión.

-¿Qué?- los tres miraron confusos a Lolito, prestándole completa atención.

-Sí, entonces vinieron Auron y Vegetta y me abandonaron a mi suerte.

-¡ESO ES MENTIRA!

Los cuatro chicos levantaron la mirada al escuchar el inconfundible grito de Vegetta, el cuál venía con el resto de grupo en su dirección.

-¡Mi niña!- Lolito fue corriendo a abrazar al de gafas, haciendo al nombrado reír mientras lo devolvía. Luzu y Auron dejaron a sus mascotas en el suelo, acercándose a Rubius a explicarle el por qué no estaban Nieves y Juan Carlos.

-Lolito fue el inteligente que se fue en la otra dirección. Por cierto, ¿cómo llegaste antes si estabas máslejos?

-Joder, con barra spawn.

-¿Qué?

Alexby ignoró la pequeña 'discusión' de sus amigos, mirando a su alrededor ligeramente desesperado.

-¿Y Jimmy?

Esas dos simples palabras fueron suficientes para hacer a todos callarse. El menor miró a Mangel y Willy, frunciendo el ceño.

-¿Dónde está Jimmy?

-Verás Alex, en casa de Merlon ocurrió un pequeño... contratiempo, y-

-Me da igual. ¿Dónde coño está Jimmy?

-Alesby, cálmate.

-¡Ni cálmate ni polla, ¿dónde está Jimmy?!

-Seguramente con el lunático- todos miraron al deprendas verdes, sorprendiéndose por la tranquilidad en la que lo dijo-. Merlon nos dijo que nos fuéramos, pero Jimmy no nos siguió, seguramente se quedó a ayudarle.

Las manos del azabache se cerraron en puños, apretando sus dedos con tanta fuerza que casi sintió sus uñas clavarse en su piel. Tanto Rubius como Fargan apoyaron sus manos en los hombros del menor, previniendo un posible ataque de ira del contrario.

-Willy, ven conmigo- el ojimorado agarró el brazo del nombrado, tirando de él para alejarse del resto del grupo-. ¿En qué estás pensando, tío?

-Solo dije la verdad- el menor frunció el ceño enfadado, liberandose del agarre ajeno-. ¿Por qué siempre la culpa es mía? Tan solo soy directo.

-Yo no he dicho eso, chiqui.

-Pues lo parecía.

-Willy, enserio, solo... ten un poco más de tacto con Alexby, ¿vale? Sabes lo impulsivo que puede ser al estar enfadado, solo sé más sensible.

-¿Sensible? Pero si no dije nada malo, solo dije que Jimmy seguramente estaba con Merlon.

-Luchando con el lunático que lo dejó pareciendo un pirata- Vegetta suspiró para tranquilizarse, llevando sus manos juntas al pecho-. Mira, solo evita hablar del tema, ¿está bien? No quiero que haya peleas en estos momentos, han pasado demasiadas cosas y la mayoría estamos cansados.

El menor miró al piso, soltando un suspiro para simplemente asentir, haciendo sonreír al mayor. Empezó a caminar hacia el resto, dejando solo al de pantalones morados.

Rubius se acercó a una de los pequeños montículos de tierra para empezar a rezar, viendo si esta vez era capaz de comunicarse con los dioses. Alexby pareció tranquilizarse, sentándose en el suelo mientras arreglaba su inventario. Lolito se acercó con Auron y Luzu para hablar de 'intercambio de bienes alimenticios', dejando que el chico de lentes se alejara unos metros para fumar el último cigarro del día.

Vegetta se llevó una mano a la cabeza, echando su pelo hacia atrás al encontrarse algo estresado. Debían pensar bien cuál sería su próximo paso, debatir un plan y, sobre todo, prepararse. Él era como el 'líder' del grupo, siempre comandando, diciendo que hacer y planeando las estrategias de las misiones. En cierta forma sabía que confiaban en él, lo habian demostrado cuando le dejaron hacer los planes en casa de Merlon. No podía fallar ahora.

Mangel miró a lo lejos las acciones del ojimorado, dando una calada a su cigarro. Otra vez volvió a mirar el dorso de su mano, ladeando la cabeza mientras seguía preguntándose qué demonios era eso. A simple vista podía parecer hasta un simple tatuaje, un inofensivo dibujo marcado en su piel cuya única finalidad era decorativa.

Por un momento se le ocurrió la idea de ir donde el de pantalones morados y preguntarle si sabía que era eso, según sus amigos era uno de los héroes con más experiencia y aventuras vividas, tal vez le podía aclarar esa duda y hasta hallar una solución.

Volvió a mirar al joven con una sonrisa, dando un paso para empezar esa conversación, pero entonces un fugaz brillo le llamó la atención, uno que se acercaba al contrario. Sintió su corazón acelerarse al ver que no era un brillo, sino una garra proveniente de cierto bicho que ya habían visto.

-¡CUIDAO' VEGETTA!- el grito del de gafas alertó a todos, haciendo que las miradas se posaran en el nombrado para ver cómo este reaccionaba a tiempo para esquivar a la criatura. 

El ser negro soltó un silbido, mostrando esa especie de sonrisa en su 'rostro'. Todos sacaron sus armas, poniéndose en pose defensiva.

-Mierda, nos siguieron- Auron buscó con la mirada a Frederick, viendo que estaba en la colina de al lado junto con Manolo, al parecer ajenos al asunto-. Me cago en Java.

-Chicos, atacamos a la vez- Vegetta alzó la voz para que la atención del bicho fuera hacia él, viendo de reojo al resto asentir-. Una, dos, y...

-Tres.

Una voz desconocida sonó en la oreja del ojimorado, haciéndolo estremecer. Se giró rápidamente mientras alzaba su espada, apuntando al cuello del intruso, frunciendo el ceño al ver que se trataba del misterioso lunático que tantos problemas estuvo causando hoy.

No prestó atención a las nuevas sombras que surgieron del suelo, los cuales se dedicaban a atacar a los otros héroes, solo se centró en mantener una mirada seria en el de ojos dorados, el cuál tenía en su rostro una expresión divertida.

-Tú debes ser Vegetta, ¿no? Vaya, tenía razón en cuanto a ti- el de piel gris soltó una pequeña risa, ladeando la cabeza-. El anciano no debería haber gritado a tus compañeros vuestro lugar de reunión, a lo mejor no estarías en esta situación.

-¿Quién eres?- preguntó Vegetta seriamente, apoyando la punta de su arma en el cuello ajeno. Este, lejos de intimidarse, sonrió con burla, molestando al contrario.

-¿Acaso importa mi identidad?

-Pues sí, bastante.

-Pues qué pena, no la sabrás- soltó una risa sarcástica tras ese comentario, llevando sus manos a su espalda-. Tampoco es que la situación fuera muy diferente en ese caso.

-¿Qué le has hecho a Merlon?

-Haces demasiadas preguntas, ¿no crees?- por un momento esa sonrisa cínica desapareció de su rostro, para casi enseguida volver a sonreír- Pero tranquilo, podrás hacerle todas las preguntas que quieras.

-¿Eh?- Vegetta reaccionó a tiempo cuando el adversario intentó darle un golpe con su especie de daga, saltando hacia atrás para mantener la distancia. Se colocó en pose de batalla, apretando con fuerza el mango de su espada. 

Apretó los dientes, la actitud soberbia y relajada del otro chico le hacía enfadarse. El otro alzó levemente la cabeza, enseñando sus dientes en esa sonrisa para enseguida lanzar con fuerza la daga hacia Vegetta, esquivándolo con facilidad. Casi parecía una flecha por la velocidad a la que pasó.

-Deberías mejorar tu puntería.- se burló Vegetta, pero rápidamente se fue al ver el rostro divertido de su adversario.

-¿Quién dijo que te apuntaba a ti?

Ante esa pregunta el ojimorado sintió su corazón detenerse, dándose la vuelta asustado para ver dónde iba el arma.

Mangel estaba a pocos metros detrás suyo bloqueando los ataques de uno de los monstruos con su hacha, concentrado únicamente en eso. Todo fue a cámara lenta para Vegetta, viendo el arma con toques rojos brillantes acercarse a su amigo.

-¡MANGEL!

El nombrado se giró al escuchar su nombre, para luego sentir un punzante dolor en su estómago.

El arma le atravesó todo el abdomen, avanzando unos centímetros antes de chocar contra el suelo.

Dio unos pasos hacia atrás, desconcertado, llevando su mano libre al agujero del tamaño de su palma para detener el ligero chorro de sangre que empezaba a caer al suelo. Todos se detuvieron para ver esa escena, mirando horrorizados al de gafas arrodillarse para, después, caer con peso muerto al suelo. 

-¡¡MI NIÑA!!

Rubius salió de su trance al oír el grito de Lolito, levantándose para ver qué era todo ese escándalo, viendo la horrible escena de Mangel tirado boca abajo en el suelo con un desesperado Lolito a su lado intentando voltearle. El cura sacó su espada, corriendo con rapidez en dirección de su mejor amigo.

-Vaya Vegetta, mira lo que has hecho- el nombrado no salía de su trance, soltando su espada ante el shock de la situación. Sintió una mano en su hombro, mas no le importó-. ¿Estás contento? Tal vez si no le hubieras distraído no estaría así.

-¡Vegetta, ¿qué haces?!

Rubius vio preocupado al nombrado al escuchar el grito de un asustado Willy, viendo la escena de su amigo siendo medio abrazado por la espalda por el de ojos dorados. Dio un paso con intenciones de intervenir, pero los gritos de Lolito llamando al de gafa le hizo detenerse. Miró donde estaba Mangel y luego a Vegetta, así repetidas veces.

-¡Rubius, ayúdale!

El de gorro no sabía que hacer, ¿a cuál debería ayudar? Mangel era su mejor amigo, necesitaba ayudarle, pero Vegetta también. No podía decidir, no podía moverse.

Los chicos intentaban ir a ayudar, pero esas cosas no les dejaban. Hacían lo posible por alejarles lo máximo posible de allí, sin darles la oportunidad de ayudar.

Pero todo eso terminó cuando, sin más, el de piel gris desapareció de repente, como si fuera un Enderman, llevándose consigo al ojimorado. Solo ahí las criaturas dejaron de atacar, soltando un insoportable silbido para seguidamente desaparecer.

Por un momento nadie se movió de su sitio, hasta que recordaron a su amigo herido. Todos corrieron hacia el pelinaranja y el castaño, ya que hubo dos cosas que notaron que les preocupó.

Primero, no aparecía el mensaje de 'Mangel está sangrando'.

Segundo, aunque Lolito tenía apoyada su mano en el pecho ajeno para revivirle no pasaba nada.

Estaba a punto de morir y no podían hacer nada.

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En un parpadeo, Vegetta dejó de estar enfrente de la escena, pasando a mirar una pared de piedra con rastros de musgo. Tardó unos segundos en percatarse, dando un salto de sorpresa mientras se alejaba del contrario. Fue ahí cuando se dio cuenta que no tenía su espada en mano.

-Vaya, el gran héroe Vegetta. ¿Quién iba a decir que tú serías el que acabaría aquí encerrado?

-Espera, esa voz... no.

Vegetta se dio la vuelta, ignorando el hecho de que estaba en una habitación diminuta. Fue ahí que lo vio, la enorme figura que se encontraba al lado del sonriente chico de ojos dorados. Abrió los ojos como platos, eso debía ser una broma de mal gusto, era simplemente imposible.

-Tú...

-Nos vemos otra vez, Vegetta.

-Araxiel.

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