.Cap 8.
Desde hace unas semanas su vida se había vuelto insoportable. Los pocos niños que hablaban con él y le trataban de forma decente dejaron de hacerlo cuando su mejor amigo se fue, dando paso libre a los mayores para meterse con él. Quien le tratase bien también sería molestado, y eso no lo quería nadie.
Una de las cuidadoras del orfanato, una pelinegra llamada Mónica, era consciente de estos tratos, castigando a los niños que empujaban o insultaban al castaño, pero al parecer los castigos no eran suficientes.
Caminaba cabizbajo por los pasillos del piso de los mayores, yendo a su habitación para quedarse ahí el resto del día, no tenía ganas de otra pelea en el patio o que le cortasen el pelo. Evitó mirar a los niños que pasaban por su lado, pero por desgracia la vida no estaba a su favor.
-Mirad, la niñita se vuelve llorando a su cama a esconderse como una rata- las risas del grupo de chicos detrás del castaño le hizo detenerse, apretando los labios-. ¿Qué pasa, Luzuriaga? ¿No vas a decir nada esta vez?
-... No soy una niña- dijo débilmente el castaño, sintiendo al grupo de niños acercarse aún más-. Yo...
-Vaya , hoy se levantó valiente. ¿Hoy no deberías celebrar algo importante?
En menor sintió su cuerpo temblar levemente ante ese tono de burla, apretando entre sus manos su sudadera marrón.
-Cierto, deberías estar contento- otro chico dio una palmada, como fingiendo sorpresa-. ¡Oh, es verdad! Hoy se cumplen cuatro años de la muerte de tu madre.
No quería recordar eso.
-Tengo que irme.- dijo cortante el de ojos marrones, intentando escapar de allí con rapidez, pero uno de los chicos fue más rápido que él, colocándose enfrente para evitar que se fuera.
-Oye, ¿por qué tanta prisa? Encima que queremos hablar contigo.
Miró al suelo, evitando a toda costa dirigirles la mirada para que no vieran lo que le dolían esas palabras.
-Prefiero irme- dijo seriamente el castaño, jugando con las mangas de su ropa-, quiero estar solo.
-Tranquilo, no será un trabajo difícil, ya llevas cuatro años en ese camino, ¿no?
Su corazón se rompió un poco.
-Sí, y ahora es todavía más fácil desde que tu supuesto mejor amigo fue adoptado junto con el mocoso ese.
Volvió a romperse.
-Es bastante gracioso escuchar a la señorita Rita avisar a todos los adultos de ti. 'Tiene antecedentes familiares'- uno de los niños dijo la última frase con una voz aguda, imitando a una chica-, 'puede ser peligroso', 'es inestable mentalmente', 'es la perdición'.
-Para...- susurró el castaño cerrando los ojos, haciendo que los otros empezaran a reír con burla.
-¿El loco está enfadado? Pues salió igual a su padre.
-Para...
-Seguro que ayudó a su padre.
-Cállate, no soy como... como...
Se agarró la cabeza mientras apretaba con fuerza los ojos, empezaba a escuchar esas sirenas de policía que lo aturdía desde los 8 años. Eso solo consiguió que los mayores rieran aún más fuerza ante esa escena 'graciosa'.
-Tío, tiene razón. ¿Enserio este miedica ayudaría en algo así? Ni siquiera es capaz de hablar bien. Seguramente su padre se confundió de habitación esa noche.
-Shut up...
Los temblores aumentaron, las voces de los policías se hacían presentes, los gritos de los vecinos de alrededor y disparos de fondo.
-Tu padre debería haberte matado como lo hizo con tu madre.
Suficiente.
-¡SHUT FUCKING UP BITCH!
El castaño abrió los ojos con enfado, ahora lanzándose hacia el niño que dijo esa última frase, cayendo ambos al suelo mientras empezaban a pelearse. Los gritos no faltaron en ese momento, viendo cómo los puños de los niños golpeaban el rostro ajeno, rodando por el suelo.
-¡¿Qué está pasando aquí?!- el grito de una mujer hizo callar al pequeño círculo que rodeaba a los que se peleaban, los cuales no se detuvieron- ¡Muy bien, basta!
Dio una patada hacia el suelo con fuerza, haciendo que los dos pararan de pelear, levantándose del suelo. El castaño tenía un moratón que empezaba a hincharse cerca de su ojo izquierdo y un labio roto, haciendo que un fino hilo de sangre le cayera hasta la barbilla. El otro chico no se quedaba atrás, teniendo hilos de sangre cayendo de su nariz.
-Luzuriaga, castigado.
Antes de que el menor pudiera reaccionar, la adulta agarró por la oreja al nombrado, arrastrándolo hacia las escaleras para bajar de piso.
Los niños empezaron a reír victoriosos por no recibir ningún regaño, pero una fuere colleja les borró esa sonrisa radiante en su cara, girándose para ver a una adulta pelinegra con cara enfadada.
-Señorita Mónica, ¿qué ha-
-No creáis que no sé lo que pasó, ahora id a vuestro cuarto cagando ostias antes de que os de un puñetazo. Cuando vuelva Sor Rita hablaremos de vuestro castigo.
Sin objetar, los mayores se marcharon hasta sus habitaciones, murmurando varios insultos por lo bajo.
-Pobre chico.- murmuró la pelinegra mirando con pena a la dirección en donde la mayor se llevó al castaño. ¿Preguntar qué pasó y averiguar la verdad? No, era más fácil culpar de todo a Luzuriaga, hijo de aquel hombre.
-Señorita Rita, yo no... él...- el castaño empezó a soltar quejidos por el tirón de oreja, bajando con dificultad las escaleras. Abrió grande los ojos al ver la puerta de madera oscura situada al final del pasillo, asustándose- ¡NO, AL VACÍO NO POR FAVOR! ¡EMPEZÓ ÉL, I PROMISE!
La adulta le ignoró, sacando de su bolsillo una pequeña llave para abrir la puerta, empujando al menor para que entrara y, seguidamente, cerrar la puerta con llave otra vez.
-Saldrás cuando empieces a decir la verdad.
A pesar de que el castaño empezó a llorar y golpear con fuerza la puerta la monja no hizo nada, dándose la vuelta para subir al siguiente piso, dejando al 'problemático' chico en la habitación de los castigos, un antiguo armario que utilizaba el viejo conserje del orfanato.
El menor empezó a llorar, pidiendo ayuda a gritos hasta que se dañó la garganta, tosiendo al sentirla roja. Se sentó en el suelo, abrazando sus rodillas mientras empezaba a sollozar, apoyando su espalda en la puerta.
Él no era como su padre, hasta se dejó el pelo largo hasta los hombros para no tener el mismo peinado corto que él. Su padre era alguien estruendoso y llamativo, mientras que él era más sutil y tímido. Ni siquiera estuvo presente aquella noche, estaba durmiendo en su habitación hasta que un policía le despertó, cargándolo en brazos para sacarle de la casa mientras le decía que lo llevaba a un lugar seguro. Preguntó por sus padres, abrazó con miedo al policía que lo llevaba hasta la ambulancia para examinarle, miró asustado los coches policiales y la extraña bolsa negra encima de una camilla que salió de su casa, y su padre gritando su nombre mientras lo llevaban al coche.
No entendía por qué estaba manchado de pintura roja ni por qué su madre no salía. No lo entendió hasta que, un mes después, escuchó a la monja Sor Rita hablar a los empleados sobre él, hijo de un asesino que mató a su mujer con varias puñaladas.
Por que, como todo el mundo sabe, los hijos son iguales que sus padres, por eso contaba su historia a todos los adultos que visitaban el orfanato.
-No soy como él... I-I'm not li-like him...- enterró sus manos en su cabello, negando rápidamente mientras lloraba más fuerte, total, nadie iba a escucharle- I prom-mise that I-I... I am different, I'm not evil... I'm good, I'm go-good...
Limpió con fuerza sus mejillas, dándose pequeños arañazos en estas por la brutalidad de sus manos. Quería llorar pero a la vez no, quería ser fuerte por una vez en su vida, solo una vez, pero no podía, su corazón le dolía demasiado.
¿Por qué no podía tener una vida normal como los otros niños? Quería que le dejasen en paz, quería que una familia le diera la oportunidad de demostrar quién era realmente, quería ser él mismo. ¿Le dieron la oportunidad? No.
¿Porqué no podía ser como A"#~$%&+*? Él era pequeño, los niños pequeños eran los que más posibilidades tenían de ser adoptados, sobre todo su pequeño amigo. ¿Quién no lo adoptaría? Era la personificación de la ternura, incluso una vez le empezó a gritar a unos adolescentes que le molestaban a pesar de que le sacaban 8 años. Entendía que fuera uno de los que logró una nueva familia, y se lo merecía.
'Yo también lo merezco.'
R&%$ era esos casos de niños con dos caras. Era travieso, le gustaba ir a su aire y hasta desobedecer al orden, pero también era alguien bromista y risueño, un niño que se preocupaba por los que les caía bien y con una labia que le beneficiaba en bastantes ocasiones. Si lo conocías, era inevitable que te cayera bien, como pasó con esa pareja que también adoptaron al azabache.
'¿Por qué no fui yo?'
Se abrazó en medio de llanto, tosiendo en medio de hipidos por el ardor de su garganta. Faltaba un mes para su cumpleaños, tan solo un mes para volver a ver a su mejor amigo otra vez. Realmente necesitaba hablar con él, volver a abrazarle mientras le acariciaba la nuca formando pequeños círculos para relajarle.
Prometió volver.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
-... Luego bajé las escaleras hasta llegar al primer piso, teniendo una seria duda existencial. Auron, ¿qué demonios fue eso?
-Fargan, te llevo diciendo que te vayas de mi puto cuarto diez minutos. O te largas o te doy una ensalada de puñetazos.
-¡¿Pero qué hago, Auron?! ¿¡Qué coño me pasó!?
-¿A MÍ QUE ME CUENTAS, CHAVAL? NO SOY UN PUTO PSICÓLOGO, COÑO.
El menor dejó a su mascota en el suelo para mirar enfadado al contrario, el cuál había ingresado de repente a su habitación y se adueñó de su cama, contándole una historia que, sinceramente, no prestaba atención.
-Vete a decir tu problema a Vegetta o Luzu, incluso Willy podría ayudarte.
-¿Para que me corten los huevos por cómo aproveché el despiste de Alexby? Una mierda tío, y Willy paso.
-¿Aprovechaste qué?
Auron alzó una ceja serio, mirando fijamente al mayor.
-Espera... ¡Pedazo de rata, no me estabas escuchando!
Fargan se sentó, agarrándose la cabeza con las manos.
-Enserio Auron, fue como si mi mente hubiera hecho control alt suprimir, se apagó al escucharle reír. Fue muy extraño.
El más bajo se sentó a su lado, ladeando la cabeza.
-¿Alexby... riéndose, sin cagarse en los muertos de alguien?
-Sí, pero fue una risa fuerte, salida del alma- el de máscara reprodujo ese sonido en su cabeza, sintiendo sus mejillas arder levemente-. ¿Ves? Mira mis mejillas. ¿Qué coño me pasa?
Auron le miró fijamente con una mirada neutral, para luego retener una risa tapando su boca con su túnica, dejando confuso al mayor. ¿Por qué se reía?
-Joder Fargan, no pensé que fueras tan gilipollas.
El nombrado frunció el ceño, cruzándose de brazos haciéndose el ofendido.
-Auron, creo que ya sé cómo se siente Lolito, y no me gusta.
-¿Como Lolito?
El mayor le miró seriamente a los ojos, acercándose.
-Auron, yo conocí a Alexby antes de venir aquí.
El silencio perduró durante varios segundos en la habitación, a parte de los picoteos de Frederick en el suelo, queriendo llamar la atención.
-¿Cómo?
-Te lo juro tío, conocí a Alesby en mi vida pasada, ya escuché esa risa.
-A lo mejor era una risa parecida.
-Imposible, su risa es única.- Auron alzó una ceja al ver a su amigo decir esas palabras con seriedad.
-Bueno, yo nunca la he escuchado, así que no puedo negártelo, pero decir que ya le conoces solo por eso...
Fargan suspiró, mirando al suelo confuso mientras jugaba con sus manos. Era la primera vez desde que llegó aquí que se sentía... en blanco, todos sus instintos de su pecado se esfumaron, incluso ahora estaba tranquilo.
-Pero, ¿sabes? Ahora quiero que Alexby ría más seguido.- Auron sonrió divertido, riendo ante la cara confusa del mayor.
-¿Por qué?
-Llevas veinte minutos en mi cuarto a solas y ni has intentando toquetearme- Fargan abrió los ojos sorprendido, levantándose-. ¿Acaso Alexby es el domador del depredador sexual?
-No se lo digas- Fargan se acercó con un ligero tono de nerviosismo, agarrando los hombros del menor-. Por favor Auron, amigo, compañero, contigo siempre escondía a Fifi.
-Espera, ¿le has enseñado la polla a alguien?
-Una vez que estaba en el baño liberando líquidos, estaba terminando de mear cuando por la puerta entró-
-No me interesa saber quién te vio la poronga- el de mechón amarillo hizo una cara de asco, alejándose-. Mantendré tu secreto, a cambio de algo.
-Pensé que el chantajista aquí era Willy.
-Las cosas cambian, querido Fargan. Necesito que cuides a Frederick un rato, hoy prepararé yo la comida.
-Dios, gracias por el milagro.
Fargan miró al techo mientras juntaba sus manos en forma de oración, empezando a reír junto con el menor. Auron salió del cuarto, dejando al pollo con el de túnica marrón.
-Bueno Frederick, ¿qué te apetece hacer?
Mientras Fargan hablaba a un pollo dormido (ya que no se daba cuenta al no verle de frente) Auron caminó hacia la cocina, sonriendo al ver al chico de lentes.
-PUERCOOOOO.
Mangel pareció darse cuenta de su presencia, ya que sonrió mientras saludaba con la mano y esperando a que el mayor llegase a su lado.
-Hey Auron.
-Tío, hoy estás de suerte, serás mi ayudante de cocina.
-¿Eh?
Auron empezó a explicarle brevemente su historia del intercambio de tareas entre él y Lolito, ya de paso contándole que todos los días un miembro diferente hacia la comida y la cena, alternando entre ellos.
Mangel simplemente asintió, acompañando al contrario hasta la cocina mientras charlaban.
-¿Y qué toca hoy para comer?
-Unos buenos macarrones con tomaticos. Qué rico, conio.
El castaño soltó una risa divertida, pasando los siguientes 40 minutos cocinando entre los dos. Al parecer al de mayor estatura se le daba bien la cocina, sobre todo al ver que disfrutaba haciéndolo, como si fuera un hobbie.
Vegetta miró la escena divertido desde el marco de una de las puertas, sonriendo al ver que al menos el nuevo no le daría tantos problemas como el resto de tontitos.
-Vegetitta~.
Suspiró al sentir a Rubius abrazarle por detrás, rodeando su cuello con sus manos mientras le usaba para apoyar todo su peso en él, soltando una risilla.
-¿Qué quieres, Rubius?
-Primero de nada, buenas tardes. Segundo, si tanto me odias simplemente dilo- el más alto se separó, llevando una mano al pecho mientras miraba hacia arriba en una forma graciosa-. Es por que hay otra, ¿verdad?
-Es que eres tonto- Vegetta sonrió mientras negaba con la cabeza, mirándole-. ¿Ocurre algo?
-Sí, cuando terminemos de cenar dentro de unas horas necesito que vengas un momento a mi habitación.
-¿Para...?
-Ya lo verás, hombre- el híbrido sonrió, enseñando sus dientes-. Es un secreto.
-No hay quien te entienda, macho.
El más alto simplemente se encogió de hombros, acabando riendo otra vez de manera divertida. Era divertido molestar a Vegetta.
-Te espero allí, Vegetitta.- Rubius soltó un bostezo, despidiéndose con la mano mientras caminaba hacia el jardín, todo ante la confusa mirada del mayor.
-Rubius, ¿qué haces?
-Ir al patio, ¿no es obvio? Mi habitación está muy lejos.
El ojimorado empezó a negar con la cabeza, haciendo reír al más alto mientras retomaba su camino.
Menos mal que Vegetta estaba ahí para cuidar de esos niños pequeños. Solo esperaba que Mangel fuera un poco más... tranquilo. Suspiró, si era Auron el que estaba cocinando...
-Más le vale a Lolito no estar comiendo en la despensa otra vez.
Vegetta empezó a caminar enfadado hasta las escaleras, esta vez bajando al sótano, donde había dos habitaciones pequeñas ahí, la despensa y la denominada 'habitación secreta', ya que nadie se atrevía a entrar en ella.
Alexby ladeó la cabeza al ver al de túnica morada ir al piso de abajo, retomando rumbo a su cuarto.
-"Voy a por un trapo Alesby, ahora vuelvo", cabrón, lo que hiciste fue escaquearte.- la voz de Alexby sonaba con enfado, imitando al de máscara de búho en la primera frase.
Llego a su habitación, abriendo la puerta para entrar sin siquiera molestarse en cerrarla. Abrió los cajones de la mesilla que tenía justo debajo del espejo, soltando pequeñas maldiciones en voz baja al no encontrar lo que buscaba.
-¿Buscas esto, Alexby?- el nombrado se giró ante la voz, frunciendo enfadado el ceño al ver a un sonriente Willy apoyado en el marco de la puerta, sujetando en su mano derecha lo que buscaba el azabache, un frasquito de cristal con algunas semillas dentro.
-La madre que te parió Willy, dámelo- el nombrado soltó una risa, acercándose-. ¿Qué coño quieres a cambio?
-¿Yo? Nada- puso su mejor sonrisa de angelito, dejando en las manos de Alexby el frasco. El contrario se quedó confuso, mirándolo con recelo.
-Vale, ¿dónde está el truco?
-Estoy intentando ser amigable, hombre.
-¿Tú y amigable en la misma frase? Deja ya de hacerte el chico bueno y habla, ni Vegetta se creería esto.
El albino soltó una risa, llevando sus manos a su espalda.
-Me has pillado, quería hacerte una pregunta.
-¿Hum?
-¿Qué opinas del tema de Mangel? Ya sabes, que nos conoce.
Vio al menor tensarse, para luego chasquear la lengua e intentar hacerse el desinteresado.
-Bien, supongo.
-¿Supones?
-Sí, ya sabes... puede que sea algo bueno.
-Alexby, si no te conociera, diría que no estás siendo sincero.
-¿De qué coño hablas?
Willy simplemente se rió, empezando a caminar por la habitación.
-Amigo, ¿sabes lo bueno que tiene la avaricia? Que no se centra únicamente en una cosa. La gula se centra en la comida, la lujuria en el deseo carnal, la soberbia en el orgullo... Sin embargo, la avaricia puede ser muchas cosas. Puedes acumular dinero... bienes... poder.
El azabache empezó a sentirse incómodo ante el tono de voz del de prendas verdes, y no ayudaba el hecho de que estuviera dando vueltas a su alrededor.
-Cuando quieres algo, debes usar la cabeza. Observar, planificar, tener paciencia... algo que tú no tienes.
-Vete a lo importante, joder.
Sus manos empezaron a temblar, no le gustaba esa sonrisa en el albino.
-Alexby, te admiro, eres capaz de recurrir a tu ira para crear una muralla a tu alrededor- Willy se acercó a él, apoyando sus manos en sus hombros mientras se colocaba detrás suya, nunca dejando de sonreír-. ¿Por qué lo haces? ¿Acaso hay algo que proteger?
-Willy, vete...- empezaba a sentir su respiración acelerarse, no le gustaba esta conversación.
-¿Irme? ¿Te sientes en peligro, Alexby? ¿Por qué? Tienes una gran muralla que te protege, recurres a tu ira para crear, por así decirlo, una cáscara. ¿Sabes lo malo de las murallas? Da igual lo altas, fuertes o gruesas que sean, siempre acaban por romperse.
Acercó su rostro al oído del menor, el cuál miraba inexpresivo al suelo. Esa sensación...
-No quieres ser débil, quieres ser fuerte para que nadie te tome como carga, ¿verdad? Tu cuerpo no te ayuda, por lo que recurres a tu temperamento. No quieres que sientan pena por ti, no quieres que te tomen cariño y te ayuden por tu 'pequeño y delgado cuerpo'. Luzu y Vegetta solo te ayudan para que no te hagas daño, Fargan simplemente te quiere como nos quiere a todos, ganas de ir "más allá" con nuestros cuerpos, Auron y tú estáis todo el día gritando... Creo que sé por qué no te sientes seguro del tema de Mangel.
Le abrazó por el cuello, como si lo estuviera consolando.
-Tienes miedo de que recuerde quién eras antes, y miedo de que tú mismo recuerdes. A lo mejor sabe el cómo te hiciste esa cicatriz en tu ojo izquierdo que ocultas con esa marca azul, o el por qué de tu cuerpo delgado y blanco, casi anoréxico. Tienes miedo de tener un pasado malo, ¿verdad? Sentir emociones que no puedas controlar.
Asco.
-Tienes miedo de recordar, de que tu propia muralla se destruya por tu pasado, por que, para estar aquí, tuviste que hacer algo horrible, ¿verdad?
Repulsión.
-Pero no pasa nada, Alexby, tú eres fuerte- Willy soltó una risa maliciosa al ver cómo sus manos empezaban a sangrar por la fuerza en que se clavaba sus propias uñas en la mano-, o eso quieres hacer creer.
Esos sentimientos eran tan... familiares.
Willy se separó del menor, dando una caricia en su cabello.
-No pasa nada, aquí estaremos para ayudarte si te encuentras mal. ¿Cómo no ayudar al pequeño del grupo, el cuál da tanta lástima que te hace tener ganas de cuidarlo por pena?
Empezó a caminar hacia la puerta, ignorando al contrario.
-Nos vemos después amigo, tengo que terminar mis tareas si no quiero que Vegetta me regañe.
Cerró la puerta tras de si, dejando solo al azabache. Dirigió su vista al espejo, teniendo una expresión de ira pura en su rostro, alzando el puño para estrellarlo contra la superficie de cristal.
El espejo se rompió, clavándose en su mano pequeños trocitos de cristal que le hicieron sangrar. Lo mismo pasó con su otra mano, empezando a golpear con rabia el objeto, manchando parte de este y sus brazos con sangre. No paró, incluso cuando empezó a gritar por el ardiente dolor que le recorría el cuerpo, su ira crecía, mirando con odio al objeto.
-¡MUERETE, MUERETE DE UNA PUTA VEZ!
En ningún momento apartó la mirada de su propio reflejo.
Willy sonrió mientras seguía apoyado en la puerta, escuchando el jaleo que había en la habitación. Sabía que su irascible amigo haría eso, sabía que el resto de los chicos irían corriendo a ver que sucedía, sabía que estarían todo el día y la noche pendientes de él.
Distracción perfecta para el resto. Distracción perfecta para su charla con Mangel sin peligro de interrupciones.
Le encantaba tener el poder en sus manos.
Uis... Se viene lo chido 👀
Debería haber publicado esto hace horas, pero me dormí x'd y como hoy voy a estar ocupada por que me voy de vacaciones... lo publico ahora xD
Escribí este de noche y estando casi 30 horas sin dormir, siento mucho las faltas de ortografía hsjdhhsbs
Espero que esté gustando esta historia, me está haciendo ilusión escribir este 'AU' de Karmaland
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