.Cap 4.
El sonido de las agujas del reloj ya empezaba a molestar al niño, el cuál se dedicaba a jugar con sus manos mientras balanceaba sus piernas estando sentado en aquella silla acolchada. Hizo un puchero al estar aburrido, mirando la guerra de pulgares que estaba teniendo consigo mismo.
-Oye pequeña, esta parte del edificio es para los niños, debes volver a la salida e ir afuera.
El de cabellera naranja se giró para ver al de seguridad, frunciendo enfadado el ceño.
-No soy una niña.
El adulto se sorprendió al escucharle, a pesar de tener una voz aguda por ser aún un niño pequeño era lo suficientemente grave como para distinguir que era un chico. Se disculpó mientras se daba la vuelta, haciendo reír al chico brevemente.
Se levantó del lugar, caminando hacia el fondo de la habitación donde estaban el resto de niños jugando con los juguetes que dejaban para ellos. Había niños pequeños jugando con bloques, algunos de más o menos su edad jugando con cochecitos y un camión de bomberos con luces y dos niños de unos trece años leyendo un libro de fantasía. No le gustaba mucho jugar con los niños, eran muy ruidosos y a veces le hacían enfadar.
Por eso se fijó en un niño castaño que jugaba solo en una esquina de la sala de juegos, al parecer con un peluche de un lobo gris y un muñequito que no supo identificar de qué era. Se veía solo y algo triste, hasta le dio un poco de pena.
-Hola- el pelinaranja se acercó al chico mientras saludaba con la mano, sonriendo levemente-. ¿Puedo jugar contigo?
-... Supongo.- dijo el castaño subiendo los hombros, viendo en silencio cómo el chico de camisa azul se sentaba justo delante suya. Volvió a mirar el peluche, jugando con él al no saber qué decir, o si siquiera debería hablar.
-¿Cómo te llamas?- el pelinaranja le miró curioso, agarrando uno de esos muñequitos amarillos de Lego.
-Miguel Ángel- contestó bajito el chico, ajustándose las gafas-. ¿Y tú?
El castaño levantó la mirada para verle, abrazando con levedad a su peluche.
-Me llamo M#&*+$- se señaló el de pelo largo orgulloso, haciendo sonreír al contrario-. Lo sé, nombre de niño de pueblo.
-A mí me gusta- ambos sonrieron, mirando al suelo -. Estoy haciendo un coche policía con las piezas. ¿Quieres... ayudarme?
-Obviamente.
Ambos menores empezaron a jugar, hablando cada vez más a medida que rompían el hielo. Tardaron un rato en construir una figura que se pareciera mínimamente a un coche, pero cuando por fin hicieron un cubo con cuatro ruedas que no se desmontaba alzaron alegres los brazos mientras reían.
El mayor colocó una de sus figuras amarillas dentro del coche, donde se suponía que estaba el volante, mientras el de gafas colocaba un muñequito con forma de oso en la parte de detrás.
-Me gusta tu muñeco, es bonito.- el pequeño de pelo largo le sonrió con amabilidad, sentándose en pose india mientras empezaba a mover el coche por el suelo, haciendo los típicos 'brum brum' para darle sonidos de coches.
-Gracias, me lo regaló un amigo por mi cumpleaños- el menor sonrió con tristeza mientras abrazaba su peluche, mirando al contrario. Ahora se sentía más a gusto con él-. Por cierto, ¿por qué estás aquí?
-Un señor con traje vino a mi casa para verla, y dijeron que mi casa no era buena para que viviera un niño- el de lentes se sorprendió al ver la naturalidad con que decía eso el contrario, como si le estuviera diciendo la hora-. Dijo no se qué de alcohimo o algo parecido, y que no era aceptable tener cosas prohibidas en casa, como ese polvo blanco que parece azúcar que mi papá guardaba en bolsitas. Mi mamá me decía que no podía tocar eso o me iría al cielo y no podría volver jamás. Forma extraña de decir que iba a morir.
Obviamente no le iba a contar toda la verdad, no le iba a contar la verdad sobre cómo llegó a ese sitio. No le contaría lo del monstruo.
El de pelo largo miró al suelo, escuchando de lejos la risa de unos niños junto con algunas burlas, entre ellas 'niña'.
-Me dijeron que estaría aquí hasta que vieran mi custal... costo...
-¿Custodia?
-¡Eso! No sé cuánto tiempo esté aquí, y además no me dejaron traer ninguno de mis juguetes. No es justo. Por cierto, ¿por qué estás aquí?
-Hice daño a alguien, pero fue un accidente.- el de coleta ladeó la cabeza confuso, levantándose para sentarse al lado del chico.
-Oye, si te ha molestado la pregunta no debes contestar- el de gafas negó con la cabeza, abrazando al peluche de lobo-. Lo siento.
-No debes decir eso, no hiciste nada malo.
-Contigo no, pero yo también hago daño sin querer.
El castaño le miró confundido, ladeando la cabeza sin entender.
-Hay veces que me enfado mucho, y me pongo violento. Mamá me decía que era por que salí al mal humor de mi padre, pero me castigaron durante varios días cuando un profesor me regañó por culpa de otro niño y yo me enfadé, golpeándole en la cara con el bolígrafo. Al día siguiente fue con un parche en el ojo a clase, parecía el capitán Garfio.
Apartó brevemente la mirada, entrelazando sus propios dedos. No le gustaba hablar de esos temas sobre su problema de control de ira, simplemente... salía, como si fuera un animal salvaje que se defendía de su cazador, así se sentía muchas veces, como un animal. ¿Lo peor? No se arrepentía de sus acciones. No se arrepentía de aquella vez en que le tiró una piedra en toda la frente a una niña de su clase que le cortó una parte de su pelo por que 'el pelo largo solo es para chicas', o cuando le pateó tan fuerte a un niño que le rompió el dedo meñique del pie, o cuando le clavó el bolígrafo en el ojo del profesor, mirando atentamente los finos hilos de sangre que corrían por su barbilla. Le gustaba ver la sangre brillante que él no tenía, sobre todo desde que empezó el desencadenante de sus momentos de ira.
Estaba mal, como sus padres y su tío, estaba muy mal y lo sabía, pero no hacía nada para arreglarlo. No era normal que un niño de 10 años fuera así.
El castaño no pudo evitar soltar una risa, siendo seguido por el contrario, el cuál abandonó rápidamente sus pensamientos.
-Yo empujé sin querer a un adulto por las escaleras de mi colegio. Bueno, sin querer no, técnicamente fue queriendo, pero no quería que se hiciera daño- Miguel Ángel miró hacia sus manos, agachando culpable la cabeza-. Mis padres estarán contentos si los policías deciden que debo ir a uno de esos sitios donde van los niños peligrosos, siempre me dicen que fui una sorpresa no deseada.
Sintió el brazo ajeno rodeando su cuello, atrayéndole para darle un abrazo, como hacía R#"&% esos días que se encontraba triste. El de gafas suspiró, dejándose abrazar por su, al parecer, nuevo amigo.
-Seguro todo sale bien, Miguel. Fue un accidente, a lo mejor si te disculpas con él te perdona y vuelves a casa.- el menor se giró para verle, notando la radiante sonrisa del pelinaranja. Asintió, sonriendo levemente ante esa idea. Los profesores dijeron que estaba en el hospital, los hospitales estaban para curar a la gente y que se sintieran bien, a lo mejor podría arreglar las cosas si pedía perdón.
La inocencia suele ser la barrera que nos protege de la cruel realidad.
El de pelo largo se levantó, invitando a su nuevo amigo a jugar con unos bloques de construcción que quedaron abandonados en el suelo. Ambos empezaron a jugar con ellos, construyendo la torre más alta que podían hacer.
No les gustaba estar en el edificio de asistencia social, pero al menos consiguieron hacer un nuevo amigo.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Los recuerdos de Mangel no estaban en su momento más lúcido, pero pudo jurar que hacía tiempo que no dormía tan bien como lo hizo esa noche. Cuando sus ojos empezaron a abrir después de una larga noche de descanso se sintió relajado, como si fuera la primera vez en mucho tiempo que se despertaba totalmente descansado.
Se sentó en la cama, frotándose los ojos mientras bostezaba. Miró por la habitación, curioseando un poco ahora que no tenía sueño. A diferencia de los pasillos y habitaciones de antes, el cuarto era de paredes de madera clara, una gran alfombra roja que cubría casi todo el suelo y varios armarios junto con un mueble con espejo pegado en la pared del fondo. La enorme ventana al lado de la cama dejaba entrar luz al lugar, pero cuando se asomaba para ver algo del exterior no veía nada más que blanco, como un blanco brillante que no le llegaba a dañar los ojos, era extraño.
Volteó a ver al chico de orejas de oso, soltando una risa al verlo dormir desparramado en el suelo. Salió de la cama, acercándose al contrario para arrodillarse enfrente de él, volviendo a reír cuando salió un ronquido de su boca entreabierta. Le tocó una mejilla con el dedo índice, percibiendo que el más alto no había notado eso.
-Oye illo, despierta.
Siguió con esos pequeños toques, riendo al ver un pequeño puchero de molestia en su cara. Ahora le tocó la frente, dando golpecitos leves ahora con intenciones de despertarlo.
-Joder Willy, que no te daré más de 10 lingotes de hierro.- murmuró medio adormilado, tapándose el rostro con su brazo.
El de gafas subió los hombros, levantándose mientras caminaba hacia la puerta, saliendo con sigilo de la habitación. Otra vez ese pasillo de mármol infinito.
Suspiró, empezando a caminar por el mismo camino de ayer. Si su pésimo sentido de la orientación no le fallaba, llegaría al comedor donde cenaron todos anoche, un sitio idóneo para llenarse el estómago y detener de una vez su hambre.
Llegó al final del pasillo, teniendo que escoger si ir a la derecha o izquierda.
-Hoooombre compañero, qué madrugador.
Mangel miró a su izquierda al escuchar esa voz, sonriendo al azabache.
-Buenos días, Alexby. No sabía que te levantaras temprano.
-Sí, si quiero ir al baño antes de que despierte Fargan o Willy, sí.
-¿Por qué el nombre de Willy aparece tan seguido? De Fargan aún entiendo, pero...
-Una vez fue el primero en llegar al baño que queda cerca de nuestras habitaciones y nos empezó a cobrar por usarlo la muy rata- Mangel empezó a reír, viendo al menor negar con la cabeza-. El capullo logró quedarse ese día con varias monedas.
-¿No hay más baños por aquí?
-Sí, pero están a tomar por culo. Ven, te haré una pequeña tour por la casa, hoy estoy de buen humor.
El mayor le agradeció con una sonrisa, siguiendo al contrario mientras hablaban. Le era algo extraño ver al chico así, recordaba cuando lo vio por primera vez gritándole enfadado a Auron, era difícil creerse que ese chico era el mismo que tenía frente a sus ojos.
Aún recordaba ese sueño tan extraño, sobre todo por las palabras de Merlon. ¿Hacerles recordar quienes eran? Si ni siquiera se acordaba de su edad, ¿cómo demonios iba a conseguir eso?
-Y aquí está el baño- la voz del más bajo le sacó de su mundo, prestando atención a la puerta blanca con algunos toques grises a los costados-. Te aconsejo que te levantes temprano para usarlo, antes de las 10 de la mañana, suele ser la hora en la que Fargan se levanta. Nadie quiere imaginarse lo que sucedería en ese caso- el menor tembló levemente, volviendo a centrarse en la conversación-. A la izquierda están las salas de almacenamiento donde guardamos las cosas, y a la derecha está el jardín y la granja.
-¿Granja?- Mangel miró con los ojos abiertos al chico, haciendo a este soltar una risilla.
-Tampoco pongas esa cara, son diez gallinas, unos cuantos cerdos y ovejas y unas veinte vacas. Las tenemos, más que nada, para la comida, el cuero y la lana.
-Estáis bien preparados aquí.
-Pues sí la verdad. Cuando te acostumbras puede llegar a ser acogedor y todo.
Mangel asintió, despidiéndose del menor para seguidamente entrar al baño, no sabía las intensas ganas que tenía de ir hasta que lo vio.
Alexby caminó hacia el jardín, disfrutando del aroma de las flores silvestres cuando llegó a ese enorme espacio situado justo en el centro del lugar donde vivían. Era bastante grande, más o menos la mitad de un estadio de fútbol, suficiente para dejar crecer árboles y criar animales.
Estiró los brazos, sintiendo el agradable tacto de las hojas de los árboles acariciar sus manos. Le encantaba la naturaleza, poder estar rodeado de árboles, lagos, ríos, montañas... si pudiera, haría una casa en lo alto de una montaña en medio del bosque, siendo una especie de ermitaño.
Sus pies se movían solos, únicamente se preocupaba por sentir las hojas y troncos de los árboles en sus manos, respirar el aroma de las plantas silvestres y frutas, solo se limitaba a disfrutad de ese breve momento de felicidad.
-Tranquilo Manolo, ahora te doy más zanahorias. Deberían darme una habitación donde meterte.
El de marca azul sonrió al escuchar eso, reconociendo enseguida al dueño de la voz.
-Buenas Luzu, hoy estás de buen humor.
El castaño se giró al escuchar a su amigo, separándose del recinto de los cerdos. El pequeño cerdo con una pañoleta atada a su cuello emitió un pequeño gruñido, como si estuviera exigiendo atención.
-Tú igual, ayer entraste gritando al sitio mientras golpeabas un árbol.
-Auron, que es un toca-pelotas.
El castaño soltó una pequeña risa, sentándose en el suelo para acariciar la cabeza del animal.
-¿Sabes, Alexbitas? Cuando estoy con Manolo... es como si desapareciera todo. ¿No es raro?
-Para nada, me pasa lo mismo con Jimmy, me cabreo menos.
-¿Por qué vuestras mascotas pueden tener sus propios cuartos pero Manolo no?
Luzu miró enfadado al suelo, apretando los labios de manera infantil al encontrarse de buen humor esa mañana. Escuchó la ligera risa de su compañero, sonriendo ligeramente sin darse cuenta. Le traía una sensación de calma, como si estuviera acostumbrado a oírla, aunque Alexby muy pocas veces reía así, era más común escuchar sus gritos junto con los de su Aur... junto con los de Auron.
-Será mejor que vayamos a desayunar antes de que Lolito termine con la comida, otra vez.- Luzu suspiró, levantándose del suelo mientras se limpiaba la túnica de la tierra que tenía. Empezó a caminar junto con el más bajito por el camino de donde vinieron, cada uno perdido en su mente y lo extraño que era esa mañana, básicamente se despertaron de un humor bastante bueno.
Al llegar al comedor vieron cómo ya estaban allí Lolito y Willy, ambos hablando tranquilamente con Mangel, el cuál ya estaba devorando un cuenco de fresas que había encima de la mesa. Luzu se quejó diciendo que también quería, haciendo reír al resto.
Minutos después llegó Auron, cargando en su cabeza a una pequeña gallina blanca y con un collar rojo donde se leía una placa con el nombre de 'Frederick' en ella. Se sentó en la mesa sin gritar, para sorpresa de todos, viendo divertido cómo la gallina saltaba a la mesa para ir directamente donde Mangel, acabando al final en el regazo del de lentes mientras se dejaba acariciar por el humano, cerrando los ojos.
-Buenas- todos se giraron al escuchar la voz de Vegetta, viendo a este mientras arrastraba a Fargan y Rubius por las orejas, recibiendo quejas de ambos nombrados. Las risas no tardaron en inundar el lugar, partiéndose el culo ante la escena de Papagetta regañando a los dos como una madre soltera-. Es que si no estoy yo aquí os perdéis el desayuno, y el resto de vuestra vida para empezar. ¿Qué haríais sin mí?
-Dormir más- sintió el agarre en su oreja de oso aumentar, pataleando como un niño pequeño para que le soltase-. ¡VEGETTA COÑO, SUÉLTAME LA PUTA OREJA, ANIMAL!
-Habló.- Willy bebió de su taza de zumo mientras veía divertido la escena, quedándose con unas uvas de Auron aprovechando que este estaba distraído con la escena.
-Esa boca Rubius.- Fargan rió cuando consiguió librarse del agarre ajeno, corriendo a esconderse detrás de Willy y Alexby, los que más cercan estaban.
-¡Protegerme de este chiflado, me hizo daño!
-Le habló la sartén al cazo.- el albino golpeó con poca fuerza la cabeza del mayor, sonriendo al notar cómo el búho aprovechaba para rodear tanto a Alexby como a él sus cinturas con sus brazos, apoyando sus manos cerca del ombligo, un poco más abajo. Obviamente el más bajo de todos empezó a gritar a los cuatro vientos mientras se intentaba alejar.
Mangel no supo si reírse o preocuparse. ¿Así sería cada mañana durante las dos semanas que pasaría ahí? O a lo mejor llegaría a estar condenado a pasar ahí el resto de su ¿vida?
-Bienvenido a la familia, Mahe- Rubius se sentó al lado del de gafas, pasando un brazo por sus hombros para abrazarle perezosamente-. Después te daremos ropa algo más típica de aquí, pero no te preocupes, te acostumbrarás a este circo diario.
El castaño soltó una risa, tensándose ante ese gesto.
Ya había sentido ese tipo de abrazo antes, pero no recordaba de dónde.
Su memoria empezaba a ser muy borrosa.
Cap corto, pero el siguiente será más larguito(?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top