.Cap 18.
-Señorita Adams, creo que se está precipitando mucho en todo esto.
-Pero señor, es necesario actuar de manera rápida, la situación actual es preocupante.
-Eso aún hay que evaluarlo.
Nancy suspiró ante ese comentario, apretando entre sus brazos la gruesa carpeta llena de datos del niño que estaba atendiendo ahora mismo. Le preocupaba, eran preocupantes los resultados que recibió la semana pasada tras unos exámenes psicológicos que el menor realizó con tranquilidad.
Llevaba poco más de un mes atendiendo al chico, pero fue hace muy poco que Luzuriaga empezó a sincerarse. Sus sueños, los tratos que recibía en aquel orfanato, sus pensamientos... Hasta le habló de las voces que escuchaba a veces antes de despertarse por la mañana. Eso era mala señal, lo sabía perfectamente.
Llegó a la puerta de la habitación donde dormía, tocando esta suavemente antes de abrirla. Sin embargo, solo estaba un chico pelirrojo arreglando las camas.
-Perdona chico- el menor se giró para verla, ladeando confuso la cabeza-, ¿sabes dónde está Luzuriaga?
-Creo que en el comedor, comiendo.- el chico alzó los hombros desinteresadamente, volviendo a sus quehaceres con total naturalidad.
Los adultos le agradecieron por la información, caminando hacia el lugar mencionado.
Llegaron justo a tiempo.
Se preocuparon al escuchar a lo lejos gritos de niños diciendo varias cosas poco entendibles, corriendo por el frío pasillo de paredes grises para llegar al enorme comedor, observando un círculo de niños em medio del sitio. Estaba pasando algo, y por los gritos de las adultas, no algo bueno.
-¡SOR RITA, DEJE EN PAZ AL NIÑO!- una mujer gritó preocupaba mientras intentaba alejar al resto de niños, logrando que los partidarios de la ley se asomaran para ver la escena. Enseguida, Nancy sintió su sangre arder.
-¡TU ALMA ESTÁ MANCHADA CON LA PRESENCIA DE LUCIFER!- la monja adulta señaló al castaño sentado en el suelo, sin importar cómo temblaba violentamente mientras abrazaba sus rodillas para esconder su rostro en ellas- ¡ERES EL MAL EN PERSONA, UN SUCIO PECADOR QUE TRAERÁ LA MALDAD AL MUNDO, IGUAL QUE TU PADRE! ERES SU SANGRE, ERES SU LEGADO, ERES EL FRUTO DE LA MALDAD.
-N-no soy... n-no soy...- el menor apretó con fuerza su sudadera, encogiéndose lo máximo posible para desaparecer en medio de su llanto.
-¡SÍ LO ERES! ¡NUNCA DEBÍ ACEPTARTE, NUNCA DEBÍ DARTE UNA OPORTUNIDAD, MALDITO DEMONIO! ¡DEBÍ DEJAR QUE TE PUDRIERAS EN AQUEL CENTRO DONDE ALIMENTAN LAS ALMAS CORRUPTAS, LOS FUTUROS PECADORES QUE ENSUCIARÁN EL DESEO DE DIOS!- la mujer apretó con fuerza la cruz que tenía en su pecho, mirando con odio al asustado castaño- ¡OSCURO ENGENDRO DEL MAL!
-¡SUFICIENTE!- Nancy no pudo aguantar más, gritando con toda la fuerza que sus pulmones le dejaban , corriendo para arrodillarse al lado del castaño. La mujer abrió los ojos sorprendida ante la intromisión de la agente, pasando enseguida la cara de la monja a una total expresión de furia.
-¿¡QUÉ CREE USTED QUE HACE, ADORADORA DE SATANÁS?!
-¿QUÉ DEMONIOS LE PASA? ¡ES UN NIÑO!- el chico miró sorprendido a la policía, sintiendo sus ojos arder por las lágrimas que corrían por su rostro. Se abrazó a ella, aferrándose a aquella persona que lo protegía en esa situación.
Fue en ese momento donde el jefe de la chica entendió a lo que se refería Adams.
-Muy bien señorita Rita, creo que es suficiente- el hombre dio un paso para hacerse notar, mirando con gesto serio la escena-, creo que son suficientes pruebas para probar que no es un buen ambiente para alojar a este niño. No se librará de la demanda por acoso infantil y abuso psicológico a un menor.
La castaña sonrió contenta, acariciando la cabeza del chico para tranquilizarle. Lo hizo, salvó a ese niño de seguir viviendo en ese sitio.
-Es un error, ayudarle es un error- la monja señaló acusadoramente a Luzuriaga, frunciendo el ceño-. ¡Traerá la destrucción, traerá el mal! ¡DEBERÍA MORIR COMO HIZO EL ENGENDRO DE SU PADRE!
El castaño sintió su respiración congelarse, alzando la mirada confuso para mirar a la monja.
-¿Qué?
Su padre... ¿había...?
No. No, estaba en la cárcel, estaba vivo en la cárcel y cumpliendo condena por lo que hizo. ¿Muerto? No, no no no no no no no.
-Ya está bien- Mónica, la cuidadora, se cruzó de brazos molesta, su ceño fruncido gravemente-. Por favor, es solo un niño. ¿Qué culpa tiene el chico por las locuras de su padre? No puedes desearle el mismo destino simplemente por su sangre.
¿El mismo... destino...?
'They killed him.'
'Happy? He's gone.'
'You're alone.'
-No... n-no...
-¿Chico?
'You haven't family, you haven't friends, you haven't compassion... you alone.'
Nancy abrazó al castaño al notarle temblar, susurrando palabras que no lograba comprender. Simplemente se levantó, ayudando al chico a caminar hacia la salida. Su jefe lo vio, la manera en la que el castaño se abrazaba a sí mismo mientras miraba al suelo, cabizbajo, con miedo de siquiera alzar la mirada...
Ese chico necesitaría urgentemente ayuda.
Volvió a mirar a Sor Rita, ignorando las miradas de sorpresa de los otros niños.
-Me encargaré personalmente de abrir una investigación a su orfanato.
Y en ese exacto momento, dejando su amenaza al aire para que calara en los huesos a la antigua creyente, acompañó a la joven policía a la puerta del lugar.
Y los susurros llenaron el comedor.
Mónica suspiró, encargándose de que los niños volvieran a sus habitaciones. Sin embargo, a pesar de su cara abatida y preocupada, por dentro sonreía como si hubiese ganado la lotería, por fin B%£$+ sería salvado del verdadero infierno que se suponía que era su hogar.
Fue una pena que ese día se olvidaran de dos jóvenes almas, dos que se encargaban de visitar al castaño.
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La escena de los sonrientes Fargan y Alexby le hizo fruncir el ceño, suspirando molesto mientras se alejaba del cristal.
-Tks, qué aburrido, ya vuelven a llevarse bien.
Willy salió del pasillo enfadado, caminando con tranquilidad por los solitarios caminos de aquella mansión mientras su mente recordaba la escena anterior. Descuidó a Fargan, se centró tanto en Alexby y Rubius que se olvidó por completo de su amigo de máscara de búho. Un error que no podía perdonarse, ya sabía perfectamente las consecuencias que podía traer el moreno si le dejaba actuar tan libremente como ahora.
Abrió la puerta de su habitación una vez llegó a la zona de dormitorios, suspirando de nuevo al tener que pensar en otra estrategia para el mayor. ¿Qué podría usar en su contra? Tal vez...
-¿A qué estás jugando, Willy?
-¿Hum?
El albino se dio la vuelta ante la voz, encontrándose con cierto castaño de túnicas negras apoyado en la puerta. Su mirada seria le hizo mantenerse alerta, aunque su sonrisa pícara no se borró de la cara.
-Hombre Luzu, ¿y esta visita? ¿Otra vez quieres los lingotes de oro que conseguí ante mis servicios?
-Para de bromas, Willfred- entró, alzando la cabeza para verse amenazante-. Quiero que me expliques qué estás haciendo.
-Em... ¿Estar en mi cuarto? Propiedad privada, ya sabes.
-No me refiero a eso.
-... Jejeje, ya lo sé.
El ambiente se volvió tenso, manteniendo un duelo de miradas que, si estas matasen, ambos estarían a varios metros bajo tierra.
-Lo que le sucedió a Alexby también fue cosa tuya, ¿verdad? Su ataque del otro día lo provocaste tú, como hiciste con Rubius.
-¿Y por qué me acusas de eso? Espero que tengas alguna prueba.
-Mis oídos son la prueba. Te escuché, recuerdas cosas de nuestra vida pasada.
La cara del albino se oscureció, haciendo que Luzu sintiera un pequeño escalofrío recorrer su espalda. Sin embargo no se dejó intimidar, manteniendo su faceta seria, sin dejar que las filosas garras de la incomodidad le rompieran su máscara.
-Espiando a escondidas, ¿eh? ¿Tanta envidia sientes de no ser el protagonista? Muy mal, Luzu.
-Eso no-
-¿Y por qué te interesa? ¿Por qué piensas que te contaría si estuviese tramando algo?
-Siempre lo haces. Siempre eres tú. Tú, tú y sólo tú, todo siempre gira a tu alrededor, da igual si es bueno o malo, siempre está tu nombre. Willy hizo esto, Willy hizo aquello, toda la atención para ti.
El albino sonrió con arrogancia, avanzando hacia el castaño.
-Luzu, ¿acaso... sientes envidia?- el ojo rojo contrario le miró, brillando con intensidad por aquella llama de odio dedicada a él- Jajaja, ahora entiendo, no estás enfadado porque esté jugando, sino porque... no eres tú el jugador. Vaya, típico de ti.
Sus manos se alzaron, suaves y frías hacia las mejillas del mayor, impidiendo que huyera de ahí. Una suave risa escapó de sus labios, abriendo sus ojos para que sus brillantes iris esmeraldas miraban al rojo intenso del contrario.
-Sí, lo recuerdo todo- Luzu se congeló, procesando la información ajena-. Fue la noche en la que vino Mangel, empecé a tener sueños de fragmentos de mi antigua vida hasta, básicamente, recordarla entera.
-¿Por eso al día siguientes estabas tan... energizado?
-Verás Luzu, no debo demostrar mucho mis emociones, no me beneficia. Es curioso, ¿sabes? Nuestros pasados digo.
El silencio se hizo presente.
-Quieres que te cuente lo que sé de ti, ¿verdad?- el castaño tragó saliva, mirando hacia el suelo mientras apretaba entre sus manos su túnica negra- También quieres recordar, quieres sentirte parte de la historia.
-¿Historia? ¿Así piensas que es nuestra situación, una simple historia?- frunció las cejas enfadado, mirando con enfado al albino- Tómalo enserio, hablamos de nuestra vida, de qu-
Lo acorralaron contra la pared al lado de la puerta, callándose de inmediato al encontrarse preso entre los brazos de Willy. Sintió un escalofrío recorrer su espalda, mirando la seria y amenazadora cara del contrario.
El ambiente se enfrió de repente, y eso a Luzu no le gustaba.
Ojos verdes esmeralda se asomaron de entre la ensombrecida cara pálida, mirando fijamente al de túnica negra.
-Odio muchas cosas, Luzu- su voz salió neutral y tranquila, como si simplemente estuviera leyendo un cartel en voz alta-. Odio que se entrometan en mi camino, que me mientan a la cara, pero, sin duda, lo que más odio es que me traicionen.
Esa palabra...
-Odio que la gente me apuñale por la espalda, odio que intenten ser más listos que yo y aprovecharse de mí, no sabes cómo lo odio- juntó ambas caras, básicamente tocando nariz con nariz mientras el veneno en sus ojos oscurecía el iris verde brillante, ennegreciéndolo. Luzu intentó apartarse, pero las uñas de Willy clavándose en sus brazos no le dejaron-. Lo detesto, demasiado.
-¿Willy...?
-Sabes cómo se siente, ¿verdad? Que la persona en la que más confías te traicione, tirando tu confianza a la basura y haciendo añicos esa falsa amistad. Lo sabes perfectamente, eso mismo te hizo Raúl.
-¿Quién?
'Cómo te quiero, mi niño.'
-Agh. ¿Pero qué...?
La cabeza del castaño empezó a doler, sintiendo un extraño cosquilleo por su cuerpo ante esa frase que se formó sin más en su mente. Cerró los ojos, olvidándose del albino frente a él.
-¿Lo recuerdas?- el agarré se hizo más fuerte- ¿Recuerdas el dolor, Borja? La confianza rota, la traición, las consecuencias... Tan horrible.
-Para...
'Remember, you little bastard'
-Cállate, cállate.
-Somos iguales, traicionados por ellos, siendo simplemente-
-¿Que está pasando aquí?- la voz de Vegetta interrumpió por completo el pequeño monólogo de Willy, frunciendo el ceño al ver a Luzu acorralado contra la pared mientras cerraba los ojos con fuerza, susurrando palabras que solo él entendía- Willy, déjale, ahora.
-¿Por qué debería hacerlo?- la cara del albino miró seriamente los ojos morados del líder, desafiándose sin necesidad de decir nada más. El azabache se cruzó de brazos, alzando el pecho.
-Willy, suéltalo, AHORA.
El nombrado simplemente chasqueó molesto la lengua, soltando los brazos del castaño mientras se echaba hacia atrás, dejando caer a Luzu. Vio de reojo a Vegetta acercarse preocupado a este antes de dirigirse hacia la puerta.
-Ya hablaremos de esto.
Se detuvo en el marco, dirigiendo una última mirada a su 'amigo'.
-Por supuesto, Vegetta.
Y dicho eso, se fue.
El de túnica morada suspiró, agarrando de los hombros al castaño al verle temblar. Le llamó, esperando inútilmente que eso fuera suficiente para traer a la realidad a Luzu. Normalmente eso era suficiente para tranquilizarle cuando le daba esos pequeños ataques, pero esta vez no funcionaba. Sea lo que sea que le dijo Willy antes tuvo que afectarle bastante.
-Tengo que hacer algo- miró al suelo, frunciendo enfadado el ceño-. Mañana acabaremos con este asunto de una vez por todas. Solucionaré la situación.
Poca idea tenía del apocalipsis que su decisión traería en pocas horas.
Capítulo corto, pero será el 'puente' para el gran final.
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