.Cap 17.

Soltó un suspiro de alivio cuando por fin cerró el libro de matemáticas, sonriendo al ver que terminó sus deberes justo a tiempo. Emocionado, salió del escritorio para empezar a vestirse para salir, colocando su bufanda y abrigo al empezar a refrescar el clima en la calle. Empezó a correr en dirección a la puerta para salir a la calle, terminando de colocarse sus guantes morados mientras buscaba con su mirada sus botas de lluvia.

-¿A dónde te crees que vas?- el niño paró en seco al escuchar esa gruesa voz, girándose para ver con seriedad al adulto.

-Al parque, os avisé a mamá y a ti ayer.

-¿Acabaste de estudiar?- la dura mirada castaña del hombre no se apartó de sus ojos, cruzándose de brazos al esperar una respuesta.

-Sí- el menor asintió, jugando con sus manos enguantadas al estar ansioso de irse de una vez. No sabía durante cuánto tiempo le esperaría su amigo en el parque-, ya hice los deberes y estuve repasando los temas d-

-Más te vale, últimamente has bajado tu media.- el niño frunció el ceño disimuladamente ante eso, si no había bajado del 9. Decidió que lo mejor era simplemente asentir, no quería escuchar los gritos de su padre tan temprano.

-Volveré antes de cenar, voy al parque que está cerca de la panadería.

El adulto simplemente asintió, dándose la vuelta para volver al salón mientras acomodaba su pelo negro para que los pequeños mechones de flequillo no le dieran en los ojos. El ojimorado sonrió, localizando rápidamente sus botas para colocarlas con prisa, saliendo rápidamente de la casa.

Empezó a correr en dirección al parque, a tan solo dos calles de distancia. Su sonrisa deslumbraba incluso más que de costumbre, hoy sería la primera tarde donde jugaría con G/%=÷£€=+ y su nuevo amigo R€$%£ en el parque, estrenando los nuevos columpios que el gobierno había sustituido al recibir denuncias de niños heridos por la mala calidad de los juguetes. Estaban a pocas semanas de las vacaciones de Navidad, por lo que debería aprovechar estos días de tiempo libre.

También iban a venir su pequeño amigo y su hermano, pero por desgracia se fueron a ver a un amigo que, según ellos, era muy importante. Obviamente no estaba enfadado, pero le hubiera gustado que los cinco juntos hubieran jugado.

Sí, los amigos últimamente escaqueaban. Antes muchos chicos y chicas querían ser amigos suyos, a lo mejor en parte por su color de ojos o ese aura que desprendía su personalidad, pero desde que se hizo amigo del albino la gente empezó a dejarle de lado, literalmente podía contar a sus amigos actuales con los dedos de sus manos. No era capaz de entender porqué, el albino era alguien muy divertido y amable, aunque en algunas situaciones bastante reservado.

A lo mejor era justo eso, o el hecho de que destacaba demasiado por su aspecto.

Lo odiaba, odiaba los prejuicios de la gente solamente por el físico, sin siquiera dar la oportunidad a la gente de expresarse. Odiaba cuando se aprovechaban del dinero de su mejor amigo simplemente por estar acostumbrado a esa rutina, odiaba los abusones que se aprovechaban de todos.

Por eso quería ser como una especie de superhéroe, un justiciero que se encargaría de evitar estos males. Tal vez policía serviría, aún no tenía claro qué hacer con su futuro.

Paró en seco al ver al albino bajo el árbol que siempre usaban para sus encuentros, jugando con su bufanda gris para pasar el rato. El ojimorado corrió hacia él mientras gritaba su nombre, agitando su mano en modo de saludo para que le viera.

La sonrisa del albino al ver a su amigo fue deslumbrante.

Ambos empezaron a caminar hacia el parque mientras hablaban, bromeando sobre su lista de cosas que hacer en el último mes que quedaba de año. Al fin y al cabo, eran niños.

Estaban a pocos metros de la entrada del parque, hasta podían ver la cabellera castaña de su nuevo amigo donde los columpios junto con una niña pelirroja. El mayor estuvo a punto de gritar el nombre de su amigo para que les viera, pero el choque de algo en su hombro derecho le detuvo.

-¡Oye, cuidado!- el ojimorado se giró para ver enfadado a un niño de pelo naranja que se chocó con él, el cuál le miró con una sonrisa nerviosa mientras cargaba en ambas manos dos latas de refresco.

-Lo siento, no te vi.

No dio más explicaciones, saliendo corriendo en dirección contraria al parque, al parecer hacia la parte alta de la ciudad.

-¿Estás bien?- el albino miró al mayor mientras entraban al parque, notándose preocupado.

-Sí, no fue nada. ¡Rub, ya llegamos!

El nombrado se dio la vuelta al escuchar su nombre, sonriendo alegre al ver acercarse sus amigos corriendo. La pelirroja ladeó la cabeza ante eso, pero igualmente sonriendo.

El pelinaranja siguió corriendo por la calle después de su disculpa con aquel chico, deteniéndose justo al lado de un niño con gafas.

-Toma mi niña, oficialmente nos hemos gastado todo nuestro dinero de cumpleaños- el contrario agarró el refresco ofrecido por el mayor, sonriendo agradecido-. Somos pobres.

-No lo digas tan feliz, Manu- el de cinta soltó una pequeña risa ante eso, abriendo la lata para dar un sorbo al líquido. Tenía bastante sed-. Mamá y papá solían dejar la llave de casa en el agujero de los ratones del vestíbulo, podemos dormir allí por la noche.

El mayor miró al contrario ante lo de los ratones, decidiendo quedarse callado por si acaso. Empezaron a caminar mientras bebían, temblando levemente por el frío clima al no tener ropas demasiado gruesas. El menor no podía parar de sonreír, estaba emocionado por poder volver a ver a su mejor amigo después de tantos meses.

-Mira mi niña, tres calles arriba y habremos llegado- el pelinaranja sonrió en respuesta, sintiendo su mano agarrada por la del contrario-. Seguro que os lleváis bien, y N\÷$€£ es muy simpática. Puedes quedarte en mi casa hasta que podamos recuperar el dinero para el tren.

-Suena genial.- el mayor asintió de acuerdo ante eso, dejándose llevar por el contrario. Le hablaba de ese amigo suyo con tanta alegría, tanta ilusión...

Debía ser un chico genial, hasta podría ser amigo suyo.

¿Su sangre sería tan brillante como la de su niña, o sería oscura como la suya? Tenía curiosidad por saberlo, ver su alma reflejada a través de ese líquido. Le gustaba la brillante, la sangre de las personas que no estaban muertas y destruidas por dentro.

Por eso no le gustaba su sangre.

Pasaron unos quince minutos hasta que llegaron enfrente de una enorme casa, sintiendo los dedos de su niña temblar por la emoción y los nervios. Sonreía tan grande que...

Desapareció enseguida al ver el apellido del buzón.

¿Por qué aparecía una tal Adams?

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

-Auron, ¿puedes repetir eso?

Fargan ladeó la cabeza mientras decía eso, mirando confuso al nombrado ante la frase recién escuchada. El menor suspiró fastidiado, acariciando la cabeza de Frederick. A veces le gustaba que su mascota se quedara en su cuarto cuando sus amigos estaban... peleados.

-Joder tío, que está pasando algo- el de mecha le dio unas cuantas semillas al animal al dejarla encima de su casa, sonriendo cuando su hijo frotó su cabeza contra su mano-. Todo esto es muy extraño.

-No te pondrás en plan Rubius a echarle la culpa a Mangel, ¿no?

-Obviamente no- Auron negó con la cabeza ante eso, caminando por su habitación-. Es otra cosa, o mejor dicho, alguien.

El de máscara frunció el ceño al comprender a dónde iba el menor, llevando una mano a su barbilla.

-Te refieres a Willy, ¿verdad?

-Claro.

El mayor asintió ante eso, cerrando los ojos.

-Es verdad, últimamente Willy ha estado algo raro, y las cosas no dejan de empeorar.

Frederick, al terminar de comer, se subió al regazo del búho para usarlo como cama, durmiendo tranquilamente mientras se acurrucaba entre la tela para captar algo más de calor. Fargan sonrió ante eso, acariciando con cuidado el plumaje del animal. Si algo le pasaba al ave, Auron se encargaría de hacer búho asado para cenar.

El de mecha amarilla miró atento la escena, suspirando para luego mirar al suelo. Había algo que le escamaba, toda esta situación de los últimos días... no era solo la presencia de Mangel.

-Fargan, ¿notaste algo raro esta última semana?

-Quitando a Willy y Alesby... creo que no, ¿por?

-No, por nada- el menor suspiró ante eso, entrecerrando los ojos mientras miraba al suelo-. Por cierto, ¿notaste si Luzu estaba...? Ya sabes.

-¿Alucinando con las voces? Hace un tiempo que no lo veo así, aunque tampoco es que me fije mucho en él.

Fargan ladeó la cabeza al escuchar un simple 'de acuerdo' de la boca del menor, el cuál siguió mirando al suelo. Frederick pareció notar eso, saltando del regazo del de máscara para ir corriendo con su padre. Como buen hijo, le empezó a picotear la pierna para tener atención, consiguiendo que Auron soltara un gruñido de molestia.

Lo cargó, viendo al ave acurrucándose en sus brazos para seguir con su pequeña siesta. Auron no pudo evitar sonreír, pequeño vago descarado. Le recordaba a Rubius.

No, su hijo era mucho mejor que ese oso perezoso.

-¿Auron?- el nombrado se giró para ver a Fargan, el cuál miraba sus manos apoyadas en sus rodillas- ¿Puedo... preguntarte una cosa?

-Am... ¿Supongo?

El castaño le miró durante unos cortos segundos, volviendo su mirada a la pose inicial.

-¿Tú qué harías si... quieres saber la opinión de alguien?

-Coño, pues simplemente preguntarle.

-Ya, pero... sabes cómo soy, creo que ahuyentaría a la persona antes de terminar la pregunta. ¿Cómo haces para controlar tu mala hostia?

El menor abrió la boca para contestar, pero se detuvo. ¿Cómo mierda lo hacía? No lo sabía, normalmente explotaba primero y luego se calmaba, así era casi siempre.

-Pues... realmente no lo hago- Fargan le miró fijamente ante eso, haciendo que Auron desviara la mirada ante eso-. Haz la mierda de Vegetta de contar hasta veinte.

-Conque contar hasta veinte...

Escuchó el crujido de la cama al levantarse Fargan, además del ruido de pasos acercándose a la puerta.

-Gracias Auron, te quiero.

-... Espera, ¿qué?

Levantó la vista para ver al mayor, pero lo único que vio fue su puerta cerrándose con rapidez.

-... ¿Qué coño he hecho?

Fargan salió corriendo de la habitación del contrario con una sonrisa en la cara, sin detenerse hasta llegar al patio central.

-¡ALESBY!- el de máscara alzó la mano a modo de saludo al ver al menor de pelo azabache sentado en el suelo, al parecer jugando con Jimmy.

-Joder macho, con lo tranquilo que estaba.- el menor se giró para ver al mayor, mirándolo seriamente en lo que tardaba en llegar hasta él.

El ave no tardó en colocarse delante de su padre, conocía a ese humano por intentar molestar al más bajito múltiples veces. Fargan levantó las manos en señal de paz, quedándose quieto ante el gruñido del reptil.

-Fargan, ¿qué quieres? Pensé que hoy te tocaba organizar la ropa y los baúles.

-Ya acabé- el castaño sonrió orgulloso ante esas palabras, consiguiendo que Alexby sonriera levemente ante esa actitud ligeramente infantil-, además, quería hablar contigo.

-Metro y medio de distancia y las manos arriba en todo momento.

El menor señaló con su mano el césped, girándose para darle la espalda. Fargan tardó unos segundos en procesar eso.

-Espera, ¿así, tan fácil?

-Jimmy es muy rápido, y sus dientes duelen que te cagas.

El de máscara no pudo evitar tragar en seco ante eso, sobre todo cuando el ave enseñó sus afilados dientes como para confirmar esas palabras.

Fargan, con cuidado, caminó hacia la zona señalada, sentándose con cuidado mientras miraba al menor. Al parecer Alexby no se encontraba muy preocupado como en otras otras veces, hasta parecía relajado y todo. Jimmy se tumbó en el suelo, justo en medio de ambos humanos mientras miraba fijamente al de máscara de búho. Fargan no pudo evitar soltar una risilla ante eso.

-Muy bien, ¿qué quieres?

-Pero qué bruto Alesby, al menos podías ser más amable.

-Fargan, no me toques los cojones y dime lo que quieres.

'Uno, dos, tres, cuatro, cinco...'

-Solo quiero hablar contigo- Fargan desvió la mirada para observar el césped, jugueteando con las flores que se esparcían por el suelo-, nada más.

Escuchó un gruñido de parte del azabache, al parecer debatiendo si aceptar o no.

-Muy bien.

Dos palabras, dos palabras fueron necesarias para que, por alguna razón, sonriera.

-Verás Alesby, quería preguntar... ¿Recuerdas cuando tuviste ese... recuerdo?

Vio por el rabillo del ojo cómo el menor se tensaba, prácticamente ocultando su rostro para que el mayor no pudiera verle. El silencio inundó el lugar durante unos segundos, al menos hasta que el menor volvió a hablar.

-Sí, ¿por qué preguntas?

-Pues... creo que...- ¿por qué su garganta estaba tan seca de repente? Estrechó su túnica entre sus manos, ahora volviendo a mirar al suelo- Creo que... nos conocemos de antes.

Alexby no dijo nada, simplemente se dedicó a acariciar la cabeza de Jimmy en lo que escuchaba al mayor hablar.

-Antes tuve una visión, como una especie de recuerdo de mi anterior vida, y juraría que una de las voces que escuchaba era la tuya. Decías mi nombre, pero también a un tal David. ¿Así me llamaba en mi antigua vida, David? ¿Te conocía? ¿Por qué decías mi nombre en ese recuerdo? Lo peor de todo es que no tengo ninguna imagen mental, así que no sé s-

-Nos conocíamos.

Fargan dejó de hablar ante la repentina interrupción del contrario, volviendo a mirarlo ante tal revelación.

Alexby miraba fijamente sus manos, aún negándose a verle.

-¿Qué?

-Nos conocíamos, Fargan. Ese recuerdo que tuve... eras tú, el que me gritaba y empujaba eras tú, escuché tu voz llamándome. Es cierto, nos conocíamos.

Y una vez más, el silencio volvió al lugar, ante las atentas miradas heterocromáticas y esmeraldas.






Mangel no recordaba sentirse adormecido, ni recordaba haberse dormido. Aún no era de noche, eso lo recordaba, pero...

¿Qué hacía en el vacío?

Miró a todos lados, observando confuso el entorno. Si estaba ahí, en teoría también estaba...

-Bienvenido- y ahí estaba Merlon, de pie justo enfrente-, me alegra ver que está avanzando todo esto.

-¿Avanzar?- Mangel abrió los ojos con sorpresa, sintiendo su cuerpo tensarse- Pero si todo está fatal, ¿cómo que esto avanza?

El anciano soltó una leve risa, llevando sus manos a su espalda.

-Verás chico, aunque tus ojos no puedan verlo, el flujo de los recuerdos está empezando a recuperar su curso. Visiones de antiguas vidas, sentimientos que dejaron profundas heridas en vuestros corazones... Todo está volviendo a resurgir del olvido, notándose con fuerza.

El más joven miró al 'suelo', escuchando al mayor.

-Pues, si era para ver lo que vi... prefería el olvido.

-¿Hum?

Merlon se mantuvo callado al escuchar eso, dejando que el castaño siguiera.

-Si era para que Rubius se enfadara conmigo, si era para que todos estemos peleados entre todos... prefería el olvido, seguir nuestra vida como los primeros días los nueve juntos. Yo...

-Ahora entiendo, no dejaste que fluyera del todo.

-¿Eh?

El de gafas volvió a mirar a Merlon, ladeando confuso la cabeza.

-¿Qué quieres...?

-Joven Mangel, aunque ahora las cosas parezcan duras, debes seguir intentando desvelar la verdad. Tus amigos empiezan a quitarse la venda de sus ojos, recordar sus antiguos yo. ¿No crees que tienen ese derecho?

-Pues... Sí, pero...

-Escucha, puede que sea duro, que quieras parar en el camino y no seguir, pero... entonces estarías cometiendo el mismo error que en tu primera vida, y entonces todo esto no serviría para nada.

El anciano sonrió, mirando a Mangel.

-Puedes ayudarles a enterrar sus demonios internos, ayudar a sus almas para que tengan una oportunidad de seguir viviendo. Aunque no lo recuerdes, ese fue tu deseo.

-¿Mi... deseo? ¿Realmente yo... pedí eso?

-Lo creas o no, les ayudas- el de barba asintió ante eso, dándose la vuelta para darle la espalda-. El tiempo sigue fluyendo, y el mar de recuerdos aún sigue llena. Encuentra la valentía para seguir luchando, para descubrir la verdad y, por fin, ayudarles. Solo tú puedes ayudarles, comodín.

-¿Comodín?

Mangel intentó estirar su mano para agarrar a Merlon, tenía aún demasiadas dudas, demasiadas preguntas sin respuesta, pero...

Todo se volvió negro.















































Feliz Navidad y próspero año nuevo, nos leemos el año que viene~.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top