.Cap 12.

El sonido de sus zapatos al caminar por aquel largo pasillo grisáceo resonaba por todos lados, siendo acompañado únicamente por su respiración. Volvió a mirar los papeles que tenía en sus brazos, quitándose su gorra para no asustar a la persona con la que hablaría.

Llegó delante de la puerta de madera, soltando un suspiro mientras entraba. Una mesa de madera de roble y dos sillas, una enfrente a la otra, todo debajo de una enorme lámpara de techo que iluminaba la habitación. Cerró la puerta, viendo cómo el chico castaño que estaba sentado agachaba la cabeza, jugando son sus dedos.

-Hola- dijo la chica mientras se sentaba, viendo cómo el niño levantaba levemente la mirada para verla-. Me llamo Nancy Adams, miembro de la policía.

-¿Viene a llevarme al psiquiátrico?

Esa pregunta confundió a la castaña, la cuál dejó los papeles encima de la mesa, apoyando sus antebrazos en la misma.

-Claro que no. ¿Por qué dices eso?

-Estoy loco.

El menor volvió a mirar a sus manos, ocultando su rostro con su flequillo marrón en un vano intento de ocultarse.

-¿Quién te ha dicho eso, chico?

-Sor Rita, casi todas las cuidadoras... todo el mundo, realmente.

-Pues no, no vengo a llevarte al psiquiátrico, no me dedico a eso- dejó su gorra de policía en la mesa, enseñando enseguida la pequeña plaquita dorada en su uniforme-. Yo trabajo en la unidad de víctimas especiales, algo así como interrogadora.

-¿Interrogadora?- preguntó confuso el menor pero sin levantar la mirada.

-Sí. Una de las cuidadoras me ha dicho que no te encuentras muy bien últimamente- vio al chico asentir, por lo que sacó un papel de la carpeta de la mesa-. Bueno, B%=÷$ Luzuriaga, curioso apellido, ¿por qué no me cuentas qué sucede?

La adulta esperó pacientemente a que el castaño hablase, convirtiéndose el tiempo en cinco largos minutos.

-... Escucho voces- la castaña levantó una ceja al escuchar al menor, dejándole continuar-. Cuando duermo las escucho, voces que me dicen lo que soy, voces que me dicen que soy cómo él, y que... yo...- vio cómo el castaño le temblaban los hombros, abrazándose a sí mismo levemente- y-yo... me dicen 'you're Evil', pe-pero... n-no lo soy... yo... no...

Su voz empezó a entrecortarse, soltando pequeños sollozos en mitad de su explicación. Apretó con fuerza su sudadera, haciéndose bolita en el sitio para intentar desaparecer. El aire se empezó a hacer más denso, asfixiante para la policía. Eso no era lo que le explicó la dueña, ella le describió a un chico problemático y borde, el típico matón del colegio, pero lo único que veía era un niño asustado y sufriendo, no sabía como sería para él esta situación, pero estaba claro que iba a ayudar.

-Hey chico, tranquilo- Nancy llevó una mano a su cabeza mientras susurraba, sintiendo el chico congelarse al tacto de su mano en su cabeza-. Respira, cuenta hasta veinte y concéntrate en tu respiración, ¿vale? No pasa nada, tranquilo.

Puso su tono más dulce y tranquilo al decirle estas palabras, sonriéndole cuando sus ojos marrones se posaron en ella, cristalinos por las pequeñas lágrimas que derramó. Esperó pacientemente a que el chico dejase de temblar, recordando su época de principiante en la academia.

-¿Mejor?- el menor asintió ante su pregunta, viendo cómo agarraba del suelo un peluche, un cerdo con un pañuelo al cuello- Vaya, ¿quién es?

-Manolo- el castaño abrazó el peluche, mirando a un costado avergonzado-, lo escondo para que no se rían los demás...

-¿Y por qué se ríen?

-Tengo trece años, se supone que los peluches son para niños.

La chica sonrió, acercándose al castaño, como si fuera a revelarle un secreto.

-No les escuches. Tengo veintitrés años y sigo durmiendo con mi osito de peluche de cuando era pequeña.- el de sudadera se giró para verla, frunciendo el ceño.

-Es mentira, lo dice para que hable- por un momento su voz sonó enfadada, pero enseguida cambió su semblante, mirando al suelo-. Todos mienten...

Nancy suspiró, guardando el papel donde estaba la información personal del chico en la carpeta encima de la mesa. Debía cambiar de táctica.

-Eres un pequeño detector de mentiras- B=%/$ la miró de reojo, alzando una ceja confuso. ¿Era un alago?-. Tienes razón, en realidad es un perro de peluche.

El castaño iba a hablar, pero se calló al ver a la castaña buscando algo en su bolsillo, para seguidamente dejarlo entre las manos del chico. Una placa de policía.

-¿Por qué me...?- miró confuso el objeto, parecía auténtico, pero era imposible, un policía nunca le daría algo tan valioso a un chaval, mucho menos a uno 'peligroso'.

-Vamos a hacer un trato, ¿vale? Si ves que miento, puedes quedarte mi placa. Sin embargo, si digo la verdad, tú también debes decirla, ¿vale?

El de ojos marrones se quedó confuso ante ese juego, era la primera vez en tiempo que un adulto le hablaba así, tan... Normal, sin miedo o rabia en su voz. Asintió, haciendo que la chica empezara a hablar.

-Muy bien, puedes hacerme una pregunta.

-Vale, em...- el chico se mordió el interior de la mejilla, pensando qué decir-. ¿Vino obligada?

-No, yo me ofrecí para llevar tu caso- el chico asintió, dejándola continuar-. Ahora yo, ¿llevas escuchando eso mucho tiempo?

Ahora el menor entendía qué pasaba, pero prefirió no decir nada, le estaba gustando bastante el buen trato de la chica.

-Desde hace dos meses, cuando él... se fue...- susurró lo último con pena, abrazando al peluche- Vale, ¿a usted... le gusta el café?

-Si, pero solo por la mañana- la chica se acomodó en la silla, apuntando lo que le decía en una pequeña libreta-. A parte de escucharlas, ¿ves algo?

-... A veces veo... una figura roja.- el castaño cerró los ojos, visualizando esa imagen que tantas veces le despertó por las noches.

-¿Roja? ¿Intenta hacerte algo?

-No lo sé, pero... me mira fijamente, y... su-su mano es afilada, y-y me mira fijamente, sin... ha-hacer nada.

-Hey, tranquilo, no es necesario que lo digas si no quieres.

El castaño asintió, respirando hondo para luego soltar el aire, abriendo los ojos al terminar.

Siguieron así los siguientes treinta minutos, haciéndose preguntas y contestándolas, pero su tiempo se acabó cuando escuchó el sonido de una campana retumbando por el orfanato. El menor iba a levantarse para salir mientras escondía su peluche debajo de su sudadera, pero se detuvo cuando Nancy le llamó. Miró por todos lados, como si temiera que alguien les viera, entregándole en la mano un pequeño tubo negro.

-¿Una linterna?- la confusión del castaño era notoria en su cara, haciendo reír a la castaña.

-Sí, dijiste que te da miedo la oscuridad, ¿no?

-Me incomoda- el menos miró hacia un costado avergonzado, rodeando el objeto con sus manos-. ¿Y por qué me lo da?

-Cuando estés a oscuras y sientas miedo, enciéndelo, así no te sentirás tan mal.

Miró al suelo, odiaba tenerle miedo a algo tan normal como la oscuridad, odiaba sentir esa asfixiante sensación de estar vigilado, indefenso, que cualquier peligro podría saltar encima de él y acabar con su existencia. Odiaba ahogarse en su propia desesperación, llenarse con ese dichoso miedo que odiaba con toda su alma justo con las voces.

Estaba loco. Loco loco loco loco.

-¿Estás bien?- la voz de la policía le hizo salir de sus pensamientos, alzando la mirada para verla-. Tener nictofobia es algo completamente normal, mi compañero de trabajo, James, también lo tiene. Solo no dejes que nadie más lo vea, ¿vale?

-... No lo entiendo, ¿por qué me lo da?

-Mi trabajo es ayudar a las personas que lo necesitan, eso también implica ayudarles en sus problemas diarios, ¿sabes?

El de sudadera se levantó, guardando la linterna en el bolsillo de su sudadera.

-Gracias señorita Adams.

-Nancy, si no te importa. Me reservo el apellido para cuando ascienda a comandante- la chica sonrió mientras salía por la puerta, viendo al menor asentir. Le dio unas palmaditas amistosas en la espalda, señalando el pasillo-. Puedes irte, hablaré con la dueña para que podamos seguir hablando otro día, vale.

-Sí...- el menor empezó a caminar, pero se detuvo en mitad del pasillo mientras agachaba la cabeza, quedando de espaldas con la adulta- ¿Cree que yo... estoy loco?

-Claro que no B=%€£, puede ser algo que tenga que ver con tu niñez o un trauma, pero no estás loco- el castaño asintió, retomando su camino hacia la salida. La castaña suspiró, mirando con pena los papeles que tenía entre sus manos-. Pobre chico.

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Fargan se encontraba en una situación que no se la podía creer. Alexby miraba a la nada mientras lloraba, recibiendo la atención y preocupación del resto. Pero, ¿y él?

-¡FARGAN ME CAGO EN TODO, ¿QUÉ LE HAS HECHO?!

-¡PERO SI NI SIQUIERA LE HE TOCADO!

Luzu colocó sus manos en los hombros del azabache, mirando con preocupación al menor mientras le sacudida levemente, ignorando la 'pelea' entre Fargan y el resto.

-Alexby, hey- el menor pareció salir de su trance, ya que ahora miró al único ojo visible del mayor, aún derramando lágrimas-. ¿Qué pasa?

-Yo...- sintió su garganta arder, tosiendo en medio de sus palabras al intentar explicarse. Luzu negó con la cabeza, diciendo de forma no verbal que no era necesario que hablase.

-Luzu, Rubius, llevad a Alexby a su habitación- los nombrados asintieron ante las palabras del ojimorado, guiando con cuidado al menor-. Mangel, ¿puedes acompañarlos, por favor?

El de gafas asintió, siguiendo al trío a petición del 'líder'. Vegetta suspiró, ahora mirando al resto, los cuales simplemente se gritaban entre ellos. Negó cansado.

-Es que son tontitos.

Mangel alcanzó a Alexby y el resto, caminando sin prisas a la habitación del menor en completo silencio. El azabache ya se había calmado bastante, limpiando las lágrimas que mojaban sus mejillas.

-¿Te encuentras mejor?- Alexby asintió ante la pregunta de Rubius, mirando al suelo con una expresión neutra-. Bien, ahora deberías dormir un rato y descansar, lo que acaba de pasar a sido un poco...

-No- el más bajo se giró para verle, manteniendo una expresión neutra-, ya estoy mejor, volvamos.

-Obviamente no- el menor suspiró molesto ante la respuesta del castaño, el cuál le empujaba hacia su dormitorio-. Ahora mismo vas a ir a tu cuarto, tumbarte en la cama y descansar hasta mañana.

-No desaproveches la oportunidad.- Rubius sonrió mientras miraba al azabache, el cuál simplemente gruñó molesto.

Mangel prefirió mantenerse al margen de la situación, Luzu y Rubius llevaban más tiempo ahí, ellos sabían lidiar mejor con el menor. ¿Y si decía algo que le molestara? No, ya era suficiente con todo esto.

Salió de sus pensamientos cuando llegaron a la puerta de la habitación, viendo cómo Alexby literalmente separó a los mayores a patatas para poder entrar solo al cuarto, ganándose un suspiro cansado por parte del castaño.

-Luzu, mucho quejarte de falta de atención pero bien que eres el primero en preocuparte.- Rubius sonrió divertido mientras levantaba las cejas, ganándose un gruñido de molestia del nombrado.

-Voy a ver cómo van el resto, vosotros quedaos aquí para que Alexbitas.

-Como ordenes- Mangel soltó una risita al ver cómo el híbrido se sentaba en el suelo con la espalda apoyada a la pared, Luzu negando con la cabeza y yéndose por el pasillo hacia el patio, susurrando varios 'ojalá ser Alexby ahora mismo'. Se sentó al lado de Rubius, cerrando los ojos mientras reprimía un bostezo-. ¿Cansado?

-Un poco- Mangel se desató la cinta de su cabello, mirándola durante unos segundos-. Tengo la sensación de que debo hacer algo con ella.- no tenía intención de que el mayor escuchase aquel susurro, pero sus oídos de oso fueron capaces de escucharlo.

-¿Algo importante?- el más alto ladeó confuso la cabeza, mirando a un nervioso Mangel- Bueno, eres el todopoderoso de este sitio, seguro terminas recordando.

-Seguramente- sonrió de lado, mirando de nuevo al techo-. Rubiuh, aún no me puedo creer todo lo que nos está pasando.

-Tranquilo, es normal- el falso albino mostró sus afilados caninos al sonreírle, riendo levemente-. Cuando yo llegué Alexby y Willy estuvieron a punto de diseccionarme para saber qué cojones era, ni yo mismo lo sé.

-Un oso- ahora ambos rieron, acercándose más hasta que ambos hombros se quedaron juntos. El ambiente era relajante, tranquilo, como si estuvieran sumergidos en su propia burbuja alejada de la realidad-. No sé, tengo la sensación de que aún no recuerdo cosas importantes de mi vida, y me estresa.

-Al menos recuerdas a alguien- el de lentes se giró para ver el rostro contrario, encontrándose con una expresión nostálgica-. Lolito y tú tenéis recuerdos juntos, Alexby es posible que haya recordado parte de su vida... el resto seguimos en nuestro vacío.

-Intentaré ayudaros, de verdad.

-Ya lo sabemos- Rubius le sonrió divertido, guiñando un ojo-, eres nuestra última esperanza, tío.

Risas se escucharon a través de la puerta, risas que ahora mismo Alexby no quería escuchar. Se sentó molesto en su cama, apoyando su espalda en la cabecera de la cama.

-Joder, que se vayan a un puto hotel- Alexby cerró los ojos molesto, intentando olvidar esa extraña sensación de su pecho. Dolía solo de pensarlo.

Un gruñido a su lado le hizo abrir los ojos, sonriendo al ver al dragón-reptil mirándole fijamente, moviendo la cola como un cachorrito.

-Lo siento Jimmy, hoy casi no te presté atención.- el animal subió de un salto a la cama, acurrucándose al lado del azabache mientras frotaba con cuidado su cabeza en la mejilla del humano, consiguiendo sacar esa risa tan peculiar por parte del menor.

Abrazó al animal por el cuello, hundiendo su cara en el suave tacto del pelo que lo cubría, como si fuera un peluche. Cerró los ojos, sintiéndose tranquilo. El dragón acarició la espalda ajena con su pico, como si de alguna forma supiera que debía consolar al humano.

-Gracias Jimmy- el ave simplemente soltó un pequeño grito, acomodándose para dormir en la cama-. Realmente... lo necesitaba.

Mientras tanto, Luzu se quedó mirando la escena que ocurría en el patio con diversión, apretando sus labios para contener las risas que querían salir.

-¡PERO AYÚDAME, CABEZÓN!- Vegetta estaba siendo usado como escudo humano por Fargan, siendo testigo de las miradas de culpa que recaían en él- ¡FARGAN MACHO, QUE TE ESTOY AYUDANDO, NO TE APROVECHES!

-Perdón, costumbre.- el de máscara alejó sus manos de la cadera el ojimorado, cruzándose de brazos para evitar tocar cualquier cosa.

-Diez diamantes a que Auron le consigue dar.- susurró Willy a Luzu, mirando la escena con una sonrisa divertida.

-Yo digo que no lo consigue- ambos estrecharon sus manos para aceptar el acuerdo, estando atentos a la situación-. Shit.

-Como soy bueno, te dejaré que me los des mañana- Willy palmeó divertido el hombro del mayor, viendo cómo Fargan se quejaba del puñetazo en la mejilla que Auron le consiguió dar en un momento de despiste-. Bueno, yo me voy a dormir, disfruta del espectáculo.

El albino se dirigió a su cuarto, dejando al resto con su pelea. Luzu decidió seguir su ejemplo, tampoco iba a lograr hacer mucho allí.

-Auron, ya basta.

-¡Vegetta, que el cabrón hizo algo!

-¡NI LO TOQUÉ, AURON!- Fargan miró exasperado al nombrado, el cuál le miró con los ojos entrecerrados.

Lolito simplemente aprovechó para ir al desván a comer, dejando a los tres solos.

-Mirad, estamos cansados, confusos y con los nervios MUY a flor de piel- el azabache miró con seriedad a los dos, logrando que por fin se quedaran quietos-. Vais a dormir, despertar frescos como una lechuga y discutiremos lo de Alex tranquilamente, ¿entendido?

Auron se cruzó de brazos molesto, asintiendo mientras murmuraba cosas. Dio media vuelta, caminando sin decir nada hacia su habitación.

-Vegetta, eres mi nuevo dios.- Fargan sonrió agradecido mientras juntaba sus manos, ganándose una sonrisa orgullosa del nombrado.

-¿No lo era de antes?- el ojimorado se rió, caminando también a su dormitorio para dormir- Deberías dormir, Fargan.

-Voy, es que debo hacer una cosilla antes.

-Como quieras.

Vegetta se fue, dejando solo al mayor del grupo. Miró al cielo, suspirando mientras cerraba los ojos. Sonrió, volviendo a abrirlos para ahora dirigirse a su cuarto.

Todos acabaron por irse a dormir, ni recordaban si cenaron o no, realmente no les importaba. Las horas pasaron, valiosas horas de sueño que todos aprovecharon para dormir.

Todos menos Luzu.

Cerró con fuerza los ojos mientras se daba la vuelta en su cama, tapando sus oídos con sus manos para silenciar su mente. Quería que esa estúpida voz se callara, que dejara de burlarse de él y reírse todo el rato. No entendía el por qué le llamaba 'assassin blood', solo quería dormir.

Se sentó en su cama cuando vio que era imposible dormir en ese momento, levantándose para agarrar la antorcha que dejó encendida. Se miró al espejo, acomodando su capucha y ocultando su ojo izquierdo con su flequillo. No le gustaba mostrar su ojo marrón, prefería el rojo.

Abrió con cuidado la puerta de su habitación, agarrando con fuerza la antorcha mientras caminaba por la oscuridad del pasillo. Aguantaba la respiración a ratos, no le gustaba cuando estaba en medio de la oscuridad, la sensación de pánico que le invade. Finalmente llegó a su destino, el jardín donde estuvo hace apenas unas horas. Se sentó al lado de la zona de los cerdos, sonriendo al ver al cerco de pañuelo azul acercarse.

-Hola Manolo, ¿qué tal?- acarició con suavidad la cabeza del animal, el cuál soltó un ruidito de disfrute mientras pedía más mimos, haciendo reír al castaño-? Tranquilo, no me iré en un buen rato.

Se pasó los siguientes minutos acariciando al animal en completo silencio, empezando a sentirse relajado. Sin embargo, un ruido a su alrededor lo alerta, levantando con rapidez su antorcha para ver que estaba con él.

-Luzu, ¿qué tal tú por aquí?

-Fargan, bitch, no me des estos sustos- el menor suspiró, dejando la antorcha en el suelo-. Pensé que estarías durmiendo.

-Y lo estaba, pero tengo hambre, y pensé que no pasaba nada si robaba algo de comida de la despensa.

-Puedes intentarlo, yo no diré nada- el de máscara asintió, queriendo continuar su camino, pero la voz ajena le detuvo-. Oh, y Fargan, la próxima vez que vayas a mentirme, intenta al menos no mostrar la evidencia, o decirle que te muerda en un sitio donde no sea visible.

Luzu señaló la mordida que tenía el mayor cerca de su cadera, un poco más arriba de la túnica simple que se puso, enseñando su torso. Fargan empezó a reír, rascándose la nuca.

-Lo tendré en cuenta, es que es muy difícil tener control en nuestras noches carnales, es como un oso salvaje.- el mayor continuo su camino, dejando solo al menor.

Luzu suspiró, apoyando su frente en la valla de madera de la zona. Esa estúpida voz no se iba, estaba demasiado cansado para cualquier cosa, hasta para vivir. Cerró los ojos, empezando a tararear una canción que no sabía nada más allá que la letra y ritmo, pero le ayudaba a relajarse, ahora mismo necesitaba un poco de paz.

-Te he echado de menos... Todo este tiempo...- sonrió débilmente de manera inconsciente, sentía una extraña calidez en su pecho cada vez que la cantaba, como si fuera importante para él. A lo mejor por eso la recordaba- He pensado en tu sonrisa y en tu forma de caminar~.

Poco a poco la dichosa voz se esfumó, dejándole dormir por fin, aunque en un sitio y posición incómoda.

Eran las tres de la madrugada cuando todos se entregaron a brazos de Morfeo, disfrutando de la tranquilidad.

Quién diría que al día siguiente toda esa tranquilidad terminaría de un golpe.

















































Las palabras pueden dar más información de la que creéis.

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