27.
Después de ese día me volví como un niño recién ingresado a la primaria; absorbía información como si no hubiese un mañana. La diferencia es que no estaba aprendiendo letras o números, sino de la vida y la familia en general, pero mi materia favorita era «Aprender sobre la vida de Wonho» y nunca me cansaba de eso.
Al estar completamente en confianza con mi novio, me la pasaba como un niño preguntón queriendo saber todo sobre el, y así fue que me enteré de muchas cosas importantes que normalmente no saldrían fácil en una conversación aleatoria.
En primer lugar mencionar mi parte menos favorita... Wonho tenía tres ex-novias, que horrible. En realidad ninguna fue tan seria y duradera como lo fue la madre de su hijo, pero igualmente me picaba en el corazón una espinita de celos de saber que alguien más tuvo a mi hombre en sus brazos. Aunque claro, esas cosas prefería olvidarlas porque si yo mencionara mis noviazgos oficiales y los no-oficiales, el malo del cuento sería yo. Pero eso no era importante, lo verdaderamente lindo de eso es que yo fui el primer y̶ ̶c̶l̶a̶r̶a̶m̶e̶n̶t̶e̶ ̶e̶l̶ ̶ú̶l̶t̶i̶m̶o̶ hombre de su vida.
La segunda cosa que me llamó la atención fue saber acerca de su familia. Según sus relatos, su familia constaba de sus dos padres, una hermana mayor y él, quien nació inesperadamente cuando sus padres ya eran bastante mayores.
En una de nuestras salidas con su hijo a un restaurante me contó con tristeza que su padre había fallecido diez años antes, pero que al menos había vivido una larga vida y que después de quedar viuda, su madre se fue a vivir con su hermana al extranjero, y que pocas veces se veían.
Al parecer vivieron todos juntos hasta que su hermana se casó con un extranjero y se fue del país, más tarde ocurrió la muerte de su padre y su madre también se fue del país, entonces se quedó solo en ese lugar tratando de hacer una vida cuando conoció a la madre de su hijo, pero las cosas no habían salido tan bien y terminó siendo padre soltero.
Mientras escuchaba su historia, mi corazón se conmovió al imaginar lo duro que debió ser enfrentar todas las cosas por su cuenta, pero que aún así era capaz de mostrar una bella sonrisa para su hijo y para mí. Eso me hacía enamorarme cada vez más de él, y querer apoyarlo para ser la familia que él necesitaba, y el primer paso para lograrlo era tener una buena relación con su pequeña bestia.
Afortunadamente lo estaba logrando, poco a poco, pero al menos avanzaba.
Durante los últimos días había tratado de comprarle comida o juguetes para contentarlo además, de vez en cuando planificabamos algo así como citas familiares, y Wonho lo llevaba con nosotros para que se acostumbrara un poco a mi presencia. No es como si interactuaramos realmente, pero incluso yo estaba acostumbrandome a la presencia del niño y eso me daba ansiedad y me ponía feliz en partes iguales.
Y quien supo de mis logros fue claramente mi psicóloga. De hecho creo que a veces la mareaba con mis charlas cuando claudicaba entre la ansiedad y la felicidad, pero afortunadamente gracias a su ética y empatia, siempre supo qué decir, y sus consejos eran muy eficaces en mí.
Sentía que estaba creciendo personalmente y emocionalmente, Wonho ya se sentía como parte de mi familia y no podía negar lo mucho que me gustaba, por eso decidí dar el siguiente paso y presentarlo a mi padre oficialmente como mi novio, y también presentar a su hijo a mi familia. Entonces elegí el restaurante de un chef que era amigo de mi padre para poder organizar la cena familiar que tanto anhelaba, y mi papá no tuvo problemas con eso, al contrario, él estaba más tranquilo que yo.
—Hyungwon... —me llamó, tocando mi brazo para que me tranquilizara, pero no lo dejé terminar de hablar.
—No me pidas que deje de mover la pierna, porque no puedo. —me sinceré al conocer su petición antes de que me la dijera.
Él se echó a reír por mi afligida expresión mientras decía algo tan tonto como eso.
—¿Por qué estás tan nervioso? —preguntó entre risas, acariciando y apretando un poco mis hombros en busca de darme un poco de consuelo. —Él y yo ya nos conocemos, además ya te dije que me cae muy bien, lo apruebo y a su hijo también si eso te hace feliz. —susurró dando una palmadita en mi mejilla. —Y supongo que tampoco le desagrado, entonces ¿por qué tanta ansiedad? Cálmate.
Asentí, pero segundos después negué.
—Eso lo tengo claro, pero quiero algo más oficial. —comenté mirando hacia la calle desde el balcón del tercer piso de aquel lugar. —No es lo mismo que le digas a alguien que te gustaría casarte con él en el futuro, a proponerle matrimonio, hacer una ceremonia y casarte de verdad.
Mi padre alzó ambas cejas de asombro, y aunque no quisiera admitirlo, comprendía muy bien el motivo de su reacción: esa era la primera vez que la palabra matrimonio salía de mi boca sin hacer un comentario despectivo.
—Matrimonio... —repitió en voz baja. —Esto es increíble.
Suspiré frustrado al ver a mi papá tan sorprendido de repente.
—Papá, no voy a pedirle matrimonio. —contesté sin mirarlo. —Al menos no por ahora. Sólo estoy nervioso, no me hagas pensar en más cosas.
Una de las cosas que más amaba de mi progenitor era precisamente esa virtud de saber cuando darme mi espacio y cuando hacerme hablar, y en esa ocasión decidió guardar silencio y simplemente estar de pie a mi lado en el balcón del lugar mientras veíamos los autos ir y venir por la carretera principal y tomar los diferentes desvíos.
Wonho debía llegar pronto, aunque era probable que tardara un poco más porque dijo que tenía algunas cosas pendientes del trabajo, y no me quedaba más remedio que ser paciente y comprensivo con él en todos los aspectos.
—¿Quieres que le dé al chef nuestra orden? —cuestionó mi papá al verme estar pendiente de cada auto que pasaba. —Así no tendrían que esperar mucho tiempo para comer después de llegar.
Asentí en respuesta y él se fue sin preguntarme nada más, ya que sabía que yo estaba confiando plenamente en su delicado paladar y su buen gusto para impresionar a mi novio y a su hijo con una rica cena. Pero incluso si todo estaba bien y sabía que Wonho llegaría pronto, no podía dejar de sentirme ansioso.
Cuando mi papá volvió, seguía igual de ansioso que antes así que su mano fue a parar a mi espalda, dando suaves caricias que a lo largo de mi vida habían sido mi mayor anestesia en cualquier momento. Entonces volteé y miré su pacifico rostro intentando calmarme.
—¿Crees que no debí hacerlo? —pregunté sinceramente. —¿Debí haber esperado un poco más?
Él no respondió a ninguna de mis preguntas y simplemente miró hacia adelante sin dejar de acariciar mi espalda.
—¿No es esa su camioneta? —preguntó al notar como un auto estaba esperando cruzar la carretera principal para llegar al edificio en el que estabamos. —Incluso si estaba muy ocupado, se esfuerza tanto por ti como tú lo haces por él, no te sientas mal por querer disfrutar de estas cosas del corazón.
Miré el auto en la vía al cual le conocía hasta la última tuerca y sonreí levemente, sabiendo que mi papá tenía razón.
Estaba a punto de responder con un agradecimiento cuando el sonido de un auto descontrolado me alertó profundamente y sentí como mi sangre parecía helarse en mis venas cuando impactó contra la camioneta, lanzandola con violencia al carril contrario, mientras que el conductor negligente acabó estrellándose contra la baranda, perdiendo el control y volcando inmediatamente.
No pude escuchar nada después de eso, y aunque sentía que mis pies pesaban como plomo, corrí escaleras abajo sintiendo como si mi cuerpo flotaba sin fuerzas. Al salir del edificio vi que ya había un grupo enorme de personas tratando de ayudar en el proceso, y yo sólo corrí con el objetivo de ver que no había pasado nada de lo que me estaba imaginando.
Y mientras más corría, sentía que menos avanzaba sobre la carretera. Ni siquiera me había dado cuenta de la cantidad de lágrimas que me estaban mojando las mejillas.
Y sólo me detuve cuando escuché un grito desgarrador en medio del ruido.
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