26.
【🅴】 Capítulo Explícito
Esa noche cuando volví a casa me sentía un verdadero ganador, un campeón mundial o algo así. Y tan fuerte era el sentimiento que sentía el pecho hinchado mientras caminaba erguido de regreso al auto que dejé estacionado en frente.
Atrás de mi pude escuchar los calmados pasos de Wonho y aunque no lo admitiera en voz alta, deseaba poder tener el poder de leer mentes sólo para saber si estaba tan orgulloso de mí como yo lo estaba, pero cuando me detuve frente al auto y me di la vuelta para mirarlo, supe que no necesitaba tener superpoderes para saberlo.
La forma en la que me miraba, su dulce sonrisa sincera y agradecida, y la forma sutil en la que su mano buscó mi cuntura para atraerme hacia sus labios me lo hizo saber.
—Wonho, Do-Hyun... —susurré antes de que nuestros labios se juntaran, temiendo que el pequeño monstruo estuviera cerca y viera una imagen que sería difícil de olvidar.
—Lo llevé dormido a su habitación, ¿recuerdas? —contestó con el mismo volumen de voz que le hablé anteriormente. —Son pasadas las diez y generalmente se duerme a las nueve, es un milagro que haya podido aguantar una hora más, quizá estaba muy feliz hoy.
Se apoyó en mi auto y sus brazos envolvieron mi cintura para volver a apretarme hacia él, y esta vez besarme con éxito y con mucha suavidad.
Mis manos acunaron su cara a los pocos segundos de que el beso comenzó, y no sabía si era por la emoción del momento o porque de verdad sentía que necesitaba hacerlo, pero profundicé el beso sin importar que estuvieramos en la vía pública de un area residencial. No es como que hubieran personas a la vista, pero aún así podría considerarse inapropiado, sobretodo porque yo no me quería conformar con besos.
—Cariño... —me susurró entre el beso cuando se dio cuenta que sus manos ya habían bajado a zona restringida y que las mías estaban buscando tocar deliberadamente la piel de debajo de su camisa. —Estamos afuera. —soltó con una risita. —No deberíamos perder la cordura.
Suspiré un poco frustrado, apoyando mi frente contra su hombro y me quedé así mientras regulaba mi respiración.
—No es justo... —me quejé.
Entonces me separé de él y abrí la puerta trasera del auto para tomar asiento ya que estaba un poco cansado, y también un poco frustrado de no poder ventilar mis necesidades sexuales.
Él me miró y soltó una risita, rodeando el auto para ingresar por la otra puerta trasera, sorprendiéndome.
—¿Te sientes estresado por lo de hoy? —preguntó sin mirarme. —¿Fue demasiado para ti?
Mi corazón se agitó inmediatamente y negué. No estaba para nada estresado por su hijo, al contrario, me sentía victorioso de haber podido cumplir con lo prometido sin agobiarme a mi mismo.
—Claro que no, es sólo cansancio. —respondí cerrando la puerta y acostandome boca arriba en el asiento para reposar mi cabeza en sus piernas. —Y un poco de... Frustración. —dije sin añadir la parte sexual.
Wonho sonrió y acarició mi cabello con suavidad antes de besarme de nuevo y muy despacio.
Lo abracé por el cuello creyendo que era el último beso de consuelo para mí, pero inesperadamente su lengua rozó mis labios solicitando una entrada quw no estuve dispuesto a negarle, y al mismo tiempo su fría mano se posó sobre mi abdomen, levantando la tela de mi camisa muy despacio, provocandome un poco de escalofríos y un gemido lastimero.
Con habilidad esa misma mano que me había acariciado, empezó a aflojar el cinturón con una lentitud tortuosa. Después quitó el botón de mi pantalón, bajó el cierre y finalmente me acarició por encima de la tela de la única prenda que me quedaba.
Entre sus caricias y el profundo beso que no se había detenido, yo ya estaba hecho un manojo de calor, gemidos y deseo, sólo anhelando más intimidad. Así que mientras él se dedicaba a acariciarme con su mano, aproveché mi posición y también lo sorprendí despojandolo de su cinturón, y liberando su deseo para atraerlo hacia mi boca.
Wonho estuvo cerca de detenerme, pero fui más rápido y no dudé en hacerlo tan pronto como pude.
En realidad no sabía si era bueno en eso o no, pero había estudiado y practicado lo suficiente del tema en mi habitación en los últimos días para poder cumplir esa fantasía tan pronto como pudiera, y a juzgar por la expresión de mi chico, parecía que no lo estaba haciendo tan mal.
No había más sonidos en el auto que unos leves gemidos, jadeos y humedad, no hubo más palabras de por medio. De mi parte porque mi boca se mantenía ocupada, pero por la suya era porque seguramente no sabía qué decir y sólo se concentró en tocarme en los puntos justos, acompañando con caricias en mi pecho y abdomen que hacían sobresaltarme cada tanto.
A esas alturas mi bonita camisa de botones ya había sido totalmente abierta, y cuando lo vi fruncir el ceño apresuré el movimiento de mi lengua sintiendo que con tal estimulacion tampoco podría soportar más, y mi mandíbula ya estaba doliendo también.
Inmediatamente después de que su cuerpo se contrajo por la sensación abrumadora del orgasmo, empujó mi rostro hacia atrás sin darme la oportunidad de poner resistencia, y el liquido viscoso y caliente aterrizó en mi mejilla, chorreando hacia mis comisuras y mi cuello, pero tampoco tuve tiempo a reaccionar cuando mi propio líquido cayó con intensidad sobre mi propio abdomen.
Debido a la pobre iluminación de las farolas de la calle, poco pude ver de su expresion complacida pero no dudé en lo mucho que lo había disfrutado, ya que su pecho estaba subiendo y bajando con la misma rapidez que el mío.
—Qué desastre... —susurró viendo mi rostro y mi cuello manchados con su fluido. —Discúlpame, yo... N-no era mi intención. —soltó un suspiro de vergüenza. —¿Hay alguna servilleta o algo?
Solté una risita por lo bajo al ver su frustración por algo tan trivial. En realidad si no me hubiera apartado, no habría tenido problema en recibirlo.
—La mochila está en el asiento, siempre llevo toallitas conmigo. —le informé. —Soy muy de derramar cosas sobre mi ropa, así que es costumbre. —dije entre risitas intentando levantarme.
—Quédate ahí. —me susurró poniendo su mano en mi pecho para impedir que me levantara. —No quiero que caiga sobre el asiento y haga más desastre.
Me reí sin poder evitarlo porque su preocupación era genuina, pero a mí no me importaba nada del entorno, yo estaba feliz de haber podido compartir un momento tan lindo con él, incluso si tuviera que sacrificar mi coche, no me arrepentiría.
Wonho buscó en la bolsa que le indiqué, pero como todo estaba oscuro y sólo había una leve iluminación de las farolas de la calle, le costó encontrar las cosas, hasta que sacó algo y lo puso cerca de la ventana para ver mejor lo que era, pero mi sonrisa se borró al ver la caja de sus manos.
Él agitó la caja para confirmar su contenido y cuando escuchó el ruido de adentro soltó una carcajada.
—Toallas, ¿y también condones? —preguntó poniendo la caja frente a mi cara. —Te preparaste para mucho más que una cena, ¿eh? Chico travieso.
Mi cara ardía de vergüenza por sus palabras y él lo sabía, por eso no siguió molestandome y en cambio se dedicó a limpiar mi cuerpo y mi cara con las toallas húmedas. Su toque era gentil y sonrisa no se borraba de su rostro, pero yo seguía igual de avergonzado así que arregló con paciencia mi rooa, después la suya y sin que me lo esperara, él dejó una lluvia de besos sobre mi rostro, para finalmente abrazarme con fuerza.
Ambos sabíamos que era momento de despedirse, así que me quedé en sus brazos en silencio por mucho rato y después de una corta despedida verbal, me fui directo a mi casa pero mi mente solo estaba llena de un pensamiento...
—¡Maldito viejo desgraciado! —grité golpeando el volante. —¡Incluso sin estar presente me avergüenzas! ¡Ah!
Ese día era un desastre.
Es día era muy feliz.
Mini Extra
El señor Chae yacía sobre su cama leyendo el periódico mientras esperaba a su esposa para irse a dormir, cuando de repente...
—¡Achú! —un fuerte estornudo llegó.
Era extraño, él nunca fue de los que estornudaran por cualquier cosa, ¿acaso había alguien que estaba hablando de él o se trataba de una alergia extraña?
—¡Achú, achú, achú! —volvió a estornudar todavía con mas intensidad.
¡Eso definitivamente era una alergia muy fuerte o alguien maldiciendolo!
Pero, ¿quién podría ser?
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