XXV. ☆ Cambio de humores ☆


Zarandeé a Marco con suavidad hasta que despertó. Esta vez de inmediato prendió su lamparita y me miró con su sonrisa encantadora puesta.

—¿Cómo es posible que te sueñe tan perfecta?

Me encantaba su manera de saludarme; esa frase definitivamente era mejor que un hola, Karma.

—Puede ser solo la perspectiva que tienes de mí.

—Salir contigo ayer ha subido mucho la buena percepción que tengo de ti —admitió—. Te confieso que tenía una muy pequeña esperanza de que pasando tiempo a solas contigo no me gustaras tanto, pero fue al contrario y ahora sí estoy muy atontado... más que antes.

—¿Por qué querías que no te gustara?

—No lo quería. Tenía la esperanza porque no sé qué tan bueno sea que me estés enamorando tanto, entonces me dije "bueno, un par de defectos no estarían mal", pero nada, no los hallé. Necesito que me digas todo pronto porque... te quiero ya a mi lado.

Pensé en lo que había dicho Ray sobre que él no me tenía tan inocente en su mente y entonces lo que Marco decía ahora, para mí, tenía un nuevo significado. Me deseaba. Me deseaba tanto que le costaba no tocarme físicamente y por eso en parte era su urgencia. No digo que totalmente porque sería injusto con él, pero seguro que estaba tan ansioso como yo. Sacudí la cabeza cuando algunas imágenes me saltaron a la mente. No, en ese sueño no iba a meter la pata.

—Ya te dije algo: que hago trucos de magia.

—¡Fue impresionante! —admitió. Yo me había sentado en la pequeña silla del escritorio y él estaba cruzado de piernas sobre la cama, solo vestido con su pantalón—. Fue una ilusión genial.

—Fue magia.

—Sí, claro. No importa, brujita de estrellas, lo que haya sido, me encantó.

El que usara ese nuevo apodo me derritió por dentro, dicho de su voz sonaba tan dulce, tan sincero y tan único.

—Traje dados —anuncié, sacándolos de mi bolsillo—. Dados conversacionales.

—Dios, no puedo creer que sueño contigo y con dados conversacionales. Creo que ese es otro nivel de nerd. Y no cuenta, lo que me digas acá todo es sacado de mi imaginación.

—Quizás, pero yo sí te quiero conocer más.

—Tampoco funciona así, no eres real.

—Vamos, dame el gusto. Si no, deberé irme porque no sé qué más hacer contigo acá.

Me dio una mirada tan intencionadamente traviesa que me hizo alborotar todo por dentro; era un tonto, pero un tonto que me enloquecía.

—Bien, señorita Karma "no sé qué hacer a solas con un hombre que me gusta", vamos a jugar entonces.

Marco se bajó de la cama, encendió la luz para luego sentarse en el suelo y pedirme que me sentara frente a él. Me causó un poco de dilema ver su habitación con la luz encendida porque lo hizo más real para mí, tuve que repetirme que era su sueño varias veces para tenerlo muy presente y no equivocarme.

—Vas primero porque es tu sueño —dije, pasándole los dados.

—Tema: antiguos amores. —Marco lanzó los dados y cayeron dos caras de un seis, pero como no me apetecía hablar sobre mi antiguo amor, hice trampa, haciendo que un dado se moviera hacia otra cara, dándole ahora un seis y un dos—. Ni en mi sueño triunfo, qué triste.

—Ahora debes decírmelo. 

—A ver... mi última ex se llama Linda. La conocí en su preparatoria cuando fuimos a jugar con el equipo. Tuve varias citas con ella, nos hicimos novios al mes, estuvimos juntos cuatro meses en total y terminamos porque... bueno, no era destinado a ser y ya.

—¿Crees en los amores destinados?

—Sí.

—¿Y qué crees respecto a mí?

—Que estás destinada a estar conmigo y que será mi relación más intensa de todas. Aunque te admito que me dejaste pensando cuando me dijiste que tú no eres sinónimo de permanente. Le he dado muchas vueltas a ese tema.

—¿Y qué piensas? Si te pido aceptar eso, ¿lo harías?

El tema había entrado más rápido de lo que creí a terreno peligroso y mi corazón se aceleró de nervios. El suyo en cambio estaba calmado y seguro, pues era su mundo y en su mundo él mandaba, al menos tenía esa ilusión y le servía para estar calmado.

—A ciegas no. Necesito que me cuentes los motivos, porque mis teorías no me gustan.

—Dime tus teorías.

—La más trágica es que tienes una enfermedad mortal y que por eso no serás permanente, pero te ves muy sana para eso. También he pensado que Raymond es una especie de persona importante y temida de la delincuencia que te ha comprado de tu familia y que te maneja a su antojo, entonces por eso siempre te recoge de donde estés, porque te tiene controlada.

Ambos echamos a reír al tiempo, yo especialmente porque sus teorías eran muy dramáticas y ficticias... aunque la de Ray era algo medio paralelo a la realidad.

—No estoy muriendo... ni Ray es delincuente.

—Eso espero. Tu turno.

Me tendió los dados y cuando estiré la mano para tomarlos, con su índice acarició un segundo el dorso de mi mano. Actuó como si no se diera cuenta, pero sé que lo hizo a propósito.

—Tema: ¿en tu imaginación realmente nunca nos hemos besado como me dijiste la vez pasada? —El juego realmente no era para preguntas tan puntuales, pero yo estaba segura de que sacaría el marcador correcto así que me arriesgué. Marco se enserió y vio como los dados rodaban hasta dar dos caras iguales de un cuatro—. Honestidad, Marco. 

—Aquella vez te hablé de mis sueños, no de mi imaginación. Y no, en mis sueños jamás nos hemos besado.

—¿Y en tu imaginación?

Clavó sus ojos en los míos y de forma inconsciente se relamió el labio inferior, llevando sin querer mi vista a esa zona. A consciencia me alejé un poco más, sentándome más cerca de la pared para repetirme mentalmente no voy a meter la pata hoy hasta creérmelo.

—En mi imaginación sí, muchas veces. En Midwest, junto a tu bici, junto a tu casillero, en la cafetería, en el salón de artes luego de que la maestra se va, acá en mi habitación, en el sofá de abajo, en mi cocina, básicamente siempre y en todo momento. El besarte se ha vuelto un deseo y una intriga muy grande. Te culpo a ti —Me sonrió de lado—, si no fueras tan encantadora no desearía besarte a cada bendito segundo.

La garganta se me cerró cuando traje a mi mente la imagen del futuro que había visto tantas veces, ese beso apasionado que aún no había ocurrido, pero que lograba hacerme volar la imaginación sobre el momento en que pasara. Creo que más que el deseo, era la idealización que ya tenía en mi mente de cómo sería eso. El corazón de Marco ahora sí se aceleró y eso no me ayudaba en absoluto.

—De acuerdo, tu turno —dije, deseosa de desviar mis pensamientos—. Y deja de mirarme así.

—En mi sueño no deberías regañarme.

—¿Cómo que no? Lo haré siempre que me mires así.

—No te estoy mirando extraño.

—Claro que sí. Estando despierto no me comerías con la mirada.

—Si me dieras luz verde no lo haría solo con la mirada.

—¡Maldita sea, Marco! —refunfuñé, levantándome del suelo, alejándome de él a regañadientes porque no iba a meter la pata, no, no y no—. Esto así no funciona, vuelve a la cama y sigue durmiendo.

Marco se puso de pie a la misma velocidad, pero en lugar de volver a la cama, se acercó a mí, puliendo el gesto dulce que ya le conocía.

—Ya, lo siento.

—No, no es cierto. Tú eres sorprendentemente atrevido cuando estoy acá y... ¿eres así con tus novias o solo lo haces en tus sueños?

No sé de dónde me salió la pregunta, pero resultó ser una curiosidad de la que tenía muchas ganas por saber.

—Soy así con mis novias... aunque contigo no sé si lo sería.

—¿Por qué?

—Porque cada vez que intento acercarme tú me das un límite, entonces ser así de lanzado no me serviría contigo. Pensarías lo peor de mí.

Hubo un cambio en mí luego de que dijo eso. Lo atribuí principalmente a la molestia que me causaba pensar que con sus antiguas novias era así, pero que conmigo no lo sería, y si decía que el motivo era los límites que yo le ponía, mi mente razonó tontamente que debía quitarle ya esos límites. Pero con ya pensaba en el presente... con él despierto. 

Tuve la urgencia de irme ya de ahí, y tal fue la necesidad que ni siquiera me tomé la molestia de poner a Marco a dormir, solo abrí su ventana y salí para lanzarme al jardín donde Ray me esperaba, luego echamos a caminar hacia la moto.

—Wow, wow, ¿eres consciente de que Marco nos está mirando? —dijo apuradamente, preocupado.

—Sigue creyendo que sueña, ¿qué más da?

—Pero si ahora no puede dormir, amanecerá y él seguirá despierto.

—¡Solo no te preocupes por eso! —exploté, subiéndome a la moto. Desde la ventana de Marco que era lateral de la casa, dudo mucho que pudiera vernos bien—. Vámonos.

Ray pareció querer objetar, pero no lo hizo y arrancó sin preguntar más.

☆☆☆☆☆

Ya que mi bici estaba en Midwest, el lunes le pedí a Ray que me llevara porque odiaba tomar la tonta ruta 6. Eso le alteraba un poco el horario, pero accedió, levantándose más temprano y llegando a mi casa con puntualidad.

Cuando ya solo quedaban dos calles para llegar, vi a Marco que iba caminando con dirección a Midwest, llevaba las manos en sus bolsillos y andaba a paso relativamente rápido. Noté que traía audífonos puestos así que no me escuchaba, pero le pedí a Ray detenerse.

—Mil gracias por traerme —dije, dándole el casco—. Te debo otra.

—Cuando quieras. —Ray miró a Marco que iba varios pasos adelante, sin habernos visto—. Suerte.

Le dejé un fugaz beso en la mejilla y troté hasta tocarle el hombro a Marco. Cuando me vio, se quitó los audífonos y me sonrió sin detenerse.

—Creí que tomabas la ruta todos los días —exclamé a modo de saludo.

Marco se encogió de hombros.

—Hoy me apetecía caminar. ¿Cómo estás, Karma?

—Muy bien. Oye... pensé que quizás podríamos hacer algo hoy al salir de clases.

La sonrisa que yo esperaba, no apareció. A cambio de eso hubo en su gesto una negativa incomodidad y de inmediato me puse en alerta. Marco volvió a meter las manos en sus bolsillos y se mordió la mejilla, dubitativo.

—No creo que sea buena idea... no hoy.

—Oh, ¿ya tienes planes?

—No... —admitió—. Karma, no me malentiendas, pero creo que por ahora no es conveniente que salgamos... solos.

Quedé sorprendida con sus palabras dada la forma en que habíamos quedado el viernes luego de nuestra salida. El Marco que se despidió de mí frente al centro comercial era otro del que me saludaba ahí. Quise tener un poco de dignidad y decirle que estaba bien, pero tenía la necesidad de preguntar y saber el motivo.

—¿Por? ¿Hice algo que te molestó?

¿Dignidad?, ¿qué es eso?

—No, claro que no. —Marco desvió la mirada hacia el lado opuesto donde yo iba caminando a su lado; estaba incómodo—. Es solo... ay, Dios, no te lo puedo decir, ¿de acuerdo? Pero tengo la mente algo revuelta y creo que necesito espacio para ordenarla de nuevo. Perdóname, lo siento mucho. Esto no es porque dejes de gustarme... creo que es al contrario, pero... discúlpame, ¿sí? Deja que aclare mis ideas y ya podré... o podremos... no sé. Pero dame tiempo...

Tuve la sensación de que me encogía en mi lugar por el peso de sus palabras. En ese preciso instante no le hallé lógica a sus palabras, yo solo escuché "quiero espacio" y sentí que lo que yo creía que habíamos avanzado, se había perdido. Estuve más tentada que nunca de obligarlo a decirme el verdadero motivo, pero me abstuve con demasiada voluntad.

—De acuerdo —musité finalmente—. El tiempo que quieras.

Llegamos a Midwest y eso nos sirvió a ambos para ahorrarnos más camino de silencio incómodo. Continuamos juntos hacia los salones, pero el momento ya era muy incómodo. Antes de que se alejara, le di el chocolate de alien de cada día, pero esta vez no hubo malvavisco de vuelta.

Ni siquiera una mirada, solo agradeció y se fue, haciendo que me quedara las dos primeras horas de clase completas pensando a qué se debía su cambio.

☆☆☆☆☆

Karma en plan "por un demonio, lo que faltaba" xdxd

¿Qué les ha parecido el capítulo? <3


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