X. ☆ La banderita blanca ☆


La tensión de Gris ante Karma cada día aumentaba y yo empezaba a sentirme mal por eso. En la mente de Gris yo estaba siendo de algún modo manipulado por quien ahora ella sabía era una bruja —y de las malas, dada la impresión que Karma dio—, y poniéndome un momento en sus zapatos pude ver lo inquietante que podía resultar pensar que tu mejor amigo estaba en peligro, por eso más de dos semanas después de que Karma les confesara todo, le pedí que me permitiera contarle a Gris la verdad, asegurándole que en ella podía confiar más que en nadie en el mundo.

Karma blanqueó los ojos cuando se lo pedí, más que nada porque le divertía ver el miedo en los ojos de Diego —y admito que a mí también— pero comprendía el motivo de que yo me preocupase, así que finalmente accedió... por dentro yo quería saltar de alivio porque compartir con Gris que estaba enamorado me resultaba emocionante; pocas veces le ocultaba algo y este "algo" era gran cosa para mí.

Ese viernes le pedí a Gris que fuera conmigo a mi casa luego de clases y no objetó, desde que sabía lo de Karma se mantenía entre distante y muy protectora así que supongo que le sentó bien que le propusiera un par de horas sin ella y sin su novio. Era como un buen respiro de sus preocupaciones.

—Siento que hace una eternidad no pasaba tiempo contigo —me dijo, sentándose en el sillón de mi sala y adueñándose del control del televisor—. Cada día pasas más tiempo con Karma.

—Podría ser también tiempo contigo si no te fueras cada vez que ella llega.

—Se iría ella entonces —resolvió—, creo que si en algo estamos de acuerdo es en la no amabilidad mutua.

—Si te dieras el tiempo de conocerla...

—No es buena idea. —Gris desvió la mirada, chasqueó la lengua como si le incomodara el tema y luego prosiguió en tono más bajo—. Sigue dañando tu energía.

No recordaba que Gris me había dicho una vez que Karma me afectaba negativamente hasta ese momento y también recordé que dadas como se dieron las cosas, esa cuestión había quedado sin resolverse. Karma tenía curiosidad, yo lo sabía, pero lo había dejado pasar al ver imposible una tregua.

—¿Cómo es eso? Lo de las energías... no lo entiendo muy bien.

—Solo... has de cuenta que todas las personas tienen escrito en la frente su estado de humor interno. Yo puedo leer ese letrero, los demás no. No sé cómo más explicarlo.

—¿Y qué te dice mi frente?

Gris ni siquiera me volteó a mirar al responder:

—Que Karma te ha contagiado su oscuridad.

—¿Pero a qué te refieres con "oscuridad"? Ella no es mala...

—Eso dices tú.

Reflexioné que posiblemente en su cabeza el motivo era su naturaleza, a ella debía encajarle muy bien que alguien tan malvado como Karma tuviera un aura oscura... aunque yo ya sabía que no era por eso.

—Yo lo sé —dije. Gris se encogió de hombros, no dispuesta a seguirme la corriente, pero tampoco a rebatir; me escuché a mí mismo y me di cuenta de que no me expliqué bien, así que añadí—. Sobre Karma y su... su magia. Yo lo sé.

De inmediato su mirada llegó a la mía, primero, incrédula, luego, ¿indignada?

—¿Qué?, ¿lo sabes?

—Sí. Y por eso sé que no es mala.

—¿Hace cuánto lo sabes?

No podía hacer quedar mal a Karma, así que mentí un poco:

—Hace unos días me lo contó.

—¿Y también te contó que fue su culpa que Diego y yo hubiéramos discutido la vez pasada?, ¿que manipuló mi mente a su antojo y que luego manipuló a Diego como si fuera un muñeco?

Y ahí estaba su indignación firme y fuerte junto con el tono elevado de su voz.

—Sí, me lo contó. Y se siente mal al respecto...

—¡Por favor! No le interesa nada. ¿Y cómo es posible que sabiéndolo sigas siendo su amigo?, ¿no te das cuenta de lo que puede llegar a hacer? ¡Nos amenazó de que no podíamos decirle a nadie!

—Le gusta mantener su secreto, no puedes culparla, señorita empática.

—No me compares con ella. Yo jamás manipularía a nadie si pudiera. Su energía mágica se te está contagiando, te estás pudriendo por dentro y nada te importa, Marco. Tú y tu necesidad de no "juzgar" a los demás incluso cuando tienes las acusaciones y pruebas en las narices. Ahora que lo sabes deberías alejarte de ella.

—No me estoy pudriendo por dentro, Gris. Sigo siendo el mismo, no me siento diferente en mal sentido.

—Entonces explícame por qué te siento así. Diego y yo ya le hemos dado vueltas y vueltas al tema, pero seguimos sin más teorías además de la certeza de que es por su brujería. Lo que seguimos sin entender es por qué te afecta; ella también pasa un montón de tiempo con Beth, pero ella está normal. Algo te debe estar haciendo a ti específicamente, por eso me preocupa tanto.

Me pareció que ese momento de la conversación no era el idóneo para soltarle que quizás se debiera a que me había enamorado de ella (que en realidad era solo otra teoría tonta y sin fundamento que yo me había hecho), así que intenté irme por otra rama.

—¿Jamás has sentido una energía similar?, ¿o nunca has visto que dos energías se mezclen sin motivos malvados?

Gris seguía con su ceño fruncido, creo que su primera opción de respuesta era resoplar y dejarme hablando solo, pero mis preguntas la dejaron pensando un momento. Se cruzó de brazos con la atención puesta en el televisor.

—Similar no... no del todo. En Midwest somos puros adolescentes, nuestras emociones son todas inestables así que un día puede que haya felicidad, pero al otro no, eso es normal. Cuando una persona tiene un día de esos terribles o está pasando gran tristeza o rabia, su energía es opaca. Ni de lejos es como la de Karma; las de personas normales llega a lo mucho a ser gris oscuro, la de ella es negro profundo, además con Karma no es solo un día de oscuridad, es siempre.

—Pero dices que eso ha mejorado.

—Pues sí. La suya ha pasado a ser gris oscuro, pero la tuya ha pasado de un blanco brillante a ese mismo gris oscuro. Es como si se hubieran juntado las dos energías y luego se repartieron en partes iguales, ella debe estar haciendo algo para que eso pase y tú solo no lo notas.

Decidí omitir ese último comentario.

—¿Y eso lo has visto antes?, ¿que las energías semezclen? 

—No para mal.

—¿Pero sí para bien?

—Bueno... no. Solo se mezclan, se nivelan. Lo he sentido con Denny y con Gabriel. Cada uno tiene una energía diferente, especialmente cuando están lejos uno del otro, pero cuando se juntan es difícil decir cuál es la energía de quién.

El corazón se me aceleró con esa nueva información; Denny era el hermano de Diego y Gabriel su novio, era de suponer a primer intento que el hecho de ser pareja era lo que los mezclaba y de ese modo también se explicaba mi energía y la de Karma. Aún quedaba resolver por qué la oscuridad de ella y la brillantez de la mía, pero esto era un avance.

—¿Y te pasa a ti con Diego?

Gris se encogió de hombros.

—Puede que sí. La madre de Diego es empática de cierta manera y cuando la conocí ella sospechó que Diego y yo teníamos algo incluso cuando en aquel entonces solo éramos amigos. Nunca se lo he preguntado, pero pudo ser que nuestras energías se mezclaban.

—¿Ha pasado con más personas que conozcas?

Gris se lo pensó un momento con seriedad. Mi intención con tantas preguntas era llevarla a la conclusión correcta de mi relación con Karma, ya era el momento idóneo de la conversación, pero quería que ella misma lo dijera, de ese modo me creería más pronto.

—Ocasionalmente cuando hay una pareja cerca parece que entre los dos solo emana una energía. Nunca lo había pensado, la verdad. Las mezclas de energía se me hacían de lo más normales hasta que Karma llegó con la suya a joder la tuya. De todas formas, sigue siendo un misterio por qué es solo contigo, no pasa con el resto de sus amigos. Al menos no con los de Midwest.

—Bueno, pero según lo que acabas de decir no pasa con amigos. Es decir, Gabriel y Denny, tú y Diego, parejas al azar...

—Sí, pero tú y Karma... —Se calló de repente, entrando en lógica. Me observó interrogante y me limité a aplanar los labios, sintiéndome incómodo. Gris lo entendió—. Oh, por Dios, Karma te ha manipulado para que...

Bien, no lo entendió.

—No —interrumpí antes de que su mente volara más lejos—. Karma no me ha manipulado.

—Tiene sentido, si ella...

—¡Que no! —exclamé más fuerte pues la expresión de Gris indicaba que ya se había hecho mil ideas erróneas en la cabeza. La miré hasta que me devolvió el gesto—. Escucha, Gris, Karma no me ha manipulado, no me ha lavado el cerebro, no me ha ocultado nada sobre lo que es. Por motivos que no te voy a contar tuve que mantenerlo en secreto, pero hoy te lo cuento: he estado... saliendo con Karma por varias semanas.

Gris se quedó helada por varios minutos como si tuviera que reconsiderar absolutamente todo lo que le había dicho en los últimos meses. No tenía gesto de estar molesta o decepcionada, más bien parecía que se felicitaba a sí misma por sus correctas sospechas pese a que eran negativas según su perspectiva. Guardó silencio por demasiado rato y me vi obligado a llenar ese vacío:

—Te lo quise contar porque Karma me dijo cómo había sido el encuentro entre ustedes en tu casa y creí que estabas preocupándote por mí, te veía algo angustiada.

—¡Claro que estoy angustiada! —explotó—. He pensado por días que Karma manipula tu mente para que seas tan amable con ella y me he sentido impotente de no poder hacer nada al respecto. Y ahora resulta que sí le ha funcionado porque tú...

—No le "ha funcionado" nada, Gris. Sácate eso de la cabeza. Karma no es mala, Karma no me hiere, Karma no ha embrujado a nadie. Si manipuló a Diego esa vez fue para hacer que te creyera sobre que no lo habías engañado, no porque quisiera, lo hizo por ti y porque eres mi mejor amiga. —Odiaba no poder mencionar que la culpa de todo era del estúpido de Ray, pero desafortunadamente eso debía seguir siendo un secreto—. Karma es amable, es dulce, bondadosa, tiene un corazón enorme y es mucho más accesible de lo que parece. No hay una pizca de maldad en ella, es valiente, fuerte, es mucho más de lo que alguna vez he soñado, es preciosa por dentro y por fuera... —Mi tono se apagó cuando en mi mente lo siguiente a decir era "y algún día se irá".

Me dolió pensarlo y preferí no decirlo. Olvidé por unos segundos que estaba acompañado así que cuando Gris me respondió, me tomó por sorpresa:

—Te enamoraste de ella —musitó, con el tono que usaría si estuviera descubriendo la peor de las tragedias de mi vida—. Te has enamorado de Karma. Hablas de ella y... y lo sé, lo siento de ti.

Su mirada acusadora me hizo agachar el mentón, preguntándome si contarle había sido buena idea.

—Y ella se enamoró de mí.

Lo dije como un niño que busca una justificación por sus actos porque la mirada de Gris me hacía sentir regañado... luego me erguí porque por más que fuera Gris no iba a dejar que me hiciera sentir mal o culpable por lo que más felicidad me daba en el mundo.

—Pero... ella no...

No te conviene, iba a decir. O no es buena. O alguna otra cosa en su contra. Blanqueé los ojos, viendo entonces a Gris como causa perdida con respecto a Karma; siempre le había admirado su capacidad de no juzgar y de ser amable con todos, pero de algún modo se había metido en el corazón una espina con el nombre de Karma y empecé a temer que nada fuera a sacársela, ni siquiera mis palabras.

—No me des razones para no quererla o para no estar a su lado —advertí— porque no voy a escuchar ninguna. Eres mi mejor amiga y quise decirte esto, además de para quitarte la preocupación, porque es importante para mí. Amo a Karma como no creí que pudiera amar a alguien, al menos no hasta dentro de unos diez años cuando tuviera más seriedad en la vida. Es algo que sé que entiendes porque sé que amas mucho a Diego así que no eres ajena al tema de amar a esta edad, pero te respeto si no quieres escuchar más al respecto. No te agrada Karma y por lo que veo eso no cambiará, no importa, Gris, de verdad lo acepto, pero entiéndeme tú a mí y respétame eso.

Gris chasqueó la lengua, luego se miró las uñas con aparente despreocupación. Sus mejillas se tiñeron por un momento de rojo, no supe si de rabia, impotencia o vergüenza, pero yo me sentía tranquilo con lo dicho, solo esperaba que ella lo tomara bien o al menos, no lo dañara con su negatividad.

—De acuerdo —susurró luego de un rato.

No estuve muy seguro sobre con qué "estaba de acuerdo" pero, ya que ella no quiso dar más explicaciones, me pareció forzado pedirle más. No supe en ese momento si quería no saber nada de lo mío con Karma o si quería que le contara, pero no me importó mucho, al menos no estaba enojada ni yo me enojé tampoco, y ya me había sacado el secreto del pecho. Eso era victoria. 

—¿Quieres helado? —pregunté, cambiando el tema—. Mi padre compró ayer una tarrina.

—¿Es de...?

—Fresa, tu favorito.

—Entonces sí.

Nos levantamos para caminar hacia la cocina; era evidente que una tensión diminuta pero palpable se había colado entre nosotros, pero tomar un poco de helado quizás era lo que necesitábamos. En silencio saqué el helado, Gris buscó ella misma dos platos y la cuchara redonda de helado. Mientras le servía una porción, y sin mirarme, preguntó:

—¿De verdad estás enamorado?

No dejé mi labor para contestar:

—Sí.

Gris asintió.

—¿Y realmente te hace feliz?

—Más que nada.

No preguntó nada más ni asintió ni negó ni pareció incómoda con la cuestión. No insistí y regresamos a la sala con el helado; el resto de la tarde pasó sin contratiempos, el tema se cambió, la conversación regresó, vimos dos películas más entre risas e incluso dio la impresión de que ni siquiera habíamos hablado de Karma.

 ☆☆☆☆☆

El lunes siguiente entré con Beth a la cafetería y llegamos hasta la mesa donde Karma nos esperaba. Nos sonrió a modo de saludo y siguió comiéndose su manzana.

—¿Ya tienen planes para las vacaciones? —nos preguntó Beth. Sin que llegásemos a responder, ella nos contó los suyos—: A mí Ramón me invitó a casa de su abuelita por una semana y mi mamá me dio permiso porque se lleva bien con la suya. ¡Nuestro primer viaje juntos! Puede parecer nada, pero para mí es importante.

Sus soñadores ojos resultaban un curioso contraste con la serenidad de siempre.

—No me parece "nada" —dijo Karma—. No vas de viaje con cualquier persona, así que sí es importante.

Beth la miró con un cariño infinito por seguirle la corriente.

—¿Y ustedes? —Karma me miró de reojo; Beth añadió—: Cada uno, me refiero, ¿qué harán en vacaciones?

Solo quedaban dos semanas antes de que el primer semestre terminara para dar paso a las tres semanas de receso. A mí no me agradaba mucho la idea de las vacaciones ese año porque la mayor parte del tiempo que compartía con Karma era gracias a que estábamos estudiando en el mismo lugar, y dudaba mucho que durante las vacaciones Ray pudiera cubrirla tanto como para que ella estuviera en mi casa cada día.

—No tengo planes de momento —dije—. Usualmente visito a mi madre o trabajo medio tiempo, pero no hay nada planeado aún.

—Yo no hago nada destacable en vacaciones —comentó Karma, luego ladeó la mirada hasta mí y me sonrió de lado—. Lo que significa que tengo mucho tiempo libre y que haré que Ray sea mi aliado para que esas semanas no sean tan aburridas.

Los ojos de Karma y los míos se enlazaron con la mesa en medio, no desvié la mirada como se hace por cortesía y ella no lo hizo tampoco. Me sonrió con los labios apretados y si pensaba lo mismo que yo, estaba considerando las tres semanas de vacaciones como tiempo para estar juntos y la mera perspectiva era emocionante. De reojo notaba que Beth nos miraba a ella y luego a mí cada par de segundos, incluso perdí la cuenta del tiempo que no dejé de ver a mi Karma hasta que la voz de Beth se hizo paso entre nosotros:

—Ustedes no son muy buenos disimulando que se comen cada que pueden, ¿saben?

Karma la malmiró estando a su lado, pero ella solo soltó una carcajada. Yo iba a lanzar un comentario posiblemente ofensivo, pero sentí a alguien sentarse a mi lado, frente a Beth. Ladeé la mirada y vi a Gris dispuesta a acompañarnos sin aparente malicia.

A todos en la mesa nos tomó por sorpresa, pero creo que más aún a Karma que por reflejo le frunció la frente. La espalda de Gris estaba recta, tensa, pero en su rostro estaba la amabilidad de siempre; aun así, una brisa de incomodidad nos sopló a todos en la mesa. 

—¿Les importa si los acompaño? —preguntó, sonrojada, al notar que los tres la mirábamos.

Beth y yo dijimos que no había problema al unísono; Karma no dijo nada ni dejó de mirarla con recelo.

Gris sacó de su mochila un paquete de gomitas con forma de tortuga y lo abrió con despreocupación. Sacó una gomita para ella, luego inclinó el paquete hacia mí, yo saqué una también. Hizo lo mismo con Beth y al final, como una manifestación ambigua, ofreció el paquete a Karma. Por primera vez se miraron a los ojos, ambas tensas y serias pero ninguna con intención de irse.

Karma me miró a mí como si me preguntase a qué venía tanta gentileza, pero yo apenas me encogí de hombros en medio segundo. Karma estiró la mano y también sacó una tortuga del paquete, todos nos comimos la gomita en un silencio raro.

Fue Karma quien con su actitud directa rompió esa tensión:

—¿A qué viene la amabilidad?

Gris no se afectó por el tono seco y receloso de Karma, supongo que de algún modo era algo que esperaba porque tenía una respuesta lista:

—Marco es mi mejor amigo y a él nunca le agradó Diego, pero cuando le dije lo enamorada que estaba de él, me apoyó, sacó su banderita blanca y ha sido gentil con él desde entonces pese a sus reservas que sé que no han muerto. —Gris la miró directamente—. Solo hago lo mismo.

Mi relación con Diego era mera formalidad por tener a Gris en medio, cruzábamos saludos, opiniones o conversaciones cortas de vez en cuando, nunca con recelo en medio, pero tampoco compartíamos amistad. Si eso era lo que Karma y Gris podían llegar a tener entre ellas, era más de lo que esperaba y me alegraba mucho.

El ceño de Karma se suavizó, su recelo disminuyó mucho y creo que incluso se sorprendió gratamente de las palabras de Grishaild. Asintió a modo de respuesta y le dedicó a mi amiga una sonrisa conciliadora.

Ni siquiera me dio la cabeza para pensar en que Gris había insinuado que yo había dicho estar enamorado de Karma, ese parecía el menor de los asuntos por tratar de momento. Es decir, Beth, Karma y Gris lo sabían pero técnicamente ni Karma ni yo lo habíamos dicho en voz alta.

—¿Sabes qué es lo bueno de visitar a la abuela de Ramón? —siguió Beth, desviando la atención del silencio extraño que procedió—. Que en su pueblo el verano es muy caliente así que podré usar unos vestidos que tengo guardados desde...

Karma le dio toda su atención, pero yo me desconecté pronto. Gris a mi lado la miraba hasta que yo llamé su atención poniendo mi mano sobre la suya durante un segundo.

—Gracias —susurré.

—No es nada.

Gris me sonrió para restarle importancia, pero no se dio cuenta de lo grande que fue todo eso para mí. Observé a Karma, pendiente de las palabras de Beth, luego a Gris, intentando incluirse al responder monosílabos o reír al ser pertinente.

Dentro de mí me enamoré más de Karma, amé más a Gris y agradecí más por tener a Beth.

 ☆☆☆☆☆

Mil gracias por leer ♥

Antes de que se vayan les quiero mostrar unas imágenes de Karma, Marco, Ray y Beth que hice en una app super divi que se llama Picrew. Son muy tiernis, así que acá se los dejo: 

♥ Ahora sí, bye, nos leemos pronto, los amo mucho ♥

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top