VIII. ☆ Ojos enamorados ☆
Cuando abrí la puerta de mi casa y vi a Beth del otro lado con una sonrisa en apariencia amable, me sorprendí... la verdad quise decirle que no estaba de humor para charlar con nadie y que se fuera, especialmente porque lo más probable fuera que quisiera hablar de Karma, pero Beth entró rápido a mi casa antes de que pudiera cerrarle la puerta en la cara.
—Claro, pasa —ironicé, cerrando la puerta.
Beth era muy habladora y confianzuda, pero al menos en casa ajena su recato hacía presencia y aparte de pasar sin ser invitada, no se tomaba la libertad de fingir que era su casa. Esperó de pie junto a la sala hasta que le pedí que se sentara y le ofrecí algo de tomar. Regresé con su agua y me senté en el otro sillón.
—Te vistes como vagabundo en tu casa.
—Ya lo dijiste, es mi casa, no saldré a ningún lado.
—Es sábado, deberías salir. Sal conmigo. Iré esta noche a una fiesta cerca de acá, quizás eso te distraiga. Iré con mi novio, pero tú eres supercarismático y todo eso, conseguirás amigos.
—Sí... la verdad no estoy muy festivo que digamos.
—Ese es el punto de una fiesta: quitarte el mal humor.
Beth se quitó la chaqueta negra y noté que tenía la frente perlada en sudor; el día afuera estaba muy soleado y era de suponer que llegó caminando. En varios años ella había ido poco a mi casa, pero al igual que yo con la suya, conocía el camino al derecho y al revés. Beth no era precisamente una amiga apegada de esas que están contigo el cien por ciento del tiempo, pero era muy leal con quienes quería; no conocía todo en mi vida ni yo en la suya, pero cuando enfermaba pasaba a visitarme, a veces me llevaba los deberes si faltaba a estudiar, estaba pendiente de mí casi tanto como Gris, y yo le correspondía con las mismas atenciones. Beth era distante, pero como amiga apoyaba y eso era más valioso que cualquier cosa. Éramos unidos a su manera.
—¿Viniste hasta acá para invitarme a una fiesta?
Beth negó.
—Tú sabes de qué vine a hablar. Karma es mi amiga, ¿recuerdas? Ella me cuenta todo.
Blanqueé los ojos y los dejé por un buen rato en la imagen del televisor frente a nosotros. Bien mirado solo con Beth podía hablar al respecto y quizás eso era lo que necesitaba, de todas maneras Karma seguro ya le habría contado que no actué precisamente bien el día anterior cuando me contó de Ray.
—Tú ya lo sabías —acusé sin mirarla—. Lo de Ray.
—Claro que sí. Y no me gusta, por cierto, pero es su vida.
—Me parece injusto que ella deba aceptar eso como si nada.
—No es "como si nada". —Elevé el mentón en su dirección—. No está feliz con eso. Si piensas que Karma celebra el hecho de estar comprometida, estás muy equivocado.
—¿Entonces por qué no hace nada al respecto?
Beth me malmiró tanto como pudo.
—Es fácil para ti, ¿verdad? Es muy sencillo juzgar desde tu sillón en casa de tu padre y sin preocupaciones de nada, es simple hablar de una situación ajena y pensar "si me pasara a mí, yo haría tal cosa". ¡Pues no te pasa a ti! Así que no puedes venir a hablar de vidas que no te incumben.
—¿Viniste a regañarme? Porque en serio no necesito esto.
—Entonces compórtate como un adulto y no como un niño al que le niegan una paleta. —Beth adoptó el extraño tono serio que tomaba cuando iba a usar la cabeza en serio y no para chistes o sarcasmos—. Karma jamás te ha prometido un paisaje lleno de colorcitos y maravillas, no vengas a hacer rabietas solo porque ahora sabes la realidad. Tú ya sabías que ella no iba a estar para siempre contigo, ¿qué diferencia hace que sea por Ray y no que sea por... no sé, una enfermedad terminal o algo así? Tú ya sabías el resultado, entonces, ¿por qué te portas de esa manera?
Yo sabía la respuesta, pero no se la iba a dar a Beth porque de repente me hizo sentir estúpido solo pensarlo. Era verdad que yo ya conocía el desenlace de nuestra historia, la diferencia era que yo en mi mente ilusa había creído que quizás con el tiempo la circunstancia que fuera podía cambiar y Karma decidiría quedarse conmigo... así que saber que eso era tan imposible ahora me chocaba. El del error había sido yo con mis ilusiones, no ella con su realidad.
—La quiero —dije a cambio, sintiendo que me quitaba un gran peso de encima al pronunciarlo en voz alta... incluso si era a Beth y no a Karma—. La quiero mucho.
—Y ella te quiere a ti. Escucha, Marco, esto no es fácil para ella, ¿sabes por qué? Porque se está enamorando de ti. No lo menciona porque le duele, pero solo hay que notar como te mira o escucharla hablar de ti. Creo que nunca he visto a una persona tan feliz como ella cuando está contigo. Es agridulce para Karma porque sabe que acabará tarde o temprano, pero se ha arriesgado mucho al intentarlo aún con esa condición. Cuando te conoció se resistió mucho a ti aunque no lo notaras, se cuestionó demasiado si habría o no consecuencias, si sufrirías o no. Ella no pensaba en sí misma, pensaba en ti y en la posibilidad de herirte, nunca le ha importado ser la que al final sufre, ella solo quiere que tú no lo hagas.
—Debería pensar un poco en su sufrimiento —comenté en voz baja—. Karma se llama a sí misma egoísta por dejarme en medio, pero yo la veo valiente, no egoísta. El día en que se vaya yo seguiré siendo libre, pero ella no, ¿cómo es que no se da cuenta de eso?
—Karma se ha preparado paraesto toda su vida, tú lo sabes hace apenas un día. Ella ya aceptó todo lo malo, pero ha adquirido lacapacidad de dejarlo de lado para tomar lo bonito, lo que la hace feliz y demomento eres tú. ¿Cómo es que tú no ves lo que ella hace por ti? Deja de mirarla situación desde tus ojos y mírala desde los suyos. Karma te está dando todolo que tiene e incluso partes que no debería darte. Aprecia eso, no la juzgues.Atesora el tiempo que comparta contigo porque como tú dijiste, cuando ella sevaya tú seguirás con tu vida desde cero, pero Karma solo tendrá tu recuerdo y una vidaarreglada.
Cuando Beth usaba su cabeza para cosas serias adquiría la capacidad de hacerte sentir como la mierda porque su sinceridad era siempre filosa y transparente.
El egoísta en todo el asunto era yo porque solo pensaba en tenerla conmigo por siempre sin tener en cuenta de que aunque ella quisiera, no podría. El arreglo de Karma seguía pareciéndome un encierro abusivo, pero Beth tenía razón en algo: de momento estaba volando libre y había decidido hacerlo conmigo, no quería hacérselo difícil al reclamarle por tener que entrar a su jaula algún día, al contrario, debía procurar que su vuelo mientras tanto fuera feliz y memorable. Con o sin mí, su destino era ese y en mis manos estaba el hacer que disfrutara antes de llevarlo a cabo.
—No quiero alejarme de ella. No ahora, por lo menos, no mientras no sea obligatorio.
—Entonces debes estar con ella. Karma sabe que para ti tampoco es fácil, no es como que esté esperando que lo tomes todo a la ligera o que no digas nada al respecto. No está molesta y es sincera cuando dice que no se enojará sin importar tu decisión... pero lo que más desea es que estés a su lado.
—¿Ella te pidió que hablaras conmigo?
—No... pero cuando me contó lo de ayer le dije que te visitaría y ella sabe que no es para ver películas. Es orgullosa y terca como para pedirme que interfiera, pero por dentro agradece el apoyo. Jamás en sano juicio diría que tú eres el mejor en algo, pero debo admitir que eres lo mejor para Karma ahora.
Omití su semi ofensa porque de momento solo me importaba lo bien que me hacía charlar con Beth.
—Hablaré con ella. —Miré a Beth y noté una sonrisa dulce en sus labios—. Gracias, Beth. Eres rara, pero eres buena amiga.
—Cuando Karma aún no era nada tuyo le dije que yo apoyaba lo de ustedes porque vivo por los amores prohibidos. Eso era cierto, si estoy acá haciéndolas de cupido es porque me gusta su romance prohibido.
—¿Es una especie de fetiche?
Beth rio.
—Quién diría que tú, Marco Torpe Williams, me alimentaría un fetiche.
Puse cara de asco y le lancé un cojín del mueble.
—Que rara eres.
Beth se acomodó el cabello que el cojín le revolvió, tenía una gran sonrisa en los labios y se notaba que su mente ya había dejado de lado los temas serios y había vuelto a ser la Beth bromista y que hacía bullying de siempre.
—Mi abuelo era un brujo —soltó de repente. La miré con los ojos muy abiertos—. No uno puro, era la tercera generación mezclada con humanos. De ahí en más solo hubo humanos, así que antes que preguntes, no, no tengo magia. En fin... él me contaba del tema de los brujos puros, yo tenía unos siete u ocho años y todo me parecían inventos geniales del abuelo, nunca lo vi como real en aquel entonces, pero recuerdo todo lo que me dijo. Una de esas cosas fue cuando me contó del amor porque yo le pregunté por qué no se siguieron mezclando con brujos para que yo pudiera tener magia.
—¿Qué te dijo?
—Dijo que el amor era la magia más anhelada por todas las especies. Que la magia la traían los brujos en su sangre, pero que el amor debían encontrarlo y por eso era tan especial. No sé qué tan cierto sea dado que mi abuelo tenía sus noventa y tantos y divagaba mucho conmigo, pero me dijo que los brujos solo amaban de verdad una vez y que ese era el motivo de que su abuelo hubiera roto la línea de pureza con una humana. Se enamoró. Según él, el amor mezclado con la magia que de por sí tienen los brujos, hacen de ese sentimiento algo arrollador, ineludible y único que a la vez se transmite al foco de su amor, en el caso de mi tataratatarabuelo, a Linda, la humana que lo conquistó. Decía que en ambos el amor les llenó todo y los complementó de cada forma posible, literalmente no podían vivir uno sin el otro, era algo casi de otro mundo. De hecho, mi abuelo decía que una intensidad de esas no se conseguía entre dos humanos simples, que solo con ayuda de la magia es posible.
Pensé en Karma, pero casi de inmediato no pensé en nada. No quería darme opciones o ilusiones o esperanzas o fantasías. Yo solo quería vivir el momento y esperar que cuando todo acabara no doliera tanto.
—Bueno, tu tataratatarabuelo no tenía unos padres que hacían arreglos con brujas puras.
—De hecho, sí tenía. Y para él fue más complejo porque era hijo único pues su madre, aunque bruja, luego de él no pudo tener más hijos. Literalmente fue mi tataratatarabuelo quien rompió para siempre el linaje. Tuvo que huir con Linda y perderse del radar de los suyos; en casa tenemos un libro genealógico y es mi tataratatarabuela Linda y su esposo los que la encabezan, antes de ellos no hay nadie porque empezaron de cero en contra de todos los brujos de su lado de la familia. Y gracias a eso, muchos años después acá estoy yo en este mueble.
—Eres una perra desgraciada, ¿lo sabes? —Beth me miró con una ceja enarcada, pero luego echó a reír; no era la primera vez que le decía eso y siempre era en serio—. Te odio.
—¿Por qué? Yo solo te cuento la historia de mi familia.
—Es muy cruel de tu parte meterme ideas en la cabeza.
Beth se levantó del mueble tomando su pequeño bolso y su chaqueta que estaban a su lado; ya se iba a ir.
—Oye, yo solo quería contarte el motivo de mi fetiche. Yo estoy acá gracias a un amor prohibido y por eso sé que hay algunos que terminan bien.
Me puse las manos en los oídos con exageración porque no quería oír más.
—¡No te escucho! ¡Aleja tus esperanzas de mí!
—¡Qué inmaduro!
Beth caminó hasta mi lugar en el sofá y con fuerza me bajó ambas manos de las orejas, agarrándome por las muñecas. Se acercó casi de forma grosera invadiendo mi espacio personal.
—Es en serio, Beth, eres malvada diciéndome todo esto. Tú y yo sabemos que lo mío con Karma no tendrá final feliz.
—Además, Karma es una de tres hermanos, su linaje no terminaría si...
—¡NO TE ESCUCHO!
Beth me soltó con una sonrisa de satisfacción en el rostro hasta que no pude evitarlo y me eché a reír también. No me causaba gracia la situación sino ella y sus divagues tontos que me herían porque solo eran eso: divagues.
—Son las tres, paso por ti a las ocho, gruñón.
—¿Qué? Dije que no iría a la fiesta.
—Tienes que ir, estás amargado como un limón y... —Beth blanqueó los ojos aunque pareció que fue más para sí misma— y lo único rescatable de ti es tu buen carisma, así que no podemos acabar con eso.
—¿Eso es un halago?
—Eso es un insulto con cariño. Vamos, acompáñanos. Amas bailar y al menos no bailas terrible. Será cerca. Iremos, te tomas algo, bailas un tanto y vuelves feliz y contento para hablar mañana o el lunes con Karma. —La mirada de Beth se endulzó un poquito dejando ver su lado amistoso—. Te hará bien, Marco.
Suspiré recostándome contra el espaldar del sofá tanto como pude.
—Bien. A las ocho entonces.
—Puntualmente.
Beth sonrió una vez más antes de caminar sola hasta la puerta e irse. Resoplé con fuerza cuando estuve solo, estaba cansado, frustrado, pero a la vez gracias a Beth estaba más tranquilo. Era una excelente amiga.
☆☆☆☆☆
El novio de Beth, Ramón, llevó a la fiesta una botella de alcohol que hizo pasar como de parte de los tres para que no fuera tan descortés colarme sin conocer al dueño o dueña del lugar. Era en una casa mediana y no estaba tan atestada de gente, aunque sí lo suficiente para que parte de la multitud estuviera en el modesto jardín bailando o hablando.
Nosotros preferimos la parte de adentro; había algunos compañeros de Midwest y otros que conocía de nombre de otras fiestas así que no me sentí como un alien allí. Recién llegamos solo entablamos conversación mientras disfrutamos de vasitos con vodka diluido en jugo de distintos sabores, nada pesado y en proporciones pequeñas porque embriagarme no era mi objetivo.
Beth tenía razón, me hacía bien el ambiente.
Beth y su novio estuvieron conmigo por un buen rato hasta que les picó las ganas de bailar y me abandonaron, aunque no estuve mal pues también me puse a bailar con las chicas que notaba que habían bebido menos, las que aún estaban lo suficientemente conscientes para llevar un ritmo bien sin que fuera incómodo o torpe.
Un par de horas después ya conocía el nombre de muchas personas más y lograba quedarme en cualquier conversación aun si no sabía de qué demonios hablaban. Mi único don especial era ese: conocer gente y agradar. Bailé por más de una hora seguida hasta que mis pies dijeron que querían descanso así que fui a buscar un sillón y una bebida. Me sentía tranquilo, relajado y un poco mareado, pero me gustaba; hacía mucho que no iba a una fiesta ni experimentaba esa sensación de felicidad que el licor y la música a todo volumen dan.
Vi a Beth acercarse muy sonriente también y me tomó la mano para levantarme de mi sillón. Supuse que quería bailar y no lo cuestioné, solo dejé el vaso donde pude para seguirla. Amaba bailar y Beth también pese a que Ramón no era muy fan de hacerlo así que me usaba para saciar su deseo de no quedarse quieta.
Mi amiga pelirroja no se detuvo en ningún lugar, sino que me siguió halando a través de la gente por la sala de la casa que era pista de baile, siguió halándome y halándome sin soltar mi mano hasta que llegamos a una puerta de cristal que conectaba con el patio trasero donde también había gente bailando.
Cruzamos la puerta, Beth me soltó, pero no para que nos moviéramos al son de la canción, sino porque allí estaba Karma de pie junto al grueso árbol de la esquina que era compartido entre ese jardín y el vecino.
—Solo para tu información, esto no fue planeado —comentó Beth con voz enredada—. Lo juro. Me llamó hace un rato para preguntar si sabía dónde estabas y le dije que estabas conmigo, y pues... ya imaginarás el resto.
Así no más Beth entró de nuevo a la casa. Mis pies empezaron a moverse hacia Karma que parecía un espejismo. Mi mente de por sí estaba algo revuelta y eso sumado a su precioso aspecto y a su sonrisa me dejaron levitando.
Cuando estuve a solo un metro de distancia me detuve y la miré de pies a cabeza. Traía el vestido que Beth había descrito, negro, más largo atrás que adelante, con un escote largo cuyos tirantes se unían en su cuello. Tenía un peinado elaborado, no era pomposo, pero sí de los que no se podría hacer por sí misma, caminaba sobre unos tacones rojos que la hacían sobrepasarme en altura más de lo normal. No tenía chaqueta pese a que eran casi las once de la noche, su piel lucía más blanca, sus piernas más largas, toda ella parecía más... mágica.
—Dijiste que querías fotos, pero el vestido se ve mejor en persona —dijo, extrañamente apenada—. Hola.
Si en sano juicio balbuceaba de vez en cuando, medio prendido con licor me quedé sin palabras. Abrí la boca y la cerré de nuevo sin articular más que un sonido extraño, las manos me picaron por tocarla, pero aún con alcohol en mi sangre recordé que no debía hacerlo. Había mucha gente en el jardín y no eran pocos los que se sentían curiosos por la extravagante imagen de Karma, lucía casi de la realeza.
Me quedé pasmado por demasiado tiempo, tanto que Karma habló de nuevo:
—Debes decir algo ahora porque se está volviendo incómodo.
—Lo siento. —Me obligué a desviar la mirada al árbol para poder recuperar mi habla—. Hola, Karma. Estás hermosa... no, hermosa es poco. No sé qué adjetivo usar. Pero lo sabes, ¿cierto? Sabes cómo luces, no necesitas que yo te lo diga. Sabes perfectamente cómo te ves y lo que me provocas. Lo escuchas, ¿verdad? —Me señalé el pecho; Karma asintió sonriendo—. Escuchas cómo me haces sentir.
—Tu latido es el mejor adjetivo que puedo recibir.
Karma estiró su mano y me haló con ella hasta la parte de atrás del árbol justo cuando los aspersores del jardín se encendieron, ahuyentando a las personas que estaban ahí, que corrieron hacia adentro para no mojarse.
—¿Tú hiciste eso?
—Sí. Un poco de agua no hace daño a nadie y aleja a los espectadores.
Teníamos una mini discusión previa y no supe si para ese momento Beth ya le había contado lo que habíamos hablado, pero fue como si la discusión hubiera desaparecido cuando me besó.
Me besó con fuerza, dándole un significado nuevo y mágico a la palabra beso. Sorprendentemente sus brazos descubiertos no estaban fríos cuando los toqué, estaban cálidos y suaves como toda su piel. Terminé de perder el sentido de lógica, me embriagué finalmente sin una sola copa más, Karma me daba el mejor de los licores destilado en sus labios. Estaba vestida tan elegante y formal que me pareció incluso inapropiado manosearla mucho, no fuera a ser que su vestido se arrugara... aunque sí quería, obviamente. Estaba de noche y estábamos a oscuras tras un árbol, solos y con música de fondo. Era el paraíso y era el primer beso que me daba al aire relativamente libre aparte del primero en el bosque.
—Sé que... sé que te dije que... —Karma titubeaba mientras le besaba el cuello con lentitud, no era nada arrebatado, pero yo sabía cómo enloquecerla, ya lo había aprendido— que tenías que elegir y...
—Y yo ya he elegido, shhh...
Karma mudó sus manos a mi cabello y me guio a su boca de nuevo, esta vez con besos cortos y abundantes.
—Eres perfecto, Marco.
La oscuridad era mucha, pero el reflejo de lasluces de la casa nos alcanzaba a dar un poco de claridad. Me miró a los ojos yentendí de pronto lo que Beth había dicho: "se está enamorando de ti, solobasta notar cómo te mira". Era vanidoso asumirlo, pero vi todo el amor delmundo en esa mirada plateada que iba dedicada solamente a mí. Quise preguntarlesi ella veía lo mismo en mis ojos porque juro que fue en ese momento en que medije que no me estaba enamorando de Karma, sino que ya estaba enamorado hasta los huesos deella.
—Tú eres perfecta. —Pasé mi palma por su mejilla con mucha suavidad y memoricé la sonrisa que me regaló—. ¿Qué tal tu fiesta?
—Formal, aburrida. No quiero hablar de eso.
Yo tampoco quería. Era su fiesta de compromiso, no me gustaba eso.
—¿Y tu reloj de medianoche?
No lo pretendí, pero el tono me salió afilado. Ray era buena persona para mí hasta que jugó con Gris y peor ahora que sabía que era él el futuro esposo de la mujer que amaba. Era demasiado raro como para que pudiera considerarlo mi amigo, pero insultarlo no era una opción así que prefería llamarlo reloj de medianoche como siempre... solo que de un modo más despectivo.
—Dijimos en casa que iríamos a una fiesta de un amigo suyo a la que nos habían invitado hace mucho y, ya que estábamos vestidos para fiesta pues nos creyeron y no vieron problema en que nos fuéramos un poco antes de la nuestra. De todas maneras estaba aburrida esa reunión y ya casi acababa.
Miré hacia un lado de repente incómodo.
—¿Está aquí?
—No. Él sí tenía esa fiesta donde su amigo, eso no era mentira.
—¿Está lejos?
—Lo suficiente. —Karma se inclinó para besar una sola vez mis labios, luego mudó los suyos al espacio tras mi oreja. Cerré los ojos—. Ray se supone que está conmigo y las fiestas de él acaban mínimo a las tres de la mañana... lo que significa que tengo unas cuatro horas libres.
La intención y propuesta se escuchó entre líneas y sonreí ampliamente antes de apretar mis manos sobre su cintura como sabía que a ella le gustaba. Karma me devolvió el gesto y la mirada oscura por la expectativa.
—Mi casa está cerca, vámonos.
—Sí, vamos.
Cuando rodeamos el árbol no había nada que deseara más que tomarla de la mano y caminar con ella así hasta mi casa, pero conocía lo inapropiado que sería eso. Allí en esa fiesta había mucha gente que nos conocía a los dos, y el secreto se sobreponía a mucho.
Caminamos lado a lado y entramos en la casa para atravesarla y salir. A mitad de camino nos cruzamos con Beth que ya estaba mucho más alegre que antes, mucho más ebria que antes. Nos reconoció y se lanzó a nosotros, abrazándonos a cada uno con un brazo, dejando su cabeza en medio de las nuestras... o algo así, Karma era muy alta para ella y casi no la alcanza, ya que también me tenía a mí.
—Los amo, par de tórtolos. ¿Van a bailar?
—No —dijo Karma—. Nos vamos ya.
—¿Ya vinieron por ti? —llorisqueó Beth, como si fuera una tragedia.
Nos soltó y ambos echamos a reír por lo bajo.
—No, me iré con Marco a su casa.
Las miradas sugestivas pueden ser disimuladas solo cuando no se está borracho y la de Beth fue demasiado explícita, tanto que nos avergonzó a Karma y a mí. Ambos la miramos con los ojos muy abiertos, pero ella no pareció notarlo.
—Tendrán su propia fiesta privada, picarones.
—Beth... —reprendió Karma.
—Aguarden... —Beth sin vergüenza alguna se metió una mano en el escote y sacó dos preservativos de ahí, dándoselos a Karma—. Seguridad primero.
—¡Beth! —dijimos al tiempo.
Ella seguía con su mano en vilo y con los cuadritos plateados en la mano. Los ondeó dejando claro que no los iba a guardar así que Karma se los arrebató solo para que la gente que ya nos miraba no lograra reírse más.
—Amo los amores prohibidos pero no cuando acaban en embarazo.
—Eso no era necesario —intenté reprender, pero todo me dio risa a fin de cuentas.
Beth me miró con picardía.
—Ah, ya tienes en tu casa, ¿eh?
Pretendía ser una burla, una específica que ella no haría en sus cinco sentidos y mi mente también enredada decidió seguirle la corriente.
—Sí, así es. Tengo por docenas, los compro en cajas de cien para mayor economía.
Karma esta vez sí soltó una carcajada que hizo juego con la de Beth, hasta que ella se lanzó a abrazarla de nuevo. Me señaló y sonrió.
—Es un hombre precavido económica y sexualmente, no lo dejes ir.
—Eres tú la que no nos deja ir —recriminó Karma.
—Ay, perdón. Vayan, vayan, disfruten. —Beth le arrebató de la mano a Karma los dos condones—. Pero devuélveme eso porque yo no compro de a cien y a mí sí me cuestan más. Iré a buscar a mi novio.
Tambaleante y risueña se fue, dejándonos a Karma y a mí en una esquina de la sala con la risa atorada en la garganta. Ella fue la primera en blanquear los ojos y dar media vuelta para salir.
Una vez alejados de la casa solo se oía el silencio de la noche hasta que Karma se puso a reír con efecto retardado por todo lo que Beth dijo. Me contagió la risa también.
—¿De verdad compras preservativos en cajas de cien?
—Últimamente gasto muchos, es mejor prevenir y economizar —dije con tanta seriedad que al final los soltamos una carcajada.
—Tú y Beth borrachos al tiempo debe ser algo digno de ver. Hoy solo estás medio prendido, pero borracho y con ella deben ser lo máximo.
—Yo soy lo máximo con o sin ella —bromeé—. Ya la escuchaste: no me dejes ir.
Una cosa hermosa pasó en ese momento cuando todo a nuestro alrededor era soledad, casas y la calle solo para nosotros: Karma estiró su mano y entrelazó sus dedos con los míos, primero con duda, luego con firmeza.
Ladeé la cara para mirarla, ella tenía su vista en frente, se notaba nerviosa y pensé que ella quería hacer eso tanto como yo. Volví a mirar hacia delante, aferrando con más fuerza sus dedos; ese contacto de nuestras manos quemaba en la fría noche y me pregunté si Karma estaba haciendo algo con magia para que mi corazón se sintiera así de chispeante con ese simple tacto. No era normal. No era humano sentirme tan feliz.
—No lo haré.
☆☆☆☆☆
♥ Gracias por leer ♥
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