VI. ☆ La forma en que Karma ama ☆
Llegué temprano el martes y esperé a Karma hasta que entró en su bicicleta hacia la bahía de parqueo. La vi desde unos metros más allá colocar la cadena en su bicicleta con calma, luego levantarse y caminar en mi dirección. A diario teníamos esa mini rutina de vernos unos minutos antes de iniciar las clases.
Cuando se acercaba yo sentía siempre el deseo de poder saludarla con un beso sin importarme si todos los presentes nos miraban, no hacerlo era frustrante y aunque no lo exteriorizaba, yo sé que a ella también le entristecía no poder hacerlo... así que cada día nos saludábamos con un escueto beso en la mejilla igual que hacían todos con todos a nuestro alrededor.
Mientras el timbre sonaba solíamos quedarnos hablando en un muro ancho que sobresalía de la pared de la fachada, guardando una distancia amistosa y sentados en una sección del muro por donde pocos estudiantes debían pasar obligatoriamente.
—Soñé contigo —dijo cuando me senté a su lado.
—Las brujas sueñan entonces.
—Y esta sueña más desde que estás tú.
Karma podría ganar premios por sus formas de flirtear y hacerme sonreír.
—¿Y qué soñaste?
Su sonrisa se torció hacia un lado.
—Prácticamente lo que sucede siempre en la vida real. Estábamos en tu ático hablando, había por ahí un cuaderno y tú escribías, luego te hice reír, tú me hiciste reír a mí, hice flotar una almohada, te besé, tu corazón enloqueció, de repente la ropa empezó a sobrar, tus manos a explorar y...
—De acuerdo, ya entendí de qué iba el sueño —interrumpí, porque escuchándola empezaba a sentir que el corazón se me aceleraba mucho y no era ni el momento ni el lugar. Karma soltó una carcajada—. Para nada inocente.
—Pero luego soñé que estábamos en una pradera recogiendo flores que te ponía en el cabello, bailando y corriendo por el césped, las mariposas volaban, los pájaros cantaban y luego compartíamos un anillo de castidad hecho de hueso de centauro. ¿Así te parece suficiente inocencia?
—Tu condescendencia no deja de cautivarme.
—Quise ser sincera y me interrumpiste, solo me queda la condescendencia y el sarcasmo.
Sus ojos plateados se tornaron pícaros junto con su media sonrisa. Ese gesto en Karma me enamoraba y de nuevo tuve que recordarme que allí no la podía besar.
—¿Solo te burlas de mí o de verdad soñaste conmigo?
—Me burlo de ti, pero de verdad soñé contigo... y no había praderas. Suelo soñar con las cosas que me encanta hacer. —Me guiñó un ojo y sonrió, posiblemente orgullosa de la forma en que escuchaba mi latido desestabilizarse en ese momento.
—¿Tienes algún truco de invisibilidad para poder besarte ya y que nadie nos vea?
Karma fingió una mueca de resignación lastimera y exagerada, bajando sus cejas a los lados, suspirando y chasqueando la lengua.
—No. Debemos hacer esto a la antigua, escondiéndonos en salones o cuartos vacíos.
—Vamos a buscar uno entonces.
Karma se levantó del muro con su sonrisa ladeada puesta, yo no lo decía en broma y supuse que ella también quería besarme ya. Alcanzamos a dar dos pasos hacia la puerta, pero entonces se detuvo y miró hacia atrás, al estacionamiento.
—Tendrá que posponerse un poco —se lamentó—. Ahí llegó Gris. No trae buena cara... y tiene la ropa que vi en mi visión.
Gris sola, llegando a pie, con semblante triste y usando la ropa de la visión de la discusión con Diego... eso se traducía fácil: ya había ocurrido ese momento, tal como Karma lo predijo.
Lamento decir que no se me había ocurrido preguntarle a Karma sobre el tema de Ray en esos minutos; la verdad lo había olvidado y me sentí mal amigo de Gris... puede decirse que cuando estaba con Karma todo lo demás se me olvidaba.
—¿Hablaste con Ray?
—Sí.
—¿Qué te dijo?
—Ve con Gris —cambió el tema—. Ya te contaré, por ahora te necesita.
Karma no esperó respuesta, pero reanudó el camino hacia adentro. Giré sobre mis talones para acercarme a Gris que no me había visto aún, pero que al hacerlo se le aguaron los ojos. No nos saludamos, sino que de inmediato la abracé.
—¿Quieres que nos saltemos esta clase?, ¿quieres hablar?
En ese momento la moto de Diego entró con él a bordo. Estacionó en el lugar de siempre, dejó su casco y con el mismo gesto indiferente y de odio al mundo que tenía siempre, se dirigió a la entrada. Durante esos largos minutos Gris no dejó de mirarlo. Diego pasó junto a nosotros, pero ni siquiera nos dedicó una mirada. Realmente hasta yo sentí en carne propia ese rechazo tan brusco.
—Me odia.
Con la mirada que le dio me era difícil decirle "no te odia" así que no la contradije.
—Lo siento, Gris. Podemos saltar clases o...
—No. No, está bien. Necesito dejar que se calme y luego... luego no sé, Marco. Yo me he equivocado y no sé qué decir para justificarme, pero debo arreglarlo...
Había tal desolación en su gesto que quise incluso ir yo mismo a pedirle a Diego que arreglaran las cosas o que la perdonara. Luego pensé en Karma y en que quizás ella tenía la solución si de hecho todo había sido un engaño de Ray.
—Tú también debes calmarte, Gris. No deberías entrar así a clase.
—Estoy bien. Anoche presentí que esto pasaría y lloré lo suficiente, ya estoy seca. Necesito entrar a clase y distraerme. Ya después veré qué hacer con Diego.
El timbre finalmente sonó y nos unimos a la procesión de alumnos entrando para buscar el aula de la primera hora. Separamos caminos con Gris y le prometí verla en la cafetería más tarde, también le aseguré que si se sentía terrible me mandara un mensaje y buscaría la manera de salir de clase para acompañarla, de todas maneras ambos sabíamos que ella no prestaría atención a nada de las lecciones de ese día.
☆☆☆
Karma: De acuerdo, creo que tenemos un problema.
El mensaje de Karma me llegó a la mitad de la tercera hora de clase; puse mi teléfono bajo la mesa apenas inclinando el mentón para leerlo sin que la maestra de historia se diera cuenta. Yo ocupaba el asiento en todo el centro de la clase así que quizás todos a mi alrededor me vieran mensajeando, pero solo me importaba que la maestra no lo notara.
Marco: Por qué?? Es sobre Gris?
Karma: Sí. Yo tenía razón con lo de Ray, el idiota solo le hizo creer eso a Gris
Marco: Pues se lo hizo creer muy bien porque Gris le contó a Diego y han peleado. Qué estúpido ha sido... aunque es bueno, no? Solo debemos decirle a Gris y que ella arregle con Diego
Karma: Ahí el problema. No puedo llegar y decirle a Gris que Ray la ha manipulado, ella no sabe lo que él y yo somos.
Marco: No se lo podríamos decir? Ella sabe guardar secretos
Y bien que me ocultó lo de su don por mucho tiempo, recordé.
Karma: Marco, el lío es que Ray es... bueno, es más reservado que yo. Él no quiere que ningún humano lo sepa.
Marco: Yo lo sé
Karma: Sí, pero antes de decírtelo en el bosque le pedí permiso y tuve que rogarle que me dejara contarlo. Ray sabe lo que significas para mí y algo así como que hicimos un trato para que tú pudieras saberlo
Marco: Y no puedes hacer un trato similar con respecto a Gris?
Karma: Ray odia a Diego. No hará nada en su favor. Esto se leerá feo, lo sé, pero para Ray ni Gris ni Diego son nadie, le vale un cuerno lo que pase con ellos, así que no flaqueará.
Si no fuera porque Karma apreciaba a Ray muchísimo, habría soltado en mensajes todas las groserías ofensivas que conozco en mi idioma. Me parecía sorprendente que Ray fuera tan idiota.
Marco: Entonces yo se lo puedo decir a Gris
Karma: No. Todo lo que te he contado ha sido porque confío en ti, y porque sé que no lo divulgarás. Esto es importante, Marco, no puedes solo ir a contarle a nadie lo que Ray y yo somos, ni siquiera a tu mejor amiga
Quise odiar a Karma luego de ese mensaje, pero mi lado coherente sabía que tenía razón. Lo que ella me había contado era lo equivalente a una intimidad y por más que Gris fuera mi amiga yo no podía divulgar intimidades que no me pertenecían, aunque fuera a su beneficio, la única solución allí era que Karma o Ray abrieran la boca; a mí no me correspondía.
Marco: No se lo puedes decir tú? Por favor?
Karma: Para mí la lealtad es muy importante y Ray me ha pedido no decirlo.
Marco: Entonces vamos a mirar de lejos cómo Diego y Gris terminan su larga relación por un capricho de tu amigo??? Eso te hace cómplice de los actos de Ray y no es justo con Gris. No te creí capaz de algo así.
—Qué estupidez —dije en voz alta.
Cada estudiante alrededor me miró a mí y luego a la profesora que se vio interrumpida de su lección por mis palabras. Me quedé inmóvil, tragué saliva y la vi en cámara lenta acercarse a mí.
—¿Considera que mi clase es una estupidez?
Barajé mis opciones: decirle que sí y mantener mi teléfono pero un castigo con dirección, o decirle que en realidad estaba hablando por mensajes y dejar que me quitaran mi teléfono pero sin más castigos. Opté por la segunda; odiaba historia, pero su maestra era buena persona como para decirle que su clase era una estupidez... y no quería un castigo.
Saqué de bajo la mesa mi teléfono y negué con la cabeza.
—No. Lo lamento, no le prestaba atención a usted.
La maestra me miró con el mentón elevado, luego estiró la mano para tomar mi teléfono y se lo llevó hacia su escritorio.
—Agradézcanle al señor Williams porque para la próxima clase quiero una exposición en parejas sobre el tema de hoy. Quizás haciendo las diapositivas le parezca más interesante el tema.
Me encogí en mi lugar al sentir el rencor de todos mis compañeros proyectado sobre mi espalda. Odié a Ray por ser tan idiota, a Karma por ser tan terca y a mí por no poder quedarme callado.
En la hora del almuerzo tuve que ir a verme con el maestro de gimnasia con el resto del equipo de voleibol para que nos diera el cronograma de ese mes, la reunión se alargó lo equivalente a todo el receso pues el maestro siempre se explayaba en la necesidad de que mejorásemos y hacía énfasis en mi falta de coordinación.
Yo tenía la teoría de que el maestro usaba para su consumo parte del presupuesto dado al equipo porque no le veía otra razón para conservarlo dado que ninguno de nosotros era bueno en el juego... de hecho todos teníamos esa teoría, pero como eso nos daba fácilmente los créditos deportivos ninguno daba queja. Era un acuerdo silencioso: nosotros ganamos los créditos casi con trampa y él en su corrupción se metía al bolsillo una tajada a nuestra costa.
Para cuando salimos del gimnasio tuvimos que entrar a clase y no pude verme con Karma, ni con Gris, ni ir a reclamar mi celular a clase de historia. Le incumplí la promesa a Grishaild, pero ya luego ella entendería; al momento de salir quise buscarla, pero ya se había ido para su casa, la moto de Diego tampoco estaba, pero yo sabía que no se habían ido juntos. Al fondo vi a Karma subiéndose en su bicicleta y me debatí entre si ir a hablarle o no luego de lo que le dije. En sí ella no tenía la culpa de nada, pero me molestaba que teniendo la solución no la usara; lo entendía, pero me molestaba.
Sé que Karma me escuchaba cerca, pero muy adrede me ignoró así que asumí que se había molestado con el asunto y conmigo por insistir en algo que ella me había dejado claro que era un secreto. Comenzó a pedalear y sin apenas mirarme salió del estacionamiento.
Ya buscaría la manera de arreglar las cosas al día siguiente.
☆☆☆
Mi teléfono había quedado bajo llave en el escritorio de la maestra de historia, estaba estresado por el tema de Gris, rabioso de pensar en Ray y a la vez pensando en si le debía o no una disculpa a Karma. Decidí no quedarme en casa toda la tarde dejando que cada detalle me martilleara con dolor en la cabeza así que tomé un autobús hasta el centro comercial donde estaba el local de Mister Kahoole.
Gracias a Karma ya había alcanzado hasta el sabor 30, así que pedí dos porciones del 31 y me senté en una de las mesas pequeñas contra la pared a comerlo en silencio. No pude sacarme a Karma de la mente.
En ese centro comercial me había mostrado el primer truco pequeñito de magia y yo había quedado tan fascinado con toda ella que esa noche sonreí como tonto al recordarla... habían pasado varias semanas y seguía sonriendo como tonto al pensar en ella.
Metí otra cucharada de helado a mi boca y mis pensamientos viajaron a Ray, me pregunté cómo era que alguien como él podía congeniar tan bien con Karma, quise saber dónde se habían conocido y si eran ese tipo de amigos íntimos o solo amigos y ya. Recordé que Karma me había dicho que debía fingir salir con él porque sus padres creían que estaban en una relación y de nuevo la duda del motivo me invadió.
Era muy raro el tema cuando se lo reflexionaba; es decir, ¿por qué Ray y Karma fingían salir?, ¿era realmente porque así era más fácil que les dieran permiso de salir de sus casas? Y, además, ¿por qué Ray agradaba tanto a su padre como para darle libertad bajo su custodia? Lo que me llevó a otra pregunta: ¿cuándo Karma decía que algún día debería irse de mi lado se refería a que Ray se cansaría de cubrirle sus salidas y le diría a su padre que no eran nada, así que él ya no iba a permitir que ella saliera y la castigaría?
Me costaba creer que todo el asunto fuera tan simple como un padre sobre protector, pero mis teorías no volaban alto y hasta ese momento me había dado miedo preguntarle a Karma la verdad. Suponía que si no me lo había dicho ya por su cuenta era porque no estaba lista y yo no quería presionarla, pero cada día me nacían más y más preguntas que no me atrevía a pronunciar, se estaba convirtiendo en un tema que me obsesionaba.
El helado de caramelo, miel y kiwi se acabó al largo rato de llegar a la heladería. Vi entrar y salir a varios clientes en ese lapso y por raro que suene, agradecí no tener mi celular pues pude aislarme un rato de todo, pensar en soledad y calmar el mal humor que tenía. Cuando salí del centro comercial ya el sol se estaba ocultando y para el momento de llegar a casa ya había oscurecido, pero mi padre no había llegado todavía.
Tomé un vaso con agua, recogí algunos platos que dejamos del desayuno y con desgano subí a mi habitación. Al entrar, Karma estaba ahí. Verla me dio un susto casi de muerte porque no la esperaba en absoluto; mi corazón se aceleró por ese par de minutos y balbuceé un par de veces.
—Que susto me has dado.
—No era mi intención. Te he llamado pero...
—Mi teléfono lo tiene la maestra de historia.
—Creí que me ignorabas adrede —admitió—. ¿Estás molesto?
Karma estaba de pie junto a mi ventana sin intención de moverse mucho, yo me quedé junto a la puerta con el mismo recato que ella, ambos conscientes de que el motivo de nuestra molestia era un tema que si bien era complejo, no era de nuestra incumbencia y resultaba estúpido discutir por ello. Karma y yo éramos un tema; Diego, Ray y Gris eran otro.
—No. ¿Tú lo estás? Lamento decir lo que dije. Sé que lo que haga Raymond se sale de tus manos y no eres responsable de arreglarlo. Gris es mi mejor amiga y me he dejado llevar por eso. Creo que fue bueno que me quitaran el celular o habría terminado escribiendo algo de lo que me arrepintiera.
—Así que yo creí que estabas molesto... y tú creíste que yo estaba molesta...
Una ligera sonrisa se asomó en sus labios.
—Y no estamos molestos —concluí, sonriendo—. Nos ha fallado hoy la comunicación.
—Te debo un beso desde esta mañana, pero espero el momento justo para pagártelo.
De forma sincronizada dimos un par de pasos hacia delante.
—Ahora es buen momento.
Estiró sus brazos hacia delante como una niña cuando busca que alguien la abrace, abrí los míos y envolví su cintura. Elevé el mentón para alcanzar sus labios y suspiré con lo más parecido a la paz interior que había tenido ese día. Creí percibir que para ella también fue un beso de alivio; la sentí tensa antes de besarla y luego se relajó. Me pregunté hasta qué punto estaba Karma afectada por las acciones de Ray, no como si Gris o su relación con Diego fueran de mucha importancia para ella sino como si estuviera decepcionada de su amigo. Me pareció grosero preguntar.
Cuando sus labios me soltaron, me abrazó con fuerza rodeándome el cuello... demasiada fuerza, era como el abrazo que le das a alguien a quien no has visto en años.
—Me preocupé —confesó derepente sin soltarme—. Debí suponerlo, pero no sabía lo de tu teléfono y cuandono me contestaste ni nada pensé que te vería acá como siempre, pero llegué y noestabas... soy algo paranoica —bromeó, riendo—. Creí que te había pasadoalgo.
—Fui hasta Mister Kahoole. Solo. Quería helado y desestresarme. Lamento mucho haberte preocupado.
—Yo exageré. ¿Cómo te fue?, ¿cuántos avanzaste?
Le sonreí.
—Uno. Llevo 31 en total.
Asintió solemne. Karma no me había soltado del todo, sus manos estaban en mis hombros y las mías en sus caderas, era una especie de abrazo sin abrazar.
—A propósito, ya lo arreglé —dijo de repente.
—¿Arreglaste qué?
—El tema de Gris.
Abrí desmesuradamente los ojos.
—¿Qué? ¿le dijiste la verdad?
Su gesto se torció hacia un lado, con disgusto y fastidio.
—Les dije a tu amiga y a su tonto novio que soy bruja. —Abrí aún más los ojos—. Convencí a Gris de que había sido yo la que le había metido esa idea del beso con Ray en la cabeza, le dije que yo había estado con ellos dos en aquella cafetería y que yo la había manipulado. No me creyó, obviamente, pero entonces le hice una demostración de cómo podía convencerla de lo que fuera solo con mi voz y mis ojos, de ese modo creyó mi versión. Me regaló un par de insultos y reprimendas porque le aseguré que lo hice solo porque lo consideré divertido. Luego le dije que llamara a Diego para pedirle hablar y él llegó a su casa aunque estaba enojado. Yo estaba ahí.
—¿Y Diego solo lo creyó?
—Obvio no. Te digo otra cosa que no sabías: al tonto de Diego no puedo manipularlo y no, tampoco sé por qué. Lo intenté una vez cuando recién llegué, pero simplemente no pude, es como si su mente tuviera una barrera... en fin, le hice la demostración con Gris, pero él dijo que era evidente que lo habíamos arreglado y que todo era un teatro... así que tuve que decirles que soy una bruja. Mi plan era solo contarles que podía controlar mentes, ellos son empáticos, no dudarían de que yo tuviera un "don".
—¿Diego es empático? —exclamé.
Karma se mordió el labio como si hubiera metido la pata.
—Ay, ¿no sabías? Lo siento, no le digas a Gris que lo dije. —Blanqueé los ojos. No estaba ni siquiera de humor para sorprenderme—. Como sea, ese era el plan, pero solo se lo podía probar a Gris, a Diego no, así que tuve que decirles de mi magia.
—¿Cómo lo demostraste?
—Bueno, a ti te hice ver hojas flotantes, algo sencillo porque me gustabas y no quería asustarte... y aun así lo hiciste. Pensé en eso y me dije "¿realmente quiero asustar a Diego?" y la respuesta fue "pero claro que sí", así que le di un susto de muerte. —Karma soltó una carcajada—. Si Gris no hubiera estado ahí para decirme que lo dejara en paz, me habría divertido otro poco.
Su gesto sonriente era infantil y eufórico, de verdad lo había disfrutado un montón.
—¿Qué le hiciste?
—Lo que supuse que odia más: perder el control de sí mismo. Lo moví como si fuera una pieza de ajedrez gigante, lo hice sentarse, luego ponerse de pie, luego pararse en un solo pie. Fue genial ver su cara de espanto, yo creo que vio al mismísimo Dios cuando se notó moviéndose al compás de mi mano.
Recordé la sensación del día anterior cuando Karma me hizo caminar dos pasos con magia, eso había sido algo aterrador siendo solo por dos segundos y no lo imaginaba por muchos más y viniendo de una persona que de por sí causa desconfianza como Karma en Diego. Quise no reírme, pero la imagen mental me parecía muy divertida.
—¿Y qué dijo Gris?
—Me gritó que lo dejara en paz, creyó que lo iba a matar. Muy dramáticos. —Su gesto se endureció un tanto—. Así que resumiendo: cualquier posibilidad de llevarme bien con tu amiga se ha ido al caño de momento, ahora me temen y me odian a partes iguales. Admito que fui aprovechada y le dije a Diego con mi mejor gesto serio que dejara de mirarme tan mal en clases o sería un títere de nuevo. Vale, me pasé un poco, pero Diego de verdad no me agrada. Gris cree que yo quise sabotear su relación así que he quedado como una perra egoísta y caprichosa que juega con la gente por deporte, Diego cree que soy peligrosa o un demonio. Los he advertido de que no digan nada a nadie sobre mí o habrá consecuencias. Yo sería incapaz de hacerle daño a alguien realmente, pero ellos no saben eso. Ah, y le dije a Gris que tú no sabías nada y que debía guardar el secreto por tu bien.
Me mordí el labio entre una risa y un reproche.
—¿Sí sabes que eso solo hará que me insista más en que me aleje de ti?
—Oye, acabo de quedar como un ser terrible, egoísta y hasta demoniaco frente a dos personas que no me agradan, merezco mi pedacito de recompensa, es decir, dejar que una de esas personas se martirice pensando que su mejor amigo está en manos del diablo.
Tenía sentido.. un sentido retorcido, pero lo tenía. Karma en realidad era buena de todas las formas existentes; fingir ser la mala y revelar su gran secreto a dos extraños en quien no confiaba debió costarle mucho. Eso me hizo quererla más.
—Te has sacrificado mucho por enmendar a Ray, gracias.
—Los errores de Ray me importan menos que nada y te comento de paso que estoy furiosa con él. Lo hice porque una de esas personas que no me agradan es muy importante para ti. Lo que te dije es cierto: la lealtad es importante para mí, y eso incluye la que le tienes a Gris. No podía dejar que tú supieras la verdad y que sintieras que la traicionabas adrede al no decirle.
Dejé de posponerlo y la besé. Amaba la forma en que Karma me hacía sentir especial, importante, trascendental; ella que conocía la magia, la vivía y la sentía, pensaba que a cierto nivel yo era más valioso que eso y actuaba en consecuencia, poniéndome siempre primero. No hay forma de explicar esa gloria que inundaba mi pecho al saber que me quería.
—Hubiera querido ver a Diego asustado —confesé risueño—. O siendo manejado como un títere. Creo que soy mala persona.
—Yo me lo gocé, así que ambos lo somos. Pero deja ya de hablar de Diego, lo odio.
—Eres maravillosa. Gracias por hacerlo.
Karma me soltó de una mano y se sentó en el borde de mi cama que solo estaba a dos pasos de distancia. Se inclinó hacia atrás, cruzando sus piernas y halándome suavemente con la mano que me sostenía.
—Fue muy incómodo.
—Pobre de ti.
Karma tomó las dos solapas de mi chaqueta para atraerme a ella y darme solo un beso cortísimo.
—No es justo haber hecho eso gratis, ¿no te parece? —murmuró, echando hacia atrás mi chaqueta hasta que esta cayó al suelo—. No me gusta el altruismo.
Mi corazón ya estaba desbocado y sé por el gesto que tenía en su rostro, que el suyo ya estaba reaccionando al mío. Su respiración pasó a ser más superficial entre sus labios, su pulso se aceleraba con cada movimiento de sus manos sobre mis antebrazos y sus ojos se oscurecían.
—Dime cómo te puedo pagar.
—¿Recuerdas...? —Hizo una pausa cuando besé el hueco tras su oreja—. ¿Que te dije que había soñado contigo? —Asentí sin soltarla, para ese momento ya estaba totalmente acostada conmigo sobre ella. Sus uñas trazaron líneas rectas desde mi nuca hasta mi cintura bajo la camiseta, ese roce me causó un escalofrío que terminó de activar todo mi cuerpo—. Dame el sueño en la realidad.
Tomé sus muñecas poniéndolas sobre su cabeza a la vez que me deleitaba con su cuello y con los suspiros que le ocasionaba mi tacto. Absorbí cada uno con mis labios y durante la hora siguiente nos dedicamos a soñar despiertos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top