V. ☆ Tan cerca y tan lejos ☆
—Ella está bien.
Era la quinta vez que Beth me lo decía y la quinta vez que yo no respondía nada; quizás era esa indiferencia o mi gesto lo que la inclinaba a decirlo una y otra y otra vez.
—Está bien.
Sexta vez.
—Gracias —dije finalmente—. En serio les agradezco el gesto, Beth.
Me incorporé de la pared en la que estaba recostado y me dispuse a alejarme para empezar las clases. Desde el corazón agradecía a Beth y a Diego por haber ido a casa de Karma, sin embargo, fue una gran decepción que el escuchar "ella está bien" no me hiciera sentir mejor. A lo mejor había apostado demasiado por esa esperanza de conseguir algo de paz y todo fue en vano.
Quería más.
No me bastaba con haber enviado una nota del tamaño de mi palma, ni con haberle enviado el proyector; quería haber sido yo el que se los daba o haber recibido una respuesta de ella directamente. Siendo así, por medio de intermediarios, se sentía como si no fuera nada en realidad.
No escuché a Beth tras de mí, pero giré a mirarla cuando me tomó de la muñeca para detenerme. No advertí la rabia que tenía por dentro sino hasta que tuve el impulso de halar con fuerza mi brazo y mandar a Beth a volar. Ese impulso me atacó por unos segundos, luego recapacité y cerré los ojos para calmarme.
—Sé que es frustrante... —empezó.
—¿Frustrante, Beth? ¡No es frustrante! ¡Es doloroso! —Bajé la voz cuando percibí varias miradas en el pasillo que se volvían hacia mí—. Es horrible, es angustiante y me mata por dentro. Yo simplemente necesito que el tiempo vaya más rápido y el momento de "superarlo" llegue, ¿de acuerdo? Quiero despertarme una mañana de estas y que sea pronto y no sentir que me abren un hueco en el pecho cuando pienso en Karma. Quiero saber si todos los seres humanos se sienten así tras un romance de unos meses o si la magia de Karma lo hace más grande de lo que es porque... —Apreté la mandíbula al sentir que el nudo de mi garganta me subía rápidamente desde el estómago—, porque no es normal, maldita sea. Porque no solo siento que he perdido una novia, siento que he perdido gran parte de lo que soy, de lo que debería ser. Creo que parte de mí ya aceptó que Karma no volverá, pero ni un solo gramo de mi ser ha aceptado que debo seguir adelante... ¿Eso... —Noté que Beth me miraba con una lástima profunda así que procuré tomar aire y terminar con más lentitud— eso tiene sentido? ¿estoy demente?
Beth se tomó varios segundos para reaccionar y al hacerlo se acercó a mí para tocar, primero mi muñeca como si tanteara mi disposición a consuelo y luego para abrazarme cuando no la rehuí.
—¿Sabes qué creo? Sinceramente. Que sí, la naturaleza de Karma ha hecho esto peor, que su magia ha hecho de su amor algo más de lo que normalmente es. Pero no a propósito. Y no es malo... no debería serlo. Cuando mi abuelo me contaba la historia de su abuelo siempre describía el amor de él por su humana como algo sobrenatural, algo obsesivo que le decía que no podía vivir sin ella. Siendo una niña lo tomé como algo metafórico, algo como "el amor verdadero" de los cuentos de hadas, ese que te vuelve loco pero de amor. Cuando te veo a ti y a Karma creo que mi abuelo lo dijo más que literal. No creo que con una humana te doliera tanto... pero es igual para Karma. Ella está tan obsesionada contigo como tú con ella. Y eso no debería ser malo si pudieran estar juntos. Su amor es gigante e incondicional y el no poder estar juntos solo hace que sientan que pierden la cabeza. Puede ser su magia o puede ser un vínculo que entre humanos no conseguimos nunca, pero así es. Y lo siento mucho, Marco.
Noté que lloraba cuando al levantar un poco la cabeza del hombro de Beth, vi una mancha oscura en su blusa rosada. Ella no le dio importancia.
—¿Y entonces?, ¿será así por siempre?
Beth se encogió de hombros.
—Quiero tener la seguridad de que no.
Yo también quería eso pero ni la parte más alocada de mí se sentía convencida de esa posibilidad. Por un breve segundo entre el abrazo de Beth y el timbre para dar inicio a clases, me arrepentí con todo el corazón de haberme enamorado de una bruja.
Luego evoqué ese sentimiento de felicidad que me llenaba cuando estaba con Karma y la culpa se fue. Me dolían lugares del alma que no sabía que existían pero supe que lo haría de nuevo si tuviera que elegirla entre muchas, aún sabiendo las consecuencias.
☆☆☆☆☆
SSu piel blanca brillaba al sol. Brillaba mucho, de hecho, no era natural ese brillo. Era como ver un oasis a lo lejos en medio del desierto, solo que la tenía realmente al alcance de la mano. Karma era magia en su estado puro y cuando me sonrió todo lo malo se fue de mi alrededor, de mi interior. Seguía brillando como una estrella y eso me recordó que estaba soñando, que no era real, pero estaba tan cerca que ignoré todo solo por verla.
—Te extraño —me escuché decirle, aunque no fui consciente de haber pronunciado nada—. Cada segundo.
—Te amo, Marco. Te amo. Te amo. Por favor, no lo olvides, no me dejes.
—Nunca te dejaría. Quédate... quédate...
—Marco...
Un sonido hueco y externo me despertó sobresaltado. Mi oscura habitación pareció engullirme cuando me senté sobre la cama con el corazón acelerado. Balbuceé su nombre un segundo antes de buscar el sonido que me había despertado.
Una voz masculina me hizo dar un respingo.
—Ella también te llama en sueños.
A tientas en la oscuridad busqué el origen del sonido y entonces la lámpara de mi mesita de noche se encendió sola.
—Raymond... —murmuré al verlo, más confuso que otra cosa.
Raymond se refugió en la otra esquina de la habitación de modo que la luz de la lámpara apenas y lo alcanzara. No estaba seguro de si seguía dormido, de si alucinaba o si de verdad él estaba ahí. Por reflejo miré la ventana y la vi cerrada, aunque la cortina estaba corrida; yo siempre la cerraba para dormir.
—Es algo desesperanzador, ¿sabes? Verla dormir en las tardes y escuchar tu nombre casi todas las veces. En serio me rompe el corazón.
—¿Qué... qué haces acá?
Mi voz sonó más asustada de lo que pretendía y tuve que aclarar la garganta.
—Podría decirse que intento ser buen compañero.
Sus palabras eran inofensivas, pero por algún motivo su tono me resultaba amenazante; primero lo atribuí a la modorra que todavía tenía encima, pero, aun así, mi instinto me decía que no me fiara de él.
—¿Qué quieres?
—Oficialmente he venido por petición de Karma. Extraoficialmente... bueno, tenía curiosidad de cómo lo estás llevando. Nada bien por lo que veo. Es una pena que las cosas hayan resultado así.
Cuando estuve totalmente despierto empecé a pensar con lógica. Raymond era el futuro esposo de Karma. Raymond fue quien manipuló a Gris para que tuviera problemas con su novio. Raymond era el consentido del padre de Karma porque él era un brujo puro. No me agradaba Ray. La rabia me empezó a bullir en la sangre y de repente quise culparlo de todo a él, ya que me sería imposible desquitarme con nadie más.
—También es tu culpa. Es tu culpa tanto como de su padre. Tú apoyas esto, vas a desposarla sin importarte su opinión. Eres tan cruel como él.
Raymond soltó una carcajada hueca que me hizo estremecer. Bajé los pies al suelo por un lateral de la cama; no pretendía levantarme, pero me pareció que acostado y cubierto por mantas era más vulnerable que con los pies firmes en la tierra.
—¿Mi culpa? La culpa es de ustedes. De Karma por verte como algo más que una aventura y tuya por haberle dado ilusiones de un futuro que no iba a ser jamás algo posible. Siempre he creído que soñar demasiado alto te hará trizas cuando la realidad te mande al suelo y por desgracia Karma no piensa así, ella es una soñadora.
—Tú la ayudaste a soñar cuando nos cubrías —siseé entre dientes.
—Vale, mi error, lo lamento. Sobreestimé la inteligencia de Karma. Es una pena, como ya he dicho. ¿Sabes lo frustrante que puede llegar a ser tener una prometida que no deja de llorar por otro?
Lo odié por su cinismo y por el hecho de que estuviera en mi habitación a mitad de la noche como si fuera su propia casa.
—Eres un hijo de puta.
—Y tú eres el chico bueno, Marco, y ¿eso a dónde te ha llevado? Estás acá día tras día pensando en Karma mientras yo puedo verla y tocarla todos los días para recordarle que soy su amigo y eventualmente, seré su esposo. Los chicos buenos nunca ganan.
El reflejo me llevó a levantarme para abalanzarme sobre él, pero de pronto sentí los pies pegados al suelo y las piernas hechas de hierro. No pude moverme, cada centímetro de mi cuerpo parecía de plomo y solo tuve control sobre mis ojos y hacia dónde miraban. Me entró una desesperación mezclada con pánico inmediata al saberme ajeno a mi propio cuerpo y vi con terror la sonrisa que se extendía por los labios de Ray.
Acortó los pasos que nos separaban e inclinó su cabeza hacia mí. Era extremadamente alto a comparación mía así que tuvo que agacharse bastante; o eso me pareció al menos. Se me llenaron los ojos de lágrimas cuando quise decir una palabra, pero sentí los labios pegados, llenos de cemento.
—Escucha, no soy un ser sin corazón y por eso te he traído esto. —Vi que levantó su mano y entre sus dedos índice y corazón había un papel doblado en dos—. Te lo manda Karma y, me creas o no, no lo he alterado ni nada por el estilo. No hace falta, la verdad y siento que es una pérdida de esfuerzo, de todas formas no es como si pudieras responderle algo. —Su sonrisa se expandió más—. La dejaré sobre tu cama, ¿vale? No tardes en leerla. —Fue a la cama y dejó la nota junto a la almohada sin liberarme de la parálisis; luego regresó hasta mí—. Ahora, a lo que vine...
Quedé en blanco. Al menos así se sentía, como un sueño repentino que me llevó a la inconsciencia en dos segundos. Algo lejano me decía que me estaba manipulando la mente y la impotencia de no poder controlar o detener su ataque me causó desesperación. Los ojos de Ray eran de un azul eléctrico que podían pasar por dulces a la vez que por crueles y supe que él tenía el poder de darles cualquiera de esos dos aspectos sin necesidad de magia. Todo alrededor de sus ojos se desvaneció y solo pude enfocarme en él y en el tono de su voz... pero no en sus palabras. Me preguntaba cosas y me hacía responder pero no reconocí ni una sola palabra dicha por ninguno.
No supe cuánto tiempo tardó, pero sé que de un segundo a otro todas las imágenes, los sonidos y las sensaciones volvieron, sentí que me faltaba el aire y a grandes bocanadas intenté recuperarme. Tosí lo que parecieron minutos enteros y cuando fui capaz de ser dueño de mí, Raymond ya no estaba.
El cuerpo me gritaba que estaba exhausto y no supe si era respuesta emocional a toda la conversación con Ray o si él me había hecho algo para que me sintiera como si hubiera corrido una maratón en diez minutos. Caí de espaldas a la cama rogando por un poco de alivio a mis músculos y entonces sentí contra la mano la hoja de papel.
Con mucho esfuerzo me senté para tomar con más firmeza la hoja y advertí que debajo de ella había también un objeto redondo, pequeño y metálico que reconocí como un balón de voleibol. Sin poder evitarlo sonreí al pasarlo por entre mis dedos. Era solo un balón; no era llavero ni era dije, era solo una figurita metálica redonda.
Abrí la nota que solo estaba doblada en dos.
Gracias por la galaxia. No dejo de mirarla e imagino cada una de esas constelaciones en tus ojos, en tu piel. De noche me asomo por mi ventana y al mirar hacia arriba pienso que, aunque no estés a mi lado, compartimos la misma luna. Le pido cada noche que te diga que te sigo amando, espero que la escuches.
Lamento si enviarte esta nota no ayuda con tu proceso de superación, pero no he podido evitarlo, no después de que tus amigos se arriesgaran a venir acá. Sé que ya me despedí de ti, pero cada noche siento que quedó mucho por decir. En esta nota no podré decir todo, pero sí lo más importante: que te amo y, que si vivo cien vidas, te buscaré y te amaré en cada una de ellas porque estadísticamente, al menos una nos espera con final feliz y esa diminuta esperanza es suficiente para mí.
Tu latido sigue siendo mi mejor magia y tu proyector me lo recuerda cada noche. Te amo.
—K.
La nota resbaló de mi mano cuando terminé de leer y cayó sobre el colchón. No la recogí de inmediato porque las manos me temblaban, sin embargo sí la miré de reojo y noté que incluso en la poca luz de mi lámpara, la hoja se veía en blanco. La tomé pronto y volví a ver todas las letras escritas de la mano de Karma, así que la puse esta vez a consciencia sobre el colchón y todas las palabras desaparecieron. Era una hoja encantada. Sonreí un poco al percatarme de que Raymond ni siquiera podría haberla leído de haber querido ya que, al igual que mi llavero, solo funcionaba si estaba en mis manos.
Recordé el balón de voleibol y lo tomé entre mis dedos. Al igual que el llavero, parecía un pedazo sólido de metal, pero ya que no perdía nada, lo acerqué a mi pecho. A los pocos segundos escuché el clic. Lo extendí en mi palma estando ya abierto en dos. Estaba grabado también.
En el lado izquierdo decía Seré tuya y en el derecho hasta que la última estrella se apague.
El cansancio me pesó más, esta vez en el corazón y me dejé caer de nuevo sobre la espalda. Sollocé con calma, con resignación, como si supiera que hacerlo con escándalo no me serviría de nada. Recordé las palabras de Beth diciendo que Karma estaba tan obsesionada conmigo como yo con ella y me pregunté si habría manera de romper eso; la sola idea de que a Karma le doliera el pecho de la forma en que me laceraba a mí, me dolía más que el hecho de no tenerla conmigo. Ella no merecía ese sufrimiento, no merecía esa vida, no merecía amarme así para que le dijeran que era imposible... no merecía a Raymond que de repente se mostró como realmente era.
Pensé en la forma en que me acababa de manipular y ahora sí me dieron ganas de gritar de frustración. No tenía ni idea de qué había dicho yo, pero lo que fuera, él no tenía derecho de hacerme decirlo, no tenía derecho de ahogarme en tos para luego... me senté abruptamente sobre la cama, recordando algo.
Busqué mi celular entre las almohadas y al hallarlo lo encendí; fui a la galería y busqué el archivo de hace más de un mes, el video que Karma grabó cuando me rebuscó respuestas en la mente. No lo había visto ni una vez. Recién ella se fue no quise saber nada de nadie así que aparte de los momentos en que intentaba sin éxito llamarla, no había usado mi teléfono para nada, y eso incluía ver el video. Mi mente por algún motivo había bloqueado el recuerdo de la existencia de ese video y el que Raymond me hiciera lo mismo, me hizo recordarlo.
Lo encontré luego de unos segundos y tras respirar hondo le puse play.
Estaba oscuro porque llovía afuera, de nosotros apenas se veía una silueta, la cara de Karma cerca a la mía y mis manos rodeando su cintura pues estaba sentada sobre mí. La imagen era pobre, pero el sonido era nítido.
—¿Marco? —preguntó ella, aunque era evidente por mi postura que ya estaba a su merced. Asentí para que supiera que la escuchaba—. ¿Sabes que te amo?
No tardé en responderle, sonriendo.
—Sí. Me lo dijiste hace un rato, pero lo suponía hace mucho. Aún me parece increíble.
—¿Por qué?
—Porque me cuesta creer que tú llegues a amarme tanto como siento que me amas.
Mi sinceridad sin titubeos me sorprendió pero recordé que bajo su control no pensaba con control propio así que ella solo recibiría respuestas directas a lo que preguntara.
—¿Y tú?, ¿qué tanto me quieres?
—No te quiero, te amo. Más que tú a mí, pero esa es una suposición. No creí ser capaz de amar tanto a alguien antes de conocerte.
—¿Crees que es un amor adolescente de esos pasajeros?
Negué con la cabeza.
—No. Sé que si de mí depende no nos separaremos nunca, jamás. Cada experiencia de la vida la imagino contigo. Me has dicho que no lo haga, que no hay futuro, pero te amo y cuando me digo eso por dentro, también me digo que todo es posible. Temo que algún día no me ames como hoy, pero el miedo no me retracta en nada.
—¿Por qué temes eso?
—Eres el sueño de cualquier persona, podrías escoger de entre todo el mundo. Algún día te darás cuenta de que yo soy un humano más del montón y que en ese montón hay mejores opciones. Puede pasar. De hecho, no me explico por qué no ha pasado.
Me sonrojé en la oscuridad de mi habitación al escucharme desnudando mis inseguridades de esa manera, sin embargo, en ese momento, bajo el control de Karma, lo decía como si hablara de algo tan banal como el clima.
—Nunca ningún humano podrá sobresalir si tú estás ahí. ¿De acuerdo? No eres uno más del montón, eres todo para mí. Grábate eso. Dime, ¿a qué estás dispuesto conmigo?
—¿A todo? —Mi tono salió como si no entendiera la naturaleza de la pregunta, como si la considerase absurda porque su respuesta era obvia—. Si pudiera me enfrentaría a tu padre y le diría que me llevaré a su hija, quiera él o no.
—¿Qué tal escapar? ¿Estarías dispuesto, hipotéticamente hablando, a fugarte conmigo algún día?, ¿dejar a tu padre, a tus amigos, todo lo que conoces, por mí?
—Sí. Sé que sería difícil,mi padre me lo ha dicho,pero si tú me lo propones, lo hago. No te lo propongo yo porque temo quedigas que no, entiendo tu lealtad a tus tradiciones. Pero me iría contigo sindudar. Te cuidaría y te haría feliz. Te seguiré hasta el fin del mundo si tengoque hacerlo. Renunciaría a todo y empezaría de cero si es contigo, si tú estásdispuesta. No te podría dar la vida que tienes en tu casa, al menos no ahora,pero...
Dejé de hablar porque me ahogué en tos; Karma me liberó y el video terminó. El resto del momento se reprodujo solo en mi mente; la forma en que me besó después, la forma en que me amó y cómo con sus caricias me dejó saber que era feliz a mi lado.
Escapar conmigo. Ella pensaba en esa posibilidad que ni siquiera me había atrevido yo a decir en voz alta porque me sonaba demente pedirle algo así. Pero ella lo consideraba. Ella quería todo conmigo. Ella quería arriesgar todo por mí, deseaba saber si yo lo haría por ella y mi subconsciente le confirmó que sí, que estaba más que dispuesto a todo por nosotros.
Lloré de nuevo cuando recordé que horas más tarde su padre estaba en mi casa, reclamándola como suya y de Raymond. Lloré al imaginar que de no haber sido esa misma tarde cuando su padre nos descubrió, quizás en ese momento estaríamos juntos en algún lugar lejos viendo la luna juntos desde una misma ventana.
Me dolió todo cuando caí en cuenta de lo cerca que estuvimos de nuestro final feliz y de que yo ni siquiera me había dado cuenta.
☆☆☆☆☆
☆Gracias por leer☆
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♥ Nos leemos pronto ♥
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