33

Todo iba saliendo relativamente bien durante la velada, había un par de mesas bastantes grandes para las familias de los jugadores y éstos mismos. Carolina miraba la cantidad de nenes que había jugando en el pasto con pelotas.

Claramente eran los hijos de sus padres.

―¿Todo bien? ―Cristian habló a sus espaldas, Carolina estaba muy concentrada observando su alrededor.

Se paró al lado de la chica y colocó su brazo alrededor de su cintura para atraerla a él, la había dejado unos minutos sola con su hermana para ir por unos vasos con algo de tomar.

―Todo bien, me gusta este lugar ―agregó Caro mirándolo con una sonrisa. ―me da una sensación familiar.

―Somos como una familia enorme acá.

Agustina los miraba sentada en un sofá, había estado charlando animadamente con Molina y Barbi, la novia de éste, hasta que Romero volvió y su expresión cambio.

―Buenas ―Paredes hizo presencia alargando la segunda vocal de su saludo. ―Carito, Cami y la Caro de Taglia quieren conocerte.

Carolina frunció el ceño ¿Por qué querían conocerla? Fue el hecho de que ellas quisieran que la extrañó, pero no se iba a negar, aceptó gustosa.

―Ya vuelvo ―le dijo Carolina soltándose de su agarre.

―Enseguida se las devuelvo ―gritó Leandro cuando ya se alejaban.

Agustina soltó una risita viendo la cara seria de Cuti, parecía un nene al que acababan de quitarle su juguete favorito.

―Bueno, gracias, amigaso ―dijo Cristian con clara ironía cuando los vio yéndose, él opto por hacer lo mismo.

Y ahí entraba en marcha el plan de Agustina.

Se paró y fue tras el cordobés luego de disculparse con Nahuel y Barbi, quienes no se vieron molestos por la ausencia de la Sosa mayor. Iba detrás de su futuro cuñado cuando chocó de frente con una persona al doblar en una esquina.

―Ay, fíjate por donde vas ―dijo con una mano en la frente y los ojos cerrados por el repentino dolor.

El jugador frente a ella soltó un jadeo de dolor, además de una puteada en voz baja, sostenía su nariz con los ojos cerrados con fuerza. Cuando Martínez abrió los ojos entró en un mini estado de pánico al ver a Agustina.

―Disculpa, no te vi ―Agustina hizo un ademán restándole importancia, dispuesta a seguir con su camino. ―¿Vos sos la hermana de Caro, no?

Se hizo el boludo, como buen boludo que era.

Agustina detuvo sus pasos. ―Sí, Carolina es mi hermana.

Sosa miró por sobre el hombro de Lisandro, disimuladamente buscando a Cristian en su radar, no podía perder esta oportunidad de encararlo y dejarle las cosas bien claras.

Si la estúpida de Carolina no iba a pedirle explicaciones, entonces ella tomaría la situación en sus manos. Si planeaban tener su final feliz y de color rosa, Agustina iba a encargarse de hacerle saber a Cristian que no iba a permitir que dañara a su hermanita otra vez.

Planeaba dejárselo en claro al cordobés, para que si algo sucedía en el futuro, recordara las advertencias de la hermana mayor desquiciada que tenía Carolina.

―Está hermosa la noche ―soltó Lisandro, no sabía que más decir para hacer que la chica se sentara a hablar con él un rato. ―¿Viste la luna?

―Sí ―Agustina fingió interés en ello, sí el cielo era muy lindo y todo, pero su atención estaba en otra cosa. ―¿Me disculpas un momentito? Tengo que hacer algo.

Lisandro, con una pequeña sonrisa de tonto enamorado, asiente y se aparta del camino de la chica que se va casi corriendo y dejando al pobre jugador con el corazón latiendo a mil.

Martínez había visto a Agustina unas dos veces en su vida, gracias a sus habilidades de hacker (con la ayuda del Papu, Tagliafico y Otamendi) había conseguido el Instagram de la Sosa. Era un crush fugaz lo que tenía por ella, pero bueno estaban en Qatar y capaz no volvían a verse así que por qué no aprovechar.

Solo que Agustina nunca hacía las cosas fáciles.

―Cristian.

El cordobés se volteó confundido, venía muy adentrado en sus pensamientos, pero cuando reconoció a la chica suavizó su mirada e hizo un intento en sonreír. Quería caerle bien a la hermana mayor de la chica que le gustaba.

―¿Qué pasó? ¿Necesitas algo? ―preguntó con su tono de voz más amable.

Agustina se acercó los metros restantes que le faltaban para estar cerca del jugador menor a ella, quería que la viera directo a los ojos cuando le dijera las cosas.

―Sí, necesito algo. Saber las intenciones que tenés con mi hermana, Carolina podrá ser muy estúpida para la edad que tiene, pero yo no y la verdad que no te creo nada del cuento que le dijiste.

Palabra tras palabra el ceño de Cristian se fruncía cada vez más y abrió la boca en un intento de defenderse, pero Agustina hablaba demasiado rápido para interrumpirla. Se limitó a oír las palabras que la mayor escupía con veneno sin saber cómo reaccionar a aquello.

Sí, Agustina Sosa tenía pinta de ser loquita y no guardarse nada, pero no esperaba que fuera tan pronto aquella charla donde ella lo mataba con la mirada. Porque sí se esperaba este momento por la forma en la que la chica lo miraba y lo cortante que era con él.

Sin embargo, no se dejó intimidar.

―Vos podes creer lo que quieras, no me importa. Lo único que me importa es Caro, y estamos bien ahora.

Trató de alejarse, no quería hacer eso justo ese día que estaba lleno de felicidad.

―Si tanto te importa Carolina, lo mejor que podrías hacer es irte de su vida y dejarla en paz. Te las mandaste desde el principio, y lo seguís haciendo, pero volvés y volvés solo para hacerle mal. Carolina es mi hermana, me importa de verdad, y la voy a cuidar de tipos como vos.

Cristian apretaba sus dientes con fuerza, se mordía la lengua para no arrancar a putear a la chica ahí mismo, ya lo había sacado de sus casillas con todo lo que decía. Se acercó un poco más y Agustina levantó la cabeza para verlo a los ojos, no se iba a dejar intimidar por la altura del jugador.

―¿Me estás amenazando? ―loca de mierda, quiso agregar a la pregunta pero se contuvo.

―No me rebajaría a hacer tal cosa, es solo una advertencia para la próxima vez que se te cruce por la cabeza mandarte otra cagada y después querer venir a limpiarla con tus patéticas disculpas ―Agustina negó con la cabeza, y antes de que Cristian pudiera responderle, tiró su última bomba. ―Carolina no te habrá pedido explicaciones por lo de la yanqui rubia, lo cual debería haber hecho y después mandarte a la mierda por infiel pelotudo.

Probablemente Agus ya se estaba pasando, trato de contener los insultos y malas palabras la mayor cantidad de tiempo que pudo. Pero hablaba tan rápido, casi escupiendo (agradeció no enredarse con su propia lengua), que ni siquiera tenía tiempo a ponerle un filtro a sus insultos.

Cristian, hartó ya para ese punto, no iba a dejar que aquella chica que acababa de conocer lo pasara por arriba y se fuera con aires de victoria de ahí. No, si ella le hablaba de tal forma, él iba a hacer lo mismo.

Agustina empezó esa discusión, Cristian la terminaría con una cerrada de culo terrible.

―En vez de venir acá a decirme la cantidad de pelotudeces que estás diciendo, además de quedar como el culo no solo conmigo, tendrías que tener un poquito ―dijo con su dedo pulgar e índice a poca distancia. ―más de comunicación con tu hermana, pero bueno cómo vas a saber algo de la vida de Carolina o cómo va a confiarte cosas si hasta hace poco vos eras bastante forra con ella ―Agustina se tragó las palabras que estaba lista para escupir tras escucharlo decir aquello, Cristian sonrió. ―Sí, yo también sé eso. Para que te quedes tranqui escucha lo que te voy a decir porque va a ser la primera y última vez que te doy explicaciones a vos. Yo hablé con Caro sobre lo de la rubia yanqui, que además de no hablar español parecía tener retraso mental al no entender un no de mí parte.

Agustina se quedó callada, obviamente quería contestarle a todo lo que acababa de decirle, pero no sabía cómo.

―Chau, Agustina, pasala lindo.

Bueno, las cosas no salieron como Agustina Sosa las había planeado.

(...)

―Agus ―Carolina se acercó corriendo a su lado. ―¿Dónde estabas boluda? Te perdiste todo, estuve con Messi y Antonela tomando mates.

―¿En serio? Estúpida me hubieras buscado ―Agustina fingió alegría al darle un empujón a su hermana, Carolina río y empezó a contarle todo.

―Encima después los pendejos tiraron un pelotazo a donde estábamos, no sé qué clase de Dios me protegió porque yo siempre me como todos los pelotazos, viste ―las hermanas rieron mientras caminaban. ―¿Vos que hiciste? Y no me mientas, porque Nahuel me dijo que te fuiste al mismo tiempo que yo.

―Ah, estaba con coso ―miró a su alrededor en busca de su salvación, y como si Dios le hubiera enviado un ángel, Lisandro pasaba por su lado y lo agarró del brazo deteniendo su paso y confundiendo al jugador. ―Estaba con él.

Carolina frunció el ceño. Disimuladamente miró mal a su amigo, quien estaba chocho por como Agustina lo agarraba del brazo con fuerza. Ya le había advertido que ni se le ocurra mirar a su hermana.

―Sí, yo justo había ido a buscar agua ―Lisandro levantó la botella que tenía en manos. ―Creo que el Cuti te estaba buscando, ya va a estar la comida.

Carolina seguía mirándolo con el ceño fruncido, y Agustina entendió a la perfección aquella mentira. Agradecía que Martínez le hiciera la segunda.

―Anda nomás, anda tranqui que yo la cuido a tu hermana, no sé va a perder.

Agustina se arrepintió en ese instante de usarlo como excusa.

―Vamos atrás tuyo Caro ―¡Sálvame, Carolina! Fue lo que en realidad quiso decir.

Sin decir más nada, la menor se alejó de ambos. Agustina y Lisandro quedaron a solas, y cuando Carolina estuvo lo suficientemente alejada, la Sosa mayor soltó el brazo del jugador. Suspiró preparándose mentalmente para convivir una noche con Lisandro Martínez, que capaz después de todo no iba a ser tan malo.

Dos botellas de agua, una reposera para cada uno, un poco de música y estando ellos solos acompañados por una noche hermosa (palabras de Licha) fue todo lo que necesitaron para pasar un buen rato entre risas y charlas sin sentido.

Cuando Carolina llegó donde Cristian estaba lo abrazó por la espalda, aprovechando que justo el círculo de persona con el que estaba hablando se habían distraído mirando a los niños que llamaban por la atención de sus padres.

―Me asustaste ―dijo el cordobés tras dar un salto en su lugar.

―Tan fea no soy ―susurró Carolina, Cristian entrelazó sus manos con las de ella por sobre su abdomen. ―¿O si?

―Sos la más hermosa.

El cordobés besó el dorso de la mano de la chica, Carolina sonrió y apoyó su mejilla sobre la espalda de él. Le gustaba abrazarlo de esa forma, aunque ni siquiera se viera detrás de él.

Los dos en su burbuja ni se habían dado cuenta de las miradas disimuladas que recibían, Caro Calvagni le dio un golpecito a su prometido para que viera la escena y éste no se contuvo de llamar la atención también de sus compañeros.

Lautaro Martínez abrazó a Paulo Dybala por la espalda e imitaron a la pareja entre risas.

―Sos hermosa ―susurró Dybala imitando a Cuti.

Ambos se ganaron golpes de sus respectivas parejas para que dejaran a los otros en paz.

Cuti los miró directo a los ojos y si no fuera porque tenía sus manos entrelazadas con Carolina, les hubiera hecho alguna seña que diera a entender sus planes de matar a sus compañeros.

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