31
El viento frío hacía volar los cabellos de Carolina, inútilmente volvía a acomodarlos obteniendo el mismo resultado. Ambos estaban sentados en la arena, en silencio, considerablemente apartados el uno del otro.
El silencio no era para nada cómodo, no como veces anteriores
Hace casi una semana que no se veían, Cristian había estado estresado sin saber qué hacer y bastante desconcentrado en los entrenamientos lo que lo había llevado a ganarse un par de cagadas a pedo de parte del director técnico.
―¿Vas a hablar? ―Carolina cortó el silencio por fin. ―hace frío.
Romero quiso acercarse y abrazarla para protegerla del frío, claramente no lo hizo porque no quería ganarse la mala mirada y, seguramente, puteadas de Carolina.
―No sé por dónde empezar.
―Una semana diciendo que querías hablar y ahora no sabes por dónde empezar.
Carolina apoyó su mentón en la tapa del termo, tenía una cara de culo impresionante. Cristian estaba nervioso, también tenía miedo de que en algún momento le tire con el mate que tenía en sus manos apretando con fuerza.
Después de aquel día había estado dando muchas vueltas en sus pensamientos, ya había decidido hace rato hablar con Carolina sobre lo ocurrido el año anterior, pero de repente todo se fue a la mierda y ahora esperaba que ella no reaccionara de la peor manera.
Ahora se daba cuenta que la amaba. Esperaba que ella no se alejara porque eso iba a destrozarlo. Pero también creía merecerlo.
―Dale, te escucho.
Carolina lo miró seria y atentamente. Cristian tomó aire.
Rato antes de ir a la playa a encontrarse con ella, había hablado con Leandro y Lisandro. Les contó lo que había pasado, no podía más con sus propios pensamientos y quería contarle a alguien para saber que opinaban.
―¿Vos hablaste de esto con Carolina? ―preguntó Leandro, Cristian negó.
―¿Por qué no le dijiste boludo? ―ahora fue el turno de Lisandro.
―Qué sé yo, culiado ―Romero se sentía frustrado. ―¿Me va a odiar si se lo cuento?
Lisandro se encogió de hombros, Romero rodó los ojos.
―¿Y vos? Sos amigo de ella también.
―Sí, yo soy amigo de Caro. Y con esto que nos acabas de decir no sé cómo ira a reaccionar ―Cristian bufó, no quería salir de la habitación ahora. ―pero escucha, mejor decírselo, aclara las cosas. Vos la querés y ella también. Más te va a odiar si no le decís nada.
―¿También me quiere? ¿Te lo dijo?
―No, boludo, pero se lo nota si es media boluda para disimular.
Cristian se había tirado de espaldas en su cama y cubierto su cara con ambas manos, nunca le había pasado de estar así por una chica. En realidad, si le había pasado una vez, con Carolina y todo había terminado mal.
―Me tengo que ir ―les dijo a sus dos amigos cuando vio la hora en su celular.
―Cuti ―Leandro lo paró cuando iba a salir del cuarto. ―Caro tiene una imagen equivocada de vos, arregla las cosas que los dos merecen ser felices por fin. ―asintió. ―y deja de mandarte cagadas, pelotudo.
―Cristian ―Sosa lo llamó dándole una patadita.
El nombrado la miró a los ojos, se había quedado ido unos segundos, Carolina hizo un movimiento con su cabeza indicándole que empezara a hablar.
Por más que no se sintiera preparado para hablar abiertamente de lo que le había ocurrido aquella vez, porque jamás se había sentido tan vulnerable, trato de abrirse con ella. Después de todo Carolina Sosa era la mujer con la cual sentía que quería estar toda su vida.
―¿Me vas a escuchar hasta que termine de hablar?
―Lo dudo ―Cristian la miró casi con suplica en sus ojos. ―pero bueno, intentamos...
―Perdóname.
Llevó su mano a la de Carolina, que descansaba en la arena, ella quiso apartarse de su toque, sin embargo, no lo hizo. Ni en pedo decía en voz alta que lo había extrañado. De cierta forma la hizo sentir más tranquila.
―Vos te acordás de todo lo del año pasado ¿cierto? ―sí, cómo no iba a hacerlo. ―que pregunta boluda.
Carolina asintió, alentándolo a seguir hablando.
―Caro yo nunca quise dejarte, mucho menos de la manera en la que lo hice, por eso te pido perdón. Yo sé que no soy el hombre perfecto, no creo llegar a serlo tampoco, pero por vos estoy dispuesto a intentar ser mi mejor versión ―la chica apretó los labios escuchándolo atentamente. ―Te amo, Carolina, te amé hasta cuando se suponía que tenía que dejar de hacerlo por todo lo malo que te hice.
Casi dos minutos pasaron para que Carolina pudiera responderle, tenía un nudo en la garganta por evitar llorar, sabía que si lo miraba no iba a aguantar mucho. Siempre le costó hablar sobre lo que sentía o enfrentar ese tipo de situaciones.
Él le dio un apretón en la mano, inconscientemente, necesitaba escucharla decir algo. Como había dicho antes, hablar sobre eso lo hacía sentir muy vulnerable.
―También siento mucho cariño por vos Cristian ―habló, provocando una sonrisa diminuta en el cordobés. ―pero creo y, se supone, que debo tenerme más cariño a mí misma. Si yo elijo darte otra oportunidad ¿Qué me garantiza que no voy a terminar llorando hasta no poder más otra vez?
―Lo de darme otra oportunidad ya está en vos, Caro, te dije que iba a respetar la decisión que tomaras. Yo solo quiero decirte que fue lo que pasó y si querés odiarme que no sea por una razón errada.
Carolina suspiró, cuando dejó salir el aire que tenía contenido notó como estaba temblando. Quiso golpearse a sí misma por ser tan sensible.
―Es que yo sí quiero estar con vos ―confesó en un susurro, sin mirarlo. ―pero me venís haciendo mal desde que te conozco. ―Cuti entrelazó sus dedos con los de ella, se sentía la peor persona del mundo. ―No quiero quedar como la estúpida que te presume en todos lados mientras vos a mis espaldas me estás cagando...
Cristian negó ante lo último, de todas formas Carolina abrió la boca para seguir hablando.
―Como la última vez, ya pasamos por esto una vez y ahora dos, yo soy la boluda que decide seguir dándote oportunidades.
―Para, para, para ―el cordobés la cortó sin entender ahora. ―¿Cómo que la última vez? ¿Ya pasamos por esto? Carolina yo a vos jamás te cagué mientras nos estábamos conociendo, ni cuando estábamos intentando algo.
―¿Y por qué mierda los últimos meses te comportabas como un idiota y ya no querías pasar tiempo conmigo? Me hiciste sentir una intensa enamorada de alguien que ya no quería ni verla en figurita.
Una lágrima salió de su ojo, a pesar de que ya no se sentía tan triste como al principio, estaba confundida y un poco molesta al traer todos esos recuerdos otra vez, más ahora que por fin lo tenía de frente para hablar de ello con él.
―No, no, Caro...
Cristian limpió la lágrima de ella con su dedo pulgar, apoyando su palma en el rostro de ella. Carolina cerró los ojos un milisegundo, cuando él se apartó volvió a abrirlos.
―Mira, yo me alejé de vos porque te dije que fui un cagón, y mentira no es. Tenía miedo, tenía miedo de lo que sentía por vos ―Carolina frunció el ceño. ―no sabía porque se me aceleraba el corazón cada vez que estaba con vos, o porque se me revolvía el estómago cada vez que te besaba, ni porque cuando estaba mucho tiempo sin verte me ponía mal. Hice un montón de cosas mal y ahora me doy cuenta, la primera fue alejarme de la chica que siempre me quiso y yo siempre quise.
En ese tiempo Cristian estaba estresado y asustado por su futuro, el cagaso que tenía por ahora estar en la selección lo llevaron a cometer demasiados errores. Quería hacer todo bien respecto a su carrera, y le terminó saliendo todo mal en su vida privada y amorosa.
La chica no podía creer lo que estaba escuchando, estos últimos casi dos años había tenido la peor imagen de Cristian Romero.
―¿Por qué no me dijiste? ¿Por qué no hablaste conmigo? Te hubiera perdonado, dejaste que te odiara y tratara como el culo.
―No estaba en mis planes quedar como un hijo de puta, muy a mi pesar eso hizo que vos no me buscaras así que me vino bien, aunque ahora si lo lamento.
Ambos se quedaron en silencio, ya sabían todo lo que había por saber. Cristian se sentía en paz una vez que pudo dejar esa carga atrás, Carolina sentía como si un nudo hubiera sido desatado después de años.
Ninguno dijo una palabra más, ni siquiera cuando Carolina se puso de pie para irse. Cristian la acompañó en silencio hasta el hotel, no sabía que iba a pasar ahora.
Volvía a sentir ese miedo y tristeza que vivió con él durante meses cuando tuvo que volver a Londres y escapó de ella. Ahora no planeaba irse de su lado, a menos que Carolina así lo quisiera.
Cuando llegaron al hotel Cristian por lo menos esperó un último saludo de la chica, sin embargo, cuando detuvo sus pasos y Carolina ni volteó a verlo para despedirse, su corazón se rompió.
¿Ahora que hacía? Había enmendado sus errores, y aun así no obtuvo los resultados que esperaba. Carolina se iba, él se quedaba ahí con todo el amor que tenía por ella.
―Te perdono ―soltó ella en voz alta y de espaldas. ―discúlpame vos a mí por tratar de hacerte mal.
Se acercó a ella rápidamente, una vez que estuvieron frente a frente sus ojos brillaron.
―Obvio, Caro.
Una sonrisa mínima apareció en el rostro de ambos, ni sabían cómo continuar de ahí. Pero si sabían que iban a estar juntos.
Carolina miró la puerta de vidrio del hotel, Cristian siguió su mirada. Agustina y Fabián los miraban desde los sofás, la habían estado esperando.
―Ya me tengo que ir.
Cristian asintió. ¿Se despedían con un beso en el cachete? ¿En los labios? ¿O cómo? Ninguno sabía y fue algo incómodo.
Al final terminaron dándose un abrazo, ambos cerraron los ojos y disfrutaron de la cercanía del otro. Carolina podía escuchar los latidos acelerados del cordobés.
―Suerte mañana ―le susurró aún abrazándolo y con su rostro en su pecho.
―Todas las piernas que rompa son para vos, morocha.
author's note:
WAAAAAR IS OOOOVER
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