28
Maratón 1/3
Eran las dos de la mañana, las luces en la habitación de los hermanos Sosa seguían prendidas. Los tres estaban despiertos, y como siempre, haciendo desastre.
―¡Uno, manga de giles!
Agustina gritó, olvidando que todos dormían. Carolina y Gabriel saltaron sobre ella para que se callara, provocando que cayeran los tres de la cama de una plaza donde estaban sentados muy incómodos.
―La puta que los parió ―susurró la mayor de los tres sobándose la cabeza.
―Pelotuda como vas a gritar así ―le dijo Gabriel susurrando, y escupiendo en la cara de sus dos hermanas.
―¡Ay, Gabriel! ―Carolina trató de alejarlo de ambas poniendo una mano en la frente del chico. ―nos bañaste, hijo de puta.
Habían jugado al tutti-frutti, al veo-veo, al gallito ciego y ahora al UNO. Así estaban desde las diez de la noche, Carla y David habían ido a vigilarlos y se hicieron los dormidos.
En el constante empujón de Agustina para que sus dos hermanos menores salieran de arriba de ella, logró escuchar los pasos de alguien y algo le dijo que venían a su habitación. Si eran los otros huéspedes quienes se quejaban, mañana era su sentencia de muerte.
―¡Eu, eu, eu! ―dijo rápido, llamando la atención de los otros que discutían. ―viene alguien, viene alguien. Es mamá y nos tira con lo primero que ve.
Trataron de ponerse de pie lo más rápido que pudieron, fue inútil, se enredaron con las sabanas y volvieron a caer como estaban.
―Duerman, duerman ―aunque la idea de Gabriel era terriblemente mala, las otras dos le hicieron caso.
Dejaron caer sus cuerpos como si estuvieran desmayados y cerraron los ojos, al segundo escucharon la puerta abrirse.
―¿Qué hacen? ―Fabián entró a la habitación y se sentó en una de las camas viendo a sus tres queridos hermanos. ―la verdad que yo no me acuerdo que se hayan caído de la cama para que terminaran así de tarados.
―Ah sos vos, tonto.
Carolina fue la primera en abrir los ojos. Segundos después ya estaban los tres parándose del suelo.
―Todas las cartas en el orto tenías ―Gabriel dijo agarrando las cartas que Agustina había escondido. ―tramposa de mierda.
―Agustina ―la menor de los hermanos le reprochó.
―Bue, ya está, igual iba a ganar yo si ustedes son malísimos.
Los cuatro hermanos se acomodaron en las tres camas, Gabriel y Fabián en una sola. Habían empezado a hablar sobre lo que habían hecho en el día.
Fabián les mostró videos de Román y Valentín jugando a la pelota en la playa, donde habían ido durante la tarde después de la insistencia de los niños. Carolina apretó sus labios al reconocer aquel lugar.
―¿Hacemos pijamada? ―preguntó Caro cuando vio a Fabián mirando la hora, seguro estaba por irse.
―Ni en pedo, suficiente que los aguanto a ustedes dos ―respondió Agustina.
―Sí, sí, yo quiero ―Gavo levantó su mano como voto, iniciando una votación cuando Carolina lo imitó.
Segundos después Fabián levantó su mano también, haciendo que Agustina lo mire con cara de culo.
―Dale, Agus, no seas amarga ―el mayor se acercó a abrazarla por los hombros. ―después cuando volvamos a casa ya no vamos a poder hacer esto.
―¿Vos no haces pijamadas con tus hijos?
―Agustina, mis hijos duermen conmigo hace dos meses porque vieron una película de terror sin permiso y ahora tienen miedo de que alguien les cosa botones en los ojos, me despierto sin sentir ni una extremidad de mi cuerpo.
Los tres hermanos menores rieron por Fabián, eso definitivamente era algo que sus sobrinos harían.
―Bueeno ―aceptó Agustina rodando los ojos, Fabián la zamarreó haciéndola reír.
―¡Yo duermo con Caro!
Gabriel se pasó a la cama de Carolina de un salto, casi cayendo sobre la menor que lo atrapó agarrándolo fuertemente de la cintura para que no cayera al piso otra vez.
Carolina río, Gabriel parecía el menor de todos en lugar de ella e igualmente no se llevaban muchos años.
Poco tiempo después las luces de la habitación las apagaron para acostarse. Poco les había durado la pijamada, ya era tarde y estaban cansados. Pero ninguno parecía poder dormirse porque los cuatro miraban al techo con los ojos como lechuza.
―Eu, sin volver este momento tan trolo, los quiero ―Fabián les dijo, rompiendo el silencio.
Automáticamente Gabriel y Carolina soltaron un "Aww" haciendo que el mayor se arrepintiera de sus palabras.
―Nosotros también te queremos, Fabi ―dijeron los menores al mismo tiempo.
Los tres giraron su cabeza a la derecha, donde la cama de Agustina estaba. Ésta los miró como diciendo ¿Qué quieren? Antes de morderse el labio, señal de que estaba harta, sus hermanos la conocían como la palma de su mano.
―Yo también los quiero, insoportables, y no tengo que decirlo a cada rato para que lo sepan.
―Nunca lo decís, gila ―Gabriel dijo con el ceño fruncido.
―Bueno, pero lo demuestro.
Fabián se enderezó en la cama para que viera su cara de confusión ante lo que había dicho.
Capaz que Agustina no era la que más demostraba afecto, pero estaba ahí a su forma. Pelear con Carolina, cagar a palos a Gabriel, cuidar a sus sobrinos por Fabián eran actos que ella consideraba cariño.
―Tampoco que soy una insensible para que me hagan esas caras, pregúntenle a Carolina como la ayude estas semanas con el cordobés culiado ese.
Caro hizo una mueca.
―¿Muy pronto? ―le preguntó con las cejas levantadas.
―Muy pronto ―respondió Caro.
Por ahora no quería escuchar el nombre de Cristian, ni una referencia a él, nada de nada. Prefería sacarlo de su cabeza por unos días, aunque él no la ayudaba con llamarla casi diario desde aquel día.
―Sí, terrible ayuda le diste ―Fabián rompió el silencio otra vez. ―¿Qué es eso del karma? Pedazo de tonta, eso actúa solo. Vos no podes ser el karma de una persona.
Agustina se encogió de hombros.
―Más que karma fue venganza, que encima le salió como el culo ―Gabriel dijo riendo, Carolina lo empujó tratando de que cayera al suelo.
―Tampoco dije que mi ayuda era perfecta ―se excusó la hermana mayor.
Gavo interrumpió a Fabián levantando un dedo.
―Yo tengo mi teoría ―los tres miraron a Gabriel, expectantes de la posible boludez que iba a decir. ―Carolina quiso ser el karma del Cuti, y como dice Fabián, el karma actúa solo. Así que Caro al querer ser el karma de él, estaba provocándose su propio karma, el cual sería los cuernos con los que me está golpeando ahora.
Carolina está vez si lo empujo hasta que cayera de la cama.
―Sos un pelotudo, Gabriel. Dormí ahí ahora.
Gavo subió a la cama con Fabián, sobándose la cadera por el golpe.
―Y bueno, un poco de razón tiene ―Agustina se río, ganándose una mala mirada de Carolina. ―o sea, muy mal Gabriel que le digas eso a nuestra hermanita. Pero tu teoría, que me sorprende que pienses, puede ser media acertada.
Fabián los escuchaba con atención y cada vez más confundido, preguntándose si él era igual de estúpido a sus respectivas edades.
―Ah forra, pero hubieras pensado eso antes ―Carolina le dijo. ―ahora yo quedé como la pelotuda que le revotó el karma.
―¿Yo te puse un arma en la cabeza para que aceptes?
Carolina se volteó, poniendo su cara sobre la almohada y ahogó un grito allí. Sus hermanos la miraron como si fuera un bicho raro cuando volvió a acostarse boca arriba como si nada hubiera pasado.
―Creo que fue mucha charla, ya son las tres de la mañana, vamos a dormir que mañana mamá quería que vayamos a desayunar todos.
―Bueno, pero si Gabriel vuelve a decirme cornuda, mañana va a pasarse de largo "durmiendo"
Carolina se tapó con una sábana, lista para dormir.
―Fabi, tengo miedo.
Gabriel se aferró al brazo de su hermano, Fabián trató de apartarlo con sus piernas, pero fue inútil. Otra noche más en la que iba a dormir como el culo.
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