25
Un día más y otro partido que Argentina enfrentaría, los jugadores ya se encontraban en los vestidores preparándose para salir a la cancha.
Cristian terminó de atarse los cordones y salió con Lisandro y Nahuel. Todos estaban nerviosos, como antes de cualquier otro partido, pero sabían que iban a dejar lo mejor de ellos mismos en la cancha además de que se tenían fe.
Salieron a la cancha para comenzar a estirar en una ronda donde estaban los titulares y suplentes, poco a poco la gente iba entrando al estadio y tomando sus lugares.
―¿Nerviosos? ―preguntó Leandro a los tres chicos que andaban juntos para todos lados.
―Ni cerca ―respondió Cristian.
―Que mentiroso de mierda, hoy la llamaste a Caro para que te calme los nervios.
Romero le dio una patada a Lisandro, tenía la lengua más larga que la mierda ese.
―No sabes callarte vos ¿no?
Leandro río. ―Hace rato con Rodri y Beckham la vimos en la tribuna.
―¿En serio? ―preguntó el cordobés. ―¿Dónde?
―Para allá, cerca del arco.
Romero miró rápidamente en aquella dirección, desde donde estaba de pedo podía ver el arco así que a ella no la iba a ver entre tanta gente.
Pero estaba feliz con solo saber que ella estaba ahí, supo que había asistido a todos los partidos hasta ahora, pero nunca había tenido la chance de encontrarla en las tribunas. Sabía lo apasionada que era cuando jugaba la selección y que se le zafaban un par de tornillos de vez en cuando.
―¿Vamos? ―dijeron Molina y Martínez.
Cristian les hizo montoncito con la mano.
―Vos la viste una vez en tu vida ―le dijo a Nahuel. ―y vos... bastante amigo sos.
―Ay, se pone celoso ―Licha le pellizco el cachete burlándose y Cuti le dio un manotazo.
―¿Quién está celoso? Pasen el chisme.
Dybala y Tagliafico se acercaron cuando vieron a sus compañeros charlando entretenidamente, a ver si ahí podían esconderse unos minutos de Scaloni y Aimar.
―Cerra el orto ―le dijo Cristian a Lisandro cuando lo vio abrir la boca.
―Fua, así te pones loco.
―Dah, contame hermano.
Paulo abrazó a Cristian por los hombros zamarreándolo un poco, como si eso fuera a hacerlo soltar algunas palabras.
En eso llega Gómez.
―¿Te dijeron que vimos a tu novia? Bastante bien comés cordobés.
―¿Qué dijiste? ―Cristian dio un paso adelante, Paulo lo sostuvo del cuello de la remera.
―Ah, la morochita de la otra vez ¿no? ―dijo Nicolás Tagliafico.
Paulo le prestó atención, quería saber más. Cristian volvió a su lugar.
―¿Qué sabes vos?
―Yo nada, mi Caro los vio el otro día, dijo que estabas muy enamorado ahí cerca de la playa.
Automáticamente todos los jugadores empezaron a cargarlo mientras chiflaban, Lisandro agarró la cara del Papu y fingió besarlo.
―Ay, Carito te amo, bésame y caminemos por la playa agarrados de la mano ―dijo el Papu imitando la tonada de Cristian.
―Cuti, sos mi cordobés favorito, te amo ―Lisandro le siguió el juego usando una voz más aguda.
Todos rieron, Cristian como la persona tranquila y serena que era decidió darles un pelotazo a los dos que se burlaban de él.
―¿Otra vez ustedes chusmeando? ―Scaloni los interrumpió. ―son los pibes del fondo ¿o qué? Vamos, ya tienen que entrar. Cuti anda a buscar esa pelota que tiraste, eh.
Sus amigos, como los buenos que eran, salieron detrás del director técnico y lo dejaron solo. Puteando en voz alta fue a buscar la pelota que había arrojado, con toda su fuerza, así que estaba medio lejos.
Al acercarse a las tribunas empezaron a gritar su nombre. Levantó la mirada para saludar a los hinchas, cuando sus ojos cayeron sobre la morocha que se encontraba hablando con su madre.
Carolina tenía la camiseta de Argentina, el pelo atado y la cara pintada. Tal como la última noche que compartieron en la terraza del hotel.
Las cosas habían quedado bien entre ambos, sin embargo, él seguía pensando que algo andaba mal. Carolina no era de las que perdonaba tan fácilmente, lo sabía.
Ahora ambos eran muy diferentes a cuando se conocieron y habían estado juntos. Lo cual le hacía pensar a Cristian que era hora de hablar de aquella noche, la noche en la que él se fue.
No quería que todo se fuera a la mierda, pero sentía el resentimiento de Carolina por lo sucedido. Iba a decirle la verdad, lo acababa de decir.
(...)
Los Sosa estaban en las tribunas, bastante cerca de la cancha, tenían la vista perfecta al arco de Australia.
Lástima David que cuando la pelota se iba para el arco de Argentina no veía un pingo y le gritaba a Gabriel.
―¡Dale, Gabriel, decime que pasa! ¿Dónde están los lentes de mierda, Carla?
Buscaba desesperado los anteojos en la riñonera de su mujer para poder ver, la madre de los cuatro chicos le dio un golpe en la mano.
―Córtala, idiota, ya te dije que no los traje ―David la miró como si estuviera loca. ―si vos no te haces cargo de tus cosas, yo no voy a hacerlo.
Mientras los padres discutían, todos los otros miraban el partido. Habían dado tiro libre para Argentina.
Messi iba a patearlo. Romina y Fabián abrazados se persignaron, haciendo reír a sus dos hijos pequeños.
La pelota salió disparada, un australiano llegó a cabecearla y la mandó fuera del área del arco. Carolina apretaba la mano de Agustina con fuerza cada vez que la pelota se acercaba al arco del equipo contrario.
En una jugada, que fue demasiado rápida para la cabeza de Carolina, Messi logró patear la pelota con dos australianos marcándolo y ésta entró al arco.
Las tribunas repletas de argentinos enloquecieron, y Carolina pegó el salto de su vida mientras gritaba el gol.
El juego continuaba, después del entretiempo y con el cambio de arco no llegaban a ver mucho. Sin embargo, tenían al Dibu Martínez a solo metros de ellos, Román y Valentín no paraban de gritarle para que volteara.
Y en una de esas lo lograron, el arquero volteó buscando a las personas que gritaban su nombre que claramente no logró ubicar, pero levantó su mano en forma de saludo.
Mientras eso pasaba, y los Sosa más chicos enloquecían, por una equivocación del arquero australiano y un buen pase de De Paul, Julián Álvarez logró hacer un gol cuando el arco quedo expuesto.
Una vez más el público enloquecía.
―¡Pasamos, pá! ¡Vamos a ganar! ―gritaba Gabriel abrazando a su viejo.
―¡Callate, pendejo!
Fabián y Carolina como los supersticiosos que eran le dieron un sopapo en la boca.
Ni hablar cuando Australia marcó su primer gol cerca del final, ahí casi le saltan encima al pobre Gabriel.
―Me desmayo.
Valentín se puso una mano en la frente y cerró los ojos fingiendo caerse cuando dieron siete minutos más y encima los australianos parecían acercarse cada vez más al arco, aunque sin suerte porque en cada tiro la pelota se les iba para cualquier lado.
La selección argentina tuvo un par de chances más de marcar otro gol, rezando porque no les empataran, sin embargo, lograron terminar el partido con un resultado de 2 a 1.
―Partido de mierda, me voy a tener que tomar la presión cuando lleguemos al hotel ―dijo Carolina suspirando aliviada cuando por fin terminó.
Pudieron ver como los jugadores festejaban justo frente a ellos, todos abrazados y saltando. Habían ganado el partido, pobre Gavo que igualmente lo golpearon.
Carolina sacudía la bandera que tenía en mano, vio a Cristian ahí saltando abrazado a Lisandro con una gran sonrisa en la cara. Como si fuera automático, una sonrisa también apareció en su rostro.
Y como si ambos estuvieran conectados, hicieron contacto visual. La sonrisa de Romero aumentó, si es que era posible, Caro lo imitó y lo saludó disimuladamente.
Si de por sí ya estaban contentos por el resultado del partido, se sintieron aún más felices al encontrarse entre toda esa gente.
author's note:
capítulo porque se cumple un mes de la final gente ⭐️⭐️⭐️
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