14

Carolina ignoró el apodo que Cuti le dijo. "Morocha" no iba a mentir tampoco, agradeció sentarse en ese momento porque las piernas por poco le temblaron.

Cristian la miraba como si fuera la mujer más linda que vio en su vida, sus ojos cafés por poco destellaban viendo como la suave y fresca brisa del viento movía los cabellos de Carolina y ésta jugaba algo nerviosa con los anillos en su mano.

―Me vas a ojear de tanto verme ―soltó ella mirándolo por primera vez.

Cristian apartó la mirada rápidamente, rascó su nuca nervioso.

―Aguanta, fiera ―Carolina lo miró con una pequeña sonrisa asomándose en sus labios, contagiándolo a él.

―Mucha confianza vos ―la sonrisa de Romero desapareció. ―toma.

Caro le extendió su mochila negra donde llevaba los ingredientes faltantes para preparar un buen fernet.

No paso mucho para que comenzaran a tomar del gran vaso metálico, Cristian le dio el primer trago para que ella probara y cayera ante sus encantos de cordobés (como si Carolina no hubiera caído hace rato).

―A ver, probá.

Carolina saboreó el líquido en su boca, cuando puso el vaso a un lado le había quedado espuma en la comisura de sus labios.

―Bigotuda ―Carolina se limpió rápidamente la espuma, Cristian soltó una risita. ―¿Y? ¿Qué decís?

―Mmm, nada de otro mundo, honestamente. Yo los preparo más ricos, cordobés.

―Pero cállate porteña olor a pata.

Carolina lo miró con los ojos abiertos demás. Antes vivían insultándose, claramente a modo de juego, pero como dije anteriormente eso fue antes. De ahí salía la sorpresa de Carolina, se estaban tratando como si ella no lo odiara (o tratara de convencerse de hacerlo).

Cuti seguía buscando su perdón, había conocido a Carolina enojada pero nada como la situación que vivía actualmente. Y la verdad es que él tampoco sabía porque insistía tanto con la chica.

Ninguno de los admitía o se daba cuenta de sus verdaderos sentimientos. Gracias a su cupido (Leandro Paredes) algo en esa noche quizás cambiaría el rumbo de las cosas.

―Terminamos este y vos prepara otro, así dejas de agrandarte tanto.

Carolina asintió de acuerdo, tomó un largo trago de la amarga bebida y respiro un toque agitada al alejar el vaso de sus labios para pasárselo a Cristian.

―Para, Carolina, tenemos tiempo. No vaya a ser que después tenga que llevarte a las rastras hasta tu habitación.

―Vos no, a las rastras me voy a ir yo solita. Dale toma, nos ponemos en pedo porque nos ponemos en pedo.

Cristian quiso responderle pero Carolina puso su mano en el culo del vaso y lo empujó a los labios del cordobés para que tomara y se callara de una vez por todas.

Capaz que diez minutos después, pasándose el vaso entre ellos, lo terminaron. Y ahora era el turno de Carolina de sacar sus habilidades como barman.

Hielo va, hielo viene, un poco del fernet que Cristian había tenido que esconder entre sus pertenencias más privadas y el resto de coca cola que hacía a la espuma aparecer. Caro metió el dedo en el vaso y revolvió.

―Sucia.

―Mirá, no me hagas hablar, Cristian Romero.

Cuti río y aceptó el vaso que le extendía la chica, dándole un sorbo bastante largo causando un suspenso más largo de lo normal. Carolina lo miraba seria.

Incluso cuando dejó de tomar, pretendió lamerse los labios y pensarlo unos segundos antes de hablar.

―Dale, bobo ―Carolina le quitó el vaso de las manos para probarlo por ella misma.

Estaba bien, más que bien.

―Re espumoso, no me gusta ―Carolina abrió la boca para protestar pero Cristian la cortó levantando un dedo. ―joda, está bueno, por mi orgullo como persona y cordobés voy a seguir diciendo que el mío es mejor, pero el tuyo está bueno.

Carolina rodó los ojos y volvió a sentarse junto a él.

―Sé que el mío es mejor, pero me quedo satisfecha con tu respuesta, morocho.

Trago va trago viene, los muchachos se entretienen. Literalmente, los boludos de Carolina y Cristian estaban un poco en pedo y soltaron la lengua, hablaban y comentaban la primera boludez que se les ocurriera.

―Scaloni, siento que es de los que te agarran el pelo y...

―¡Ah, para! ¡Te vas al pasto, culiada!

―¿Qué? ―gritó Carolina riendo, para ese punto ya le era imposible controlar el volumen de su voz. ―encima que te comparto mis pensamientos.

―No quiero saber lo que fantaseas sobre el director técnico de la selección argentina, que te recuerdo que yo juego ahí y yo le veo la cara todos los días.

Carolina río y Cristian la siguió, un poco perturbado pero la siguió.

―Bueno, bueno, cambiemos de tema.

Ambos se quedaron en silencio pensando en que podían hablar ahora, Carolina tomaba del fernet como si fuera agua ya y la absurda competencia sobre quien lo preparaba mejor había terminado.

La Sosa menor se dio cuenta que estaba en pedo cuando sintió que tenía el rostro algo caliente y movía sus manos más lo normal, además de los gritos y las risitas que soltaba cada vez que Cuti decía algo.

Cristian también estaba más o menos, seguro al otro día lo iban a cagar bien a pedos, pero ahora solo le importaba la chica sentada frente a él que parecía que si se paraba no llegaba a hacer dos pasos antes de caerse.

―¿Arruinaría el momento si vuelvo a pedir tu perdón? ―Cristian rompió el silencio.

La sonrisa en el rostro de Carolina desapareció, confirmando que su pregunta si arruinó el momento y que probablemente la cagó.

―Considerando el estado en el que estamos, creo que sí ―Cuti asintió, la entendía.

Y fue ahí, en ese mismo momento, que a Carolina se le prendió el foco. Ni ella sabía que pensaba, pero a su ebria mente le parecía la mejor idea del mundo.

―Pero sí, te perdono. Estaré en pedo, pero sobre todo, soy borracha pero buena muchacha.

―¿Qué? ¿Estás segura?

Carolina iba a ser el karma de Cristian Romero ¿cierto? Que mejor idea que comenzar su plan perdonándolo, por lo menos así tendría una excusa para estar cerca de él.

―Sí, segura ―Cristian la seguía mirando confundido. ―yo te perdono ahora, pero al menos trata de ganártelo cuando estemos sobrios.

―No te entiendo, Caro.

―Ay, Cristian no es tan difícil, bobo. ¿Vos querés que te perdone? Listo yo ya te perdone, pero más vale que te lo merezcas a ese perdón, hacelo valer. Qué sé yo, no ves que no estoy en condiciones de decir una oración con coherencia.

Romero río, lo había perdonado y su corazón no daba más de felicidad podía darse cuenta por la forma en la que latía a toda velocidad y la sonrisa no desaparecía de su rostro.

―Gracias, no te das una idea del alivio que me das.

―Sí, me imagino...

Carolina se obligó a ella misma a tomar un trago largo para no soltar el comentario lleno de veneno que tenía en la punta de la lengua, el pobre Cristian estaba tan ilusionado cuando escuchó que lo perdonaba ni se imaginaba lo que le esperaba.

Actualmente eran las dos de la mañana, Cristian había dejado de tomar por el bien de su cabeza al día siguiente, pero no había conseguido que Carolina se detuviera.

―¿No te parece suficiente, che?

―¿Suficiente? Estoy re bien, boludo ―no, no estaba bien, arrastraba las palabras por poco. ―¿no te dije? Borracha pero buena muchacha.

―Escuchame una cosa, buena muchacha ―Cristian le quitó el trago, fingió tomar y cuando Carolina se distrajo lo tiro al piso.

―¡Noo! ¿Qué haces, Cristian? Salen caras las cosas.

―Carolina si querés después te compro una caja de fernet, pero ahora ya está ―sorprendentemente la chica se quedó en silencio, enojada, pero en silencio. ―ya estás entonadita, y dudo que puedas siquiera ponerte de pie sola.

Carolina abrió los ojos y levantó un dedo para que se calle, se puso de pie rápidamente y se le movió todo el mundo por poco. Sin embargo, se paró en un pie y abrió sus brazos a cada lado de su cabeza.

―Mirá, puedo hacer el cuatro.

Cristian había aprovechado para empezar a juntar sus cosas, en realidad no había sobrado nada solo un poco de fernet que lo guardó en la mochila de Caro y que ella hiciera lo que quisiera con él.

―Sí, sí, re linda te ves tratando de negar lo innegable. Ahora vamos.

Cristian se acercó a ella, colgó la mochilita en su hombro y la tomó de la cintura justo antes de que se cayera por tambalearse tanto.

―Flashaste, yo no voy a ningún lado con vos. Les das la mano y te agarran la pata.

Carolina salió caminando sola, murmurando cosas sin sentido, Cuti la miraba con el ceño fruncido tratando de descifrar el dicho que acababa de decir.

―Me parece que así no era, pero bueno.

Corrió tras ella, mala idea porque se le revolvió el estómago.

―Ni se te ocurra vomitar, Cristian Romero.

Le dijo seria cuando lo vio apoyado contra una pared y la mitad de su cuerpo inclinado para adelante.

―Dios, me van a matar.

―Ay, no, ¿lo decís por Scaloni? No, no, por favor no le vayas a decir que estuviste conmigo. Si va a decirle a mis papás me van a matar a mí también...

Mientras Carolina entraba en pánico, pues no tenía buenos recuerdos de cuando se ponía en pedo y sus papás se enteraban, Cristian había vomitado hasta lo que desayuno en la mañana.

―Me van a mandar por correo hasta Argentina ¡o peor! Me van a vender a algún árabe como me vienen amenazando hace rato, no, no...

―¡Carolina! ―Cristian la tomó de los hombros. ―callate un poco mujer, con todo el respeto que te mereces, callate y vamos. Te acompaño a tu habitación y me voy a dormir.

―¿Estás bien? ―Caro lo miro fijamente, estaba cerca, muy cerca.

―Sí, quédate tranqui.

Carolina llevó su dedo pulgar a la comisura de los labios de Cuti, limpiando ese lugar. Ella le sonrío.

―Caro, eso es vómito, linda.

Y no termino de hablar que Carolina, al igual que él, le vomitó justo en los pies.































author's note:
la q se duerme pierde perdón hermanas, era joda lo de no actualizar hasta después de año nuevo
como ya dije llegue a un pico de la locura e hice esto, siganme y las beso💋

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