10
―Jura que no vas a decir nada a nadie, nunca.
―Pero boluda ¿Qué hiciste? ¿Mataste a alguien?
―¡Júralo Agustina! O no te cuento un choto.
Carolina levantó su dedo chiquito, esperando que Agustina lo entrelazara con el suyo.
―¿Ese juramente de cuándo eras chiquita?
―Sí, es el juramento más leal que existe, y si lo rompes sos una forra de mierda porque así juran los nenes chiquitos.
―Claa, y vos seguro seguís siendo una nena chiquita por eso juras así.
―Dale, boba, jura o me voy.
Agustina rodó los ojos y entrelazaron sus dedos, creando un pacto que las uniría por bastante tiempo con el secreto que venía acompañado. Carolina nunca esperó decirle lo que iba a decir a su hermana mayor, pero era hora.
―No me juzgues ¿sí?
―Empezás como el ojete, Caro, pero dale. A la primera mención de algo ilegal, te ahogo en la pileta.
Carolina rodó los ojos, tomó una larga respiración y empezó su relato con un "Bueno..."
Esa noche bajo la luna de Qatar y en la terraza del costoso edificio, en la intimidad de la noche y la soledad entre las dos hermanas, fue que Carolina abrió su corazón ante Agustina por primera vez en años. Se permitió ser vulnerable frente a alguien de su familia.
Empezó desde el principio, contándole como conoció a Cristian, aunque siempre se refirió a él como si fuera un chico más que nadie conocía. Le había contado desde el inicio hasta el final y Agustina solo la interrumpió una vez para preguntarle si quería seguir hablando o dejarlo ahí porque notaba a Carolina diferente, de una forma que nunca la había visto y no sabía si era bueno o malo.
―Pero después todo se fue a la mierda, me dejó por mensaje y nunca volví a saber nada de él. Igualmente yo lo bloqueé de todos lados, no quería verlo ni en figurita.
―¿Y quién es, Caro? ¿Lo conozco? No hay ningún Cristian cerca de casa.
―Y ahora me lo crucé acá ―Carolina dijo, preparando a su hermana para la revelación del año. ―y está en este mismo hotel, en el piso al que no podemos subir.
Agustina abrió sus ojos y su boca, mientras golpeaba el brazo de Carolina una y otra vez tratando de que las palabras salieran de sus labios.
―¿Leandro Paredes? ¿El que te rompió el corazón es él? ―gritó
Carolina frunció el ceño.
―¡No, estúpida! ¡Es mi amigo! Cristian es, el trece, Cuti Romero.
Agustina se quedó en silencio, recalculando por un segundo, tenía que adherir toda la información que había recibido y unirla con el rostro del chabón para tener una mejor perspectiva, según ella.
―Ay, Caro ―le dijo con una sonrisa triste.
Carolina miró a otro lado, pensando que capaz iba a cagarla a pedos o darle un re consejo.
―Con tantos lindos que hay en la scaloneta, te agarras al Cuti ―Agustina negó con la cabeza. ―ojalá yo me cruzara con la araña en un after.
La Sosa menor la golpeó haciendo que casi se caiga de la reposera en las que se habían sentado.
―Idiota, es lindo, lávate la boca.
―Lávate la boca vos que le estás diciendo lindo después de que hizo que tus cuernos tocaran el techo de casa.
Agustina soltó una risita pero se calló enseguida al ver que su hermana no se reía, Carolina la miraba con cara de ojete por el chiste innecesario.
―Hija de puta, no me da risa.
―Perdón, perdón, fue muy rápido ¿no?
―Demasiado, culiada.
Una vez más el silencio reinó entre las hermanas Sosa, Carolina ya le había dicho todo e increíblemente se sentía como sacarse un peso de los hombros. Agustina seguía shockeada de todo lo que su hermana vivió en casi un año y ellos nunca lo notaron.
―¿Quién más sabe?
Carolina miraba a las estrellas, recostada sobre la reposera. Sentía tanta paz en ese momento y el sonido de la piscina llenándose la relajaba, estaban ahí arriba hace más de una hora y suponían que ya era la madrugada.
―Abril y Lucas.
Agustina se sentó de golpe, mirando a Carolina seriamente.
―¿Le contaste a esos dos tarados y no a mí?
―No les conté nada, ellos vivieron la experiencia de que un jugador de la selección te rompa el corazón conmigo, tonta. Y a vos no te conté si no eras mi amiga.
―Tenés razón, tenés razón ―Agustina volvió a recostarse.
Las dos creyeron dejar el tema ahí, hasta que una idea cruzó por la cabeza de Agustina. Acababan de recuperar su relación de hermanas, que se había caído a pedazos cuando Carolina tenía dieciséis años.
Obviamente Agustina iba a ayudarla y darle los consejos que necesitara, notaba la forma en la que Carolina hablaba de Cristian y no le gustaba para nada después de escuchar las cosas que le hizo a su hermanita.
―¿Qué pensas hacer?
―¿Hacer con qué?
―Con Romero, tiene que llegarle el karma después de todo lo que hizo.
Carolina la miró confundida, no entendía que quería decirle Agustina.
Ella tenía planeado ignorarlo, tirarle un insulto en la cancha como mucho (que él seguramente no escucharía). Pero más nada.
―¿Vos decís? Decime que hago ¿le pago a unos árabes para que lo caguen a palos y me voy presa?
―No, no, tonta. No pensés en el dolor físico que le puede causar que, encima, vos gastes plata por él.
―No te entiendo, estúpida, háblame claro no ves que soy chiquita y demasiado buena para las maldades que me propones.
Agustina río por lo que dijo su hermana, tenía razón, Carolina era de corazón blando y demasiado sensible. Nunca lastimaría a alguien solamente por venganza, estaba segura que ni siquiera conocía la palabra.
Carolina podía aparentar ser brava y que te iba a hacer cagar, pero de ahí a que lo haga era muy distinto.
Algo que siempre recordaban los hermanos era la vez que Gabriel había pisado, sospechosamente sin querer, el caracol que Carolina había adoptado. Esa noche fue un caos, Gabriel había despertado a los gritos a sus padres cuando vio a Carolina en su puerta con unas tijeras y con claras intenciones de hacerle un cambio de look en el pelo.
―Que vos vas a ser el karma del flaco ese, tarada.
―¿Eh? ¿Y cómo hago eso?
―Qué sé yo, Caro, ya veremos dijo un ciego. Pero ¿vos querés?
Carolina se quedó callada, creando miles de escenarios en su cabeza sobre cómo podría acabar todo eso.
Sin embargo, en el fondo seguía muy dolida y Cristian se veía más que bien a pesar de haberle pedido perdón (cosa que ella no creyó).
―Sí, sí quiero.
―¡Esa es mi hermana! ―Agustina levantó su mano para chocar los cinco, cosa que Carolina correspondió. ―escúchame una cosa, la próxima que salgas invítame. En una de esas capaz me cruzó con Julián o Enzo en un after.
Carolina río negando, mientras tomaba su celular y se iba yendo.
―Uno está de novio y el otro tiene familia, tonta.
Y esa noche fue que Carolina aceptó convertirse en el mismísimo karma para Cristian Romero.
author's note:
che a alguna le gusta Bono aka el arquero de marruecos, porque tengo un fic de él para publicar 🥺👉👈
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