Tai y Matt
Taichi estacionó el coche con un rechinido de llantas que seguramente despertó a todos en el pequeño edificio en el que vivía. Sus manos apretaban el volante con tanta fuerza que lo hicieron crujir.
—Esto está mal —murmuró con el corazón latiéndole más rápido de lo que se agitan las alas de un colibrí.
Cada músculo de su cuerpo se encontraba tenso, tan tirante que si fuera un violín al primer roce se reventarían sus cuerdas.
—Hermano —llamó Hikari golpeando suavemente la ventana del vehículo. —¿Puedo hablar contigo un segundo?
Taichi asintió con la cabeza, bajo y cerró el auto para seguir a Kari escaleras arriba, rumbo al departamento de la chica.
Como si estuvieran sincronizados ambos hermanos fueron directamente a la cocina, Tai tomó asiento en la barra y Kari puso agua para preparar café.
—¿Ya has cenado?
—No, vine directamente desde la agencia —respondió él.
El silencio que los rodeaba era sólo interrumpido ocasionalmente por el tintinar de los trastos, o en algún punto del microondas. Pero con los platos de la cena y la comida en la mesa, ellos se vieron sin distracciones y por primera vez en su vida no sabían cómo iniciar la conversación.
—Me sorprendió que Ishida-san lograra que Yamashita-san se presentara —dijo ella un tanto nerviosa.
—También a mi —respondió escuetamente Tai.
—Mika, la de recepción, me conto que esta es la tercera vez que Ishida llega a buscarte y...
—Todo ha sido cuestión de... de...
—Tai, no puedes seguir viendo a Yamato-san tan continuamente. Él es...
—Lo sé, lo sé. Por si no te has dado cuenta soy yo la tercera rueda. Estoy sobrando y... ¡Rayos! —despotrico Taichi jalándose los cabellos con dramatismo. —Si estuviera en mis manos créeme que esto no estaría pasando.
—Pero hermano, estas contradiciéndote, puedo entender el porque Ishida te buscó la primera vez, hasta es razonable el hecho de que te hiciera un obsequio, —puntualizo señalando el reloj, —pero de ahí en adelante... no comprendo ¿por qué saliste con él el domingo?, o ¿por qué hoy estaba ahí?, ¿por qué te hace favores?
—Pues adivina, yo tampoco lo sé.
—Lo estas aceptando.
—Sí, lo hago y desearía que él siguiera asiéndolo, porque él me gusta. ¡Dios! quiero pasar tiempo con él, conocerlo, saber sus gustos, sus pasiones y sueños. Saber si puede corresponder mis sentimientos.
—Es heterosexual, pon los pies en la tierra o van a lastimarte.
—Y crees que no soy consciente de eso. Pero cuando él me mira siento... no sé, que algo burbujea en mi estómago, como si una vela fuera encendida y de a poco creciera hasta convertirse en un incendio. Y cuando llega a tocarme, el mundo pierde el arriba y él abajo, hasta el aire desaparece y sólo esta Matt.
—¿Te toca? ¿Tai, cuando te ha tocado?
—Han sido sólo momentos sin importancia. No hay mucho...
—Taichi, Yamato Ishida es un artista, un hombre que hasta el día de hoy no ha tomado a nadie en serió. Y para muestras ahí esta Sora. Ella es una excelente mujer, responsable, trabajadora, bonita. Cualquier hombre estaría encantado de ser parte de su vida, no así Ishida, quien la dejo sola con un hijo en camino.
—Las cosas no fueron así. Ella nunca le dijo a Matt que estaba en cinta. Estoy seguro que si Yamato lo hubiera sabido no...
—Taichi, lo estas defendiendo.
—Porque lo estas juzgando mal.
Hikari entrecerró los ojos muy molesta, estaban discutiendo, algo que rara vez pasaba y la culpa era de Yamato Ishida.
—Voy a decirte esto porque te quiero, y prefiero que al menos lo tomes en cuenta de aquí en adelante. —Ella respiro hondo. —Si él se acerca a ti es por conveniencia o porque está jugando contigo. Va a burlarse de ti y luego...
—Matt no haría...
—Eres tú él que no quiere creerlo, te estas mintiendo y lo sabes.
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—¿Tai? —llamó Sora con tono suave mientras colocaba una mano sobre su hombro. —¿Esta todo bien? luces preocupado —apunto mientras colocaba el plato con el desayuno frente a Taichi.
Al otro extremo de la mesa Yoshino bebía animadamente el jugo de fruta, mientras con el tenedor picaba el beicon con huevos para prácticamente desaparecer todo en su pequeña boca, luego y sin terminar de masticar apuró la tostada para terminar con los cachetes llenos cual hámster.
—Más despacio Yoshino, o vas a ahogarte —advirtió Sora, pero al ver que el niño parecía ignorarla se giró buscando la ayuda de Tai.
—Yoshino —nombro Taichi con voz firme. —Come más despacio.
El niño asintió con la cabeza y esta vez tuvo la sensatez de dejar un lapso entre bocado y bocado.
Taichi se levantó de la mesa sin haber tocado los alimentos para dirigirse a su recamara y terminar de cambiarse, no le había gritado al niño, pero sentía que el tono que utilizo fue demasiado severo para la situación.
La platica que tuvo con su hermana la noche de ayer estaba rondando por su mente y haciendo estragos en su humor.
Porque si quitaba toda la perorata la conclusión más simple era que, él estaba actuando como un estúpido al permitirle a Ishida manipularlo a su antojo. Haciendo todo lo que le pedía sin exigir explicaciones.
Matt le aseguro que no sentía nada por Sora y que no pensaba regresar con ella, entonces... ¿Por qué seguía buscándolo?
Ya no tenían ningún asunto pendiente, todo lo referente a Yoshino debía y estaba obligado a tratarlo con Sora.
El timbre y vibrar de su teléfono lo regresaron a la realidad, sus manos se encontraban anudando la corbata de manera automática.
Tomó el teléfono observando de inmediato que el mensaje procedía de un numero desconocido. Desbloqueo el móvil y leyó el mensaje.
*Espero que hoy puedas regalarme unos minutos de tu tiempo.*
Taichi se mordió el labio inferior intentando adivinar quien le había escrito. Haciendo memoria sí acordó alguna reunión o incluso si había quedado con algún amigo.
Un nuevo mensaje sonó.
*Por cierto, soy Matt.*
Taichi abrió la boca, su rostro se ruborizo y su pulso pareció haber desaparecido.
—Papi, ¿ya estas listo? —pregunto Yoshino desde la puerta con el uniforme impecable y la mochila a la espalda.
—Sí, sí —respondió a las carreras tomando su saco y las llaves del auto.
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Eran las tres de la tarde y desde que llego el bendito mensaje Taichi no había parado de mirarlo cada dos por tres sin decidirse a contestar.
Escribía: Estoy libre a las.... Y borraba el mensaje. Luego volvía a abrir la aplicación para teclear. Hoy salgo a las.... y nuevamente lo borraba.
—Vamos Tai demuestra valor —se dijo a si mismo mientras una vez más desbloqueaba el teléfono, abría el mensaje y se disponía a contestar.
El celular comenzó a sonar y Taichi pincho el icono de contestar por inercia antes de siquiera terminar de reconocer el número.
—Valla, no pensé que me responderías.
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Desde el mismo instante en que mandó el primer mensaje Matt comenzó a esperar la respuesta impacientemente, luego se dio cuenta de que Tai no sabría quien le escribía, así que tuvo que enviar otro más con su nombre.
—¿Cuánto dinero te debe el celular hermano? —se burló Tk. —Porque por la forma en que lo miras, cualquiera diría que es una suma muy fuerte y esperas que te page lo antes posible.
—¡Oh! No molestes —gruño Matt.
—Sí no es dinero... estas coqueteando.
—¿¡Que!? yo no estoy coqueteando.
—¿A no?, entonces déjame ver a quien le escribiste.
—¿Y por qué debería hacerlo? —retó Matt escondiendo el celular en la bolsa de su chaqueta. —Me voy al trabajo, y tu deberías apurarte a hacer lo mismo.
Matt condujo a la disquera y gran parte de la mañana se la pasó mirando el celular, hasta en algún momento podría jurar que vibró, pero fue solo su imaginación. A eso de las dos de la tarde la pantalla marcó un mensaje sin leer, y Matt se lanzo sobre el teléfono como lo haría un naufrago sobre tierra firme. Poco le duro el gusto.
*Déjame adivinar, ¿pensaste que era Tai? Y luego niegas estar interesado. ¡Ay, hermano!*
Yamato mascullo el nombre de Takeru. Odiaba cuando a su hermano le daba por molestarlo.
Ese pequeño enojo hizo que lanzara el teléfono lejos por un par de horas. Sin embargo, a las cuatro de la tarde ya estaba harto, así que en el primer descanso que tuvo salió a hacer una llamada importante, o al menos eso fue lo que les dijo a sus amigos.
Respiro hondo mientras buscaba el número de Yagami, y luego al fin le llamo. No tuvo oportunidad de arrepentirse, al primer timbre conecto.
—Valla, no pensé que me responderías —dijo intentando ocultar su nerviosismo. Sus dedos estaban jugando entre ellos como una distracción. —Después de todo no has respondido mis mensajes.
Y apenas decir estas palabras Matt quiso patearse por haberlo soltado con tono de reproche.
—Lo lamento, pero mis manos estaban llenas. Y de hecho estaba a punto de hacerlo, por eso tenía el teléfono a la mano. Pero dime, en que te puedo ayudar. Tu mensaje no me dejo en claro nada.
Matt frunció el ceño, Taichi estaba colocando de manera implícita una barrera, le estaba diciendo de manera indirecta que no podía llamarlo a menos que tuviera un asunto a tratar. Ellos no eran amigos, las llamadas y mensajes de cortesía no eran bien recibidos.
—Supongo entonces que quien debería disculparse soy yo. No hay nada urgente a tratar, sólo... pensé que quizás te gustaría salir a cenar.
El silencio del otro lado de la línea hizo a Matt avergonzarse de su petición. Estaba hablando con un hombre casado, obviamente Taichi prefería llegar a casa a cenar con su hijo y su esposa, con Sora.
Era ella quien recibiría a Taichi con un beso, le serviría la cena mientras hablaban amenamente de su día y daban amor y atención a su pequeño. Yoshino enroscaría sus bracitos alrededor del cuello de Tai con cariño mientras le pedía lo arropara, jugara con él, le ayudara con la tarea, o hasta se dieran un baño juntos.
Tanta felicidad con la que Matt no podía competir. Tai tenía una vida maravillosa y él parecía estar empeñado en destruirla.
—Lo siento, no debí llamar.
—Matt —nombro Taichi antes de que él rubio colgara. —En lugar de la cena, ¿podemos ir a beber algo? —solicito con timidez.
—En donde quieres que te recoja —y ante su selección de palabras Yamato enrojeció como véngala. Lo había dicho sin malas intenciones, y sin embargo apenas pronunciarlas muchas imágenes subidas de tono pasaron por su cabeza.
—Te veo frente al café de siempre a las seis.
Por suerte para el vocalista Taichi no pareció captar el doble sentido de su frase.
—Te veo en unas horas.
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Del otro lado de la línea Taichi estaba prácticamente encogido contra su silla. Todo su ser tiritaba y ni que decir de su rostro, en este momento el publicista podría ganarle y dejar en vergüenza a cualquier manzana por más madura que estuviera.
Cuando Matt pregunto en donde quería que lo recogiera, casi se le fue el aliento mientras su cerebro hacia fiesta y gritaba: En donde tú quieras.
continuara...
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N. A.
Aprovecho para enviarle un cordial y muy afectuoso saludo a Fan477. Sus comentarios me hicieron el día my lady.
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