Conversaciones incomodas



Con el paso desgarbado subió las escaleras, su amado reloj marcaban las siete de la mañana. Era extraño sentirse tan ajeno, tan raro de subir aquellos peldaños que durante cinco años lo condujeron a lo que él juraría era su hogar. Y hoy, no lograba encontrar esa pertenencia, pues si era sincero consigo mismo lo que más deseaba era correr de regreso al auto de Matt. En este instante el único lugar seguro era a su lado.

Parsimoniosamente saco las llaves, el montón tintineo antes de resbalársele de las manos.

—No quiero entrar —confesó en apenas un jadeo.

Las manos le temblaban y sus ojos comenzaban a cristalizarse. Tenía mucho miedo de lo que se encontraba al otro lado. Ver a Sora a los ojos y confesarlo que anoche estuvo a punto de pasar. Decirle con toda su esperanza e ilusión que estaba enamorado y era correspondido.

No era el padre de Yoshino, pero como podría hacerle entender a un niño tan pequeño que su felicidad estaba con...

—Rayos —gruño Taichi apoyándose contra la pared.

La puerta se abrió de improvisto, y como si el universo lo odiara ahí estaba Sora con su bata rosa, mirándolo con aquella mueca de preocupación maternal que la hacía ver tan dulce. ¿Por qué no podía amar a una mujer como ella? Tan hermosa, comprensiva, dulce, porque simplemente la vida, el destino, la genética o cualquier otro al que se le pudiera achacar su condición, decidieron que fuera gay hasta las trancas y que para colmo su amor fuera Yamato Ishida.

—Tai —llamo ella mientras se arrodillaba para estar a su altura. —Estaba muy preocupada, ayer solo mandaste un mensaje de que pasarías la noche con un amigo, y...

Taichi no lo soporto más, su amabilidad y comprensión eran un puñal en su corazón. Él sabía de sobra que Sora aun amaba a Yamato.

—Tai, me estas asustando —dijo acunando a Tai entre sus brazos cuando él comenzó a llorar —Dios, Tai, por favor, habla conmigo.

—Sora —murmuró Tai tomando sus manos, luego depositó un casto beso en su mejilla y haciendo acopio de toda su fuerza se puso de pie, tiro de ella y la guio a la sala.

No era un cobarde, al menos ya no. Lo había sido cuando se negó a enfrentar a sus padres, cuando cerró los ojos para no enamorarse de nadie, pero hoy tenía algo por lo que deseaba luchar. Si quería una vida feliz, un futuro donde pudiera ser él mismo y amar de verdad a la persona con la que despertaría por las mañanas, entonces era hora de darle la cara al mundo, sin bajar la cabeza, sin máscara, sin vergüenza.

—Taichi —nombro Sora mordiéndose los labios internamente, y luego volvió a abrazarlo. —Tu siempre has estado ahí para mí, permíteme hacer lo mismo.

Tai inhalo profundo, apretó el abrazo y luego dejo que de sus labios saliera la verdad más pura de su vida.

—Estoy enamorado de Ishida Yamato —confesó al fin sintiendo de inmediato como el cuerpo de la mujer se tensaba. —Y Matt dijo que también me quiere.

Sora jadeo, sin embargo, cuando deshizo el abrazo, fue de manera lenta y sin rechazo alguno.

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Matt condujo hasta el bar de la cita. A esa hora temprana el local que por la noche parecía reventar por la concurrida clientela, en ese instante asemejaba más un almacén abandonado.

Bajó del auto y caminó hasta la puerta de entrada, en donde un hombre joven le abrió de inmediato.

—Lo están esperando Ishida-san —y con ese comentario le señaló al único cliente del bar.

Se acercó a la barra, que era en donde Koji, su baterista jugaba sin interés alguno con su bebida.

—¿Y bien? —preguntó Matt a la defensiva.

Koji lo miro de arriba abajo, luego con una sonrisa ladina le indicó tomar asiento.

—Pero siéntate Matt, tomemos un trago mientras hablamos.

—Ve al grano.

Koji torció la boca y luego elevó los hombros con resignación.

—Como quieras.

—Las fotos...

—No pienso mandarlas, al menos no aún. El señor Yagami es... bueno en realidad no sé lo que es. Durante la mayor parte de mi vida te vi hacia arriba Matt, tu tenías todo lo que siempre quise y joder, parecía que la Diosa de la fortuna estaba enamorada de ti. Es decir naciste con el físico de una estrella de cine, tu voz es... creo que los críticos la describieron como celestial, y por sobre todo, Sora te amaba.

—Espera, ¿Qué?

—Recuerdas cuando la conocimos en secundaria, ella era increíble. Lista, guapa y buena en los deportes. Era el ideal de todos. Pero ella se fijó en ti. ¿Cómo podía competir contra ti? Y lo acepté Matt, porque ella se veía muy feliz a tu lado, porque pensé que tú la amabas. Y ahora...

—Koji, ella y yo... pasaron muchas cosas y...

—Con un demonio Matt, no me vengas con excusas baratas —grito golpeando el vaso de cristal contra la barra. —La dejaste embarazada y simplemente te olvidaste de ella. Eres un maldito hijo de...

—Tú no sabes cómo pasaron las cosas —tajó Matt ofendido. Ciertamente en ese tiempo no actuó bien, pero tampoco era el desalmado que Koji pensaba.

—Pues para mi está muy claro, si no se hubiera destapado tu secretito seguramente nunca...

—¿Cómo? —pregunto Matt desubicado, estaba dando por hecho que fue su compañero de banda quien mandó la fotografía de Yoshino, pero por lo que acababa de decir, él sólo se enteró cuando los medios lo hicieron público.

—Koji, no es como lo estás pensando. Sora y yo... Rayos, no tengo porque estarte dando explicaciones, y si tanto te gustaba ella debiste haber luchado por su atención.

Koji sonrió tristemente.

—Como se ve que no sabes amar Yamato Ishida.

Y esa frase fue como un golpe en plena cara.

—Porque el amor no es egoísta, es noble y abnegado. Amaba a Sora, y por eso me hice aun lado, porque muy por encima de mis deseos estaba la felicidad de ella, no solo no le dije lo que sentía, sino que la ayudé a conquistarte, de haber sabido... Sora te amaba, apostaría lo que fuera que aún lo hace, pero para ti ella no significaba nada, por eso te fue fácil dejarla atrás. Supongo que ya no tiene caso.

—Es que las cosas no son... —intentó razonar Matt.

Koji lo ignoró y continúo hablando.

—Lo importante ahora es que estas jugando con su esposo, el hombre que le dio lo que tú le negaste. Así que por el bien de su mundo te voy a pedir que te alejes de Taichi. Si te vuelvo a ver remotamente cerca de él juró que no sólo haré publicar estas fotos, sino que me asegurare de que no des un paso sin que todos sepan lo desgraciado que eres. Después de todo, tienes una larga lista de conquistas que estoy seguro están desesperadas por sus cinco minutos de atención. La fama Matt, la fama que tanto buscaste será la que te hunda por cabrón.

—Koji estas cometiendo un error.

—Mis errores fueron permitir que te acercaras a una mujer tan buena como Sora y considerarte mi amigo.

—Tienes que escuchar...

Un fuerte puñetazo lo mandó al piso.

—No voy a ser el villano de esta película, sólo me asegurare de que Sora no sufra de nuevo, al menos no por ti.

—Tai...

—Ya hablare después con Taichi Yagami, pero en cuanto a ti, más vale que encuentres una buena forma de desilusionarlo porque si no... —y lanzo las fotos impresas que él ya había visto en su celular, —estas advertido —luego simplemente se fue dejando a Matt con la ira creciendo dentro de él.

.

.

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Hikari corría con las manos aferradas a la cámara fotográfica mientras sus pies se forzaban por mantener ese ritmo frenético. Con los labios levemente entreabiertos tragaba aire con desesperación. A este paso los pulmones se le reventarían si no les daba un descanso, y sin embargo no pensaba concedérselos, no al menos hasta llegar a la oficina de cierto detective.

El pasillo era estrecho y el edificio de oficinas centralizadas no llamaba mucho la atención, cualquiera diría que en ella solo trabajaban contadores, algunos abogados de poca monta a los que ningún bufete quiso contratar. Pero al fondo, en un despacho sacado de una película a blanco y negro se encontraba aquel a quien buscaba y era conocido por nunca fallar.

Con firmeza se planto frente a la puerta, tomo la perilla para girarla y entrar.

—Tenemos que hablar —dijo apenas tener la atención del hombre propietario de la oficina.

—Tu dirás —respondió poniéndose de pie caballerosamente para invitarla a tomar el asiento frente a él.

Hikari se mordió los labios, respiró profundo y con mirada severa solicitó.

—Quiero que averigües quién tomó la foto en donde aparece Sora y Yoshino.

Ken elevo una ceja, un gesto que Daisuke encontraba muy sugestivo. Entrelazo las manos mientras inclinaba el cuerpo hacia el frente. Un movimiento que había copiado sin darse cuenta de las viejas películas policiacas que tanto le gustaban.

—¿No crees que quien debería preocuparse de eso es Tai, o en todo caso Sora y el señor Ishida?

Hikari no dudó, dio un paso más al frente y luego estrelló un sobre amarillo sobre el escritorio.

—Es la mitad de lo que sueles cobrar, por adelantado.

—¿Y si te dijera que mi tarifa subió?

Kari elevó la barbilla.

—No importa el precio.

Ken sonrió alevosamente antes de asentir con la cabeza.

—Que sea como usted quiera señorita Yagami.

Kari dio media vuelta lista para abandonar el lugar.

—Salúdeme a su hermano.

Y ese último comentario fue la gota que derramó el vaso de la paciencia de Kari.

—Pero que cinides —grito ella indignada. —Se que fuiste tu quien aprovechándose de su amistad consiguió realizar la prueba de paternidad. ¿Cómo pudiste? Confiábamos en ti. Tai confiaba en ti y en Daisuke.

—A él no lo metas.

—Creímos que eran nuestros amigos. Si sabias que Ishida estaba enterado de Yoshino al menos debiste habernos dicho, ponernos sobre aviso y no esperar que todo esto explotara. Por Dios sabes lo que pasará cuando descubran que todo ESE rumor del niño ilegitimo es verdad. Lo que va a significar para la vida del niño y de Tai. Vas a destruir lo poco que Sora y mi hermano han logrado.

—Reclamas como si yo fuera el responsable...

—En parte lo eres, si nos lo hubieras dicho... si hubieras pensado primero como amigo y no como profesional esto no estaría pasando. Pero al menos se que como detective estas dispuesto a todo, así que basada en tu profesionalismo estoy segura que encontrarás lo que te estoy pidiendo.

—¿Y si me rehusó?

Kari torció la boca en un gesto que Ichijouji muy pocas veces vio en ella.

—Lo harás si sabes lo que te conviene. Después de todo, Tai y Daisuke están en una situación muy parecida. Creo que sus padres podrían interesarles saber con quién está viviendo y el tipo de relación que mantienen.

Ken rechinó los dientes, nunca ni en sus más locos sueños pensó ver a la dulce y angelical Hikari Yagami actuando como una maldita perra.

—No serias capaz —gruñó poniéndose en pie.

—¿Quieres averiguarlo? —preguntó con desdén. —Te recomiendo que te pongas a trabajar porque me urge saber quién fue.

Con el asunto saldado ella se encaminó a la puerta, salió de la oficina y deshizo sus pasos hasta salir del edificio y un poco más de dos cuadras antes de desmoronarse. Dios, le estaba temblando todo el cuerpo. Sus manos tiritantes apenas y podían sostener el celular mientras buscaba entre sus contactos y hacia una llamada.

—Y bien ¿Cómo te fue? —preguntaron del otro lado de la línea.

—Creo que bien —respondió ella rezando porque su voz no delatara lo alterada que estaba. —Koushiro —gimió ella conteniendo lo mejor que podía las lágrimas. —¿Estás seguro que hice lo correcto?

—Sí, la solicitud para la prueba de paternidad fue realizado gracias a un mechón de cabello de Yoshino y está a nombre de Ken Ichijouji.

Continuara... 

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