Caminos Cruzados
El repiquetear de la campanilla fue lo primero que escuchó al entrar a la pequeña y discreta cafetería en la que lo habían citado. Sinceramente él hubiera preferido algo menos casual debido a la importancia del asunto a tratar, aunque debía admitir que el investigador privado tenía un punto en eso de tener cautela.
Actualmente Yamato Ishida no estaba ni remotamente interesado en participar en un escándalo debido a su carrera en ascenso, y ciertamente el hecho de que hubiera la posibilidad, aunque remota de tener un hijo ilegitimo, sería un festín para la prensa. Por eso debía asegurarse de la veracidad de aquel rumor, antes de solo descartarlo.
—Aquí —dijo un hombre joven de cabello color índigo y leve mente largo colocándose en pie y elevando la mano para ser ubicado con mayor facilidad.
Fue un alivio no tener que interactuar con más personas arriesgándose a ser reconocido a pesar de llevar gorra y cubrebocas.
—Supongo que usted es Ken Ichijouji —dijo Matt apenas llegar a la mesa asegurándose de reojo que no hubiera algún sospechoso cerca.
—El mismo —aceptó el hombre estrechándole la mano.
Durante los siguientes minutos hablaron sobre el encargo de Matt.
—Entonces básicamente, lo que usted desea es que busque a esta chica y verifique si su hijo, también es suyo.
—Exactamente.
Ichijouji dejo caer su agraciada constitución sobre el respaldo de la silla con gesto pensativo.
—Supongo que está al tanto de mis honorarios —comentó como si nada el investigador.
—Sí, también sobre su reputación de no hacer preguntas y buscar solo lo que se le solicita —contratacó Yamato recibiendo una sonrisa extraña por parte del otro.
—Entonces es un hecho. Tendré la información dentro de una semana. Y mi pagó...
—Tu pagó será depositado justo en ese momento.
Con un último apretón de manos Yamato salió de ahí primero.
Mientras caminaba con la cabeza gacha rumbo a su auto el corazón le palpitaba a mil por hora. El correo que le había llegado hace una semana le había robado el sueño desde que vio la fotografía adjunta. En ella podía reconocer sin cavidad a duda a Sora Takenouchi, su expareja desde hacía cinco años, y aun niño de ojos azules y cabello rubio que se parecía mucho a él.
—Diantres —gruñó apretando los dientes, porque con sólo verlo era obvio que él era el padre, lo de la investigación era más una mera formalidad. Un teatrito para saber dónde vivía y su teléfono, de ese modo podría presentarse sin mucho revuelo y pactar un acuerdo para evitar futuros chantajes.
Al fin llego a su carro, desbloqueo las puertas del auto y justo cuando se dejó caer en el asiento del conductor su teléfono sonó, al principio pensó en ignorarlo, sin embargo el nombre que brillaba en la pantalla logró robarle el aliento.
Con las manos temblorosas respondió emocionado.
—Tk —jadeo el nombre con demasiadas emociones.
—Hermano —respondieron al otro lado de la línea. —Lamento molestarte tan de repente, pero...
—Una llamada tuya nunca será molestia. Es obvio que volviste al país. ¿Tienes donde quedarte? ¿Dime en donde estas? ¿quieres que vaya por ti?
Tk rio suavecito y Matt se imaginó a su hermanito meneando la cabeza de derecha a izquierda.
—Estoy en el aeropuerto. Y si estas disponible, sería grandioso que pudieras venir, aunque en realidad solo pensaba pedirte tu dirección para instalarme en tu casa por un par de días.
—Claro, puedes quedarte el tiempo que quieras —ofreció Yamato sin reservas.
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Por suerte ese día lo tenía libre, pensó Yamato mientras cargaba con dos grandes maletas rumbo a la segunda habitación de la casa. Tk venía justo detrás de él, observando a detalle el lugar en donde se quedaría.
—Tu departamento es impresionante —alagó Tk sinceramente. —Se ve que te ha ido muy bien.
—Pues estoy en racha —respondió Matt como no queriendo. —Además tu no te quedas atrás, tu trabajo como periodista es de talla internacional. Creo que todos los periódicos matarían por tenerte como corresponsal.
Tk rio alegre antes de responder.
—Vamos, no es para tanto.
Esa tarde mientras ayudaba a su hermano a desempacar conversaron alegremente como en antaño, poniéndose al día sobre sus planes para el futuro y alguno que otro romance.
—Entonces no has vuelto a tener una relación seria desde...
—Meiko, Mei. Y no es que no lo haya intentado, simplemente es que he tenido mala suerte, hubo un par de chicas que pensé eran las correctas y luego de la noche a la mañana mostraban su verdadera cara... y... simplemente no sé. ¿Y tú?
—Pues como vez tengo poco tiempo para dedicarle a otra persona, además la mayoría de los que quieren salir conmigo es por la fama, ya sabes... el artista del momento —dijo lo último con burla. —Y el dinero, no te olvides del dinero. Así que he tenido uno que otro desliz, pero nada serio, cosas de una sola noche. Sin compromisos. Sin compromisos.
Para cuando llegaron a esta parte de la conversación ambos estaban en la sala degustando un par de cervezas.
—Pues entonces brindemos —dijo Tk elevando su bebida. —Por el amor que se niega a llegar a nuestras vidas.
—Salud —secundo Matt, aunque por dentro estaba a nada de confesarle a Tk sobre la averiguación que mandó a hacer sobre Sora. Pero se mordió la lengua, aun cabía la remota posibilidad de que todo fuera un error y que el maldito mail fuera un fraude para chantajearlo.
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Takeru Takaishi entro a las oficinas del periódico Tokio News llevando bajo el brazo su curriculum. Muchos apenas verlo salir del elevador le clavaron la mirada porque era casi imposible no reconocer al ganador del Pulitzer de ese año, y hace dos del premio de periodismo Rey de España.
Tk era reconocido por su gramática casi poética a la hora de escribir. Además de una claridad sagaz y elocuencia verídica que podían dejar con la boca abierta hasta a los mejores.
Y si le sumaban a ello su intrépido carácter, y amor por el peligro, Tk era el tipo de reportero con el que los editores soñaban. Por eso no fue sorpresa que apenas quince minutos después de haber entrado a la oficina del director saliera con una resplandeciente sonrisa y el trabajo en la bolsa.
Iori Hida sonrío complacido de anexar una joya tan valiosa a su nómina, mientras le tendía sin más un sobre con la asignación de su primer trabajo.
Tk lo tomó, agradeció el tiempo y salió de ahí muy satisfecho consigo mismo. Tal vez esa misma semana conseguiría dejar el departamento de su hermano.
Iba pensando en eso justo cuando atravesó la entrada principal del periódico. Recordando al ver el enorme logotipo pegado en la parte lateral lo mucho que de niño soñó con trabajar ahí. En aquel entonces no aspiraba a mucho, había comenzado a escribir para una revista local que le pagaba bien y tenía a Meiko...
Al recordar ese tiempo sentía un regusto amargo en la boca. Al principio ellos iniciaron su relación como toda pareja joven, se conocieron en la universidad y a unos cuantos meses de la graduación decidieron que quizás podrían comenzar a vivir juntos. Pero lo que en un principio inicio como una bonita relación, comenzó a volverse pesada, tediosa, agotadora.
Meiko soñaba con una vida sin mayor trascendencia, quería hijos, una casa y pasar el resto de su vida cocinando y haciendo labores del hogar sin preocuparse de absolutamente nada. Una imagen que confirmó cuando le preguntó que pensaba hacer después de graduarse.
—Obviamente me casare contigo —respondió ella con una sonrisa y un tono que buscaba hacer ver a la frase como una broma, sin embargo su mirada, su mirada gritaba que eso era exactamente lo que pensaba.
Y que Dios lo perdonara. Pero Tk aspiraba a más. Quería salir de ahí, conocer el mundo, ejercer su profesión y ser reconocido. Tal vez en ese tiempo nunca pensó que lograría llegar tan alto, pero de lo que estaba seguro era que no quería hijos a una edad tan temprana. Rayos, ahora con 30 años cumplidos aún no estaba seguro de si los deseaba, si estaba preparado para dejar de ser el hombre que viaja con el viento para establecerse y ser un padre y esposo.
Además, y sabía que estaba mal al decirlo, pero... Matt tenía cuatro años más que él y aun no tenia ni una pareja fija. Así que ¿por qué tanta prisa?
El disparo de una cámara al tomar una fotografía le hizo regresar de sus divagaciones para encontrase con una Cámara Canon EOS Rebel SL3 EF-S, que desvergonzadamente volvió a disparar.
—Es usted muy fotogénico señor Takaishi —elogió la chica detrás de la lente tomando una foto más.
—Pues muchas gracias, señorita... —y dejó la frase inconclusa esperando fuera suficiente para hacerla bajar la cámara y presentarse.
Lo que nunca imaginó fue encontrar detrás de aquel objeto a un ángel. Porque no podía describirla de otra manera. Ella tenía un hermoso cabello castaño claro que le llegaba a la mitad de la espalda, lo peinaba de lado y recogía con una horquilla justo a la altura de su ceja izquierda. De nariz pequeña y labios dulcemente sensuales. Complexión delgada y movimiento grácil. En ese momento llevaba puesto una falda amplia que apenas libraba las rodillas en conjunto con una chaqueta, ambos de color gris, y una blusa negra cuyo corte tipo ojal apenas dejaba asomar coquetamente sus delicadas clavículas. Ropa demasiado seria para ella de no ser por los audaces zapatos rosa chicle que resaltaban su personalidad. Pero de todo eso, lo que terminó de cautivar al periodista fueron sus ojos.
Los ojos de ella eran de un peculiar tono entre marrones y carmín, o tal vez dependía de la intensidad de luz. Un dato que estaba muy dispuesto a averiguar de primera mano.
—Hikari, Hikari Yagami. Soy la fotógrafa del Tokio News —dijo extendiéndole la mano como presentación. —El editor acaba de encargarme una fotografía suya para publicarla el día de mañana en el apartado de anuncios. Creo que esta muy contento de tenerlo con nosotros —explicó ella sin perder su adorable sonrisa.
—Pues también me siento muy feliz de ser parte de su equipo de trabajo —respondió apretando el agarre en la delicada mano y negándose a dejarla ir.
—Ey, Kari —llamaron desde la puerta. —Date prisa o no podrán ponerla en la edición de mañana.
Tk giro la cabeza para encontrarse con un hombre más o menos de su edad de piel morena y sonrisa fácil.
—Él es Daisuke Motomiya, de la imprenta.
Tk dibujo una sonrisa por compromiso cuando elevo la mano en forma de reconocimiento, gesto que Motomiya respondió de la misma forma sin la intención de acercarse.
—Bien, debo irme —comunico Hikari elevando su cámara. —Debo revelar esto y entregársela a Daisuke antes de que se enfade —dijo con tono juguetón.
—Dudo que él pueda molestarse contigo —respondió sin pensar Tk, pues había notado inmediatamente esa mirada de advertencia de aléjate de mi novia. Novia que estaba casi seguro ni siquiera estaba enterada de esa relación. Por eso...
—Se que esto es repentino, pero ya que me tomaste fotos sin permiso, y eso puede tomarse como delito... que te parece si discutimos un arreglo, digamos... en la comida.
Hikari sonrió con picardía ante de inclinar levemente el cuerpo.
—¿Me esta invitando a comer señor Takaishi?
—Bueno, eres el primer compañero de trabajo que me habla y... no parece intimidada en lo más mínimo, y creo que nos llevaríamos bien... eso es todo... —concluyó su vergonzoso tartamudeo con un leve sonrojo en las mejillas.
Hikari rió suavecito alagada por la actitud del rubio.
—Mi hora de descanso es a las dos, y tengo hora y media. Así pues, elija un lugar cercano porque no me gusta ser impuntual.
—Estaré esperándote aquí a las dos —afirmó él, mirando como ella regresaba dentro del edificio. Antes de desaparecer por las puertas de cristal se giró para despedirse con la mano.
Tk en ese momento y por primera vez en su vida sintió lo que muchos describen como mariposas en el estómago.
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Yamato entró a su departamento sintiendo una enorme curiosidad por saber porque el aparato de sonido estaba a todo volumen.
Luego su duda mutó en algo como, ¿Por qué Tk parece haberse trasformado en Tom Cruise en la película Negocios peligrosos? Porque tenía delante esa misma escena de cuando canta Old Time Rock llevando solo una camisa y calcetines.
Hacía cuanto que no veía a su hermanito tan feliz. De hecho, quizás nunca lo había visto así de eufórico.
Yamato reprimió una carcajada cuando comenzó a convulsionar en los sillones y tuvo que aplaudir para hacerse notar antes de que comenzara a brincar y rompiera algo.
—Sin duda serías un gran doble, aunque primero tendrías que pintarte el cabello.
—Matt, o Matt —dijo Tk levantándose del sofá para correr a abrazar a su hermano. —He conocido a la chica más bella, divertida y grandiosa de todo el mundo, comimos juntos y puedo decirte que es perfecta. Y lo mejor de todo es que trabajaremos juntos.
—Oh, ¿enserio?
—Pues aunque lo digas con ese tono de viejito amargado, es verdad. Bueno no juntos, juntos. En el mismo periódico.
—Entonces asumo que ya encontraste trabajo.
—Sip, estas viendo al nuevo corresponsal del Tokio News.
—Pues felicidades.
—Gracias. Y como celebración he mandado a pedir comida italiana, que sé que te gusta y así podremos sentarnos a platicar y...
Yamato soltó una risa escandalosa.
—Más bien podrás contarme cada detalle de esa chica. Dios, Tk eres tan transparente.
—No puedes culparme.
Un rato más tarde ambos se encontraban sentados degustando una suntuosa cena.
—¿Y como se llama?
—Hikari. Hikari Yagami.
—Entonces, a salud de la señorita Hikari —dijo entregándole una copa de vino a su hermano. El cristal hizo chin, chin al chocar ambos se dirigieron a la cocina para comenzar con esa cena que se alargó hasta las tantas de la madrugada.
continuara...
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N. A.
My ladys, My Lords les envió un saludo y un agradecimiento a quien este leyendo esta historia, como siempre agradeciendo de ante mano su tiempo y preferencia.
Quedo de vos, su servidor y escritor incondicional.
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