5

El grupo avanzaba en silencio, sus pasos eran amortiguados por la espesa vegetación de la jungla. El sol, aún bajo en el horizonte, proyectaba sombras alargadas que danzaban entre los árboles, creando un ambiente de tensión. Cada sonido, cada crujido de hojas secas bajo sus pies, hacía que sus corazones latieran un poco más rápido.

Flippy lideraba el camino, atento a cualquier señal de peligro. Atenea, con su cuerpo manchado para camuflarse mejor, iba justo detrás de él, sus ojos felinos iban analizando cada rincón de su entorno. Mouse Kaboom y Sneaky cerraban la marcha, el primero con sus orejas en constante movimiento, y el segundo concentrado en mantener su temperatura corporal mientras vigilaba su retaguardia.

El arroyo que Flippy había encontrado los guiaba, su suave murmullo proporcionaba una guía natural hacia su destino. Sabían que, siguiendo su curso, eventualmente llegarían a la base enemiga. Con cada paso que daban, la tensión en el aire aumentaba, el silencio entre ellos se mantenía cargado de anticipación y nerviosismo.

A medida que avanzaban, la vegetación se hizo menos densa, y el sonido del agua se volvió más fuerte. Flippy levantó una mano para indicar que se detuvieran y se agachó detrás de un matorral. Los demás lo imitaron, atentos a cualquier señal de peligro. A través de las hojas, podían ver una pequeña cascada que desembocaba en un claro rodeado de altas rocas. Desde allí lo vieron: La base enemiga estaba a un kilómetro de ellos. La fortaleza tenía un camino de donde venía un ratón en motocicleta con un pedido de pizzas, seguramente conectando la base con una ciudad cercana.

— No puedo creerlo, realmente hemos llegado. —Dijo Mouse Kaboom impresionado de la vista.

La única mujer del equipo suspiró feliz.— Por fin, ahora tenemos que esperar al momento preciso y atacar. —

Sneaky se calentaba con los rayos solares de la tarde.— Deberíamos armar nuestro campamento con lo que tengamos. —

Los chicos decidieron posicionarse en un lugar no muy lejano de allí. Con ayuda de sus cuchillas y experiencia en supervivencia, armaron un campamento simple hecho con las propias hojas del sector.

— No quedó nada mal, se te da muy bien hacer este tipo de cosas Flippy. —Halagó Sneaky al oso verde.

Él en respuesta se rascó la cabeza y siendo humilde le respondió.— No es nada, la verdad es que podría haber quedado mejor. —

Atenea se dedicaba a observar con unos binoculares hacia la base enemiga, buscando la presencia de felinos.

Mouse le pateó un pie levemente para sacarla de su concentración.— ¿Y has visto algo? —

— Hay como 10 tigres rodeando la parte delantera, donde está la entrada. Dejaron pasar al repartidor de pizza como si nada. También que se ven tan aburridos que no andan muy atentos a lo que ocurre a su alrededor. —Respondió la joven, sentándose y mirando a los 3 chicos.

Flippy preguntó.— ¿Alguna señal del General? —

La felina negó.— Ninguna, pero como están custodiando es posible que haya algo importante, o esté él dentro. —

De pronto sonaron varios camiones que fueron acercándose a la base. Estos llegaron y dejaron bajar a algunos felinos, y allí estaba: El General Tiger en persona.

Las orejas de Atenea se fueron hacia atrás como mostrando miedo, rápidamente el rubor de sus mejillas desapareció junto al brillo de sus ojos. La chica dejó tirados los binoculares y fue corriendo a buscar sus armas. Sneaky con complicaciones observó por los binoculares y presencio a detalle como estaba aquel enemigo.

— Hijo de puta, si perdió el ojo de por vida. —dijo Sneaky sorprendido.

— ¿A que te refieres con eso? —Preguntó Flippy esperando a su turno con los binoculares.

— Yo le saqué ese ojo cuando era niño, también le quebré el brazo. Salí vivo por suerte, pero tengo estas cicatrices de esa semana. —Procedió a levantarse el polerón para dejar ver grandes cicatrices en su espalda.

En este mundo, las cicatrices y perdidas de partes del cuerpo que quedan más de aproximadamente 1 semana se vuelven permanentes, siendo incapaces de desaparecer aún si se revive después de una muerte.

Flippy estaba cuestionando lo que el camaleón decía.— ¿Y cómo jamás me enteré de eso antes? Digo, enfrentarse a ese monstruo y salir vivo incluso antes de entrar en el servicio militar me parece increíble. —

— Bueno, no puedo alardear de ello, por temas... legales no puedo decir de donde vengo ni las situaciones que me involucran con el general... que es justo lo que acabo de hacer. — Sneaky se pegó en la frente con la palma de su mano

Mouse miró a Sneaky confundido.— ¿Se te olvido decirnos ese detalle? —

Sneaky le entregó los binoculares a Flippy.— Bueno, nuestros superiores ya saben, pero como todo vale en la guerra me han permitido quedarme, aún sabiendo que estoy netamente por intereses personales. —

Flippy miraba como el General empezaba a caminar para ir a la base.— A estas alturas creo que puedo confirmar que soy el único del grupo que no tiene intereses personales contra él. —

Atenea llegó rápidamente con un francotirador, se posicionó agresivamente a un lado de Flippy y lo empujó.— Muévete. —Su sonrisa mostraba sus filosos colmillos.

Los 3 intentaron detener a Atenea que estuvo a punto de disparar, pero debido a que el General entró antes a la base no pudo efectuar el disparo.

— ¿Por que mierda actuaste así sin más? —Flippy retaba a la chica, ella dejó de ver por la mira y su cara cambió a una de normalidad.

— ¿Eh, que? —Se le veía desorientada.

Mouse tomó el francotirador y lo aseguró.— Si, no podías llegar y dispararle así, ¿que tal si resguardaban el cuerpo? —

— Yo solo... lo siento, creo que actué por puro impulso, quería verlo muerto. —Dijo Atenea apenada de su reacción.

Flippy suspiró y puso una pata en el hombro de la chica.— Lo bueno es que no pasó nada. —

Sneaky se arrodilló al lado de Flippy.— Al menos sabemos que está aquí. Dios, me tiritan las manos de los puros nervios... y bueno, el frio horrible que hace. —

Flippy llamó a Mouse, cosa de que los cuatro estuvieran en un circulo y pudieran crear una estrategia. Los cuatro se reunieron en círculo, sus rostros eran serios y determinados. Sabían que la misión estaba a punto de alcanzar un punto crítico y no podían permitirse cometer errores.

Flippy tomó la iniciativa. — Necesitamos un plan concreto. Atenea, sabemos que el General está aquí. Pero no podemos arriesgarnos a un ataque impulsivo otra vez. Debemos ser estratégicos. —

Atenea asintió, aún apenada por su reacción anterior. — Lo sé, lo siento. Fue... un error de juicio. Estoy lista para seguir el plan que decidamos. —

Sneaky, aún temblando ligeramente por el frío, intervino. — Sobre lo que sabemos de esta base, es que la utilizan para hacer reuniones importantes, así que es posible que empiecen una pronto, eso seguro bajará la guardia. —

Flippy se rascó la cabeza.— Vamos a tener que acercarnos a él. Sneaky y Mouse K., ustedes se preocuparán de los felinos al exterior, mientras tanto, yo y Atenea vamos a ser los que nos enfrentemos por dentro, luego de matarlos a todos dentro vamos a tener que sacar el cuerpo del general y matarlo hasta que deje de revivir, en eso no se cuanto tiempo tendría que pasar. —

Todos se prepararon y dieron marcha hacia la base en silencio, siendo lo más sigilosos posibles, teniendo a Mouse en delante revisando que no hayan bombas en el suelo.

Justo cuando estaban a punto de llegar a la entrada trasera, un guardia apareció de la nada, alertado por algún ruido imprevisto. Sin pensarlo dos veces, Atenea se lanzó hacia él, usando su cuchillo para acabar con el felino antes de que pudiera dar la alarma. Sin embargo, en el proceso, un disparo resonó, alertando a los demás guardias cercanos.

— ¡Atrás! —Gritó Atenea mientras se enfrentaba a varios felinos que se acercaban rápidamente, sacando de su espalda su confiable minigun. Flippy intentó ayudarla, pero Atenea se interpuso entre él y los guardias.

— ¡Atenea, no! —gritó Flippy, tratando de alcanzarla.

Atenea, con una mirada determinada, bloqueó el paso de los guardias.— ¡Vayan! ¡Cumplan la misión! —

Flippy, Mouse y Sneaky no tuvieron más opción que seguir adelante, dejando a Atenea detrás para lidiar con los guardias. Los tres corrieron hacia la base, escuchando los sonidos de la batalla detrás de ellos.

El plan había cambiado un poco, ahora era solo Flippy quien se enfrentaría directamente dentro de la base enemiga.

Sneaky se escabulló haciéndose invisible y eliminando a los guardias uno por uno, utilizando trampas del entorno como los cercos punzantes para acabar con ellos de forma silenciosa y eficaz. Mouse por su parte lanzó bombas disfrazadas de frutas que explotaban con gran precisión, acabando con sus enemigos.

Flippy encontró una forma rápida de entrar al ver que otro repartidor de pizza se acercaba. Él se tiró hacia el repartidor que iba acercándose en su moto y lo asaltó, robándole las pizzas, el traje y la moto, dejándolo inconsciente y amarrado contra un árbol. Rápidamente se puso la ropa de repartidor por encima y fue a "Entregar el pedido", correspondiente a un cuchillazo en la cara del general.

Al entrar con las cajas de pizza el General sonreía feliz de verlo. Era ahora o nunca: Flippy abrió la caja y vio el cuchillo, con la intención de lanzarlo sin querer le lanzó un trozo de pizza al General. El primer peor error de su vida.

Flippy corrió hacia afuera y lanzó un segundo cuchillo para atravesar a los tigres, pero les falló y llegó fuertemente contra una pared, en donde lamentablemente estaba Sneaky. Flippy le había dado en un pulmón.

Mouse lanzó una enorme granada hacia dentro del cuartel, los guardias de afuera salieron corriendo despavoridos, el General logró detener la bomba con un trozo de pizza hirviendo, produciendo que por un efecto de rebote esta bomba saliera disparada hacia afuera y volviera a las manos de Mouse, quemándoselas por el queso caliente y evitando que pudiera despegarlas de ahí.

Flippy intentaba con todo su esfuerzo sacar el cuchillo de Sneaky, una vez lo hizo miró hacia atrás con el cuerpo herido en su hombro, sin embargo lo peor estaba por ocurrir: Sin querer, por la fuerza de sacar el cuchillo atravesó el cuerpo de Mouse Kaboom y abrió la mochila, lugar que se incendió por la mecha de la bomba que Mouse había lanzado.

Una enorme explosión ocurrió, mandando a volar a los 3 lejos.

El general se subió a uno de sus vehículos y ordenó buscar al trio que se le enfrentó.

Flippy se levantó herido, con grandes dolores producto de la explosión, pero vivo. Observó a su alrededor y vio con horror los cuerpos de sus aliados desparramados y sin vida. Al darse cuenta de que el General se acercaba no tuvo mejor opción que esconderse dentro del cuerpo de su amigo Sneaky, quien yacía muerto y de color sangre.

Dentro de él Flippy empezó a llorar en silencio, culpándose de todo lo que había ocurrido en estos últimos minutos: Por su culpa ahora todos sus aliados estaban muertos, la misión había sido un fracaso por sus acciones siendo que se le había ordenado como el Capitán de esta. ¿Que sería de sus amigos ahora? Quizá podrían atrapar a Atenea y volver a torturarla, quizá tomarían a sus amigos y los usarían de juguetes para amenazar a los países involucrados con que con él no se deben meter. Eran muchas cosas las que pasaban por la cabeza del Oso. Poco a poco su poca sanidad mental fue deteriorándose hasta no quedar en nada, ya no era su propio subconsciente el que pensaba, pero lo que fuera ahora sabía que era momento de dejar de llorar, debía actuar, y lo iba a hacer, de la forma más sádica que pudiera encontrar con tal de hacerles sufrir a sus enemigos todo lo que él experimentó.

Finalmente Flippy explotó, ya no era él quien estaba al mando de su propio cuerpo, ahora era un personaje completamente ajeno al gentil Flippy que todos conocieron en estos tiempos de guerra.

Primero destruyó el cuerpo de Sneaky, agarrando sus filosos huesos y usándolos como armas, abriendo estómagos y rompiendo cráneos a pura fuerza bruta. Luego utilizó el estómago como una gaita y los dientes como balas, las cuales mataron a casi todos los soldados menos al propio General, el cual cortó con su mano robot. Por primera vez en todas estas peleas alguien le hace frente a Flippy, acuchillándole el estómago. Él respondió golpeándolo con todas sus fuerzas y rompiéndole la mandibula inferior. Flippy se acercó a él con la intención de decapitarlo mientras empujaba el cuello del general, pero él tigre fue más rápido y con su mano robot le rompió los antebrazos, partiéndoselos a la mitad y dejando expuestos los huesos del oso. Él se los miró con dolor, pero el dolor no debía ser una excusa para detenerse, debía matar al general a toda costa, así que con el filo de sus propios huesos le abrió el estómago al General, produciendo que a este se le cayeran los intestinos fuera.

El general era alguien de temer, pues aún con su dolor no dejaba de pelear, y pese a lo doloroso que sonara, fue capaz de ahorcar al militar que se le estaba enfrentando con sus propios órganos. El oso no se iba a rendir, así que se empujó hacia atrás haciendo que ambos cayeran por un acantilado junto a un tronco, el cual finalmente aplastó al general, matándolo en el lugar. Flippy cayó bien, salvándose de romperse algo.

Él no se iba a deshacer de esa personalidad con facilidad, se mantuvo así durante horas hasta que finalmente llegó una gata conocida al lugar, estaba herida pero viva.

— ¡Flippy! Dios mío, que bien que estás vivo. —La chica suspiró limpiándose la sangre de las manos con una toalla húmeda, luego notó como la cara de Flippy había cambiado, era una cara sádica.— ¿¡Flippy!? ¿Que pasó? —

Fliqpy no dejaba de sonreír, en cosa de segundos se envolvieron en una pelea donde Atenea luchaba por su vida mientras Fliqpy luchaba por arrebatársela.

Después de un rato ambos se cansaron de luchar. Atenea se irguió y le habló a su capitán.— No tengo idea de que te pasó Flippy o con el resto, pero si no te detienes entonces yo tampoco me controlaré. —

Flippy miró curioso a la chica y se puso a jugar con el cuchillo. Su voz era más grave que de costumbre.— Eso es lo que quiero, ya llevaba tiempo curioso de ver que escondes tras esas pastillas. —

La chica lo miró curiosa, luego una sonrisa de oreja a oreja se formo, sus ojos dejaron de brillar y el rubor que siempre tenía en las mejillas desapareció. Su voz también cambió a una más juguetona.— Ya me has visto antes, solamente que... tengo un trato con alguien de no atacar aliados. Pero bueno, ¿Quien eres realmente? —

El oso estaba confundido frente a lo que veía.— ¿Quien eres tú? —

La chica miraba haciéndose la confundida, pero sin dejar de sonreír porque en realidad conocía muy bien la respuesta.— ¿A que te refieres? Soy yo. —

Flippy negó.— No, no. Pareces ser mi aliada, pero no eres Atenea. —

Con un 'tilín tilín' simulando una campana de victoria, Atenea confirmó que Flippy había dado en el blanco con su comentario.— Tenemos un ganador. Se nota que eres más atento que Flippy. —La felina movía su cola de lado a lado ansiosa.— Me presento, soy Atenae cuando me vez de esta forma. Según me dijo un psicólogo, soy una fragmentación de Atenea, así que en teoría soy parte de ella, pero prefiero tener mi propio nombre. —

Fliqpy, sin dejar de estar en guardia y sin cambiar de personalidad, le respondió.— Eres una distracción, nada más. Tengo nueve horas antes de que el General reviva. No tengo tiempo para juegos inútiles. —

— No es inutil saber que fue lo que le pasó a tus propios aliados. —Dijo la chica con tono de queja, pero sin dejar de sonreir.— A todo esto... ¿Dónde están Sneaky y Kaboom? —

Flippy miraba sus brazos cortados.— Muertos. Los maté. —

Atenae se rió suavemente, un sonido perturbador en medio de la tensión.— Ups, que torpe de tu parte. ¿Cómo le explicarás eso a los superiores? —

Flippy la miró muy mal y se empezó a acercar.— No tienen por qué saberlo. —

— Bueno, es cierto que un par de bajas no son nada cuando tienes al hijo de perra muerto entre tus... brazos. —

Flippy se estaba aburriendo de Atenae, ella le hablaba demasiado. Él la miró, calculando sus opciones. Sabía que matar a Atenea no serviría de nada, ya que reviviría. Y aunque deseaba saciar su sed de sangre, entendía que su objetivo principal era asegurarse de que el General no tuviera oportunidad de sobrevivir más allá de las nueve horas.

—Podría matarte por diversión —dijo Fliqpy con su voz llena de frialdad— Pero no eres mi objetivo principal. El General lo es. Y no necesito más distracciones. —

Atenae lo miró fijamente, sin dejar de sonreír.— Entonces, ¿qué harás? ¿Esperar aburrido a que ese malnacido reviva? ¿O prefieres que juguemos un rato más antes de que reviva? —

Fliqpy se acercó a ella, sus afilados huesos brillaban bajo la luz tenue de la tarde.— Me llevaré el cuerpo. Pero si vuelves a interponerte en mi camino, no me importará cuánto tiempo te tome revivir o si te duele, te mataré. —

Atenae inclinó la cabeza.— Oh vamos, no me digas que quieres jugar solo con él, es mi turno de vengarme. —

Flippy en menos de un segundo se lanzó sobre una Atenae despistada, y con todas sus fuerzas le atravesó los huesos por su cuerpo, haciendo que empezara a sangrar por la boca.

Atenae en un momento se asustó, sin embargo su cara no cambió. Ahora que empezaba a ahogarse con su propia sangre tenía la oportunidad de matar a Flippy, sin embargo, sabiendo la posibilidad de que si lo mataba podría no revivir, decidió no hacerlo, solamente porque su amigo estaba ahí.— Maldito velocista. —Su voz ahora gorgoteaba por la sangre, esta empezaba a caer de su boca, pero ella no dejaba de sonreír.— F-Fliqpy, te ha-gré pagar esto —

Fliqpy se puso a reír y empezó a descuartizar a la chica, matándola muy agresivamente, eliminando su última distracción.

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