3 (+18)

Mouse veía la hora cada cierto rato, la noche se le estaba haciendo eterna y el sueño cada vez estaba haciéndose más presente. Daba vueltas de aquí hasta allá viendo las casas abandonadas y destruidas por la guerra. Cuando quedaba cerca de dos horas para que terminara su turno se dedicó a buscar a Atenea para indicarle que por su lado no había nada extraño.

En un momento decidió detenerse para orinar, lo haría fuera de una casa de cemento de dos pisos, unos ventanales por donde él no había pasado y algo de vegetación entrando al lugar.

Mientras orinaba escuchó ruidos extraños provenientes de dentro de la casa, así que al terminar se subió cautelosamente los pantalones y sin cerrar el cierre de estos sacó su arma y le quitó el seguro. El joven se asomó por el ventanal cuidando que sus orejas vendadas no se vieran y se dio cuenta de que era lo que estaba pasando: se encontró con la silueta de su compañera, Atenea, masturbándose de espaldas a él y haciendo pequeños gemidos y gruñidos. El chico se quedó perplejo viéndola, paseando su mirada por cada centímetro de pelaje que podía observaba de la gata gracias a la luz de la luna, veía sobre todo su trasero que estaba apoyado sobre los pies de ella y fluidos que goteaban dejando un pequeño pozo. Mouse no se podía resistir a lo que estaba observando, tenía meses sin la posibilidad de hacer lo de la chica, así que con cuidado de no hacer ruido se sacó el miembro de entre sus pantalones y empezó a manosearlo.

Pasaron algunos minutos así, Mouse estaba relativamente cerca de terminar cuando por un error de movimiento su arma se desplazó desde su espalda hacia un lado y chocó con la pared. El ratón automáticamente se escondió y dejó de tocarse, nervioso de lo que ocurriera después. Pasaron unos 20 segundos de silencio puro hasta que en un momento sonó la minigun de Atenea a metros de él. Mouse gritó una vez que vió la silueta del arma saliendo del ventanal, sus manos estaban extendidas hacia adelante como intentando detener a la gata.

— ¡Espera espera! ¡Soy yo, Mouse! —El chico se había dado cuenta de que estaba con su miembro afuera, pero ya era muy tarde para guardarlo.

Atenea salió con toda su ropa puesta y jadeando, sus pezones se marcaban a través de su polera.— Que haces acá. —Preguntó con nervios y enojada.

Mouse le respondió intentando excusarse de la vista mientras se guardaba el miembro en sus boxers.— ¿Yo? Nada, solo estaba... intentando orinar, eso. —Unas gotas de sudor recorrían su frente.

Atenea desactivó su arma y lo miró de pies a cabeza.— ¿Estabas vigilándome? —

Mouse estaba muy caliente y su mente le gritaba que se metiera con ella, pero a su vez se sentía tan incomodo con la situación y solo quería irse de ahí.— N-no, solo fue una coincidencia que me pillaras acá. —

Atenea pensó un poco, tiró su minigun a un lado y se acercó peligrosamente a él.— Vi tu silueta cuando hiciste ruido, me alcanzaste a ver, tu pene también delata lo caliente que estas. Lamentablemente no te puedo dejar salir así sin más, ¿Que pasaría si les dices al resto lo que viste? No me gusta que me pierdan el respeto. —

Mouse tragó saliva, la miró de abajo a arriba.— Juro no decir nada, en serio. —El ratón pensó con la cabeza de abajo por una vez y le dio una idea de la cual no se arrepentiría.— Oh, que tal... —Apuntó el arma a la frente de Atenea y le sonrió con malicia.— Si hacemos un trato: Tú me das el mejor polvo de mi vida y dejamos esto solo entre tu y yo. Si te niegas, tendré que matarte y le diré al resto que fuiste asesinada por un tigre mientras hacías esto, ¿Que pena, no? —

Atenea se rio levemente y miró al ratón con media sonrisa.— Ay Mouse, hay cosas que no sabes de mi, para tu mala suerte fui el prototipo del General Tiger para obtener la inmortalidad, regresaría en 12 horas a matarte. —Ella vio como las orejas de Mouse se fueron para atrás.— Sin embargo, tu propuesta me es interesante, claramente algo de mi te llamó la atención. —La gata se soltó los pantalones y dejo que el chaleco militar se deslizara por sus brazos hasta caer al suelo, dejando ver sus senos sin brazier tapados por la polera.

Mouse estaba atónito, miró hacia los lados y se dio cuenta de que esto no era una porno, era su realidad, podía tener sexo con una compañera de él.

Mouse le sacó los pantalones a la chica y le subió la polera para dejar ver sus senos, él se bajó los pantalones levemente pero lo suficiente como para liberar su miembro. Atenea lo tocó con sus heladas manos y eso excitó al ratón, haciendo que su miembro se volviera a levantar mientras él devoraba un seno de la chica. Pasados unos minutos él la hizo acostarse en el suelo y le abrió las piernas para ver su húmeda entrada.

Sin ningún tipo de cuidado la empezó a penetrar rudamente a la vez que se disponía a lamer y succionar el otro pezón de Atenea. Ella gemía por cada embestida del chico a la vez que se manoseaba el clitoris para estimularse, así fue como rápidamente ella llegó al climax antes que él.

Él por su parte no sabia si correrse dentro. —¿Donde me corro? —Preguntó entre jadeos.

Ella le respondió agitada.— Donde quieras, la unica forma de que me embarace es si me haces daño dentro, por eso los gatos macho tienen una forma distinta que no me gusta —

Mouse decide entonces correrse dentro de ella, liberando todos sus fluidos lo más profundo que puede. Después de terminar, ambos quedaron exhaustos uno al lado del otro tirados en el suelo, recuperando la normalidad de sus respiraciones.

Mouse fue el primero en hablar.— No haré comentarios sobre el tema fuera de acá, pero se sintió bien. —

Atenea le respondió mientras de un bolso sacaba unas toallas húmedas de limpieza— Si, la verdad es que extrañaba sentir algo más que mis dedos. —

Mouse la miro limpiarse.— Deberíamos hacerlo de nuevo otro día. —

La gata se sorprendió y miró a Mouse.— Wow, no me imaginé que dirías algo así, es... interesante. —Le lanzo unas toallas húmedas al chico.— Pero bueno, es mejor que te limpies, el aroma podía delatarnos, sobre todo porque Flippy al ser un oso tiene buen sentido del olfato. —

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