SIETE
La noche era muy fría y, a pesar de ser un demonio, lograba sentirla igual. Aunque eso no le importaba en lo mas minimo debido a que seguía pensando en esa pequeña azabache que tan loco lo traía.
Recien se había atrevido a comunicarse con ella hacia un par de horas, pero hacia casi un mes, desde que la había visto salir de la universidad, que lo tenia pregnado de una manera que creyo jamas volver a sentir.
Y tenia miedo. Mucho miedo.
La ultima vez que había sentido asi, todo había terminado muy mal.
-Ya deja de pensar en eso – Se regaño a si mismo, intentando fijar sus metas. Necesitaba entregar una mujer a Naraku esa misma noche.
Continuo caminando por la calle desierta, pensando a donde ir para encontrar una joven cuando sintió una presencia detrás suyo. Detuvo sus pasos y agudizo sus oídos.
-Sal de allí, Onigumo – Siseo por lo bajo. Detestaba a ese demonio que era la mano derecha de Naraku.
- Bestia – Gruño ante ese apodo, como lo odiaba – Naraku quiere que te comunique unas palabritas...
***
No podía conciliar el sueño.
Era como la vigesima quinta vez que daba vueltas en su cama y miraba el techo imaginando lo que Inuyasha estaría haciendo es ese momento. No quería ni imaginar las cosas que podría hacer con esas chicas, en una cama, desnudas...
-Basta, Kaghome – Me regañe a mi misma. No sabia que estaba sintiendo en este momento. ¿Enojo? No... Bueno, tal vez un poco pero no era eso lo que me molestaba. ¿Frustracion? Tampoco era eso. ¿Celos? ¡Claro! Eso era... - Por favor, Kaghome, ¿Qué dices? – Volvi a regañarme. No podía estar celosa si apenas conocía a Inuyasha. Era una completo locura.
Luego de dar varias vueltas mas en mi cama, decidi bajar a tomar un poco de leche tibia. Me coloque mi bata y mir el reloj. Las 3.33 de la mañana. Casi cuatro horas desde que se había ido y aun no tenia señales de él.
Al llegar a la cocina calente la leche y me sente en la encimera, en la oscuridad. Cerre mis ojos, ya que era lo mismo que tenerlos abiertos y comencé a escuchar los bullicios de la ciudad. Casi podía sentir paz, pero aun asi no estaba tranquila.
Tenia una insana necesidad de ver a Inuyasha y aun no lograba comprender porque. Llevabamos tan poco tiempo juntos que no lograba entender porque me sentía asi.
Si, era verdad que nadie me había defendido como él, o quizás me llamaba la atención que fuese un demonio. Era una extraña mezcla entre admiración y miedo, aunque no me había demostrado nada que hiciera que le temiese.
Entre mi nebulosa de pensamientos, comencé a sentir un aroma a madera fresca y, al abrir mis ojos, vislumbre unas luces doradas muy cerca de mi rostro que me hicieron respingar.
-Soy yo, pequeña – Murmuro mientras apoyaba sus manos sobre mis piernas desnudas. Lo mire fijamente, notando como estaba desnudo de su cintura para arriba. ¿En que momento había ocurrido? Mis ojos pasearon por su escultural cuerpo y pude imaginarlo sobre mi, gruñéndome al oído con esa voz ronca y sexy que tenia en este momento – Ya te dije que dejes de pensar cosas indebidas de mi, pequeña – Acaricio mi cuello con suavidad, logrando que volviera mis ojos a su rostro. Sonreia levemente y note lo lindo que era cuando hacia eso.
- No estaba pensando en nada indebido – Menti – Solo me asustaste – Tome su mano que tenia en mi cuello, para enredarla con la mia – Terminaste rápido.
- No es muy difícil conseguir una chica ahora – Asenti con mi cabeza y nuestras miradas se mantuvieron firmes. Una de sus manos acariciaba mi rodilla, mientras yo acariciaba sus nudillos. Sentia una intimidad tan grande que lograba que todo mi cuerpo se erizara de placer.
- ¿Puedo hacerte una pregunta?
- Claro, dime.
- ¿Qué sucederá cuando te enamores y esa chica te corresponda? – Pude notar por sus facciones que mi pregunta lo sorprendio. Y si, era sumamente rara y no sabia porque la había hecho pero necesitaba saberlo. Necesitaba saber que sucedería.
- No lo se – Fue su escueta respuesta – La verdad es que nunca me lo plantie, asi que no lo se. Pasaron tantos años, tantas mujeres que ya perdi la esperanza de que en algún momento me suceda- Nuevamente el silencio volvió a inundarnos y yo estaba insatisfecha con esa respuesta.
- ¿Por qué no has intentado acostarte conmigo? – Esa pregunta si que lo sorprendio, ya que abrió sus ojos como si me hubiese salido otra cabeza - ¿Por qué solo me cuidas? No tienes la obligación de hacerlo y aun asi lo haces.
- Porque tienes un aura que me tranquiliza – Se acerco mas a mi, lo que hizo que mi corazón se acelerase – Suena egoísta, pero estar a tu lado me apacigua de una menera que nunca crei real y lo necesitaba. Siento un halo especial en ti y eso me lleva a preotegerse de ese maldito lobo. Por eso me cuesta irme de tu lado – Al escuchar esas palabras sentí un nudo en mi pecho porque, por fin, lograba poner en palabras lo que yo también sentía hacia él. No quería que se vaya porque me sentía bien junto a él, y no solo por el mere hecho de que me protegia cuando lo necesitaba, si no que me sentía yo misma a su lado.
- Inuayasha – Murmure y estire mis brazos, atrayéndolo hacia mi cuando lo abrace por el cuello. Sus brazos envolvieron mi cintura y sentí que todo era perfecto. Senti que podía estar toda mi vida en esa cocina, en la oscuridad, abrazandolo – Tu también tienes una energía que me tranquiliza. Me haces sentir protegia y me gusta. No sabia lo mucho que necesitaba de alguien como tu, hasta que llegaste – Su abrazo se ajusto aun mas y sentí su aliento en mi cuello y un escalofrio recorrio mi espalda. Su calor comenzó a quemarme poco a poco y sentí una necesidad de besarlo. Apoyo su frente en la mia y asi nos quedamos un par de minutos, en silencio, con nuestras respiraciones sincronizadas, sintiendo la presencia del otro - ¿En que piensas? – Murmure con suma delicadeza, como el sonido alto pudiera romper esa burbuja.
- En las enormes ganas que tengo de besarte – Susurro contra mis labios, adentrándome en una hipnosis que no creía capaz de creer. Sus ojos parecían brillar mas y el calor de su cuerpo se impregnaba mas contra mi cuerpo. Mi respiración se corto un poco y las ansias cubrieron hasta la mas minima celular de mi cuerpo. Me acerque unos pocos centímetros mas a su rostro, dejando tan solo un minimo espacio entre nuestras bocas.
- Entonces, hazlo – Murmure y al instante tomo posesión sobre mi. Lento y paciente, logrando que cada vello de mi piel se erice. Sus labios eran dulces y suaves, casi como un pequeño caramelo. Lamio mi labio inferior, incitando a que abra mi boca y asi lo hice. Su lengua encontró la mia, comenzando una danza excitante que lograba que la temperatura comenzara a subir.
Mis piernas se enredaron en su cintura, al tiempo que su brazo apretaba mi cintura y su mano tomaba mi cabello, colocándome en una posición donde le fue fácil invadirme con mas fulgor. Un gemido escapo de mi garganta, seguido de un gruñido por parte de él. Las cosas poco a poco iban calentándose y, por tercera vez en esos días, deseaba que me tomara y me hiciera suya.
Al separarnos, cuando nuestro oxigeno se acabo, sus ojos brillaban con intensidad y unos leves destellos rojos que me causaron aun mas escalofríos. Que bello espectáculo.
-Creo que es hora de ir a dormir – Sus manos tomaron mi cintura y me deposito en el suelo. Con suavidad beso mi frente y yo me abrace mas a él.
- Me ire a la cama – En punta de pies, me acerque a su mejilla y la bese con suavidad – Que descanses, Inu.
- Igual tu – Comence a caminar hacia las escaleras, sin dejar de sentir su mirada en mi nuca, lo que aun lograba que mi cuerpo se sintiera extraño. Pero, aun con eso, ¿Por qué tenia un mal presentimiento?
***
Al despertar me di una ducha rápida para luego vestirme y asi poder bajar a desayunar. Estaba emocionada por ver a Inuyasha, como nunca jamas. Hasta sentía la necesidad de hacerle el desayuno, como una maldita ama de casa. ¿Qué diablos me sucedia?
-Buen dia, Inu... - Mi saludo se detuvo en el aire cuando lo vi completamente abrigado. Sus facciones estaban tensas y sus ojos de un extraño color rojizo. Parecia molesto - ¿Inuyasha?
- Yo... Me tengo que ir – Mi sonrisa se esfumo al oir eso y los nervios invadieron mi estomago, pero intente mantener la calma.
- Claro. ¿Regresaras para el almuerzo? – Camine hacia la cocina, pasando por su lado, pero su mano tomando mi brazo me detuvo.
- Sabes de que hablo, Kaghome – Gire mi rostro, encontrándose con sus ojos que me fulminaban como si me odiara, ¿Qué sucedia?
- No puedes decirlo de enserio.
- Si, Kaghome. Sabes cual es mi naturaleza y no puedo quedarme con una humana como tu – Sus palabras comenzaron a arder en mi interior, y pude sentir como mis mejillas comenzaban a humedecerse. No quería que se vaya. Lo quería a mi lado.
- Pero... ¿Lo que dijiste anoche? – Su rostro continuo impávido pero al instante comenzó a reir a carcajadas, confundiéndome por completo.
- ¿De verdad creiste todo lo que anoche te dije? – Al oir eso mi cuerpo se tenso. Cuando su mano solto mi brazo sentí como el frio invadia mi ser - ¿De verdad creiste todo eso? ¡Por favor, niña! Soy un demonio. Engañar es lo que hago – Se acerco a mi, tomando mi rostro entre sus dedos y me sonrio de la misma forma altanera que Kouga - ¿Sabes lo mucho que me divierte ilusionar a jovencitas como tu?
- No. Eso no es verdad – Murmure, intentando alejarme de él, pero fue imposible. Su ajuste se afirmo en mi mentón.
- Ademas, si lograba acostarme contigo, Naraku me devolvería la oportunidad de volver a ver a Kikyo y asi poder estar juntos, por siempre. Pero hoy Naraku me aviso que perdió el interés en ti, asi que ya no tengo nada que hacer aquí – Me solto y camino hacia la salida, dejándome allí parada con el corazón en la garganta y mi cuerpo temblando como una hoja al viento – No eres tan especial, Kaghome. Ya no tengo que fingir que me interesas, ni tu, ni tu vida – Se giro por ultima vez, sonriéndome como si disfrutara con mi dolor – Eres una total ingenua, Kaghome.
Cuando escuche el ruido de la puerta cerrarse mis piernas fallaron. Cai de rodilla, tomando mi pecho cuando el aire comenzó a fallarme. Mis lagrimas salían sin parar y mi cuerpo comenzó a convulsionar con mas fuerza.
Inuyasha se había ido. Me había dejado a mi suerte.
Habia jugado con mis sentimientos. Todos sus besos, todos sus abrazos, todo lo que habían pasado... Todo era una maldita mentira.
-¡Maldicion! – Grite con furia al tiempo que un llanto agonico escapaba de mi garganta, que me dolia de tanto que crei que me quedaría sin aire.
Inuyasha se había ido luego de jugar conmigocomo si fuera una muñeca.
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