SEIS

-¡¿Qué carajos, Kaghome?! – En ese mismo momento todas las cosas buenas que estaba sintiendo, se borraron. Mi cuerpo comenzó a temblar, pero debido al miedo que me invadia cada vez que veía a Kouga, luego de lo ocurrido.

- Deja de gritar – Murmuro Inuyasha, mientras me dejaba con suavidad en el piso y se colocaba delante mio para cubrirme con su cuerpo - ¿Qué quieres?

- Que dejes en paz a mi novia. ¡Ella es mia! – Grito con odio, llamando la atención de los presentes que, por suerte, eran pocos debido a que la noche comenzaba a hacerse presente y el frio aumentaba.

- No me hagas reir, lobo sarnoso. No es un objeto como para que puedas decir eso, además, ¿Cómo puedes decir eso luego de que quisiste abusar de ella? – Al escuchar eso de la boca de Inuyasha, el rostro de Kouga se nublo. Parecia como si un balde de agua helada hubiese caído sobre él.

- Estaba borracho, no sabia lo que hacia – Me miro fijamente y pude notar todo el arrepentimiento en su mirada, pero aun asi, eso no evito que mis nervios crecieran – Kaghome, hermosa mia, por favor perdóname. Dame otra oportunidad, prometo cambiar. Dejare de tomar, respetare todo lo que me pidas. Lo juro – Dio un paso hacia nosotros y mi corazón se estrujo de dolor. La verdad era que aun seguía sintiendo un profundo cariño por ese hombre, pero también sabia que no cambiaria debido a sus adicciones – Kaghome, por favor – Al ver como Inuyasha no se movia, comenzó a dar pequeños pasos hacia mi y yo me tense. Retrocedi un paso y mi respiración se corto. Solo atine a mirar a ese demonio que no hacia nada y mis ojos se llenaron de lagrimas, ¿Por qué no lo detenia? ¿Por qué no me ayudaba? No quería que se me acercase. No deseaba escucharlo, ni verlo, ni mucho menos que se atreviera a tocarme. Queria irme de allí – Kaghome – Retrocedi otro paso, pero antes de poder salir huyendo, Inuyasha volvió a interponerse entre nosotros.

- Quieto, sarnoso. No es necesario que te acerques tanto para que ella te responda – Se giro levemente, mirándome a mi - ¿Quieres hablar con él? – Yo me quede helada, mientras por mi mente pasaban cientos de palabras que podría decirle pero, aun asi, no salían.

- Yo... Yo solo quiero irme a casa – Murmure mirando fijamente a Inuyasha, el cual solo asintió con la cabeza.

- Ya la oiste, sarnoso. Muevete – En ese mismo momento pude apreciar como algo dentro de Kouga se rompia. Sus ojos se achicaron, su mandibula se tenso y sus puños comenzaron a ponerse blancos por toda la fuerza que contenia. El miedo comenzó a invadir nuevamente mi ser. Sabia que Inuyasha me protegería pero, aun asi, no podía evitar sentirme nerviosa.

- ¡Estas loca si crees que te dejare en paz, maldita zorra! ¡Eres mi mujer y nada cambiara eso! ¡¿Me oiste?! ¡Volveras conmigo y seremos felices! – Sus ojos buscaron los mios y al mirarlos fijamente sentí como todo el frio entraba en mi cuerpo, logrando que tiemble como una hoja al viento. Estaba dispuesto a lastimarme, lo sabia. – Y tu, maldito imbécil, no se que seas de Kaghome, pero aléjate de ella de una maldita vez. No quiero verte besándola, ni tocándola como lo hiciste recién, ¡Porque juro que te matare!

- Intentalo – Susurro Inuyasha con una terrible calma que me sorprendia y asustaba a la vez – Tu no me diras que hacer y que no con Kaghome, pulgoso. Comprende de una maldita vez que ella no quiere saber mas nada de ti. Dejala vivir en paz... Conmigo – No podía ver el rostro de Inuyasha, debido a que yo seguía tras suyo, pero podía asegurar que al decir eso, una sonrisa burlona se había pintado en sus labios. Solo quería molestar a Kouga y lo había conseguido.

- ¡Eres una maldita ramera! – Grito con odio y con rapidez se avento contra Inuyasha, intentando golpearlo en el rostro, pero le fue imposible atinar. Inuyasha tomo su mano en el aire y comenzó a apretarla con fuerzas. Luego tiro de él contra su cuerpo, para tomarlo del cuello y levantarlo en el aire. Lo iba a matar.

- Inuyasha, suéltalo – Pedi, mientras tomaba su brazo, pero no aflojaba ni un poco su agarre.

- No. Te dije que la próxima vez que lo vea, lo mataria – Mire fijamente a ese demonio, notando como sus ojos comenzaban a ponerse rojos. Tenia que hacer algo con urgencia.

- Inuyasha, por favor, suéltalo – Pero era en vano. No me hacia caso. Por mi mente comenzaron a pasar miles de ideas, pero tenia que apurarme si no quería que Kouga sufra las consecuencias. Era un maldito, pero no dejaría que Inuyasha se ensuciase las manos con él. Luego de un par de segundos se me ocurrio algo, no sabia si funcionaria, pero tenia que intentarlo - ¡Eres un idiota! ¡Te odio! – Grite con todas mis fuerzas y Sali corriendo sin saber a donde. Solo esperaba que me siguiera y dejara a Kouga.

Me meti en un callejón oscuro y me apoye contra la pared para recuperar el aliento, mientras rogaba que me haya seguido. Apoye mi frente en la fría pared, mientras jadeaba por el poco estado físico que tenia.

Senti un escalofrio recorrer mi cuerpo cuando un brazo envolvió mi cintura y una mano tomaba con fuerza mi mentón. Senti su calido aliento en mi oreja y un gruñido gutural, parecido al de un perro. Su agarre era fuerte y aunque intente zafar mi rostro, me fue imposible.

-No debiste hacer esto, perra, no sabes lo que has despertado – Gruño en mi oído y tiro mi cabeza a un lado, dejando mi cuello al descubierto. Pude sentir su lengua pasearse por mi piel y luego como me mordia levemente con sus colmillos. Un gemido escapo de mi garganta al sentir como él me apretaba contra la pared, dejándome acorralada con su gran cuerpo.

La mano que estaba en mi cintura comenzó a subir, metiéndose entre mi ropa hasta llegar a mi pecho, el cual apretó sin recato alguno. Un nuevo gemido escapo de mi garganta. Me sentía en llamas. Era la primera vez que sentía tantas ganas de que me follasen allí nomas, sin importar si alguien nos veía.

-Inu – Gemi al sentir su miembro duro en mi espalda y como sus dedos comenzaban a acariciar y apretar mi pezón. Podia sentir como la humedad iba mojando mis bragas y como la piel de mi cuello ardia debido a los mordiscos de este demonio. Por segunda vez en menos de una hora, no me importaba que me llevase al infierno, solo quería que me haga suya. Por fin, luego de tanto, comprendia a esas pobres mujeres que caian rendidas a sus pies, a pesar de que su castigo era la condena eterna.

- Maldicion, Kaghome. Eres deliciosa – Siseo y me dio vuelta con rapidez. Atrapo mis manos sobre mi cabeza con una de las suyas mientras con la libre me agarraba del cuello. Tomo mis labios en un beso ambriento, mientras me comenzaba a ahorcar con suavidad, haciendo el agarre cada vez mas fuerte. Sentia como poco a poco me faltaba el aire pero, sin embargo, eso solo lograba que me excitara. ¿En que clase de monstruo sediento de sexo me estaba conviertiendo? – Maldicion – Volvio a gruñir y se alejo de mi como si quemara. Mis piernas apenas si alcanzaron para sostener mi cuerpo, aunque tuve que apoyarme contra la pared para no caer contra el suelo – Kaghome, ¿Estas bien? – Mis ojos intearon focalizar a ese demonio que me hablaba y yo solo pude asentir con mi cabeza – Eres... Eres lo mas delicioso que probe en mi maldita existencia, Kaghome – Murmuro, pero no se me acerco – Por favor, vamos. Hace mucho frio y tengo trabajo que hacer.

Como si fuera un zombie comencé a caminar tras él, ya que había tomado mi mano para guiarme. El camino a mi departamento se hizo muy corto porque, cuando me di cuenta, estaba en la entrada de mi casa, esperando que Inuyasha terminara de abrir la puerta.

Al recobrar el sentido pude ver como él se disponía a prender la chimenea. Todo estaba en silencio, algo normal en él, pero ahora era mucho mas incomodo. ¿Cómo demonios habíamos pasado de estar en la situación mas excitante de mi vida, a ser dos completos desconocidos?

-¿Qué deseas cenar, Inu? – Pregunte con una sonrisa, intentando no pensar en lo que había ocurrido.

- Algun guisado. Hace mucho frio – Asenti con mi cabeza y me fui hacia la cocina para comenzar a preparar la comida. Minutos después el se acerco a mi, pero no me hablo. Solo se dedico a apoyarse en la pared y mirarme fijamente, lo que me ponía muy nerviosa, debido a lo que había ocurrido antes.

- ¿Sucede algo? – Me anime a preguntar. Detuve lo que estaba haciendo y lo mire fijamente.

- Disculpame por lo de recién – Mi sorpresa fue mayúscula al escuchar eso y tuve que analizar unos minutos lo que me decía para poder contestarle. ¿Por qué se disculpaba? ¿Por lo de Kouga? ¿O por besarme?

- ¿Por qué te disculpas exactamente?

- Por todo. Es cierto que tenia pensado asesinar a ese maldito desgraciado, porque no quiero verlo cerca de ti.

- No puedes hacer eso, Inuyasha.

- ¿Por qué no? Si no lo elimino ahora, él te hara daño – Me gruño y pude notar como, nuevamente, sus ojos se enrojecían - ¿Acaso no lo puedes entender?

- Lo entiendo y lo se. Creeme que tengo muchísimo miedo porque se que tu no estaras siempre a mi lado para cuidarme, pero aun asi, no puedes asesinarlo, Inuyasha – Camine hacia él, tomando su rostro con mis manos para que me mirase – Eres un demonio, pero lo que haces, es porque Naraku te obliga, no porque quieras. No eres un monstruo – El silencio reino sobre nosotros luego de que le dijera eso. Él tomo mis manos, alejándolas de su rostro y volvió a apoyarse contra la pared. Yo volvi con las verduras que estaba cortando.

- ¿Cómo sabes que no soy un monstruo? No me conoces.

- Porque lo se – Conteste como si fuera lo mas obvio del mundo – Ningun monstruo me defendería como tu lo haces – Otra vez el silencio se hizo presente. Inuyasha se sento en una de las banquetas de la cocina sin dejar de mirarme y yo tuve que hacer un esfuerza sobre humano para no cortarme un dedo. Su mirada era tan penetrante que parecía que podía leerme el alma y mis mas oscuros secretos - ¿Por qué me besaste asi y luego te alejaste como si tuviera rabia? – No deje de hacer mis cosas ni tampoco lo mire. Sabia que había una explicación profunda de porque había hecho eso, pero no quería presionarlo para que me lo dijera.

- Por mi instinto – Al contestarme, deje todo a un lado y lo mire fijamente, esperando una explicación un poco mas extensa – Soy un humano, o por lo menos una parte de mi lo es, pero al mismo tiempo soy un demonio y eso conlleva que tenga un instinto que, en ciertas ocasiones, no puedo controlar – Al levantar la vista del suelo, me miro fijamente y sentí como miles de agujas se clavaban en mi – Tu lo has despertado, Kaghome. Al verte huir de mi... Al ver que escapabas de mi lado, sin que yo supiera lo que hacias, despertó mi instinto demoniaco y lo único en lo que podía pensar en ese momento era en capturarte y enseñarte... ¡Maldicion! Sonare como un maldito cavernícola, pero lo único que deseaba era enseñarte quien era tu dueño – Al decir eso agacho su cabeza, como si tuviera vergüenza de lo que sentía – Al irte de mi lado sin que yo te lo permitiera, solo logro que mi yo demoniaco quisiera castigarte por eso. Y la única manera era hacerte mia y darte tanto placer que no pensaras en nadie mas que en mi y, por consecuente, no te pudieras separar de mi lado – Al terminar su explicación mi mente era un manojo de ideas y pensamientos que no terminaban de cerrar. ¿Yo era importante para él, como él lo era para mi, o era solo su instinto el que deseaba marcarme como una mujer y follar cuando quisiera? ¿Qué demonios ocurria con esto? – Me ire a recorrer la ciudad – Me aviso de repente, dejándome con la palabra en la boca – Si hay problemas, golpea el suelo 3 veces y vendre aquí de inmediato – Se acerco a mi, besando mi frente con ternura y en medio del aire, desaparecio.

Al sentir que estaba sola suspire con pesar.

No sabia que me ocurria. No sabia que pensar de todo esto que me ocurria. Era un verdadero manojo de dudas y preguntas que, estaba segura, Inuyasha no me contestaría. ¿Me quería? ¿Era solo un juego para él? ¿Queria llevarme al infierno y entregarme a Naraku? Realmente no sabia y eso me ponía de los nervios.

Con el estomago cerrado, apague la cocina y me fui a dormir. No tenia ni ganas de ducharme ni de limpiar todo el desastre que había. Solo quería cerrar mis ojor, rogar que Kouga no apareciera y dormir.

O por lo menos intentarlo. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top