CUATRO

Caminamos con rapidez hacia la salida, en completo silencio. La verdad era que no habia tomado ni un solo centavo de mi billetera, y no iba a pedirle nada a ese demonio que tan obediente iba tras mio.

-¿Era necesario salir con este frio? – Se quejo, mientras tomaba el mando y me guiaba hacia un pequeño parque que estaba delante de mi hogar.

- Necesitabamos dejarlos a solas – Le conteste con frustración, como si fuera lo mas obvio del mundo.

- Si íbamos a tu habitación, tendrían su espacio – Volvio a quejarse, mientras se apoyaba sobre una de las barandas que estaban frente a un columpio. Yo me sente sobre este, moviendo levemente mi cuerpo hacia delante y hacia atrás.

- Era algo muy intimo – Confese, recordando las primeras veces que yo habia disfrutado de esos momentos incomodos, pero bellos, junto a Kouga.

- ¿O en realidad necesitabas una excusa para estar a solas conmigo? – Volvio a utilizar ese tono altivo que me molestaba, y solo suspire resignada. Era un demonio. No habia otra explicación.

- Si. Claro, eso mismo queria – Conteste con desgano e ironia, pero él no me respondio. Ambos nos mantuvimos callados. Yo miraba como mis pies se arrastraban sobre la nieve al columpiarme, e intentaba no temblar por el frio que calaba mis huesos. En el apuro, aparte del dinero, me habia olvidado mi saco – Hablame de ti – Pedi mirándolo fijamente. Su rostro estaba gacho, pero al escuchar mi pregunta, me miro fijamente.

Nunca me cansaría de decir lo mucho que sus ojos me gustaban. Eran atrayentes y profundos, y estaba segura que, si lo mirabas durante mucho tiempo, podias perderte en ellos.

-¿Qué quieres saber? – Se enderezo levemente, prestándome atención.

- No lo se – Confese y me detuve - ¿Cómo llegaste a ser un demonio?

- Por una maldición – Fue su escueta respuesta y yo me incomode. ¿Acaso no queria hablar sobre el tema? Lo mire fijamente antes de pensar que contestarle. Estaba serio, pero yo estaba muy segura que mi pregunta no le habia molestado.

- Eso lo se. Lo lei en el libro. Quiero saber tu versión – Nuevamente el silencio inundo nuestro pequeño mundo, donde el frio calaba mis huesos y el viento movia algunas pequeñas ramas congeladas. ¿Me contaria? ¿Diria que lo olvidase? No lo sabia, pero queria averiguarlo con urgencia.

- Hace 500 años, cuando era un simple humano que trabajaba en una granja, me gustaba coquetear mucho con las féminas de mi aldea, o de los poblados vecinos. El tiempo que me sobraba de mis obligaciones, la pasaba de mujer en mujer, disfrutando una vida libre entre sexo y alcohol. No estaba dos veces con la misma mujer, y si lo hacia, era porque habia sido muy bueno. Lo que menos deseaba era enamorarme – Un triste y cansado suspiro broto de sus labios, y agacho su cabeza, para luego volver a mirarme – Hasta que la conoci. Era una mujer sumamente sexy. Su cabello era blanco y largo, sus ojos morados y profundos, su cuerpo un manojo de curvas que podría enloquecer a cualquiera, y yo, arrogante como era, la seduci durante varios días. Era una mujer hermosa, y necesitaba estar con ella. Hasta que lo consegui. Me acosté con ella dos veces, ya que era tremendamente buena en las artes amatorias, pero luego de eso, no le di mas importancia. Pero era demasiado tarde, se habia obsesionado conmigo, hasta el punto de espantar a cuanta mujer se me acercara. Me seguía a todos lados y, mientras trabajaba, podía verla a los lejos, vigilándome. Era una completa psicópata. Yo no queria verla mas, y se lo habia dicho varias veces, pero ella solo me repetia que me amaba, y que queria pasar el resto de su vida a mi lado – Con algo de rabia, paso sus manos por su cabello, logrando que yo me tense ¿Qué podría hacer? No me gustaba verlo asi – Luego de unas semanas, donde me volvió completamente loco, me canse y le grite toda la verdad en el rotro que solo habia sido una aventura y que yo estaba enamorado de otra mujer. Su rostro se transformo en ese instante. Un aura diabólica comenzó a rodearla y comenzó a murmurar una palabras que no entendia. El piso temblo bajo mis pies, y un agujero se abrió, para dejarme caer. No se cuanto tiempo estuve cayendo y cayendo, pero podría jurar que fueron días, donde la incertidumbre de no saber cuando golpearía contra el piso, era peor que hacerlo.

- Inuyasha – Murmure, parándome para acercarme a él, pero no dije mas nada. Deseaba que terminara su relato.

- Luego de ese extenuante tiempo, cai dentro de un lago de aguas negras y viscosas. Con dificultad nade hacia la orilla, y cuando sali comencé a mirar hacia todos lados, sin encontrar nada, solo oscuridad. Comence a desesperarme, pero antes de poder dar siquiera un paso, un hombre de largos cabellos negros, ojos de igual color y piel blanca, se apareció delante mio. Una fuerza sobrenatural hizo que me arrodillase a sus pies, logrando que una carcajada horrorosa escapase de su garganta. Me dijo que tenia muchos nombres, como Diablo, Satan, Beelzebub, pero que su verdadero nombre era Naraku, el Rey de las Tinieblas. Me explico su pacto con esa bruja, y que yo era consecuencia de sus pedidos. A partir de ese momento yo estaba maldecido a recolectar damas vírgenes, solo para su diversión. Estaba atado a hacer ese trabajo durante 400 años.

- ¿400 años? – Pregunte sorprendida – Pero si tu...

- Si. Hace 500 años que hago esto, pero no conozco otra forma de existencia – Susurro como si no importara – Por lo menos, hasta que alguien me libre de esta maldición.

- ¿Y como te pueden liberar? – Di un paso mas hacia él, notando como nuestros cuerpos solo estaban separados por unos pequeños centímetros.

- Alguien tiene que enamorarse de mi – Confeso, mirándome con mas intensidad – Si logro eso, y yo me enamoro de esa persona, puede ser que me libere de esta tortura.

- Antes dijiste que estabas enamorado de una mujer...

- No deseo hablar de eso, Kaghome – Me pidió, increíblemente amable, y yo solo asentí con mi cabeza. Seguro era muy duro para él. 500 años solo, sin nadie con quien compartir una alegría o una tristeza. ¿Cómo podía seguir? – Kaghome – Me llamo al notar como mis lagrimas corrian por mis mejillas. Yo solamente di un paso mas hacia él, prendiéndome de su cintura, abrazandolo con fuerzas - ¿Qué haces?

- Disculpame, no queria hacerte recordar todo esto – Me apreté mas contra él, escondiendo mi rostro en su pecho – Fui una tonta.

- Esta bien – Contesto con suavidad y sentí sus brazos envolviéndome con algo de fuerza – No eres ninguna tonta – Esa demostración de amabilidad solo sirvió para que mi llanto aumentase. Era un joven amable y lleno de cariño, ¿Por qué esa maldita bruja lo habia maldecido? No se lo merecia. Solo merecia ser feliz con alguien que le hiciese bien – Deja de llorar, no me gusta.

- Disculpame – Murmure, sintiendo como su cuerpo caliente espantaba el frio que hasta hacia instantes sentía. Era agradable perderse entre esos brazos y, realmente, no deseaba apartarme de su lado.

- Vayamos dentro. Seguro ya habran terminado y tu estas congelándote – Me aparto un poco de su lado, pero sin soltar mi cintura y me toco la nariz con uno de sus dedos – Saliste sin abrigo.

- Me emocione por Sango y me olvide de todo.

- Retiro lo dicho, si eres una tonta – Paso su brazo por mis hombros y comenzó a guiarme hacia dentro. Yo iba perdida en su rostro, notando como, la únicas veces que sonreia, era con arrogancia.

- ¿Por qué no sonries? – Note como su cuerpo se tensaba, asi que supuse que mi pregunta lo habia tomado desprevenido, o lo incomodaba.

- Lo hacia. Vivia sonriendo. Pero luego de tanto tiempo sin encontrar con quien compartir algo mas que una cama, es difícil hacerlo.

- Lo entiendo – Murmure, deprimiéndome un poco al imaginar lo que ese demonio debía de sentir.

- Pero después de un tiempo, te acostumbras a ir de cuerpo en cuerpo, y no quedarse en el corazón de nadie. Y que ninguna quede en tu corazón.

- No pierdas las esperanzas, Inuyasha – Le confirme, parándome delante de el para mirarlo con una enorme sonrisa – Se que encontraras una joven que te ame como te lo mereces y te libere de tu maldición.

- ¿Qué ame a un demonio que condena a jóvenes vírgenes a vivir en el mismo infierno solo porque Naraku lo desea? – Esa pregunta, hecha con tanto dolor en su voz, me descoloco. ¿Qué podía contestarle? ¿Qué de verdad encontraría a una mujer asi? – Ojala tengas razon, Kaghome – Volvio a tomar mis hombros para continuar camino – Vayamos adentro. Estas helada – Yo solo pude asentir con mi cabeza.

Al entrar, Inuyasha me confirmo lo que yo ya esperaba. El departamento estaba vacio. Caminamos hacia la sala, encontrando una nota de Sango, donde me explicaba que se habia ido a pasar el día junto a Miroku, y también me pedia que pasara lindo dia con mi "vagabundo". Internamente la maldije.

-Comamos, Sango se fue con Miroku a pasar el dia – Le comenté al entrar en la cocina, para ir directo a la cocina a calentar la comida – Toma asiento, en minutos estará la comida.

- Podrias hablarme un poco sobre tu vida – Al escuchar su voz, mi piel se crespo. Era tan sensual que parecía transportarte a una nube llena de placer. Movi mi cabeza de lado a lado. Era un demonio. Tenia que concentrarme.

- ¿Sobre mi vida? Nada interesante. Hija única, mis padres tienen una empresa de comunicaciones y viven viajando. Me vine a vivir aquí para poder estudiar en la universidad.

- ¿Qué edad tienes? – Con cuidado me acerque a la mesa con dos enormes platos calientes.

- Tengo 25 años. ¿Y tu?

- 529 – Al escucha eso lo mire fijamente. Era verdad, me había contado sobre su vida y aun no podía entender como alguien podía pasar tanto tiempo solo. ¿Acaso no extrañaba a su familia? ¿A sus amigos? – Si, Kaghome. Suelo extrañar a mi familia, pero paso hace mucho que ya casi no recuerdo el rostro de mi madre – Sin quitarle la vista de encima, tome su mano con cuidado. No comprendia que sucedia, pero sus ojos me transmitían tanto y no hablaba de nada sexual – Cuentame tu historia con ese lobo rabioso – Con cuidado alejo su mano, logrando sacarme de mi transe. Lo mire confundida, ¿De quien me hablaba? – Kouga.

- Ah. Fuimos novios cuando llegue aquí. Terminamos hace un tiempo – Al sentir el silencio, levante mi vista encontrándome con su rostro algo molesto. Su ceja izquierda estaba levantada y no hizo falta mas que esa mueca para comprender que quería la historia completa. Gire mis ojos y suspire – Al poco tiempo de conocernos comenzamos a salir, pero siempre supe que me engañaba con cualquiera que se le cruzaba por el frente. Le gusta mucho salir y beber, sin contar con que la droga le esta quemando el cerebro. Hubo varias veces que llego ebrio a mi otro departamento, pero no hubo grandes problemas. Lo llevaba hacia la ducha, se bañaba y se dormia. Pero cuando comencé a negarme cuando el deseaba tener relaciones, todo comenzó. Al principio no fue mas que una cachetada, la cual perdone porque lo amaba. Pero todo exploto cuando llego a mi departamento y quiso abusar de mi. Me golpeo varias veces y, no se bien como, logre huir de allí. Me encerre en el baño y cuando dije que llamaría a la policía, el huyo. En ese mismo momento decidimos con Sango que me mudaría y no le diría mi dirección a nadie. Solo a ella y mis padres.

- Es un maldito desgraciado – Gruño el demonio, viendo fijamente a la nada - ¿Hace cuanto fue esto?

- Hace unos cuatro meses, mas o menos.

- ¿Y porque no lo denunciaste con la policía?

- Porque no deseo tener que verlo mas. Hacer eso solo significa tener que estar pendiente de él y de todo lo que me hizo. Conseguir pruebas, que no tengo, y solo ayudarían a que le den una orden de restricción que, seguro, no cumpliría porque no logro su cometido.

- Malditos ineptos – Inuyasha me miro fijamente, logrando que mi cuerpo se estremezca. Sus ojos eran tan demostrativos que asustaba, y no sabia si la razón era por ser un demonio o si siempre habían sido asi - ¿Quieres que yo me encargue de el? – Al decirme eso, lo mire fijamente. La verdad es que ganas no me faltaban de decirle que si, que acabara con él porque de verdad me daba miedo su amenaza, pero no era capaz. Inuyasha solo hacia su trabajo, obligado por Satan. No podía pedirle que asesinara a alguien por gusto.

- No, no lo hagas – Le sostuve la mirada, mientras le sonreía con calma – Ya podre solucionarlo, de alguna forma. Mientras tanto, podrias protegerme – Bromie, riéndome para mi misma, pero la seriedad y desicion que había en sus ojos me hizo darme cuenta de que él no estaba bromeando.

- Lo hare, Kaghome. Te protegeré mientras pueda y, aunque no quieras, lo matare si vuelve a hacercase a ti.

- No, Inuyasha. No lo haras. Es una basura humana, pero no tienes que ensuciar tus manos con tan poca cosa.

- Soy un demonio que condena almas vírgenes al dolor eterno, Kaghome...

- Lo se – Lo mire seria – Pero lo haces porque te condenaron a hacerlo, no porque lo desees, y si te pido que mates a Kouga seria justo como condenarte a ser un ser maligno, lo cual no eres.

- No me conoces, Kaghome...

- Pero lo siento aquí – Toque mi pecho, mientras le sonreía con calma. Era verdad, no lo conocía de nada, hacia apenas un par de horas que estábamos juntos y, como si eso no fuera poco, era un demonio que enviaba jovencitas al infierno, ¿Por qué confiaba tanto en él? No sabia, pero estaba segura que no era una mala persona – No asesinaras a nadie por mi causa – Él se quedo mirando serio, sin decir una palabra. Con un movimiento de mi cabeza lo obligue a comer y nos mantuvimos en silencio un par de minutos – Tengo que ir a la universidad en una hora, no lo deseo porque esta muy frio afuera, pero tengo que hacerlo. ¿Tu que haras? ¿Buscar alguna chica?

- Tengo algo de tiempo aun, y hoy en dia es mucho mas fácil encontrarlas.

- ¿No te da pena enviarlas al infierno?

- Claro que si. En mis primeros años intente no hacerlo, negarme a trabajar, pero la tortura que recibi por parte de Naraku fue demasiada. No por nada es el rey del inframundo. Sus técnicas de martirio no tienen limites y escapan de todo tipo de imaginación. Te puedo asegurar que ni el asesino mas cruel de este mundo se compara con lo que aquel puede hacerte para cumplir sus comentidos – Mi corazón dolio al escuchar eso y me regañe mentalmente por decirle eso. Claro que sufria cada vez que enviaba una joven a la condena eterna, habían pasado muchos años pero en su momento fue un humano, ¿Por qué le tuve que preguntar eso? – Hasta que acepte sin chistar. Desde ese momento, y aun pasando los años que pasaron, temo desobedecerlo. Y se que suena egoísta, pero no deseo volver a pasar por todo eso.

- Yo... Inuyasha, discúlpame, no sabia sobre eso. Fui una estúpida por preguntar...

- No te preocupes. Solo olvidemosnos del tema, ¿Si? Termina tu comida que tienes que ir a la universidad – Pero mi apetito se había acabado. Aun me sentía mal porque decirle eso, pero termine mi plato sin quejarme. Unos deseos irrevertibles de abrazarlo me llegaron pero me contuve. Era un demonio, no tenia que olvidarlo. 

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