8

Es increíble cómo es que en tan pocos días, lo que había quedado de un príncipe esperanzado desapareció por completo, llevándose consigo sus ganas de luchar.

JinYoung siente sus ojos arder y le cuesta mantenerse despierto. Él ha llorado mucho. Jae Beom le había dicho que llorar no lo convertía en alguien débil, que llorar estaba bien porque de esa manera eliminaba sentimientos indeseados. Así que él lo sigue haciendo, al despertar, al bañarse, en las tardes y noches prolongadas que son un tormento para él. Permite que sus lágrimas empañen su rostro y mojen sus almohadas hasta que queda completamente vacío. Pero al despertar, JinYoung vuelve a estar lleno, y desconoce de dónde emergen tantas emociones.

Todo ocurrió tan rápido, como si el caos se hubiera desatado a tan solo un parpadeo. Lo sucedido aquella fatídica noche se siente como un borrón turbio muy difícil de identificar pero que llega a él en fragmentos filosos y le hacen sentir acabado, porque penetran hasta lo más profundo de su débil y roto corazón.

Jamás había sentido tanto miedo antes. El temor se extendió a todos los rincones posibles de su cuerpo y le impidió respirar.
Y la reina, oh, cielos, ella nunca se había visto tan enojada, así como tampoco le había hecho sentir mal con la clase de palabras que salieron de su boca, al menos no a tal grado que ni siquiera podía verle a los ojos inundados en ira. Siempre le habló con tonos de indiferencia y recibió reclamos pesados pero nada parecido como lo de esa noche.

Ella echó todo su veneno y casi destruyó los sueños que JinYoung había cosechado.

Dijo que era un traidor desabrido. Que las palabras de Jae Beom no eran más que una artimaña barata para engañarlo, una total aberración. Que él era un tonto ingenuo por creerse todo eso, por pensar que alguien como Jae Beom podría sentir algo por él.

Gritos y más gritos.

JinYoung cerraba los ojos ante los insultos que no dejaban de clavarse hasta la raíz de su alma.
No hubo necesidad de que el rey gritara pero la expresión decepcionada y mirada gélida surtieron el mismo efecto que los insultos.

"¿Te das cuenta de que es un engaño, cierto? Esa mierda entre ustedes no existe".

Dolió como el infierno escucharlos hablar sobre su relación. Ellos no tenían idea. No sabían acerca de los secretos que compartieron, ni de las promesas susurradas. Su enojo no les dejaba ver la veracidad escrita en cada una de las acciones que Jae Beom había hecho por él.
JinYoung cogió la fuerza y valentía que le quedaban y defendió su amor hasta lo último, porque no podía permitir que pusieran en duda cada trazo en tinta.

Tal parece que no fue suficiente.

En un punto de la discusión, la reina terminó hartándose de sus excusas absurdas y cursis. Ante los ojos de JinYoung, tomó las cartas en sus manos y comenzó a desgarrar el papel en cientos de pedazos que lanzó a su cara, burlándose de él y todo aquello que sentía por el Káiser.

Le suplicó que se detuviera pero como siempre, ella no le hizo caso. Todo lo que Jae Beom le había obsequiado quedó destruido. Las hermosas piedras en el brazalete y la cajita musical estaban dispersas por todo el lugar. Todo era un desastre, igual que sus sentimientos.

Ella salió dando pisotones sobre lo que antes fueron las dulces palabras de amor en papel.

"Él no te ama".

"Eso no es verdad".- había respondido con la voz quebrada.

"¿Entonces por qué no ha venido por ti?"

"Dijo que necesitaba resolver unos asuntos importantes antes de..."

"Te mintió. Él no está haciendo eso".

"¿Cómo sabes lo que está..."

"Estamos en guerra con él. Hazte la idea de una vez, no vendrá por ti."

JinYoung lloró sobre los cientos de pedazos de papel en el suelo y las gemas hechas añicos que eran un reflejo de cómo se encontraba su interior.

La manera en la que lo trataron fue tan humillante, sobre todo porque los guardias y mucamas en la habitación del príncipe Buhwakul habían oído todo. JinYoung supo que aquello iba a correr tan rápido como el agua de un río y que pronto no sólo sería señalado en su propio castillo, sino que también lo juzgarían fuera como si hubiera cometido un crimen cuando lo único que ocurrió es que se había enamorado del emperador. Simplemente ocurrió de manera espontánea. JinYoung no había deseado que el Káiser llegara a él cuando más necesitó de alguien, no deseó cultivar sentimientos por un hombre malvado que fue capaz de enseñarle y quererle más que su propia familia. Sólo sucedió y ya. El verdadero crimen era que no estaban dispuestos a dejarlo vivir la vida que él quería, ni permitirle amar al hombre que se había impregnado en su corazón.

BamBam entró horas después cuando se encontró más calmado y JinYoung concordó en que su llegada no pudo haber sido más oportuna. A pesar de que fue el único quien le advirtió lo que sucedería —así mismo siendo el único que estaba enterado— no se jactó de aquello, en vez de eso se tomó la molestia de recoger el desastre y poner cada trozo en la caja donde se habían mantenido seguros y resguardados.

Entonces fue cuando la realidad lo golpeó.

Demonios. Habían descubierto lo que por meses estuvo guardando con fervor para sí mismo, y todo fue culpa suya. Si tan sólo hubiera puesto el seguro a la puerta, nada de eso hubiera pasado. Los reyes no lo hubieran descubierto y su secreto seguiría intacto. En tan sólo unos minutos, sus sentimientos fueron cuestionados con rudeza y él no pudo hacer nada al respecto. La verdad terminó desmoronándose como una torre de naipes y JinYoung quedó atrapado debajo. ¿Cómo saldría de ahí? Sólo era imposible.

Él necesitaba a Jae Beom más que nunca.

—¿JinYoung, te ayudo en algo?— BamBam llama suavemente a través de la puerta y asoma la cabeza.— ¿Vas a bajar?

—No quiero.— no tenía ánimos para nada. Sólo quería desaparecer.

—Sólo será un momento. Además, el rey Tuan acaba de llegar.

JinYoung baja la mirada y siente sus ojos aguarse. No quiere seguir llorando pero no es algo que pueda evitar.

El colmo de todo esto es que las acciones viles de sus padres trajeron consigo más víctimas. Y el príncipe YuGyeom era una de ellas.

Porque la maldita cena que organizaron había sido para anunciar su compromiso con el rey Tuan. JinYoung había estado atónito ante la noticia pero no tanto como el príncipe Kim, quien evidentemente profesaba un amor profundo hacia el rey. Y lo habían anunciado frente a él, como si fuera la cosa menos relevante de todas.

JinYoung se sintía como basura al ver los ojos tristes del menor. El príncipe Kim estaba sintiendo lo que era un corazón roto debido a él y aún así, se mantenía a su lado mostrando su apoyo.

—Lo siento.— murmura pasando las manos sobre sus ojos para tratar de eliminar el rastro de las lágrimas que descienden con lentitud.

—No te disculpes por eso, Jin.— BamBam entra y se coloca detrás de él, pasa sus brazos en su cintura y lo abraza. Ha perdido la cuenta de cuántos abrazos le ha dado el menor en esos días.— ¿Algo que pueda hacer por ti?

BamBam le había hecho la misma pregunta unas semanas atrás. JinYoung no quiso aprovecharse del príncipe, pero había estado desesperado. Ya no sabía qué hacer porque la espera parecía infinita, y la esencia de Jae Beom se alejaba cada vez más. JinYoung quería comunicarse con él pero a pesar de todos sus esfuerzos no podía hacerlo. Ellos estaban en guerra y ni siquiera tiene conocimiento desde cuándo. Se sentía dolido porque no tuvo la confianza para decírselo, decidió guardárselo y en su lugar, él partió hacia una lucha que podría durar años. ¿Por qué hizo eso? ¿Qué pasaba con las aflicciones de JinYoung? ¿Acaso no importaban? Todo este tiempo creyó que Lim estaba en su reino, tratando asuntos reales. Se lo imaginó sano y salvo en su castillo. Las cosas cambiaban ahora sabiendo el peligro que estaba rodeándolo.

"¿Puedes averiguar lo que ha pasado con Jae Beom?"

Fue lo que le pidió. Bam se sorprendió ante su petición pero no se negó a cumplirla.

"Por favor. Necesito saber de él. Lo que sea, sólo necesito saber que está bien".

"Haré todo lo posible, pero no te prometo nada".

Fue bueno que no se hubiera creado muchas expectativas, porque BamBam no pudo averiguar mucho. Sólo que nadie sabía acerca de Jae Beom, ni del lugar donde estaba o si se encontraba bien.

Sólo... Nada.

Le preocupaba que le hubiera sucedido algo. Él sabía acerca del afán del Káiser por comandar su propio ejército y aunque se destaque por su don bélico, sólo era cuestión de un error mínimo, sólo unos segundos despistados que podrían marcar la diferencia. ¿Estará herido? Si ese no era el caso, ¿por qué no se sabía nada sobre él? Era como si hubiera desaparecido.

Las palabras que recibía a diario por parte de los reyes no ayudaban en nada. Sólo alimentaban sus inseguridades y lo volvían más vulnerable de lo que había sido ya que desde esa noche, los gritos de la reina y la mirada represiva del rey lo dejaron susceptible ante el regaño más mínimo e insignificante.

Se sentía tan mal por llorar debido a eso.

"Se olvidó de ti".

No, eso ni en broma. Él hizo una promesa y JinYoung sabe que hará todo lo posible por cumplirla. Su confesión fue real, sus sentimientos fueron reales. Los pudo palpar con los dedos y percibirlos como algo verdadero. Él no jugaría con JinYoung.

"Todo fue una farsa".

¿Para qué tomarse la molestia de decirle frases bonitas si luego iba a desaparecer? ¿Por qué motivo escribiría cartas de amor si no sentía nada por él?
Y los abrazos. Los secretos. Sus manos entrelazadas. Los besos. La confesión.

JinYoung no se imaginó todo eso y Jae Beom no lo fingió.

Sus padres estaban muy equivocados respecto a ellos. Todos lo estaban.

Jae Beom iba a volver por él. Y el día que lo hiciera, iba a demostrar a los reyes y a todo el mundo que ni siquiera una guerra sería impedimento alguno para que se marchitara aquello que había florecido entre los dos.

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—¿Te sientes bien?

No está seguro si la repentina pregunta fue lo que le causó un estremecimiento por el cuerpo. Quizá había sido el clima frío que anunciaba la llegada del invierno.

—Sí.

JinYoung no quiere portarse cortante con el rey Tuan, pero no puede evitarlo. Al estar hablando con él es como si traicionara a su amigo. Era YuGyeom quien debía estar compartiendo tiempo con el hombre, no él. El príncipe Kim debía estar maravillado por el anillo deslumbrante en su dedo, ese que hacía sentir a JinYoung encadenado a un futuro que no quería vivir.

El rey Tuan es bueno manejando sus emociones. Él mantiene esa situación en un estado manejable, a pesar de que JinYoung sabe sobre el colapso que amenaza con derribarlo. Tuan no quiere casarse con él, con nadie en realidad.

Expresó su opinión sobre el matrimonio y dejó en claro que no sirve más que para obtener ganancias. Sólo se trataba de un intercambio, un acuerdo.
No sabe la clase de sentimientos que tiene hacia YuGyeom, pero al menos fue consciente de algo que recuerda a la perfección. Tuan no era tan indiferente ante el príncipe Kim, aunque haga el esfuerzo sobrehumano por aparentarlo.

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¿Qué estamos celebrando?— el príncipe Kim preguntó llevándose un pedazo de tarta a la boca.

Ni idea.— JinYoung respondió. —Sólo quiero que acabe de una vez.

Se había estimado que la cena debía comenzar a las siete, pero a penas eran las cinco. YuGyeom siempre llegaba antes en cada reunión porque de esa manera podían pasar más tiempo juntos. A pesar de que su reino colinde con el suyo, los reyes Kim no son muy flexibles, YuGyeom apenas comenzó a visitarlo sin que tuviera que ser acompañado por su dama de compañía.

¿Estás cansado?— El chico no tiene idea de cuánto. No ha podido dormir más de tres horas seguidas y su cuerpo se siente pesado. Le duele todo; los ojos, la cabeza. El corazón sobre todo. — ¿Deberíamos ir arriba?

No te preocupes, estoy bien.

JinYoung no puede ir arriba. Ha estado encerrado en su habitación desde entonces, no ha bajado a comer y ha ignorado abismalmente a sus padres. Si sube, ellos irán tras él y golpearán la puerta sin descanso. Está harto de eso. Desearía ser ignorado como meses atrás, había estado a gusto sintiéndose invisible y no sabía que eso fue todo un privilegio.

Además, necesitaba despejar su mente. Muy en el fondo sabe que estar encerrado no ayuda mucho a su estado. El aire fresco ayudará y mantiene la esperanza en que las charlas graciosas de YuGyeom le subirán el ánimo.

¿Conoces a ese hombre?— le pregunta al menor.

Un desconocido está en los escalones de la entrada, saludando a los reyes. Jamás lo había visto.

—¿Quién?— YuGyeom voltea y jadea sorprendido al verlo. —No puede ser.— susurró para sí mismo, pero JinYoung logró escucharlo.

¿Lo conoces?

—Es el rey Tuan.— murmura quedito.

JinYoung ha oído sobre él pero es la primera vez que lo ve. Es delgado, de porte impecable y presencia rígida. A primera vista, le da la impresión de que es un hombre que impone. Como Jae Beom. Sus pisadas son seguras, pareciera como si el mundo se inclinara ante él y su notorio poder. Sus facciones son duras, sus ojos afilados estremecen ante la falta de sentimiento en ellos y su rostro está cubierto por una capa de hielo inquebrantable. Se parece mucho al emperador, pero el rey Tuan no es Jae Beom. Éste hombre sí lo hace removerse un poco incómodo.

Sus movimientos lucen metódicos y no necesita verlo más para saber que ha sido entrenado desde la cuna.

Disculpa, JinYoung.

¿A dónde vas?

YuGyeom se levanta, frota las manos sobre su pantalón y acomoda su traje. Levanta la mirada y se encuentra con los ojos inexpresivos del rey. El rostro del chico palidece y se apresura en salir de ahí.

Iré a buscar a tu perro.

JinYoung sabe que hay algo ahí cuando se percata de que la mirada del rey Tuan en ningún momento se apartó de YuGyeom hasta que desapareció entre los arbustos en busca de su perro. Lo cual le resultó gracioso, porque JinYoung no tenía perro.

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JinYoung observa al rey una vez más. Ambos están en el jardín, sentados en sillas separadas pero compartiendo la misma mesa. El hombre está abriendo sobres, leyendo pergaminos y firmando al pie de varias hojas.

Es un hombre ocupado.

Viéndolo a él, JinYoung se alegra de no haber heredado el trono.

No tendría que estar ahí en su jardín, pero ahora estaba obligado a pasar tiempo con JinYoung. Estaban atados, lo que era — en palabras suyas — una mierda absurda. Él está completamente de acuerdo.

—¿Puedo hacerle una pregunta, alteza?

—Habla.

La voz de Tuan es gruesa y profunda. Quizás a YuGyeom le encante pero a él le da escalofríos. No está acostumbrado a las frases de éste hombre, todas parecen órdenes.

—¿Por qué está haciendo esto? Usted no quiere desposar a nadie, yo no lo quiero tampoco.

No si no es Jae Beom, piensa.

—Podré ser el rey, pero aún así tengo que obedecer a quien me ordene.

—¿Que quiere decir con eso?

—Me refiero a que ni siquiera los reyes gozan de libertad pura.

Libertad. Él estuvo a punto de conseguirla con Jae Beom.
Su pecho acumula una ligera presión al pensar en él y JinYoung tiene que inhalar profundo para evitar sus lágrimas. Ya se ha cansado.
Durante minutos tiene un conflicto mental, él sólo quiere saber y el rey podría ser de mucha ayuda.

—¿Sabe qué está pasando en el reino prohibido?

—Si quieres saber acerca del Káiser, deberías preguntar sin rodeos.

JinYoung se siente un poco bochornoso ante el rey por su conocimiento del asunto entre el emperador y él. — ¿Cómo sabe?

—El emperador me lo dijo.

JinYoung parpadea tres veces. ¿Qué diantres había dicho?

—¿Usted ha hablado con él?— una luz de esperanza nace desde dentro.

—Me dijo que te vigilara de cerca.

—¿Está hablando en serio?

Tuan hace una pausa y sus cejas se fruncen. —Más bien, me lo ordenó. Uno no se puede negar cuando le ponen contra la espada y la pared, literalmente.

De acuerdo. Millones de preguntas surgen ante su respuesta, ahora está muy confundido. ¿Jae Beom le contó al rey Tuan sobre su relación? ¿Cuándo había sido eso?

—¿Pero cómo fue... Acaso él... Usted?— su cabeza es un desastre, ni siquiera puede formular bien las palabras.

—Ya he hablado demasiado.

—Por favor. Necesito saber.

Tuan se mantiene callado y lo mira de vez en cuando pero no le habla. JinYoung no se quedará de brazos cruzados, así decide manipularlo un poco. Permite que sus ojos se llenen de lágrimas con la esperanza de que su fachada indiferente caiga y ante todo pronóstico, lo consigue. El rey suspira frustrado bajo su mirada insistente y deja a un lado la pluma con la que había estado escribiendo.

—De acuerdo. Ha llegado el momento de entregarte esto.— del interior de su traje saca un sobre y JinYoung lo mira confundido.— No lo abras hasta estar completamente sólo.

JinYoung asiente y con las mangas de la ropa se restriega los ojos, después lo guarda en uno de sus bolsillos.

—Escucha, JinYoung. Esto es lo que pasa.— Tuan suspira, deja a un lado los pergaminos y se concentra en él. — Las tierras prohibidas han estado en conflicto desde siempre y sabes que tu reino es el que más presión ejerce. Ha sido así desde generaciones pasadas pero en esta ocasión las cosas se salieron de control. Tropas de tu reino atacaron al emperador durante semanas con la finalidad de que devuelva el ataque, siendo la excusa perfecta para que pudieran atacar oficialmente junto con los demás reinos. Está prohibido para él hacer eso. ¿Por qué crees que tu pueblo se ve intacto? La guerra está localizada únicamente en las tierras prohibidas.

Oh, Dios. JinYoung trata de absorber lo que el rey le acaba de revelar. Esto es inaudito. Todo este tiempo sus padres han estado vociferando que la guerra la había iniciado Jae Beom cuando en realidad habían sido ellos.

Atacar de la nada. ¡Eso es un acto ilícito!

—Pero se han violado las leyes. ¿Por qué la corte o el parlamento no han hecho nada?

—Porque nadie lo sabe.— Los reyes Park hicieron una jugada tremenda, cualquiera podría pensar que se trata de un conflicto interno debido a que la confrontación no va más allá de las tierras prohibidas. Nadie sospecharía que están en una guerra por el territorio. — Fuera de los involucrados, soy el único que tiene conocimiento sobre esto. No sería beneficioso para tu reino que se supiera. Sabes lo que sucedería en ese caso, ¿verdad?

Los reyes serían exiliados y la mitad del reino de JinYoung pasaría a formar parte de las tierras de Jae Beom. Ellos lo estarían perdiendo todo.

—¿Pero por qué le contó todo a usted?

—El emperador había tenido sospechas de que se avecinaba una guerra y tomando en cuenta el giro que tomaron las cosas — la relación de ambos— optó por encontrar una manera en la que pudiera conservar su reino sin sacrificar lo que tiene contigo.

Por eso se mantuvo callado. Jae Beom no quiso revelarlo para que no se sintiera mal con la confrontación que su familia había iniciado. Ahora puede entenderlo. Sin embargo, hay algo que todavía no le queda claro.

—¿Qué tiene que ver el compromiso?

—Esta parte era únicamente si la guerra se prolongaba, lo cual sucedió. Estamos comprometidos pero ahora que te hablé de esto, ambos sabemos que sólo es una fachada. Él puede protegerte de esta manera mientras yo les estoy otorgo tiempo a los dos.

En menos de cinco minutos, el rey Tuan arrasa con la perspectiva equivocada que JinYoung había mantenido para sí mismo. Aún no puede digerir que el hombre de supuestas acciones déspotas esté de su lado.

—Gracias. Me equivoqué con usted.

—No me agradezcas. De no haber sido por la amenza de muerte no lo habría ni pensado.

¿Jae Beom le había amenazado realmente?

—Él puede ser un poco malvado a veces.— murmura con una sonrisa tímida. Tiene que admitir que aún no se acostumbra del todo a esa parte de Jae Beom.

—¿A veces? Siento decírtelo, JinYoung. El amor te trae mal.

Ante la repentina revelación, JinYoung se sintió ligeramente aliviado respecto a la boda. Pero aún quedaban cabos sueltos.

—¿Qué hay de él?

—Lo siento. La última vez que hablé con él fue cuando me contó esto. Hace medio año.

Tuan no tiene que decirlo en voz alta. Está muy preocupado por eso y JinYoung comparte su sentir. Si Jae Beom no llega a tiempo, ellos terminarán casados y no podrán hacer nada para librarse porque nadie sabe del plan. Si alguien más llegara enterarse, todo se iría por la borda.

—Espero que regrese pronto.

—Créeme, JinYoung. Yo lo deseo más que tú. No te vayas a ofender, pero no quiero pasar el resto de mis días contigo.

—Creo que es lo más lindo que alguien me ha dicho.

Lo que queda de la tarde se la pasa meditando al lado de Tuan y conversando ocasionalmente mientras éste continúa con lo que sea que estuviera haciendo.

Continúan así hasta que el rey se despide y JinYoung entra a su castillo.
Llega la noche y aún no logra asimilar que todo esto ha estado planeado desde el instante en el que el Káiser se fue de su lado al culminar la fiesta.

Esta vez asegura la puerta antes de abrir el sobre que el rey le entregó, y cuando lo hace, no puede creer lo que en sus manos tiene.

.

"JinYoung, dulce príncipe:

No me importaba correr sin medir las circunstancias con tal de llegar a ti. No me importó atravesar esa barrera que nos separaba y no me importa arriesgar todo lo que tengo, pero ahora la verdad es más clara.

En algún punto vamos a estar a la deriva sobre un mar negro, donde solo seremos tú y yo. Tendremos que dejarnos impulsar por las grandes olas para poder llegar a un paraíso que a primera  vista se verá roto, el mundo lo verá de esa manera, sin embargo, la realidad para nosotros es que es un paraíso soñado. Nuestro.

Cuando estemos en la profunda oscuridad al igual que en los bosques más tenebrosos, y tus miedos comiencen a crecer, deberás ser fuerte y tendrás que confiar en mí. Cuando eso pase, toma mi mano rápidamente, seré igual que una esencial luz para ti. Te protegeré las veinticuatro horas de cada día, seré como las farolas encendidas.
Cada que esto se convierta en un campo de batalla, tendrás que confiar en mí, y aún si lo pierdo todo, no dejes que esto termine. No me alejes y tampoco permitas que me alejen de ti, porque podremos superar los obstáculos. El sol brillará más que nunca.

Voy a volver, te lo prometí. Sé que no olvidarás mi promesa pero la vuelvo a repetir para despejar cualquier duda que tú y yo podamos tener.

Volveré, me quedaré atado a ti y no permitiré que me alejen de tu lado. No importa cuántas dificultades haya, sé que todo estará bien si permanezco contigo.
Los sacrificios que haga por ti, serán alegrías para .

Sólo quiero que confíes en mi amor.

Si a pesar de todo esto llegas a dudar, no importa. Te daré la confianza que necesitas para volver a levantarte.

Confía en amor."

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Podía mantenerse alterado y sollozante por la ausencia de Lim o simplemente podía confiar en que llegaría a tiempo, cuando menos lo esperara.

Al fin y al cabo no tenía muchas opciones. Pero si el hombre había hecho todo aquello para protegerlo incluso en su ausencia, ¿por qué debía desconfiar de él?






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.

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¡Sorpresa! Dos capítulos en un día.

Éste ha sido el capítulo más largo hasta ahora.

Ante la falta de inspiración, las canciones del nuevo álbum ayudaron bastante.

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