Aún me acuerdo
de cuando éramos
pero también
de cómo acabamos
y siento
que a lo mejor
hubieras tenido razón,
si hubiéramos dejado de hablar
como lo hacían los demás:
hasta aquí
no te quiero volver a ver,
pero nunca te dejaré de querer.

Pero no fuimos esos
dejamos la cacerola hirviendo
y el metal
se volvió negro,
ya no podíamos seguir
cocinando
recuerdos.

Durante un tiempo
guardé los puntos suspensivos
que creía
me ayudarían
a recuperarte
después de vendarme,
pero eran las pastillas
que consumía,
me nublaban la vista
pero también el amor
que creía era conveniente
engullir.

Antes me angustiaba vivir
y eso no lo entendías
por eso te dejé ir,
pero al parecer se te iluminó
la cabeza
con una nueva idea
y cogiste la llave
debajo de la alfombra
y te colaste en mi casa
escondiéndote debajo
de mi almohada.

Fue abstracto
el pacto
que me anclaba
a ti,
creí
que era más placentero sufrir,
que soportar
la lluvia que me empapaba
la ropa
y me dejaba trastocada
mirando el agua
llena de lágrimas
echándome en cara
lo mucho que me repudiaba
por hacerle llorar.

Creía haber invocado
a un ángel
pero solo fuiste un diablo
que comía a cucharadas
mi alma.

— Janny.