❁ཻུ۪۪Capítulo 26~過去
El pequeño Jungkook creía que aquel día sería como cualquier otro, sin siquiera dimensionar lo que estaba a punto de suceder. El sol brillaba en lo alto del firmamento, mientras el menor jugaba en su forma lobuna afuera de la bonita cabaña en la que su familia vivía.
Al azabache le encantaba rodar y restregar su cuerpo en el césped lleno de rocío por las recientes lluvias. Teniendo en cuenta que después de ensuciarse, su madre le prepararía un relajante baño de burbujas en el que podría limpiarse.
—Kookie, bebé—una voz femenina le llamó. El susodicho volteó su cabecita y pudo visualizar a su progenitora en la entrada de la casa, mirando de un lado al otro en su búsqueda—. ¿Dónde te metiste?
El infante no se lo pensó dos veces antes de correr en su dirección lo más rápido que sus cuatro patitas se lo permitieron. Cuando la mujer vio de reojo como una silueta se acercaba a toda velocidad, bajó su cabeza y descubrió a su niño en su forma animal.
Siendo tan cariñosa como ella era, lo tomó entre sus brazos a pesar de estar empapado.
—Mi chiquito otra vez estuvo jugando en el césped, ¿verdad? —el cachorro afirmó moviendo su cabecita y su esponjosa colita—. Realmente te gusta, aunque supongo que es porque eres muy hiperactivo—bromeó acariciando la parte trasera de sus orejitas.
Aquel comportamiento nunca le había molestado, porque a fin de cuentas era un niño y merecía divertirse lo más que pudiera. Porque estaba segura de que cuando menos lo esperara, su cachorro ya se convertiría en un alfa capaz de tener su propia manada. Pero para que eso sucediera, primero debía enfrentar y aprender a manejar aquel poder que seguía dormido, y seguramente continuaría de esa forma por unos años más.
Al sentir esos mimos, el menor se dio modos para enterrar su hocico en el cuello de su madre para terminar de relajarse por completo.
En realidad, no imaginaba que algún otro aroma, además del de su progenitora, pudiera calmarlo, exceptuando el olor de los romeros con los que también adoraba impregnarse.
Pero el pequeño Jeon ni siquiera podía hacerse una idea de que existiera un ser que tuviera ese aroma tan delicioso, porque de ser el caso, seguramente se volvería su nueva adicción.
—Ay, mi Kookie, no me hagas cosquillas—lo regañó soltando una pequeña risa y el cachorro obedeció, levantando su cabecita para que la azabache pudiera deleitarse con los preciosos ojos zafiro de su hijo—. Te prepararé tu baño, te pones una ropita cómoda y luego vienes a comer, porque ya tengo todo listo para el almuerzo—informó y el infante, asintió despacio.
La mujer le mostró una sonrisa labial antes de devolverlo al piso, para que pudiera ingresar y hacer lo que le pidió—. Solo debemos esperar que tu padre llegué con la leña para la chimenea. En las noches está haciendo mucho frío, aun cuando nuestra especie es muy caliente, por lo que eso nos vendría de maravilla, ¿no crees, bebé?
El cachorro afirmó muy animado.
—Bien, entonces vamos.
La mujer preparó el baño de burbujas de su hijo, no era nada fuera del otro mundo, pero al pequeño le gustaba mucho y con eso bastaba. Cuando lo dejó solo para que pudiera asearse con su debida privacidad, ya estando en su aspecto humano, la mujer salió de su hogar para ir a buscar la ropa que su hijo seguro dejó abandonada cuando decidió mutar a su forma animal.
Ya estando devuelta con ella, la colocó en el cesto de la ropa sucia que al día siguiente lavaría en el río más cercano. Para inmediatamente disponerse a acomodar la mesa y a calentar nuevamente los alimentos que yacían en la cacerola de la sencilla cocina.
Pues sentía que su marido cada vez estaba más cerca de la cabaña, por lo que debía tener todo en su lugar. No obstante, para bien o para mal no pudo pasar desapercibido para ella que algo raro sucedía, pero obviamente quiso convencerse de que solo eran ideas suyas.
Ya que, si era algo grave, su marido podía ocupar su conexión por medio del lazo que tenían para pedirle ayuda. Aunque eso nunca sucedió, por lo que lo mejor era no darle tanta importancia.
Minutos más tarde, el azabache apareció vistiendo la ropa más cómoda que encontró, y no demoró en abrazarse a la pierna de su madre para que ella acariciara su cabello.
—Ya estoy listo, mami, y muero de hambre—se quejó con un pronunciado puchero en sus finos labios.
—Lo veo, bebé, solo sé paciente por unos minutos más.
—¿Papá está cerca? —cuestionó y la mayor le dio la razón. En unos dos minutos aproximadamente debería de estar ingresando a la cabaña, pues ya le era posible percibir su aroma natural. Ese que tanto le gustaba, aunque lo notara un tanto apagado. Tal vez su pareja no había tenido mucha suerte consiguiendo la leña y por eso estaba desanimado, pero ella lo mimaría para que se le pasara lo más rápido posible.
—Sí, así que toma asiento en la mesa.
El infante aceptó con obediencia, pero en ese instante sus sentidos auditivos se agudizaron mucho más cuando alguien tocó la puerta. Aunque siguiera siendo un niño, era muy intuitivo, porque hasta con algo tan tonto como eso podía saber que no se trataba de su padre. Dado que él siempre daba tres toques, y esta vez solo fueron dos. Algo así jamás había sucedido, y esta no tenía que ser la primera vez.
Quiso decir algo al respecto, pero su madre ya se había adelantado abriendo la puerta. Como vivían alejados de todo, jamás se le pasó por la cabeza que se tratara de otro sobrenatural. Por lo que muy confiadamente abrió la puerta.
Gravísimo error.
Jungkook fue testigo de cómo tres hombres ingresaban a su casa a la fuerza.
Aparentemente, eran humanos, y no sobrenaturales.
Uno de ellos, teniendo amordazado a su progenitor, que parecía haber sido golpeado hasta quedarse inconsciente. La sangre seca a un costado de su cabeza y los moretones delataban ese hecho. La azabache ni siquiera tuvo tiempo para proteger a su cachorro, ya que otro de los individuos con total agilidad la tomó entre sus brazos y un pañuelo cubrió su boca y nariz. Provocando que se durmiera al instante, sin la mínima oportunidad de luchar.
El pequeño licántropo comenzó a hiperventilar. ¿Quién era esa gente?
¿Por qué entraban de esa forma a su hogar? ¿Por qué les habían hecho daño a sus queridos padres? ¿También querían herirlo a él?
Aunque para ser sincero, con todas esas acciones ya se sentía más que vulnerable.
—No trates de resistirte—advirtió con voz gélida uno de ellos, el que aprisionaba a su madre. Y con ese mismo tono, le dio una orden al hombre de su lado, el cual tenía las manos vacías—. Encárgate del pulgoso.
El azabache quiso retroceder, pero su cuerpo no reaccionaba. Había quedado paralizado por el terror. Por lo que fue presa fácil para su captor, quien repitió el mismo proceso de su compañero con él.
Al mínimo contacto con aquel pañuelo, sus sentidos le dejaron de funcionar y todo se volvió negro.
Nunca sabría cuánto tiempo fue el que transcurrió, pero Jungkook logró recuperar la consciencia. Unas fuertes cuerdas rodeaban sus manos y pies. No podía moverse. El miedo nuevamente comenzaba a apoderarse de él, sin embargo, antes de que lo dominara en su totalidad, el menor levantó el rostro, encontrándose con sus progenitores.
Estaban en el mismo estado, completamente maniatados. Pero al menos seguían a su lado. Grande fue su sorpresa cuando notó que no estaban en algún lugar desconocido. Los habían transportado a la diminuta sala con la que contaba su cabaña.
Ese detalle de cierta manera le dio paz a Jungkook, seguían estando en su territorio.
Además, no había rastro de esa gente malvada, por lo que podía respirar tranquilo.
—Mamá, papá—llamó con suavidad y los mayores no tardaron en reaccionar. Lo cierto era que llevaban despiertos apenas unos minutos, pero decidieron consolarse mutuamente a través del lazo que compartían para ahorrar fuerzas.
La situación se había complicado y aunque no sabían de qué iba todo esto, sus instintos les decían que debían idear un plan para que al menos su cachorro pudiera salvarse.
—Jungkookie, ¿estás bien, cariño? —preguntó la mujer y el pequeño asintió despacito.
—Tengo miedo.
—Lo sabemos, campeón, pero tienes que ser fuerte por nosotros. Te prometo que mamá y papá lo resolverán—aseguró el mayor, su voz denotaba lo adolorido que estaba.
Quizá tenía algún hueso roto, pero no importaba. Lo único que deseaba que no se atrevieran a tocarle un pelo a su hijo. A él podían torturarlo si así lo querían, pero su primogénito no merecía pasar por algo así—. Confía en nosotros.
—Lo hago.
En ese instante, la familia se quedó callada cuando la puerta de la entrada se abrió y unos firmes pasos iban acercándose al lugar donde se encontraban.
—Vaya, la familia feliz ya se despertó—bromeó uno de los hombres. El que parecía más viejo de todos ellos—. Eso me parece magnífico, pero de todas formas deberán de colaborarnos si no quieren salir heridos—amenazó, y de uno de sus bolsillos sacó una pequeña navaja, la cual se las enseñó orgulloso—. Porque es tan fácil para mi amiga arrebatar vidas, pero nuestro jefe los quiere vivos. En especial a ese monstruo.
A la madre de Jungkook se le escapó un jadeo cuando el tipo apuntó con su dedo a su retoño. ¿Acaso ellos lo sabían y por eso decían aquello?
Esto no podía estar pasando. Tantos años cuidándose y todo parecía estar a punto de irse a la basura. Su marido estaba igual de preocupado, y su rostro pálido lo confirmaba.
Los ojos del menor se abrieron en demasía. ¿Un monstruo? ¿Él? ¿Por qué lo apodaban de esa manera si nunca había hecho algo malo?
—A mi hijo no le pondrás tus asquerosas manos encima.
Por muy nervioso que el mayor de los Jeon estuviera, su lobo le obligó a mostrar su parte más animal, pero también la más noble. La protectora con los suyos.
—No estás en posición de pedirnos nada, así que cállate—demandó otro de los captores—. O nos harás cambiar de opinión y ustedes pasarán a mejor vida dejando a ese monstruo solo y desamparado.
Ahí fue cuando las alarmas se dispararon para Jungkook.
—No por favor—chilló—. A mis padres no les hagan nada—rogó con desesperación, las lágrimas acumulándose en los ojitos que volvieron a ser cafés cuando adoptó su forma humana.
—¡Silencio mocoso! —exclamó con fastidio—. Nos sirves más estando con la boca cerrada.
—No los toquen. No les hagan nada.
Pero el azabache estaba desconsolado, sus padres eran su todo. Y algo le decía que podría perderlos en un abrir y cerrar de ojos. Realmente no se veía capaz de hacerse a esa cruel realidad, por lo que las lágrimas traicioneras no tardaron en rodar por sus mejillas.
—¿Qué no entendiste? ¿O acaso debemos castigarte para que seas obediente? —el hombre hizo el amago de acercarse para golpearlo, pero justo en ese momento el último hombre ingresó, deteniéndolo.
—¿Qué intentabas hacer?
—Darle una lección. ¿No es obvio?
—No puedes. Ese mocoso no es normal—advirtió con seriedad—. Es un monstruo, no lo olvides.
Otra vez ese horrible calificativo que hacía doler su corazoncito. Hasta podía sentir cómo su animal interno se encogía en su anterior.
—Tienes razón, gracias por recordármelo—le puso la mano en el hombro, dándole un amistoso apretón—. Un paso en falso y todos acabaríamos muertos por su culpa.
—Así es, ya cuando el jefe venga, podrá hacerse cargo y neutralizarlo de la manera más eficaz. Pero nosotros no tenemos que arriesgarnos tanto.
—¿Por qué me llaman así? —cuestionó con voz quebradiza. Y sus padres sentían cómo sus almas se rompían un poco más. Esos desgraciados no tenían que meterle ideas malas a su pequeño, cuando no sabían cómo eran las cosas realmente.
—Porque lo eres—respondió el mayor de todos—. Eres un monstruo que crecerá para dañar al resto, que no tendrá remordimientos porque la maldad se apoderará de ti poco a poco. Pero no te preocupes, mi jefe evitará que eso suceda y quizás así puedas llevar una vida medianamente normal.
—No le mientas tan feo, todos aquí sabemos para qué lo quiere el jefe.
—Cállate. No tenemos que dar detalles frente a este par—recalcó el hombre de más baja estatura, refiriéndose a la pareja que estaba más que angustiada por las venenosas palabras de esos mortales contra su hijo—. Nosotros solo estamos haciendo un encargo, el jefe decidirá cuál será la mejor solución para esta pequeña abominación.
La mujer quería gritarles que se equivocaban, deseaba sacar sus garras y herirlos por decir esas estupideces. Su pequeño era el mejor. Dulce, amoroso, amable, noble y un sinfín de cualidades más.
No importaba el estigma con el que cargaba en secreto, ella podría afirmar que nunca sería capaz de usarlo para el mal. Pero se contuvo, sabía de sobra que tenían las de perder en dicha situación, por lo que prefería no arriesgar a nadie.
El hecho de que su marido le transmitiera tranquilidad por medio de su unión también era un factor muy importante.
—Tienes razón, y eso será muy pronto. Porque él ya está al tanto de que los encontramos y no debe de tardar mucho en venir para acá, así que prepárense.
—Sí, les daremos un tiempo para que se despidan, porque quién sabe lo que les espera.
—Seguramente algo muy doloroso, a tal punto que la muerte les parecerá lo mejor del mundo.
Los tres hombres se rieron a carcajadas y se retiraron, cumpliendo con su palabra. Jungkook lloraba en silencio, no comprendía nada. Su padre le observaba realmente frustrado, si él se hubiera dado cuenta de esto antes nada hubiera pasado.
—Es mi culpa—susurró—. Con los años me volví confiado, y por eso no pude ser capaz de percibirlos cuando me vigilaban.
—No te atormentes, cariño, nadie imaginó que algo así sucedería.
—No sé qué creer justo ahora. Me atacaron por la espalda y con mis pocas fuerzas les interrogué y me dijeron que se habían convertido en mi sombra, por lo que aprovecharon el hecho de que fui a buscar leña para interceptarme y tener la excusa perfecta para acercarse a nuestro hogar sin levantar tus sospechas. Pues ya lo conocían más que bien.
—Esto es una desgracia—la fémina dirigió su mirada a su pequeño, y tomando una bocanada de aire le dedicó las siguientes palabras—. No creas nada de lo que te dijeron, Jungkookie, eres un ser maravilloso. Ellos son gente podrida, que solo sabe herir con sus palabras, pues es el único modo que encuentran para sentirse superiores.
—P-Pero mamá.
—No, amor, sin peros—pidió—. Tu padre y yo te amamos por lo que eres. Porque te conocemos como la palma de nuestras manos, así que olvida todo eso.
El azabache asintió poco convencido. La cabeza de su padre estaba hecho un caos, tenían que buscar la manera de ideárselas para arreglar esto tal y como se lo prometió a su hijo. Y ahí fue cuando una idea se le cruzó por la cabeza.
Si ellos no podían salvarse, definitivamente esto bastaría para que Jungkook lo hiciera.
—No tenemos tiempo que perder. Quédate ahí, Kookie, voy hacia ti.
—¿Qué planeas, querido?
—Salvar a nuestro, cachorro—afirmó con decisión. Y la mujer observó cómo su pareja se movía con dificultad, pero eventualmente lograba alcanzar a su pequeño que yacía inmóvil por todo lo que estaba viviendo.
Se concentró lo suficiente, y sus garras aparecieron.
—Trata de moverte tú también, Kookie, quiero que me acerques tus manos.
Como pudo, el infante cumplió el pedido de su padre, y en cuestión de segundos la soga empezó a romperse. Esto era algo que podía hacérselo a otra persona, pero no así mismo debido a la posición de sus manos. Así que se encargaría de al menos liberar a su pequeño.
Su esfuerzo fue exagerado, pero el resultado fu magnífico.
Jungkook estaba con las manos libres y por puro instinto de supervivencia, sin que su padre se lo ordenara, se desató los pies, y estuvo dispuesto a repetir el proceso con sus progenitores.
—No, Kookie—lo detuvo su padre—. Tienes que escapar.
—No los voy a dejar aquí—declaró y una vez más, las lágrimas se desbordaron—. Yo necesito que estén conmigo.
—Bebé, tienes que hacernos caso. El tiempo es oro. Nosotros te amamos, y por eso es que queremos que te salves.
El cachorro negaba con la cabeza. No aceptaba esa idea. Deseaba con todas fuerzas regresar el tiempo y que nada de lo que estaba sucediendo pasara. Solo quería que fuera un día como cualquier otro, donde jugaba hasta cansarse y por fin recibía los mimos de sus padres.
A tropezones llegó hasta donde su madre se encontraba, con su padre repitiendo dicha acción para que nadie notara lo que había hecho. Jungkook se acomodó en el regazo de su progenitora en busca de calma y protección. Con esa acción la mujer no pudo más y se rompió a llorar. Le dolía en el alma empujar a su hijo a tomar una decisión como esta, pero teniendo en cuenta que no sabían para qué querían a su niño, no podían arriesgarse.
No cuando todo indicaba que esa gente sabía aquel secreto en la vida de su cachorro.
Su esposo le rogaba al cielo, a quien fuera que pudiera escucharle que tuviera piedad de su pequeño. Y, sobre todo, que a esa gente no se le ocurriera entrar al lugar antes de lo previsto.
La pareja comenzó a expulsar feromonas al mismo tiempo para ver si eso ayudaba en algo, y efectivamente dio resultado. Jungkook había dejado de llorar en cuestión de segundos, pero seguía conservando un semblante decaído y esperaba respuestas por su parte.
Por lo que tuvo que hacer uso de algo que, siendo sincero, casi nunca había ocupado. La voz de mando.
Solo de esa forma su hijo le haría caso y escaparía de ahí. Garantizando su bienestar.
—Hijo mío, perdóname por lo que voy a hacer. Lo hago porque te amo.
El menor no comprendió lo que su padre quiso decir con eso, pero sintió el temblor en el cuerpo de su madre. Ella sí sabía a qué se refería.
—Sal por la puerta que hice especialmente para tu forma lobuna. Tú sabes muy bien donde está ubicada. Hazlo y no mires atrás.
La orden era clara, y Jungkook no pudo actuar de otra manera en la que no fuera siendo sumiso. Pero, aun así, su mirada denotaba el dolor que le causaba obedecer.
—Los amo—expresó cuando su cuerpo actuó por sí solo. Su cabecita deduciendo que era lo que su progenitor había hecho, pues hace unos meses le había explicado que los lobos tenían esa capacidad.
Sin embargo, muchos la ocupaban de la peor forma. Para someter. Por lo que aquel don implicaba una gran responsabilidad. Aunque él se convenció de que su padre ocupó ese recurso por el simple hecho de que dijera lo que le dijera, no estaba de acuerdo con escapar.
En realidad, comprendía sus motivos, pero no era justo. No si el resultado era perderlos y nunca más verlos.
—Nosotros también lo hacemos—respondió la fémina, que observaba fijamente como su hijo cumplía el cometido designado por su esposo, quien ahora dejaba caer libremente las lágrimas por sus mejillas—. Cuídate, amor, mereces vivir.
El azabache movió un pequeño mueble que yacía en una esquina, dejando a la vista dicha entrada que solo ocupaba para determinados casos. Jungkook efectivamente podía pasar por ahí sin siquiera tener la necesidad de mutar a su forma animal, pero el mismo instinto de supervivencia fue lo que provocó que dos orejitas peludas aparecieran en su cabeza, y también una suave colita.
Esta era otra forma en la que podía conectar con su animal, pues agudizaba sus sentidos. Así que debía aprovecharla al máximo para que su huida fuera un éxito y sus padres no se hubieran arriesgado en vano.
Cuando estuvo del otro lado, pudo escuchar el crujir de una rama, y sus ojos captaron a dos de los hombres conversando despreocupadamente en el huerto de su madre.
¿Dónde se había metido el otro sujeto?
La respuesta a esa pregunta le llegó segundos después cuando escuchó un fuerte grito por parte de su padre.
—¡Corre y no mires atrás!
En ese instante, sus pies se movieron solos a toda velocidad. Y cuando en un determinado momento su rostro se volteó, pudo apreciar como sus padres eran sacados a la fuerza de su hogar. Mientras uno de los tipos iniciaba un fuego que parecía querer perseguirlo, pues comenzó a extenderse por la naturaleza como si se tratara de magia.
Ese trío no había sido humano por completo. Uno de ellos debía ser al menos un medio brujo, eso era lo más seguro.
Pero no había tiempo para detallar esos hechos, ahora solo tenía que escabullirse y tratar de sobrevivir a la noche que se avecinaba.
Porque era un cachorro solo e indefenso, que apenas podía valerse por su cuenta.
Y no tenía la certeza de cuantos peligros tendría que afrontar en la espesura de aquel bosque, que consideró su hogar desde que tiene uso de razón.
Para su suerte, en todo el trayecto que recorrió no se topó con algún animal salvaje o un sobrenatural indeseable. Estaba más que agotado, sus fuerzas se iban perdiendo y su estómago rugía por un poco de alimento. Sus brazos y piernas dolían por los rasguños que se había provocado al escapar y su mentalidad estaba por el suelo gracias a todos los malos pensamientos.
Temblando, su cuerpo se detuvo entre la maleza con el objetivo de descansar por unos minutos antes de intentar motivarse y retomar la marcha. Ya que su cabeza estaba llena de negatividad que le instaría a detenerse y dejarse consumir por el fuego que no tardaría en llegar hacia donde se encontraba.
En ese preciso instante, su lobo acongojado en su interior, le instó posar toda su atención en aquel sobrenatural que se había dirigido hacia él. Y con ello, el miedo se disipó y la confianza en aquel vampiro nació sin más.
El bonito peligris le ofreció comida y un lugar donde quedarse, sin esperar nada a cambio. Mucho menos algo de información sobre el infierno que vivió, y que lo tuvo tan temeroso hasta que lo encontró. Taehyung fue amable, curó sus heridas y lo mimó por varias semanas. Haciéndole olvidar todo lo malo, creando un vínculo tan fuerte como nunca imaginó.
Pero aquella situación no podría mantenerse tan perfecta como creyó, porque cuando el hada amiga de su guardián apareció, el temor también volvió.
El odio hacia sí mismo. La culpa. Las dudas.
Las palabras de esa gente martillaban en su cabeza. Si era un monstruo, le haría daño a su vampiro. Y eso ya no tenía que ver con su especie. No. Él tenía algo más y por más que Taehyung pudiera defenderse, aquello podía acabar mal.
Por lo que el azabache decidió no arriesgarse y comprobar lo que sucedería conforme el tiempo siguiera avanzando en su reloj biológico.
Definitivamente, no quería darle problemas. Por eso no lo pensó dos veces antes de armar un pequeño bolso con provisiones y enfrentarse a un futuro incierto.
Mientras rogaba tener un poco de suerte. Y si la conseguía, talvez cuando fuera un adulto podría cambiar el rumbo de su destino que parecía estar decidido desde hace tiempo atrás.
No le quedaba de otra más que confiar.
Jungkook se quedó callado cuando consideró que terminó de relatarle a Taehyung cada uno de los detalles de vital importancia. Prácticamente, había abierto su corazón y por ende revivió cada uno de los tormentosos recuerdos de su pasado. Era una cuestión que se debía a sí mismo, que debía seguir aprendiendo a vivir con ello y al peligris que lo aceptó en su vida sin pensárselo dos veces a pesar de ser un completo desconocido.
—Entonces tu apellido es Jeon—puntualizó Taehyung sin saber por dónde comenzar. Sus manos picaban por mimar al azabache frente suyo, pero de cierto modo no quería abrumarlo. No quería que creyera que le tenía pena y todavía debían aclarar algunos detalles más—. Es muy bonito como tu nombre, aunque en el pasado nunca lo mencionaste.
—Para ser honesto, en ese momento apenas recordaba mi nombre. Con el tiempo lo recordé, ya que cuando mamá quería molestar a mi padre lo llamaba por su apellido.
—Entiendo. Y es normal, todavía eras un niño como para darle importancia a esos detalles.
—Así es, ojalá pronto pueda recordar los nombres de mis padres.
Jungkook suspiró cansino y jugó con sus dedos. Le daba mucha pena ni siquiera ponerles nombre a las personas que arriesgaran todo por él. A este paso también temía olvidar sus rostros y que se volvieran como un sueño muy lejano.
—¿Por eso cuando me contabas esto nunca te referiste a ellos por sus nombres? —interrogó el peligris afligido. El joven de piel nívea le dio la razón con un movimiento de cabeza—. Por todos los murciélagos, has pasado por mucho, cachorrito.
—Supongo. Pero como tú dijiste, yo era muy pequeño y no le prestaba atención a detalles como esos. Por lo que de cierta forma uso esa excusa para no sentirme mal por ello.
Algunas cuestiones pasaron tan desapercibidas para él que se le escapaban de las manos, pero se sentía mejor al poder rememorarlas en la actualidad con mayor facilidad.
—Es mejor así, Jungkookie. De todas formas, sigues guardando los bonitos recuerdos que compartiste con ellos aquí—el vampiro dirigió su mano hacia el pecho contrario, justo en la zona donde su corazón se ubicaba. Jeon ronroneo con gusto por el dulce tacto, cerrando sus ojitos momentáneamente—. Y también al amor inmenso que profesaban hacia ti, a tal punto de salvarte la vida.
—Sí, ese es un buen punto. Siempre los amaré de la misma forma en la que ellos hicieron conmigo. Y viviré para honrar sus recuerdos.
—Claro que sí, Kookie, puedo afirmar que ellos deben estar muy orgullosos de todo lo que te has convertido.
—Eso espero.
Taehyung esbozó una sonrisa y alejó su mano del fuerte pectoral ajeno. El lobo de Jungkook soltó un pequeño gruñido por ello. Quería seguir sintiendo el frío y electrizante tacto del mayor. Sin embargo, no se quejó más por respeto a su parte humana, que se encontraba con sentimientos encontrados por lo que había contado.
—Y después de eso fue que encontraste a Hobi y Yoongi hyung—dedujo el mayor con un travieso puchero apareciendo entre sus labios. El susodicho asintió, dándole la razón—. De verdad hubiera querido estar ahí para protegerte.
—Sí, pero ellos supieron cuidar muy bien de mí, Tae. Así que no te tortures.
—Por favor dame más detalles al respecto. ¿Cómo fue todo? ¿Estabas hambriento? ¿Tuviste alguna otra mala experiencia antes de encontrarte con ellos?
Las interrogantes comenzaron a surgir, pero el azabache rápidamente lo interrumpió.
—Creo que lo mejor será que esa parte te la cuenten ellos. Así de paso se sienten incluidos en todo este tema, ¿no crees?
—Tienes razón. Les debemos esta conversación, pero...
—¿Pero? —Taehyung se mordió los labios, y un tanto nervioso le hizo una pregunta al menor.
—Retomando el tema de Jimin, ¿no le guardas rencor por las inseguridades que su comentario te causó?
—Para nada. Me dolió irme de tu lado, pero sabía que hyung había dicho eso porque lo que más le importaba era protegerte.
—Comprendo. Eso es muy noble de tu parte, Kookie.
—No lo sé, solo una parte de mí no puedo evitar darle la razón al creer que era la mejor opción.
—Cachorro, esa nunca fue la mejor opción, ahora lo sabes, ¿verdad?
El tono de desesperación en la voz de Taehyung terminó por eliminar las barreras en Jungkook, quien no meditó el atraerlo hacia su cuerpo para un fuerte abrazo. Al vampiro le tomó de improviso dicha acción, pero correspondió con gusto. Deleitándose con el sentimiento de que ahora él se sentía protegido entre esos brazos, cuando años atrás era al revés.
Sin querer los papeles se estaban cambiando, y eso les gustaba a ambos.
Pero lo más gratificante era que el azabache podía asegurar que después de su relato, Taehyung no lo miraba con pena, solo con comprensión. Sus sinceros orbes escarlatas le transmitían más que cualquier otra cosa, por lo que podía sentirse seguro. Porque ese vampiro era su hogar.
—Lo sé, Tae, perdón por eso. Solo actué creyendo que sería por tu bien.
—Ya está, cachorro. A fin de cuentas, no sirve de nada arrepentirnos de nuestras malas decisiones—murmuró cerca de su oído. Erizando la dermis del lobo que acomodó su rostro en el hombro ajeno, aprovechando para capturar un poco del delicioso aroma a romero—. Ahora lo único que importa es que recuperaremos el tiempo perdido.
—Confió en que así será.
—Debemos estar agradecidos por el hecho de que el destino nos juntara una vez más, ¿no crees? —preguntó, volviendo a sonreír de forma inconsciente y sin la mínima intención de separarse—. Ya sabes, de no ser porque nos pidieron que investigáramos a la criatura sospechosa que merodeaba los bosques, no hubiéramos dado con tus hyungs y contigo.
—Sí, aunque eso tarde o temprano iba a suceder—confesó, y eso llamó la atención del joven de piel canela, quien se sobresaltó y se separó en busca de respuestas.
—¿A qué te refieres? —le encaró y el azabache sonrió solo con sus labios—. No te atrevas a dejarme con un chisme sin resolver cachorro.
Ante la broma del peligris, Jungkook soltó una leve carcajada.
—¡Kookie! —lo regañó—. Por favor, dime, estoy curioso.
—A que llegó un punto en mi vida donde consideré separarme de mis hyungs para ir en tu búsqueda.
—¿De verdad?
Los ojos escarlatas brillaban de emoción ante la reciente confesión. El menor asintió repetidas veces como respuesta.
—Sí, yo ya era muy independiente como para seguir mi propio camino, pero me daba pena alejarme sin más. Por lo que cuando llegamos aquí, estuve pensando en contarles todo e ir por ti.
—Wow, eso es fascinante.
—Sí, pero también una parte de mí tenía miedo de que me rechazaras después de tanto tiempo o de plano descubrir que no había sido tan importante para ti como para que me olvides.
—Pero, ¿qué dices, cachorro? Jamás podría olvidarte—esa declaración aceleró el corazón de Jungkook, quien no pudo evitar notar como su lobo soltaba aullidos de felicidad dentro suyo—. Te pensé día y noche, hasta que por mi propia salud mental decidí parar con tu búsqueda. Te extrañé tanto. Nunca pongas eso en duda.
—Tú tampoco lo hagas, yo también te extrañé y me alegra saber que el sentir es recíproco, pero jamás me hubiera perdonado que te descuidaras por mi culpa.
—Tranquilo. Me detuve a tiempo—lo calmó, acunando su rostro con una de sus manos, mientras percibía el incremento del aroma de cedro del menor. De la emoción, Jungkook estaba soltándolo para envolverlo con él y a Taehyung eso le gustaba mucho, aunque desconociera por completo el motivo por el que lo hacía.
Lo estaba marcando con su olor. Algo muy íntimo para los lobos. Y aunque no duraría mucho porque el azabache lo estaba haciendo inconscientemente, su animal interno se sentía más que satisfecho.
—De acuerdo.
—Bien, entonces ahora es mi turno en agradecerte que confíes mucho en mí como para que me cuentes acerca de lo que te sucedió. No debió ser fácil, pero si sigues aquí es porque eres muy fuerte, no lo olvides.
—No fue nada, Tae, gracias por escucharme. Pero ¿no temes que realmente haya algo conmigo?
Los recuerdos se habían vuelto mucho más vividos y eso provocaba cierto nerviosismo en Jeon, pero por esta vez quería confiar ciegamente en las palabras del vampiro.
—Lo superaremos juntos, cachorro—respondió, acariciando el pómulo ajeno con mimo—. No te angusties por algo que todavía ni sucede, y desconocemos si sucederá. Y de darse el caso, te protegeré y te ayudaré a salir de ese problema.
—Gracias, en serio—Jungkook inclinó más su cabeza en busca del suave tacto que provocaba que ronroneara como un cachorro de meses de vida. Mientras Taehyung se encantaba cada vez más con esa actitud. Adoraba mimarlo.
—No hay de qué. Confió en que nunca me harías daño de manera intencional, y eso me basta.
Y con esas palabras, el menor supo que mientras contara con el apoyo y confianza de Taehyung, no había razón para temer de sí mismo.
Él no se volvería el monstruo que esos hombres habían dicho. Y si llegaba a suceder, sabía que el peligris lo detendría. Ya era hora de soltar esos malos pensamientos y comenzar una nueva vida.
Una donde su vampiro y él, serían los únicos protagonistas. Dejando su pasado atrás, y perdonándose a sí mismo.
Sí, esa sería la nueva forma en la que trazaría su destino. Y nada ni nadie lo detendría hasta conseguirlo.
Continuará...
Lamento haberme desaparecido por tanto tiempo, en el último mes me pasaron un sinfín de cosas pero para redimirme les entrego un capitulo largo y revelador. Ya les había comentado que por más soft que esta historia pareciera, también contaba con un lado oscuro y creo que este capitulo fue la mejor prueba de ello. Por eso espero me sigan apoyando, sus comentarios son mi motor para no dejar abandonado esto y así pueda llegar a concluirla.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top