¡Hola, Kacchan!

El patrullaje diario no fue la gran cosa, solo otro maldito día aburrido como todos los demás; un par de gatos atascados en un árbol y una anciana medio ciega incapaz de cruzar la avenida. Así no se había imaginado que sería su futuro como héroe profesional, pero al parecer ser héroe era mucho más que ir explotando villanos por ahí.

Terminó de abrir la puerta del departamento, estaba oscuro, y no había nadie esperándolo, quizás en otro momento de su vida eso no le habría importado, incluso se hubiese mofado de la necesidad de compartir tiempo con alguien, pero estaba solo y cansado y ya había hecho las pases consigo mismo. Odiaba el silencio muerto con el que coexistia en esas cuatro paredes y esa era la verdad.

El refrigerador no le ofreció nada atractivo más allá de un par de latas de cerveza. Se perdió un rato en la dorada etiqueta, “lúpulo tostado” decía, sonaba bastante bien, especialmente cuando solo las escogió por ser las más accesibles en la estantería de la tienda. Dio un par de tragos y dejó que el sabor jugara con su lengua. Estaba bien, al menos tenía algo que beber, podría ser peor.

El sofá se aplastó con su peso y estiró las piernas contra la mesita de madera. La vieja bruja había insistido en que al menos debería tener una superficie lisa para comer, la compró por pura presión y solo la usaba realmente cuando ella iba a molestarlo. Prefería que no viniera, la maldita charla de los nietos y del “no puedes seguir viviendo de esta manera” acababan con su inexistente paciencia.

Encendió la televisión y cambió con el control remoto, hasta que sin darse cuenta se había detenido en un canal de noticias local. El estúpido rostro del nerd sobresalía en alta definición. Maldito Deku, se escuchó decir en algo que parecía un gruñido. De nuevo sus puños se apretaron con fuerza. Apagó esa mierda antes de que el nerd se volviera un pensamiento recurrente.

No quería recordar desde cuando no hablaban, tampoco quería pensar en el porqué de eso. Abrió la segunda lata, no quería pensar en Deku, ese día no.

Se quedó dormido en el sofá, ni siquiera se había quitado el traje y en lo único en lo que podía pensar era en esos estúpidos y profundos ojos. Deku siempre venía una y otra vez a su cabeza y él lo apartaba con la poca fuerza de voluntad que le quedaba. Podría no haberla embarrado, podría haber sido sincero cuando tuvo la oportunidad, tal vez Deku lo estaría recibiendo al llegar a casa y él tendría una excusa para preparar katsudon y aún la vieja seguiría sin nietos, pero al menos él ya no se sentiría solo.

El agua fría lo reconfortó un poco. Miró la hora, eran las nueve de la noche y la pequeña siesta le había quitado el sueño. Maldita sea, no quería desvelarse, si no dormía bien tendía a estar irritable y desconcentrado por la mañana. No había una mierda que hacer, terminaría de limpiar el departamento, al menos podría jugar al adulto funcional.

Enjuagó algunos platos del día anterior, pero el timbre lo interrumpió. ¿Quién carajos vendría tan tarde? Caminó con cautela hacia la puerta, era poco probable que un villano lo pusiera en alerta, pero decidió que nunca se era lo suficientemente cauteloso. No solía correr riegos, no sería inteligente de su parte, pero cuando asomó la vista por el pestillo de la puerta reconoció el rostro al otro lado.

—Joven Bakugou —le saludó. No importaba que edad tuviera, All Might siempre lo llamaba de la misma manera.

—¿Qué carajos haces aquí? ¿Y a esta hora? —Abrió la puerta de par en par e hizo un gesto para que pasara, pero de inmediato se dio cuenta de que no se encontraba solo.

Había una cosita diminuta al lado suyo, un pequeño niño, sus rizos verdes descendían hacia su frente dándole un aire angelical, sus pómulos eran rosados, tenía los ojos enormes de un verde profundo y la cara hinchada, intuía que de tanto llorar. El chiquillo lo vio con ojos de cachorro y se lanzó hacia sus piernas, tomándolas con un abrazo.

—¡Kacchan! —dio un pequeño grito y empezó a sollozar.

Fue allí cuando el corazón casi se le salió del pecho. Estaba seguro de que se lo tuvo que tragar devuelta. Lo miró de nuevo, no podía haber duda alguna, era Deku, su Deku, el Deku que lo había seguido de un lado a otro como una especie de sombra. Estaba allí, y no entendía por qué. ¿¡Qué carajos!?

—Tuvimos un pequeño accidente con un quirk —All Might pasó y cerró la puerta. El mocoso aún no se despegaba de su pierna y no lo dejaba caminar. Seguía confundido, ¿qué clase de broma extraña era esa? ¿Y por qué de todas las personas habían elegido verlo a él?

—No entiendo —dijo con honestidad. Esto sobrepasaba cualquier cosa que hubiese podido imaginar. All Might, en cambio parecía tranquilo, aún en esa situación tan extraña.

—El joven Midoriya me ha dejado indicaciones en caso de que algo le sucediera, incluso si llegaba a ser víctima de un quirk de infantilización.

—Tiene que ser una maldita broma —le dijo.

All Might negó con la cabeza y le extendió un documento. No estaba mintiendo, el maldito de Deku había hecho una lista por cada cosa que pudiese pasarle y al parecer “buscar a Dynamight” era su solución para casi el 90% de ellas.

—Esto es absurdo, ¿qué esperas que haga? —sintió que una pequeña mano tiraba de su camisa y allí estaba Deku con sus enormes ojos de cachorro extendiendo sus manos para que lo cargara. Respiró hondo, solo era un niño, no podía ser un idiota. Lo tomó entre sus brazos y dejó que se arrecostara en su hombro. El niño hacía un pequeño ruidito que creyó era un bostezo y sintió su cuerpo más pesado. Se estaba durmiendo.

—El sujeto que lo transformó no sabe cuándo recuperará su edad habitual, al parecer es diferente para cada cuerpo. Fue solo un accidente y no hay mucho que podamos hacer —su voz salió tranquila, pero había algo que no le estaba diciendo, lo sabía, tenía años en esto, sabía cuando le estaban omitiendo información.

—¿Y? —lo presionó. All Might se quedó callado por un par de segundos como considerando lo que iba a decir.

—Es sobre el One For All.

Sabía por dónde iba la conversación, Deku transformado en un niño era demasiado vulnerable, incluso en un periodo de paz como en el que estaban, cualquiera aprovecharía la oportunidad de arrebatárselo, entonces lo entendió, necesitaba que lo protegieran, por eso lo habían traído allí, no era solo por los estúpidos deseos del nerd. All Might confiaba en él, confiaba en que podría mantenerlo a salvo y no se equivocaba.

—Bien —dijo sin alargar el asunto—, me encargaré de esto.

All Might parecía complacido con la respuesta. Le dio una última mirada y luego acarició suavemente los rizos de Deku con afecto. Sabía que lo quería, era casi como un hijo para él.

—Cuento contigo, joven Bakugou. —Y su sonrisa se perdió mientras se alejaba por el corredor. Cerró la puerta, sintió algo húmedo en el hombro, sospechaba que era un charquito de baba.

Se quedó de pie por lo que parecieron minutos, pero sospechaba que por su estado de conmoción podrían haber sido horas. Parecía surreal, pero el peso y la respiración pausada de Deku le confirmaban que seguía allí, que estaba dormido sobre su hombro y que esto no era un sueño.

Bien, esto era algo serio, fue entonces cuando se dio cuenta de que no sabía nada sobre como cuidar a un niño y que había aceptado esta misión con demasiada facilidad.

¿Qué haría Deku en esa situación? Lo podía imaginar balbuceando mientras hacía una lista mental. Bien, empezaría por lo primero, ¿qué edad tenía? Probablemente unos 5 o 6 años, eso era algo bueno, al menos no era un bebé, si fuera un bebé si estaría jodido. No sabía cambiar pañales, mucho menos hacer un biberón y por Dios que tampoco quería hacerlo.

Sintió que el pequeño se empezaba a mover contra su cuello y sus manos lo abrazaban. Olía bien, como si fuera una mezcla entre menta y un aroma dulzón. No era para nada desagradable, aún con la baba que le había dejado en el traje.

—Kacchan, tengo hambre —dijo aún con los ojos cerrados. Luego de un momento se levantó y empezó a frotar sus ojos. Mierda, era adorable. Mierda, no quería pensar en eso. Mierda, sus ojitos parecían un par de cuencas relucientes y la manera en que lo veía, lo había olvidado. Había olvidado lo que se sentía ser visto de esa manera.

—Deberíamos darte un baño y luego veremos qué cenar, ¿está bien?

Él asintió. Entonces lo llevó a la habitación y se quedó sentado en la cama mientras lo observaba. ¿Qué se suponía que debía hacer?

Empezó a preparar la tina con agua caliente, tenía una bomba de baño que la bruja le había regalado junto con una cesta en Navidad. Eso debería servir. Deku se asomó por la puerta y su mirada lo recorrió todo. No pudo evitar sonreír, Deku siempre había sido curioso, mucho más cuando tenía esa edad.

—Voy a dejar la puerta entre abierta. Quítate la ropa, métete a la bañera y aquí tienes una toalla limpia. —Deku se le quedó viendo como haciendo una lista de cada una de las indicaciones. Normalmente, un niño de su edad no podría hacerlo solo, pero Deku nunca fue un niño normal.

—Sí, Kacchan —dijo con una jodida sonrisa que lo hacía ver aún más tierno. Y es que su voz era dulce y lo había desarmado como si fuera un idiota. Maldito Deku, siempre lo envolvía en su meñique en cada una de sus versiones.

Lo dejó solo confiando en que no se ahogaría, buscó algo en el closet que le pudiera servir. Había una vieja camisa de cuando era más joven, la frase Plus Ultra estaba algo gastada, pero probablemente le serviría como un camisón. Era lo mejor que podía improvisar en ese momento.

—Te dejé ropa en la cama —le gritó, pero solo escuchó como parecía chapotear el agua.

Suspiró. Ahora la comida.

Cuando llegó a la nevera se dio cuenta de que no había nada, en ese momento agradecería hasta un pedazo de vegetal rancio. Bien, cocinar no sería una opción. Tomó el teléfono y ordenó algo de comida, normalmente nunca lo hacía, pero parecía que se le habían agotado las opciones.

Cuando tocaron el timbre, pagó y se aseguró de que el delivery no se fijara en su rostro. No era tan raro que un tipo te recibiera con una capucha y sudadera en pleno julio, además solo era un repartidor, de seguro había visto cosas más extrañas.

Deku se asomó hacia la sala descalzo. Tenía el cabello mojado y el camisón le quedaba más largo de lo que había pensado, ni siquiera se le veían los pies y le quedaba demasiado grande también de los hombros.

El niño lo miró con sus ojos enormes y él lo cargó de nuevo entre sus brazos.

—No puedes andar con el cabello húmedo, te vas a enfermar.

Deku asintió como un buen niño y dejó que le estrujara los rizos contra una toalla seca. Empezó a tararear una canción y la habitación se llenó de su voz cálida y juguetona.

—Kacchan, ¿eres un héroe? —la pregunta lo tomó por sorpresa y Bakugou no entendía que lo llevó a hacerla. Tampoco tenía muy en claro que recordaba y que se suponía que pensaba de todo esto. El Deku de 6 años estaba familiarizado con un Bakugou de su misma edad. No la versión adulta que tenía al frente. El pequeño lo seguía viendo cómo si insistiera en que le diera una respuesta.

—Sí, mi nombre de héroe es Dynamight —dijo mientras seguía frotando su cabello. Deku guardó silencio por un momento y luego agregó:

—¿Y somos compañeros?

Bakugou se detuvo en seco. Sus hombros estaban rígidos y no sabía bien que responder. Empezó a considerar que Deku no está tan perdido y que entendía que esa no era su forma natural.

—No, no somos compañeros.

Entonces notó que se quedaba muy quieto. Su respiración era pausada y trató de no verlo a los ojos, porque era ridículo, pero ese niño lo asustaba, le asustaba su sinceridad y su manera de desarmarlo con un par de preguntas.

Terminó de buscar el secador de cabello y movió sus rizos con cuidado hasta que todo estaba seco. Deku no volvió a decir nada, y Bakugou no sabía si era por el ruido del aparato o porque realmente no quería hablar más.

Cuando lo sentó en la mesa internamente dio gracias a la bruja por obligarlo a comprarla. Él y el mundo pasaron a segundo plano. Para Deku todo se resumía en ese pedazo de pizza enorme y lleno de queso, que era más grande que su cara. Empezó a comer como si fuera un hámster y sus cachetes se inflaron de forma chistosa.

—Mastica con calma, no te vayas a ahogar. —Le dedicó una mirada encantadora y todo su lenguaje corporal parecía decir que estaba contento.

Mañana irían a la tienda de alimentos y a comprarle algo de ropa. Hoy había hecho una excepción, pero sabía que un niño de su edad no podía alimentarse a base de pizza.

También aprovechó de comer y ahora entendía la cara de Deku. La pizza estaba deliciosa. Hacía mucho tiempo que no la comía y había algo agradable en compartirla aunque fuese con un niño. Mentía, lo que en realidad lo reconfortaba es que ese niño era Deku, su Deku.

Cuando ambos quedaron satisfechos llevó al chiquillo a la cama. Su mano tomó la suya y lo acostó. Estaba bostezando sin parar desde hace un rato y él sabía que se estaba muriendo de sueño. Acomodó un par de almohadas y lo arropó antes de apagar la luz.

—Kacchan.

Su voz lo detuvo, sus ojos lo miraron fijamente y se había medio sentado apretando la cobija entre sus pequeñas manos.

—¿No vas a dormir conmigo? —le preguntó. Parecía estar a punto de llorar y él no podía creer que el chiquillo tenía miedo a dormir solo.

—Dormiré en el sofá, estaré afuera si me necesi...

—¡Duerme conmigo! —Sus pómulos estaban rígidos y lo miraba con bastante seriedad.

—¿Por qué? ¿No quieres ser un héroe? Los héroes no deben temerle a nada —su voz salió un poco burlona y quería arrepentirse, pero molestarlo le daba una pizca de satisfacción.

—No quiero que te sientas solo —balbuceó.

Mierda.

No dijo nada. No había nada que decir. Porque Deku lo había visto y él no tenía la fuerza para mentirle. Deku siempre veía a través de él, siempre lo hacía, era una especie de don con el que había nacido, quizás ese siempre había sido su quirk: el poder de desarmarlo por completo.

Se metió en la cama y el chiquillo se apretó como una bolita contra su pecho.

—Buenas noches, Kacchan.

—Buenas noches, Deku.

Holis, aquí va una nueva historia de nuestro duo favorito. Espero la disfruten muchoヽ(o^ ^o)ノ

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