Capítulo final: ¡Dos tontos enamorados!
La cabeza de Bakugou estaba reclinada en la mugrosa barra de un bar, llevaba varios días en esto, revolcándose en su miseria y rompiéndole la cara a cuánto maldito imbécil se atravesaba en su camino. Se había rehusado a utilizar su quirk en cada una de las peleas, podía decir con orgullo que había ganado todas, pero aun así tenía un par de moretones en el pómulo y la ceja rota. Probablemente, se debía a que estar jodidamente ebrio no le ayudaba en nada a esquivar los golpes.
Lo habían echado de siete lugares en menos de cinco días, y ahora se encontraba en un bar de poca monta, que apestaba a baño rancio, con un vaso de una mierda que el cantinero le había asegurado que era Whisky, pero fácilmente podía ser orine destilado.
Dio un sorbo y agradeció que al menos el licor le quemara la garganta, le dolía el pecho como la mierda, quizás eran sus heridas o quizás el hecho de que perder a Deku lo había vuelto menos que una piltrafa. Estaba vulnerable, en estas condiciones se estaba arriesgando a que cualquier villano lo mandara al otro mundo sin mucho esfuerzo, pero francamente nada podía importarle menos.
Bebió su trago de un golpe y golpeó su cabeza contra la barra. Estaba tan jodidamente frustrado. Un par de idiotas a un costado se sobresaltaron, pero no hicieron ningún comentario, una lástima, pensó, ya se estaba hartando de ese maldito lugar y quizás quería otra maldita pelea solo para tener la excusa de poder sacar toda la mierda que llevaba dentro.
Estaba por pedir su cuarto trago cuando alguien se sentó a su lado, volteó su rostro. Maldita sea.
—¿Cómo mierda me encontraste? —exhaló fastidiado e hizo una seña haciendo que le rellenaran el vaso.
—Hermano. —Kirishima lo miró con preocupación y colocó una mano en su hombro—. No sé qué ocurrió con Midoriya, pero estoy seguro de que lo último que desea es verte de esta manera.
Bakugou apretó los dientes y cerró su puño.
—No hables de Deku —arrastró cada palabra, mientras su humor se hacía cada vez más agrio.
Eijiro retiró la mano y suspiró.
—Bro, por favor, ven conmigo, Denki me ayudó a prepararte una habitación, no tienes que volver con Midoriya si no lo deseas, pero al menos déjame sacarte de aquí, este lugar es un asco, y a decir verdad ya no estoy seguro de que huele peor, si el lugar o tú… —Se echó hacia atrás cuando Bakugou lo miró furioso—. No digo que sea tu culpa —continuó—, nunca he visto que descuides tu higiene personal, pero para ser justos tampoco te he visto beber de esta manera, así que asumo que las cosas salieron muy mal, pero no puedes rendirte, jamás lo has hecho, ¿por qué empezar ahora?
—¡Mierda! ¡¿Es que no piensas callarte?!
—Bro, hablo en serio, si tanto amas a Midoriya levanta tu culo y ve por él.
—No. Deku ya tomó una decisión —dijo antes de llevar el trago por completo a su boca.
—Pero…
—¡Que no maldita sea! ¿Crees que no quiero ir y luchar por él? ¿No lo entiendes? ¡No puedo hacerlo! ¡Deku es feliz con ese bastardo! Lo vi, mierda, lo vi, su maldita sonrisa, estaban juntos, yo no puedo… —apretó sus puños con fuerza— ¿Tienes idea de lo que es saber que todo es mi culpa? ¿Qué yo lo rechacé? ¿Qué yo provoqué toda esta mierda?
—Bro, escucha…
Bakugou se levantó de golpe y lo tomó de la camisa.
—¡TE DIJE QUE NO MALDITA SEA! —le gritó. Soltó a Kirishima y luego pasó una mano por su rostro tratando de respirar—. Vuelve con el Pikachu de mierda y déjame en paz —su voz tenía un borde afilado, una advertencia de que su paciencia estaba a punto de agotarse.
Kirishima resopló frustrado y salió del lugar. Cuando llegó al auto se sentó y se dio un pequeño golpe contra el volante.
Bakugou era demasiado testarudo y Kirishima no estaba seguro de qué hacer. Había tenido que rastrear los pagos para dar con la ubicación de su amigo. Al inicio pensó que este volvería en un par de días, pero mientras avanzaba el tiempo y no aparecía, se empezó a preocupar. Suspiró indeciso. Ya lo había encontrado, pero esto no servía de nada, Bakugou no iba a dar su brazo a torcer y tampoco podía llevárselo a la fuerza, eso solo provocaría un enorme escándalo que podría repercutir negativamente en su reputación como héroe, pero no podía irse, no podía simplemente volver a casa y dejarlo. Su bro tenía heridas serias que debían ser tratadas y solo era cuestión de tiempo antes de que se metiera en una pelea con el tipo equivocado.
Alisó la arruga de su frente e intentó concentrarse. Bakugou había mencionado algo sobre Todoroki, pero honestamente le era difícil de creer, tenía un sexto sentido para los asuntos del corazón y todo le decía que Midoriya estaba tan enamorado de su bro como su bro de Midoriya. Él jamás se equivocaba en este tipo de cosas.
Ahora que lo pensaba la situación poseía cierto parecido con las novelas de Denki: dos tontos enamorados, ambos sin poder confesar sus sentimientos gracias a un montón de malentendidos y alargamientos innecesarios de la trama, hasta que un tercero… ¡Claro! ¡Eso era! ¿Cómo no lo había pensado antes?
Se golpeó con las palmas ambos cachetes y se espabiló. Al parecer había llegado el momento de utilizar su as bajo la manga, sinceramente hubiese preferido no hacerlo, se sentía muy poco varonil de su parte, pero con o sin querer había terminado grabando la confesión de su hermano. Se sentía bastante mal por haberlo hecho, estuvo tentado a borrar el audio varias veces, pero algo siempre lo detenía. Aquella nota de voz de 1:27 segundos contenía el corazón de su bro, sabía que era algo privado, algo que Bakugou debía decirle a Midoriya personalmente, pero es que ¡Ahhh! ¡Su bro era tan poco confiable para estás cosas!, y honestamente había tenido un mal presentimiento, algo le decía que esa confesión no llegaría nunca a oídos del peliverde, por eso la terminó guardando como una especie de póliza contra desastres.
Juntó sus manos y se encomendó a todas las deidades posibles. Abrió el chat de Midoriya y adjuntó la nota de voz y la ubicación del bar. Bakugou de seguro lo mataría, no, la muerte sería algo demasiado benevolente si se llegaba a enterar. Sacudió su cabeza. La felicidad de su amigo estaba en juego y valía la pena arriesgar su vida por algo como eso, incluso si comprometía su integridad física (y quizás hasta psicológica). Miró la pantalla, respiró hondo y presionó el botón “enviar”.
Midoriya se encontraba esa noche acurrucado en el mueble de su sala, Pelusita estaba entre sus brazos mientras llevaba otra enorme cucharada de helado hacia su boca. Tenía el contorno de los ojos oscurecido y la mirada perdida en el televisor. Pelusita ronroneó y Midoriya le sonrió débilmente mientras le hacía mimos en la cabecita a su mascota.
Tenía una opresión en el pecho que era producto del constante recordatorio de la ausencia de Kacchan. Había estado tratando de no pensar en eso, en el hecho de que de nuevo se sentía como en sus días en la academia. Tomó otra cucharada de chocomenta y se recordó a sí mismo que realmente nada había cambiado desde entonces. Se había enamorado de Kacchan dos veces, no, la verdad es que nunca había dejado de estarlo.
Pelusita maulló.
—Estoy bien, en serio —le susurró al animalito, pero se dio cuenta de que sus mejillas habían empezado a humedecerse. Limpió su rostro con la manta.
Había creído que sería más fácil, que después de haber vivido los estragos del desamor en su juventud, tendría una coraza más dura, pero se equivocó, le dolía, le dolía incluso más que la primera vez.
Apagó la televisión y tomó a Pelusita para llevarlo consigo a la cama, pero el sonido de un mensaje lo detuvo. Tomó el teléfono y se sorprendió de ver el nombre de Red Riot.
El aparato casi se le cayó de las manos cuando escuchó la voz de Kacchan salir de él.
Al inicio tuvo que reproducir el audio unas cinco veces, el sonido pasaba por su canal auditivo, pero cuando era el turno de su cerebro para procesar la información algo en su cabeza parecía hacer cortocircuito. Volvió a escuchar la nota otra vez, estaba parado en la sala con los ojos hinchados por las lágrimas y una tonta sonrisa de confusión en el rostro porque literalmente no entendía nada.
¿Kacchan lo amaba? ¿Kacchan quería pasar el resto de su vida con él? ¿Entonces por qué se había ido? ¿Acaso se había arrepentido de sus palabras?
Midoriya se sentó de golpe en el mueble de la sala. Tenía tantas preguntas que se había comenzado a sentir sofocado. Desabrochó un poco su camisa e intentó tomar una buena bocanada de aire para ver si el oxígeno llegaba a su cerebro y lograba pensar con más claridad.
Estaba tentado a llamar a Eijiro y pedirle una explicación, pero en el fondo sabía que el único que podía darle las respuestas que tanto ansiaba era Kacchan.
Kirishima no había dicho mucho, solo había adjuntado la nota de voz y una ubicación. Midoriya frunció el ceño cuando el mapa le señaló una de las zonas más apartadas de la ciudad. Los bares clandestinos y las reuniones que carecían de legalidad se daban en ese punto, normalmente los héroes eran enviados a patrullar la zona constantemente. Era una especie de tira y encoge entre algunos individuos que parecían incapaces de renunciar a las malas costumbres y de los héroes tratando de que los ciudadanos comunes no se vieran afectados.
No entendía qué hacía Kacchan en un lugar como ese, no tenía el menor sentido. Había asumido que el cenizo estaría con Kirishima, incluso algunas veces tuvo que contenerse de llamarlo y preguntarle por su recuperación. Las medicinas y demás artículos permanecían en su departamento, pero no había querido molestar, después de todo Kacchan se había marchado sin siquiera darle una razón y eso solo lo convenció de que su insistencia no sería bien recibida.
Pelusita se frotó contra sus piernas mientras permanecía sentado.
—¿Crees que debería ir? —le preguntó al gato quién maulló en respuesta.
Midoriya tomó las llaves del auto, una chaqueta y le dio una caricia suave a Pelusita.
—Tienes razón, iré por él.
Midoriya revisó la ubicación en su teléfono una y otra vez, pero al parecer no había cometido ningún error. El local que tenía al frente era exactamente el lugar marcado en el mapa. Ya era de noche y había bastante movimiento, parejas entraban y salían y cada que eso ocurría el sonido de la música y las voces se colaban a través de la puerta. Midoriya frunció el entrecejo e hizo caso omiso al sujeto de la entrada, parecía que no estaba complacido con su presencia, pero no se interpuso cuando se decidió a entrar.
Lo primero que percibió fue el aroma mezclado del licor y el sudor. El lugar tenía una iluminación pobre y parecía más un punto de encuentro clandestino que un bar. Podía sentir varios ojos sobre él, algunos incluso habían dejado de beber y parecían observarlo fijamente.
Midoriya decidió ignorarlos, lo único que quería era encontrar a Kacchan, pero el rubio no parecía estar allí.
—Te dije que quites tus sucias manos de…
—¡Kacchan! —gritó de golpe y el cenizo soltó al tipo que tenía tomado de la camisa haciendo que este cayera de culo.
Midoriya no podía creer lo que veía: el rubio tenía el rostro cubierto de moretones, incluso tenía algo de sangre seca en el pómulo. Su ropa estaba arrugada y su cabello era un total desastre; su piel estaba sudorosa y sus ojos se veían opacos y cansados.
El corazón se le estrujó en el pecho. Avanzó hacia él. El tipo con el que estaba peleando lo miró, pero solo bastó un pequeño segundo de contacto visual para que comprendiera que no debía interponerse.
—¿Qu-qué carajos estás haciendo aquí? —Bakugou arrastró las palabras. Midoriya observó que apenas podía mantenerse de pie, apestaba a whisky y era evidente que estaba bastante alcoholizado.
—Eso es exactamente lo que me gustaría saber —Midoriya lo vio con severidad.
Bakugou pareció percatarse de su molestia, pero antes de que pudiera decir algo Midoriya simplemente lo jaló del brazo. El rubio se tambaleó. ¿Cómo mierda Deku lo había encontrado? ¿Qué carajos estaba haciendo allí? ¿Estaba alucinando?
—Mierda, Deku, espera —Midoriya lo miró desafiante.
—Nos vamos de aquí.
Bakugou no tuvo tiempo de decir nada, en menos de un segundo Deku ya lo había sacado del bar y ahora abría la puerta del auto.
—Entra.
—No —respondió Katsuki con hosquedad. No quería volver, al menos no aún, prefería seguir en ese bar de mala muerte que tener que ver a Deku junto al maldito bastardo, al menos se merecía ahorrarse el espectáculo. Estaba seguro de que no lo soportaría—. No tienes que seguir haciendo esto, no me debes una mierda.
—Entra, Kacchan —repitió Midoriya muy lentamente, sus ojos tenían esa mirada penetrante. Bakugou tragó grueso, Midoriya no era una persona que acostumbraba imponerse ante los demás, pero Katsuki estaba seguro de que en esto no pensaba ceder.
—Te dije qué… —pero las palabras quedaron en la punta de su lengua cuando Deku lo envolvió con latigo negro y lo metió a la fuerza en el auto.
«¿Pero qué mierda?» ahora estaba en estado de shock.
Midoriya se puso el cinturón de seguridad y empezó a manejar. Bakugou estaba en la parte de atrás del auto y ni siquiera se atrevía a decir una sola palabra. ¡Deku no estaba molesto! ¡Deku estaba furioso!
—De todas las cosas estúpidas e imprudentes que has hecho esta es por mucho la peor de todas —dijo con seriedad sin apartar su vista del camino. Guardó silencio por un momento y luego exhaló con pesadez—. Kacchan, no sé qué está ocurriendo, tampoco entiendo que te llevó a estar así, pero te aseguro que esta no es la manera de resolverlo. Te pusiste en riesgo, alguien te pudo haber reconocido, un reportero o incluso un villano.
Bakugou no dijo nada. Midoriya exhaló resignado.
—Está bien, Kacchan, no tienes que hablar si no lo deseas, no voy a obligarte —su rostro se ensombreció.
Bakugou apretó su mandíbula e intentó no ahogarse en los sentimientos que lo oprimían. Dejó su vista fija en la ventana. De nada serviría hablar de su mierda con Deku, eso solo pondría al nerd en una situación difícil, no tenía sentido decirle la verdad.
El resto del camino transcurrió en un frío silencio. Deku parecía ensimismado y su rostro delataba que se sentía frustrado. Bakugou intentó no verlo fijamente, sabía que estaba demasiado vulnerable, y el alcohol solo desactivaba los filtros en su cabeza, si el nerd lo presionaba se terminaría rompiendo, lo sabía.
Katsuki se quedó dormido en algún punto del camino, porque cuando abrió sus ojos lo primero que sintió fueron los fuertes brazos de Deku cargándolo como si fuera una muñeca.
—Ba-bajame, mierda, puedo caminar —apenas podía pronunciar las palabras y forcejeó con Deku, pero era evidente que no podía contra su fuerza. Su cuerpo estaba resentido; las peleas, la falta de sueño y el alcohol le habían pasado factura. Le quemaba el pecho, y francamente se sentía como una basura. Deku estaba molesto, se veía en todo su rostro, en su ceño fruncido y en el iris chispeante de sus ojos, aunque no le sorprendía realmente, después de todo se había largado sin dar explicaciones. Mierda, ¿es que nunca dejaría de cagarla?
Midoriya lo sostuvo aún en el ascensor, parecía pensativo.
—Tienes fiebre, Kacchan. Necesito que colabores y me dejes hacerme cargo —su voz fue un poco más suave y ahora su molestia parecía que había pasado a segundo plano.
Ambos entraron al departamento, Deku lo dejó en el mueble y se fue directamente al baño, se podía escuchar el sonido del agua corriendo. Midoriya caminaba con antisépticos y otras cosas. Bakugou llevó ambas manos a su cabeza y se inclinó. No sabía qué mierda le iba a decir al nerd, no podía molestarlo con sus sentimientos, no podía simplemente decirle la verdad.
—Kacchan —Midoriya estaba frente a él. Tenía una expresión serena, lo tomó del brazo y lo llevó hasta el baño—. Necesito ver qué tan grave es —Bakugou lo miró confundido hasta que entendió de qué hablaba: la herida de su pecho.
—No es nada —mintió, le dolía como la mierda.
—O me muestras por ti mismo o voy a tener que quitarte la camisa por la fuerza —su voz tenía un filo amenazante. Bakugou lo miró y exhaló, ya sabía que era una batalla perdida. Se quitó la camisa, y vio el horror en los ojos de Midoriya; la sangre se colaba a través de las vendas, no las había cambiado ni una sola vez desde que se marchó.
—¿Por qué? —preguntó Deku mientras empezaba a retirarlas. Bakugou se estremeció por el contacto—. ¿Por qué hacerte esto a ti mismo? No lo entiendo, tú jamás harías algo así.
—No lo sé —bufó. Era mentira, por supuesto que lo sabía, por supuesto que lo hacía, pero no podía decirle. Se había enamorado como un idiota y el resultado había sido este vortise autodestructivo en el que había entrado sin siquiera cuestionarse.
Midoriya terminó de quitarlas y las colocó a un lado.
—Quítate el resto de la ropa —dijo como si nada, mientras metía su mano en la regadera y corroboraba la temperatura del agua.
—¿Qué mierda? ¡Salté del maldito baño primero! —le gritó a causa de los nervios.
—No puedo dejarte solo, apenas puedes permanecer de pie —lo miró a los ojos— Necesito bajar la temperatura de tu cuerpo y necesito que estés limpio para poder tratar tus heridas, además ya te he visto desnudo, no entiendo cuál es el problema.
Bakugou abrió la boca para hablar, pero no tenía nada con que replicar ese argumento.
—Bien, cómo sea —Bakugou odiaba esto, odiaba hablarle de esta manera, se sentía de nuevo como el maldito imbécil qué se suponía que había dejado de ser, pero lo único que podía protegerlo en este momento era esa barrera de hostilidad, si se dejaba presionar aunque sea un poco sabía que no lograría contener la avalancha de emociones que amenazaban con aplastarlo. Era tan malditamente injusto, tenía a la persona que amaba justo al frente y aún así no la podía tener. Nunca podría tener a Deku de la manera que quería, y esa mierda dolía, dolía como el infierno.
Bakugou quedó completamente desnudo y se sentó en la bañera con las piernas flexionadas hacia su pecho. Deku se sentó en el borde y se arremangó la camisa para tomar un poco de shampoo y empezar a lavar su cabello. El agua estaba tibia y caía por todo su piel provocando algo de escozor en sus heridas.
—¿Te sientes un poco mejor? —preguntó Deku con voz tranquila mientras frotaba su cabello con cuidado.
Bakugou asintió. Tenía el corazón tan acelerado que estaba a cinco latidos de sufrir un puto infarto. El shampoo desprendía el aroma dulce de las manzanas verdes junto con la manzanilla, y todo eso se metía directo a sus pulmones haciendo estragos en su corazón. Olía a Deku, a su Deku, y a cada segundo que pasaba se sentía más y más vulnerable.
—No tienes que hacer esto —dijo— No tienes que seguir preocupándote por mí.
—Eso es imposible, Kacchan —respondió Deku tranquilamente. Bakugou solo exhaló para sus adentros y luego observó como Deku se ponía de pie mientras buscaba algo en el estante— Ten, es un jabón antiséptico, limpia cualquier corte o herida que tengas con esto, no importa lo superficial que sea…
—Nerd —lo interrumpió— sé cómo hacerme cargo de mis propias heridas.
Midoriya lo miró como si fuera un niño pequeño que acaba de decir alguna tontería.
—¿En serio? Pensé que lo habías olvidado, de otra manera no comprendo cómo pudiste llegar a este estado.
Bakugou bufó en respuesta.
Midoriya negó con la cabeza y colocó una mano en su frente. El corazón de Bakugou se paralizó por un momento.
—Parece que la fiebre cedió —mencionó con cierto alivio. Luego solo se dio la vuelta—. Te daré un poco de privacidad. Llámame si me necesitas.
Midoriya salió del baño confiando en que Kacchan ya se encontraba lo suficientemente sobrio como para hacerse cargo de sí mismo. Esperó en el cuarto hasta que el rubio salió del baño con una toalla frotando su cabeza, se había colocado un pantalón fresco de algodón que le había dejado y permanecía con el torso desnudo. Quizás se habría detenido a admirar su cuerpo si no estuviese tan preocupado, la zona de la herida estaba enrojecida, al menos no supuraba lo cual ya consideraba un milagro.
Bakugou se sentó en el borde de la cama y él hizo lo mismo, ambos estaban realmente cerca y Midoriya estaba demasiado perdido en un montón de sentimientos. Las palabras del cenizo se reproducían en su mente, quizás había sido un poco rudo con Kacchan cuando lo encontró, pero eso solo fue porque estaba realmente preocupado y si mostraba aunque sea un poco de debilidad no hubiese conseguido traer al rubio consigo a casa. Respiró profundamente. Su corazón latía acelerado, estaba terriblemente enamorado del hombre que tenía al frente.
—Kacchan —dijo bajito mientras limpiaba su herida con delicadeza—. Lamento si hice algo que te incomodara, yo no quise…
—Tú no has hecho nada, nerd. No vuelvas a decir algo como eso —lo interrumpió en seco.
Midoriya suspiró para sus adentros. Kacchan parecía realmente incómodo con su presencia, y eso solo lo dejaba aún más confundido. Estaba seguro de que el audio que le había enviado Kirishima era real, entonces ¿Por qué Kacchan se comportaba de esa manera? ¿Verdaderamente sus sentimientos habían cambiado? Sacudió su cabeza, había decidido que encontraría respuestas, y no podía permitirse echarse para atrás, no ahora que tenía al cenizo al frente.
—¿Entonces por qué te fuiste? —la pregunta quedó en el aire sostenida por una tensión casi palpable. Midoriya notó cómo el cuerpo de Bakugou se quedó inmóvil por un momento: sus hombros estaban rígidos y apenas su pecho se movía producto de su respiración. Izuku no estaba seguro de que había ocurrido, pero algo le decía que Kacchan no se había marchado esa noche sin una buena razón.
—No necesitamos hablar de eso —respondió hosco.
Midoriya apretó sus labios, pero no se dejó desanimar por la reacción, sujetó el mentón del rubio con cuidado y siguió con su tarea. Bakugou tenía un corte medianamente profundo en la ceja que requería atención. Limpió la zona con toques y le dio una sonrisa suave. Kacchan evitaba el contacto visual, incluso cuando sus rostros estaban tan cerca. Midoriya suspiró internamente, si el cenizo no quería sincerarse al menos él lo intentaría.
—¿Recuerdas que quería hablar contigo esa noche? —dijo distraídamente mientras seguía limpiando los pequeños cortes de su rostro.
Bakugou se apartó de golpe. La reacción asustó un poco a Deku, pero enseguida se recuperó.
—No quiero escuchar —aseguró Bakugou, había tanta fragilidad en su voz que el corazón de Midoriya se rompió. ¿Qué era lo que Kacchan pensaba que iba a decirle?
—Pero yo quiero que escuches —Se acercó un poco más.
—No, Deku, mierda, ya lo sé, no sigas.
Deku pestañeó un par de veces.
—¿De qué estás hablando Kacchan? ¿Cómo sabes sobre mis recuerdos?
—¿Qué? —La cara de Bakugou era de completa confusión—. ¿Tus recuerdos? ¿De qué mierda estás hablando?
—¿De qué estás hablando tú? —preguntó Midoriya de vuelta aún más confundido.
—Hablo de ti y el maldito bastardo.
Ahora Midoriya se había puesto de pie.
—¿Todoroki-kun? ¿Qué tiene que ver? No entiendo —mencionó perplejo.
El comentario pareció exasperarlo.
—¿Quieres que lo grite o qué puta mierda? ¡Hablo de tu maldita relación con ese bastardo! ¡No quiero escuchar una mierda sobre eso! —También se puso de pie. Midoriya lo miró confundido, pero luego solo dejó salir una pequeña risa nerviosa.
—¿Kacchan de dónde sacaste eso? Todoroki-kun y yo no tenemos ninguna relación, es mi amigo.
Eso solo lo hizo enojar más.
—¿Besas a tus amigos? ¡No sabía que eras esa clase de persona, nerd de mierda! —Bien, quizás si se estaba pasando un poco, pero ya estaba lo suficientemente molesto como para que todos los filtros de su cabeza se apagaran.
—¡Yo nunca he besado a Todoroki! ¡¿De dónde sacaste algo tan absurdo?! —Midoriya se cruzó de brazos.
—¡No me quieras ver la cara! ¡Los vi! ¿Sí? ¡Fui a tu estúpido evento esa noche! —Su mirada se clavó herida— ¡Apuesto a qué fue muy romántico! ¡El baile y la champaña y toda esa mierda!
Midoriya abrió los ojos sorprendido. ¿Kacchan había ido a buscarlo? ¿Kacchan había ido por él? ¿Por eso se había ido de esa manera? ¿Por qué lo había visto con Todoroki…
—El balcón… —murmuró. Ahora las cosas empezaban a tener sentido.
Bakugou sonrió dolorosamente.
—¿Ahora sí lo recuerdas? —mencionó el rubio con ironía—. Espero que sean muy felices juntos, adopten un perro y toda esa mierda… —Se dio la vuelta. Tenía los dientes muy apretados y estaba ejerciendo todo su maldito autocontrol para no romperse en ese mismo momento.
—¡Kacchan espera! —Midoriya lo tomó del brazo—. ¿Fuiste a buscarme? ¿Por qué?
—Esa mierda ya no importa —soltó de golpe.
—Kacchan, escúchame —rompió la distancia que los separaba.
—¡Qué no me interesa! —gritó con fuerza.
Midoriya lo miró fijamente.
—¡¿Entonces por qué estás tan enojado?! —alzó sus manos y clavó su mirada con la suya.
Bakugou le dio la espalda, todo su cuerpo temblaba a causa de la adrenalina y la frustración contenida. Tenía los puños aferrados a su costado. Quizás ya no valía la pena ocultarlo, quizás era obra del destino, él había rechazado a Izuku una vez, quizás era su turno de vivir lo mismo, de recibir su dosis de Karma.
Bakugou soltó todo el aire que tenía retenido en los pulmones y se dio la vuelta.
—¿Quieres la verdad? —preguntó como si cada palabra pesara en su boca.
—Sí, Kacchan, solo quiero que seas honesto —Deku parecía tranquilo, aun así su cuerpo estaba demasiado rígido. Bakugou podía sentir la tensión entre ambos.
—Bien, entonces te diré la verdad. Me arrepiento cada maldito día de mi vida por haberte dejado —Bakugou apretó sus manos y luego se sentó en la cama y trató de respirar. Tenía demasiados pensamientos en su cabeza y no sabía cómo expresarlos en el orden correcto—. Me costó una cantidad ridícula de tiempo aceptarlo —continuó—, aceptar que lo había jodido todo. Traté de convencerme de que era la última persona sobre la faz de la tierra que querrías volver a ver, pero el jodido vejestorio tocó a mi puerta y allí estabas… ¡Y maldita sea Deku! ¿Qué carajos se suponía que hiciera contigo?
»Me mirabas como si fuera el maldito centro de tu mundo, como si no fueras capaz de enfocar tu atención en nadie más. Y no entendía una mierda, no entendía por qué después de todo lo que te había hecho pasar seguías confiándome tu vida —suspiró pesadamente—. Creí que podría conformarme con eso; contigo a mi lado aunque fueras un simple mocoso, quise al menos hacerte feliz aunque fuera por ese corto tiempo, pero mientras pasaban las semanas más codicioso me volvía, y cuando volviste a la normalidad recordé lo mucho que te había extrañado, cuánto había deseado escucharte reír, supe que los recuerdos ya no me servirían de nada, te quería de vuelta, quería encontrar la manera de que permanecieras a mi lado.
Bakugou dejó salir una risa frustrada.
»Sé que fui un idiota —apartó la mirada— Sé que te perdí mucho antes de todo esto, te perdí el maldito día en que traté tus sentimientos como basura, y tenías razón, siempre has tenido la maldita razón en todo, estaba tan jodidamente asustado, ya te había entregado mi vida, y por un momento sentí que solo era cuestión de tiempo antes de que me dejaras sin nada. ¿Y si morías? ¿Y si decidías que ya no era lo suficientemente bueno para permanecer a tu lado? ¿Cómo carajos podría reponerme de eso? Entonces abrí mi boca y llené todo de mentiras, y tuve que cargar con el peso de mi estupidez a través de los años, con la carga de ser y morir siendo un idiota —llevó ambas manos hacia su rostro mientras se inclinaba.
»Soy un puto asco, porque aún sabiendo todo lo que te hice y aún sabiendo que amas a alguien más, aún así no quiero que lo hagas, y sé que ya no importa, pero necesito decírtelo aunque sea una vez. —hizo una pausa y sostuvo su mirada con la de Deku— . Te amo, Izuku, te amaba hace 10 años y te sigo amando ahora, y lamento cada mierda que te he hecho pasar… Yo… Sé que esta basura no compensa nada, pero creo que al menos te debía la verdad.
Bakugou bajó su cabeza. Midoriya se sentó a su costado.
—Kacchan —Deku sujetó su rostro con delicadeza— ¿Podrías escucharme? —acarició el pómulo del cenizo y conectó su mirada con la suya.
Bakugou tenso su mandíbula, pero asintió.
—No ocurrió nada entre Todoroki y yo esa noche, porque… porque yo ya estoy enamorado de alguien más —El corazón de Bakugou se saltó un latido en ese momento. Deku sonrió y sus ojos brillaban—. Estoy enamorado —siguió— del hombre más testarudo, valiente e increíble del mundo —se rio— es obstinado y puede verse muy rudo por fuera, pero en realidad puede ser alguien muy dulce y atento, es genial en la cocina y descubrí hace poco que se lleva muy mal con los gatos, o quizás mi gato, aún no reúno suficiente información sobre ese…
Bakugou no pudo soportarlo más, cada palabra se metía en su corazón con tanta fuerza que por un momento pensó que terminaría muriendo. Sujetó el rostro de Izuku haciendo que dejara de hablar, y esperó apenas unos segundos, una brecha, una oportunidad para que se alejara si lo deseaba, pero esto nunca ocurrió. Rompió la distancia, y tomó sus labios contra los suyos con ansias y una desesperación que le quemaba el pecho, como si quisiera encerrar cada una de esas palabras en la boca de Izuku y no permitir que salieran nunca de su corazón. Deku le había correspondido con la misma intensidad, eran una mezcla extraña de besos torpes con lágrimas de ambos.
Bakugou rompió el beso con lentitud. Midoriya tenía un leve sonrojo y la sonrisa más hermosa que hubiese visto jamás. El calor se expandía por todo su pecho y hacía hormiguear el resto de su cuerpo. Tomó el rostro de Deku con ambas manos y conectó sus ojos con el par esmeraldas.
—Izuku —Su corazón latía sin control y los enormes ojos de Deku viéndolo fijamente no ayudaban en nada a calmarlo. Respiró profundo y acercó su frente, sus respiraciones se mezclaban y podía sentir cómo sus dedos temblaban ligeramente. Cerró sus ojos— Te amo.
Bakugou mantuvo sus ojos cerrados y la habitación se sumió en el silencio, su corazón se contrajo y por un segundo pensó que su cuerpo estaba hecho de cristal.
Sintió los labios de Izuku rozar los suyos, su corazón dio un pequeño brinco.
—Yo también te amo —susurró Midoriya y unió sus labios nuevamente en un beso dulce. Bakugou jamás sintió algo como eso, la boca de Deku era cálida y lo recibió con ternura, era un beso suave y lento, de esos que intentan llegar más allá de las palabras.
Cuando se separaron Bakugou tomó a Deku entre sus brazos, hundió la cabeza en su cuello. No dijo nada, solo permaneció así por un par de minutos inhalando el aroma dulce que desprendía. Lo apretó con aún más fuerza, necesitaba esto, necesitaba la calidez de su piel envolviéndolo, necesitaba cada pequeño contacto para recordar que esto era real, que Deku lo quería, y que nunca se volverían a separar de nuevo.
—Lo lamento Izuku, lamento todo, fui un completo imbécil, si tan solo…
Deku sujetó una de sus manos y la llevó hacia su corazón. Su mirada era cálida y transmitía tanta paz que toda la angustia que había sentido hace un momento casi se había desvanecido por completo.
—No sigas —dijo suavemente— no importa nada de lo que haya pasado, solo, solo me importa esto, nosotros, aquí y ahora —Deku limpió con besos las mejillas de Kacchan, luego se encargó de esparcir besos suaves en cada golpe, en cada marca.
Bakugou lo tomó con fuerza contra su pecho. Deku siempre había sido para él, su debilidad, su piedra en el camino, su motivación para superarse, para estar a su altura, para protegerlo. Porque Deku era todo lo que él no podía, Deku era su complemento.
Sonrió divertido, el amor lo volvía un cursi de mierda, pero eso estaba bien, mientras Izuku fuera la razón no le importaba un carajo.
Pasó sus dedos lentamente por los risos sedosos del nerd y jugó con ellos mientras pensaba en todo lo que había ocurrido; en el hecho de que Deku estaba entre sus brazos y de todo lo que tendría que hacer de ahora en adelante.
—Prometo que te lo recompensaré todo —su voz salió firme y acunó el rostro de Izuku mientras este cerraba sus ojos disfrutando del contacto— Te prepararé esos estúpidos panqueques que tanto te gustan, y haré la vista gorda cuando compres ese cereal detestable —Midoriya se rio.
—Me encanta la idea —confesó Izuku y besó la comisura de los labios de Katsuki.
Bakugou besó su nariz en respuesta y siguió:
—Te prometo que siempre tendrás Katsudon cuando llegues después de un largo día de patear villanos. Iremos a cada lugar que quieras y tendremos tantas malditas citas que me rogarás por no salir más de este apartamento, yo… —Bakugou se detuvo por un momento. Su corazón completamente expuesto. Respiró y tomó todo el valor que había reunido en su cuerpo—. ¿Puedo aspirar a esto? ¿Puedo aspirar a una vida a tu lado, Izuku?
—Puedes —Deku sonrió con gentileza.
Bakugou lo alzó entre sus brazos, haciendo que Izuku lo regañara por el esfuerzo. Pelusita maulló y Bakugou entrecerró los ojos viendo al animal con una media sonrisa.
—También tendré que hacer un esfuerzo contigo bola de pelos —le dijo al mínino alzándalo a la altura de su rostro.
Pelusita le pegó un mordisco.
—¡Maldito gato de…
—Parece que aún tienen mucho que trabajar ustedes dos —Deku se rio.
Al día siguiente un confundido pelirrojo recibió la canasta de agradecimiento más grande de la historia, era exageradamente enorme con un precioso moño rojo satinado. Adentro había una tarjeta color crema con letras doradas en cursiva. Kirishima la tomó y no pudo evitar derramar un par de lágrimas de emoción mientras la leía.
De: Izuku y Kacchan.
¡Gracias por todo lo que
has hecho por nosotros!
Denki cruzó hacia la sala y lo vio sollozando con la tarjeta en la mano.
—¿Estás bien? —le preguntó Kaminari con una ceja alzada.
Eijiro le pasó la tarjeta mientras se limpiaba las lágrimas con el paño de la cocina.
—Creo que ahora sí me gradué como KiriMadrina —sorbió sus mocos y sonrió.
[FIN]
♡
¡Final feliz para mis melocotones!❤️ ¿Ahora sí van a creer en mí?🥺🥺🥺
Bueno, jamás había terminado un fic, esto es algo completamente nuevo para mí🤣, pero, pero, peroooooo, aún nos quedan un par de EXTRAS con mucha azúcar para ustedes🥰
Y este fin de semana planeo subir un nuevo fic titulado “Dulce tentación” que me emociona muchísimo, espero le den una oportunidad❤️
Agradecimientos especiales para:
Mi hermano Iván (que aunque no soporta está temática leé cada uno de los capítulos y me da siempre su crítica)❤️
Hidetoshi-chan que ha sido lo más hermoso y precioso que me ha regalado Wattpad (por cierto es una escritora increíble y les recomiendo con ojos cerrados cualquiera de sus magníficas obras💕)
Ixquic- Por tan bonito fanarts de Bakugou y Deku baby💕
Tessa386 y Karla481 una mención especial por todo su amor❤️
Y a mis lectores que son lo más increíble del mundo❤️
Gracias por llegar hasta aquí.
Un enorme abrazo.
Gaby.
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