22. Él & Yo.

•Madre. Esposa•

Eran sólo dos palabras escritas en una lápida lisa y gris, la miré por un largo rato, no tenía nada que decirle o qué pensar. Pero aún me seguía doliendo como esa noche, recordaba la sensación de vacío y como caía rápidamente en un pozo sin fondo, recordaba la sirena de la ambulancia cortando el silencio, los murmullos de los vecinos, los ojos angustiados de Cameron al mirarme. Recuerdo cada una de las sensaciones que cruzaron mi mente y mi cuerpo, era doloroso, realmente doloroso. 

Dejé las flores que llevaba en la mano, el césped parecía húmedo y el olor a tierra mojada me envolvía suavemente. Suspiré y caminé lejos de su recuerdo de nuevo.

Amé y odié a mi madre en partes iguales; la amaba porque a pesar de todo ella fue la única que parecía verme dentro de esa casa, pero la odiaba porque a pesar de eso, jamás me amó lo suficiente como para dejar a mi padre y tener un mejor futuro. No tenía más lágrimas para ella, ya no. 

Salí llevándome todo eso conmigo de nuevo. 

❁❁❁❁❁❁


Las pisadas inundaron por completo la estancia, dejé sobre la mesa de centro la taza de té que la empleada de servicio había traído para mí. Escuché su voz detrás de mí, sonaba ligera y relajada, pero de alguna forma también feliz y algo triste. 

—Hola, cariño. Hace tanto tiempo que no te veo, me alegra que estés aquí. —Me puse de pie y Mina se acercó a mí, sus brazos rodearon mi cuello, también la abracé.

—Hola, Mina — susurré, ella se alejó suavemente de mí y tomó mi rostro entre sus manos, miró firmemente mis ojos durante demasiado tiempo. Luego sencillamente besó mi mejilla y se alejó, la vi sentarse en el sofá frente a mí y una taza de café fue servida inmediatamente para ella.

—Te ves bien vestido así. —Y se llevó la taza de café a los labios.

Mire la camisa blanca y los pantalones oscuros que estaba usando, me encogí de hombros, ya que eran prendas que había tomado del armario de Cameron.

—Ha pasado mucho tiempo desde que nos vimos por última vez, cariño. 

—Lo sé, disculpa. 

—No tienes por qué disculparte, supongo que las cosas han mejorado, ¿verdad? 

—S-Sí. 

—¿Cameron y tú...? —No terminó la frase en vez de eso se limitó a desviar la mirada al gran ventanal a un lado nuestro, la observé en silencio hasta que sus ojos volvieron a mí. 

—¿Tú fuiste quien le dijo a Cameron dónde encontrarme esa noche?

La noche en que Adam y yo volvimos a encontrarnos y cuando me llevó a casa, Cameron estaba ahí, sin embargo, jamás le dije que había dejado la casa de mis padres después del accidente de mi madre, aun así él me encontró. 

—Él... Bueno, él venía aquí muy a menudo esperando que le dijera dónde estabas. No recuerdo exactamente cuántas veces lo hizo o cuántas veces llamó pidiendo que le dijera donde encontrarte, pero me rehusé a decirle cada vez que lo veía. Lo siento, pero fue porque soy una estúpida egoísta y quería que sufriera tanto cómo lo he hecho yo por tener que dejarte.

—Mina... 

—Cameron es una buena persona, y lamento haberlo hecho sufrir tanto, sé que no lo merecía. Al final le terminé diciendo dónde estabas y a pesar de que fui una idiota, él me agradeció y se marchó sin reclamar nada. Suena tonto, ¿no? En un principio quizás simplemente quería acostarme contigo y no sentirme sola, por eso te llevé a ese lugar para que extraños compraran tu cuerpo, sabía que ninguno de ellos podría darte lo que yo, al final siempre volvías a mí y eso estaba bien, eso me hacía sentir necesitada. Pensé que quizá así querrías estar solo conmigo.

—Entiendes que muchas cosas de las que hice contigo fueron solo por dinero, ¿verdad? Perdón Mina, te aprecio a pesar de todo lo que ha pasado, pero... 

—Lo sé, no vas a volver, lo entiendo. No tienes que decirme nada. 

—Creí que habíamos sido claro la noche en que me llevaste a su departamento, creí que entendías que ya no había marcha atrás. 

—Lo sabía, pero todavía guardaba la esperanza de que pudieras volver y estar a mi lado como siempre había querido.

—Los dos sabemos que... que tú y yo no funcionamos, Mina.

—No lo digas de esa manera. —Sonrió y un par de lágrimas corrieron por sus mejillas, ellas las limpió con su servilleta y miró de nuevo al jardín. 

—De cualquier manera, agradezco todo lo que has hecho por mí, gracias. Y gracias por decirle a Cameron donde estaba esa noche, fue de gran ayuda. 

—No tienes que agradecer nada, es lo menos que podía hacer por ti después de todo lo que hice para que tu vida fuera más complicada.. 

—No fue tu culpa, fui yo quien tomó sus propias decisiones. Además, eso fue lo que me llevó a Cameron, está bien.

—No puedo decir que me siento feliz porque él esté contigo, pero si deseo tu felicidad, cariño. ¿Qué es lo que harás ahora?

—Voy... Voy a dejar de vender mi cuerpo por dinero. Quiero ser alguien que pueda ver a Cameron a los ojos sin miedo y sin arrepentirse por lo que hace.

—Vaya. 

—No tengo estudios universitarios ni nada parecido. Realmente puedo hacer cualquier otro trabajo.

—¿Tú podrías trabajar para mí? — negué con la cabeza suavemente, ella me miró. 

—Esto es un adiós, Mina. No volveremos después de hoy a vernos, perdón.

—Pero... 

—Lo siento. 

Salí de casa de Mina apresuradamente, me sentí mejor ahora que había hablado con ella y me había despedido luego de tantos años de jugar el mismo absurdo y estúpido juego. 

Por primera vez en mucho tiempo pude respirar tranquilo, mucho mejor. Mina fue la persona que me ayudó a superar a Tanner, pero también quien contribuyó un poco a mi propia destrucción, ahora entendía lo sola que debía sentirse.

Suspiré y sentí los rayos del sol cayendo sobre mi rostro, sonreí porque luego de todo podía despedirme de Mina Sincler, de su dinero, de todo lo que ella representaba para mí y mi vida.

¿Dolió? Sí. No tanto como lo imaginé, pero al final termina haciéndolo. 

—Adiós... — susurró mi nombre y eso fue lo que dijo antes de besar por última vez mis labios, luego sin decir nada me dejo marcharme.

Miré la acera de enfrente. Él sonrió en mi dirección, yo sonreí porque él era todo lo que necesitaba ahora.

No fueron sus manos. Nunca fueron sus manos. Fue su hermoso rostro. Su linda sonrisa. La forma tranquila que tenía para hablar y lo bien que mi cuerpo encajaba entre sus brazos cuando me abrazaba. Eso fue lo que me hizo caer, eso fue lo que me llevó a su lado. 

Caminé hacia donde se encontraba, porque de todos los lugares, él era ahora mi hogar. Me abrazó contra su cuerpo cuando estuve frente a él, olía igual que siempre menta, cigarrillos y café.

 ❄❄❄❄❄

[CAMERON]

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Observé a K salir de casa de Mina, lo vi frotarse los labios con la manga de la camisa blanca que llevaba, y buscar con la mirada por el lugar, hasta que sus ojos me encontraron, sonreí  y una ligera sonrisa se extendió por su rostro, amaba la forma en cómo esa sonrisa me hacía caer a sus pies. Como sus ojos azules me hacían sentirme mejor, menos solo. Se acercó con pasos lentos, tiré el cigarro que tenía en mis manos y lo aplasté contra el suelo. K se detuvo frente a mí y su sonrisa se hizo un poco más grande, eso me alegró.

—Hola, Cameron — susurró, mis brazos lo rodearon instintivamente y lo atrajeron a mi cuerpo con fuerza, escuché su voz, pero no entendí lo que dijo. 

—Hola, cariño. ¿Estás bien? — pregunté, se quedó en silencio por un par de segundos, mientras sus manos me rodeaban con más fuerza, escuché su respiración un poco agitada y su cuerpo temblar débilmente. 

—No... no volveré a verla de nuevo — eso fue todo lo que dijo.

Se apartó de mis brazos y en cambio se inclinó y besó suavemente mis labios, me reí y él alzó una de sus elegantes cejas en mi dirección. Acaricié su mejilla con el dorso de mi mano, él cerró los ojos un segundo disfrutando de ese pequeño toque, sabía lo mucho que le gustaba que hiciera aquello y me hacía feliz saber el hombre tan fuerte que ahora era. 

—¿Mina está bien con eso? —Él asintió un poco triste. 

—Ven aquí — susurré.

Sus brazos volvieron a rodearme con fuerza y hundió su rostro en mi pecho, nos quedamos así durante algunos minutos antes de que volviera a separarse y me tomara de la mano para que lo siguiera. Caminé detrás de él dejando que me arrastrara a donde quisiera, así de perdido estaba por él.

Sabía que sería duro para él comenzar una vida nueva, dejar todo lo que conocía y a quienes conocía atrás, pero no podía decirle que lo que hacía era malo o bueno, simplemente podía estar ahí, a su lado, viendo como deseaba ser mejor y se esforzaba. Amaba eso de él.

❁❁❁❁❁❁❁❁❁

Sus manos me empujaron contra la puerta, y sus labios besaron mi cuello con suavidad, lo miré. 

—Ven. —Fue lo que salió de sus labios cuando se alejó de mí.

Tomó mi mano y caminamos por el pasillo oscuro hacia la habitación que compartíamos, el eco de nuestra pisadas inundó aquel departamento llenándolo de una sensación un poco más caótica, ¿como era posible?

Abrió la puerta de la habitación, escuché como ésta se estrellaba bruscamente contra la pared, me reí y la mano de K  se presionó con fuerza sobre la mía para llamar mi atención y me arrastró contra su cuerpo. Sus labios sabían a té y algo un poco más dulce que no pude reconocer, su lengua era gentil y cálida.

Deslizó sus manos por mi cabello haciendo que estuviera aún más cerca suyo, pude ser capaz de sentir la desesperación que inundaba su cuerpo y contar los latidos de su corazón contra mi propio pecho. Solté su mano y la mía y tomé con fuerza sus caderas, la suave tela de sus pantalones se sintió tibia en mis palmas, él soltó un leve gemido, eso me hizo temblar y mordí brevemente sus labios para luego soltarlos. 

—Cameron... —Su voz fue apenas un ligero susurró, le di un suave beso en la mejilla y sus manos comenzaron a quitar los botones de mi camisa azul, un poco más torpes de lo que recordaba que eran, guardé silencio mientras él se ocupaba de esa tarea. 

Mis manos trazaron el suave contorno de sus caderas, él levantó la mirada, todavía no entendía como ese par de ojos azules hacían que cayera a sus pies cada vez que los veía, podría darle todo de mí solo porque de ahora en adelante me mirara de la forma en que lo hacía ahora. Tragué con dificultad cuando uno de sus dedos trazó una línea que iba desde mi barbilla a la clavícula, bajando por mi pecho hacia el abdomen, para llegar finalmente a la pretina de mis pantalones donde se detuvo algo nervioso.

Un gemido aún más tembloroso escapó de mi garganta, mi camisa cayó al suelo instantes después y sus cálidas palmas se deslizaron contra mi cuerpo, mis músculos se tensaron con anticipaciónCerró la puerta de la habitación y ahora su mirada algo tímida recorrió mi cuerpo, sonrió ligeramente, tomé sus muñecas con mis manos y lo azoté contra la madera de la puerta, me observó sorprendido y luego su hermosa risa llenó la habitación, amaba a ese hombre.

Volví a besarlo. 

Me aferré a su mano con fuerza, podía escuchar sus suaves gemidos algo temblorosos contra mi piel y sus labios buscando los míos demasiado hambrientos y ansiosos. Podía escucharlo llamando mi nombre en aquella oscuridad delicada, casi frágil mientras sus caderas se movían un poco más lento y su respiración era cada vez más entrecortada.

K, él era tan hermoso. 

T-Te amo, K —  aquellas palabras inundaron la habitación, sonreí, sin embargo él no dijo nada, pude ver como las lágrimas caían por sus mejillas sonrojadas, fui yo quien las limpió.

Me regaló una sonrisa que tembló por algunos segundos antes de convertirse en una línea fría de nuevo. Enterré mi rostro entre su cuello y un par de lágrimas quisieron caer de mis propios ojos, me las tragué con esfuerzo y guardamos silencio por lo que parecieron años.

Dolió. 

—También te amo, Cam. 

Y eso fue todo, las piezas rotas que por siempre cargué conmigo, la tristeza con la que había convivido durante años y lo sólo que llegué a sentirme desde que perdí a Hye, desaparecieron con esas cuatro palabras. 

Él podría hacer conmigo lo que quisiera, ya no importaba lo que pasara o si los dos éramos hombres. 

Algunas veces me sentí roto. 

Algunas veces estuve solo. 

Algunas veces me sentí como basura, pero no ahora. 

Él estaba ahí, eso era todo lo que importaba.

Solo éramos él y yo.

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