Carmen tropezó por los pasillos llenos de gente, buscando ansiosamente la habitación. 101, 102, ella contó en su cabeza. Tiene que estar aquí en alguna parte! Ella miró su reloj. 8:53, se lee. ¡Llegaré tarde! ¡Es mi primera conferencia y llegaré tarde! RUIDO SORDO. "Oww", gimió Carmen. Algo la había golpeado en el estómago y realmente le dolía. "Oh dios. ¡Lo siento mucho!" Carmen abrió los ojos de golpe. De repente ella estaba mirando a los ojos de alguien. "¿Estás bien?" Ahí estaba de nuevo, esa voz encantadora y extraña. "H-huh?" ella tartamudeó. "¡Te golpeé! No quise hacerlo, ya sabes. Solo pasillos llenos y-" "Detente, detente, detente". Carmen no podía dejar de mirarlo. Este chico. Era absolutamente, positivamente hermoso. "¿Quién eres tú?" Se quitó el cabello hasta los hombros de la cara. "Um, Graham". "¿Um, Graham?" Carmen se rio. "¿De qué te ríes, Red?" Él sonrió de lado. "Es Carmen, en realidad". "Bueno", dijo devolviéndole el teléfono. "¿Crees que podría compensar esto con un café, Carmen?" Él le sonrió. "Hmm", fingió pensar algo al respecto por un tiempo. "Supongo", rodó los ojos y se encogió de hombros, haciéndolo reír. "Pero solo si me dices dónde está el 114". "¿114? Justo al final del corredor". Se levantó y le ofreció una mano a Carmen. Ella lo tomó. "Gracias. Hasta pronto, supongo. Tu número parece haber sido transportado a mis contactos". "Qué extraño", se rió entre dientes. "Nos vemos, Red" "Adiós, Gray". Se dio la vuelta y salió corriendo por el pasillo.