Cαρ 13: Ardiente
Pov. Narradora
Habían pasado varios días desde la llegada de Sephiroth a la mansión. Todo estaba calmado, hasta hoy. Cierto pelirrojo estaba entrenando con su espada. Tuvo un combate contra Link y acabó en empate. A pesar de eso, entrenaba constantemente.
- ¡Mierda!- maldijo. Blandió su espada emitiendo ondas ígneas, una de ellas casi impacta con alguien.
-¡¿Pero qué coño pasa contigo?! ¡¿Quieres carbonizarme o qué?!- era Dark Pit. Ya saben cómo se pone por estas cosas.
- Lo siento, no era mi intención.- Dark Pit se extrañó un poco. No pasaba mucho tiempo con Roy, pero sabía que él no se deprimía tan rápido.
- ¿Qué te pasa rojito? No será...- el futuro marqués se puso como su pelo. - Ya veo...estás coladito por Ike, pero temes que no sea gay, ¿verdad?
- ¿Tan obvio soy?
- Bastante, chaval. Mira tío puedes hacer dos cosas, confesarte y arriesgarte a un rechazo o guardarte esos sentimientos y sufrir el dolor de no haber sido capaz de hacerlo.
- ¿Por qué me ayudas?
- Hace tan sólo unas semanas yo estaba en tu misma situación. Y créeme. No se lo deseo a nadie.
Roy bajó la mirada. No esperaba que alguien tan frío como Dark Pit le ayudara.
- Te noto muy estresado. Vete a darte un baño en las termas.
- De acuerdo.
Y se marchó. Cuando el pelirrojo estuvo lo suficientemente lejos, el ángel oscuro sonrió para sí mismo. - Soy un genio.-
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En cuanto Roy llegó a las termas, se despojó de sus ropas y con una toalla en su cintura se metió en las termas. Se quitó la toalla y se hundió en las cálidas aguas.
- Dark Pit tenía razón. Esto es muy relajante.
En unos minutos se durmió. Todo estuvo en silencio cuando le pareció escuchar que alguien más se metió a la piscina. El ligero ruido del agua despertó al pelirrojo, quién se empezó a mover algo inquieto.
- ¿Hay alguien ahí?
Miró por todos lados pero no vio a nadie por la zona. De repente sintió un agarre alrededor de su torso que lo hundió hacia abajo. Pudo sacar la cabeza un momento para respirar, pero lo volvieron a hundir. Esta vez pudo zafarse y salió a respirar, cuando escuchó una risa y se giró.
- ¡Ike idiota! ¡Casi me ahogo!
- Ay, perdona pero es que no pude resistirlo.
- ¿El qué? ¿Intentar ahogarme mientras intentaba relajarme un rato?
- No, no es eso.
- ¿Entonces?
Cuando acabó su pregunta, el mercenario puso una expresión seria en su rostro, mientras se acercaba a Roy lentamente. El pelirrojo solo podía retroceder.
- ¿Crees que no me he dado cuenta de lo que haces?
- N-no sé de qué hablas...
En el momento en que Roy terminó de balbucear, notó que estaba contra el borde de la piscina. Lo único que pudo hacer fue cerrar los ojos con fuerza mientras era acorralado por el mercenario.
— Me ignoras casi todo el rato. Cuando te hablo me cambias de tema. Dime qué te pasa.
— N-nada...
— Sé que me estás mintiendo.
— Ike vas a a-aplastarme...
Hubo un momento en el que el mercenario estaba tan cerca del pelirrojo, que tuvo que cubrirse la cara con las manos. Estaba como un tomate y el corazón le iba muy rápido, tanto que parecía a punto de reventar.
En ese momento, Ike se quitó la bandana y se apartó un poco del pelirrojo.
— Quítate las manos de la cara Roy.
El otro se negó. El peliazul no tuvo más remedio que apartarle las manos del rostro mientras que Roy solo temblaba. Entonces el mercenario le vendó los ojos, lo que puso al pelirrojo más nervioso.
— ¿Ike? ¿Q-qué pasa? ¿Por qué veo negro?
— Tranquilo Roy, no voy a hacerte nada. Y tienes los ojos vendados, no te has quedado ciego.
Aún con lo que decía, el menor parecía un flan. Ike notó esto y no le gustó. Después de soltar un largo suspiro, el mercenario agarró suavemente las manos del pelirrojo en sus hombros. Roy, al notar esto, no sólo se relajó, sino que se puso como un tomate. Ike puso sus manos alrededor de la cintura del contrario, atrayéndolo hacia él. El peliazul empezó a inclinarse hacia el contrario mientras que Roy intentaba calmar su respiración.
Al pelirrojo casi se le para el corazón cuando sintió los labios del mercenario sobre los suyos. Él creía ser hetero, se sentía feliz con Lilina, su amiga de la infancia, se criaron juntos estudiaron juntos... Pero con Ike... Era algo completamente distinto.
Sentía que le podía contar cualquier cosa y también, aunque no quería admitirlo, se sentía débil cerca de él. En un descuido, Roy soltó un jadeo, momento que Ike aprovechó para meter su lengua en la boca del contrario.
Roy ya estaba como una cereza y el corazón estaba a punto de reventarle. Cuando el peliazul notó el pulso acelerado del contrario, se separó dejando un hilo de saliva entre ambos. Pero no le retiró la bandana.
— ¿Roy? ¿Estás bien?— preguntó. Roy solo apoyó la cabeza contra su pecho mientras recuperaba el aliento. Después de recuperarse, se quitó la cinta. Parecía molesto y todavía estaba ruborizado.
— Avisa cuando hagas eso...— Ike puso una sonrisa traviesa. — Oh, ¿así que habrá más veces?— el pelirrojo bajó la cabeza. — Cállate.—
Roy salió de las termas y empezó a ponerse la ropa. Ike también empezó a ponérsela sin quitarle los ojos de encima al pelirrojo. Éste último lo notó y le dirigió la mirada.
— ¿Qué pasa?— preguntó. El mercenario notó su nerviosismo. — Tienes una piel tan suave que me dan ganas de comerte~.
Roy se puso más nervioso y se terminó de vestirse y salió corriendo de las termas. Estaba realmente avergonzado. Ike soltó una risita. — Que lindo.
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Cloud estaba tomándose un café. Joker le estaba acompañando. El rubio le contó porque odiaba tanto a Sephiroth.
— Y eso es todo.— su amigo se quedó impactado por tan duras declaraciones. Ahora comprendía su actitud. — Si que ha sido duro.
— Pensé que no lo vería nunca más. Y ahora está en el torneo. Simplemente no soporto verlo.
— ¿Y si estuviera distraído?— el ex-soldado lo miró confundido. — ¿Qué quieres decir?
— Bueno, mira a Dark Pit. Desde que sale con Pit, ya socializa y se mantiene tranquilo.
Se dio cuenta en ese momento. ¿Y si Sephiroth tuviera a alguien a quien atender? No le molestaría y él podría estar tranquilo.
— ¡Akira eres un genio!— y salió corriendo a preparar un plan. El pelinegro se dio cuenta de lo que quiso decir. — Dios santo, ¿qué es lo que he hecho?—
Entonces empezó a escuchar ruidos en la puerta. — ¿¡Por qué no abre esta mierda!?
Akira supo que era Roy por la voz. No sabía lo que le pasaba pero se notaba nervioso.
— Roy, la puerta se abre hacia dentro.— el pelirrojo abrió con torpeza la puerta. Tenía la respiración agitada. — ¡Necesito un té ahora mismo!—
— ¿Estás bien?— el otro no respondió y se sentó en el sofá al lado de su amigo. — ¡E-estoy bien! S-solo necesito calmarme.
— Roy tienes la bandana del revés.— el mencionado se dió cuenta y se puso como un tomate.
— Roy, respira y cálmate. Ahora dime qué te pasa.— le dijo mientras se echaba azúcar en el café. — ¿Prometes no decírselo a nadie?— dijo nervioso. El otro asintió mientras daba un sorbo al café.
Se quedó un momento callado, pero teniendo valentía se lo contó. — Ike me ha besado.—
Akira escupió el café. — No debería haberle echado azúcar. Perdona Roy, dilo.
— Ike me ha besado.— el pelinegro se quedó sin habla. — Ya veo. ¿Cómo te sientes?
— Estoy...un poco confuso...
— ¿Pero cómo ha pasado? Te fuiste a entrenar después del combate y vuelves nervioso diciendo que Ike te ha besado.
El pelirrojo respira hondo y empezó a contarle todo desde el principio.
— Entiendo... Aunque no sé porque entraste estando él dentro.— Roy se sorprendió ante eso. —¿ Qué?
— Ike nos dijo a Dark Pit y a mí que se iba un rato a las termas.
Roy entonces encajó todas las piezas. El de alas negras no fue a verle por casualidad. Fue su culpa que Ike lo viera medio desnudo.
— Maldito cuervo.— maldijo. Aunque debía admitir que su plan fue un éxito.
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