Cαρ 07: Oρεrαcιón Αlα Gris (parte 3)


Pov. Dark Pit
Por fin ha llegado el momento. Hoy le diré a Pit cómo me siento cuando estoy con él. Espero que él sienta lo mismo. Haré todo lo posible para que tenga una noche inolvidable conmigo.

-Uff... espero haber acertado con la ropa.

Me había puesto una camisa azul oscuro, unos jeans y una chaqueta de cuero negra.

-No me convence mucho. Creo que voy a hacer el ridículo.

De repente llaman a la puerta. Me puse muy nervioso.

-¿Quién es?

-Soy Zelda, ¿puedo pasar?

-Sí claro... Adelante.

Y entró. Estaba muy rojo, seguro que se reirá de mi.

-Vaya, estás muy arreglado Dark.

-Tengo una cita con Pit y no quiero cagarla. Aunque con la chaqueta que llevo estoy a punto de hacerlo.

-Te estás agobiando demasiado. Es normal que estés nervioso. En nuestra primera cita Link se cambió 3 veces de camisa y se pasó con el Axe.

-¿Te importaría... darme consejo?

-Para nada. Quítate esa chaqueta.

Y me la quité. Zelda se dirigió a mi armario buscando entre mis chaquetas. Sacó una gris con plumaje en las mangas y en la capucha.

-Prueba con esta. Es sencilla y tiene un color elegante, además creo que esta noche hará frío.

-Gracias.

-De nada, y por cierto, voy a darte una cosita.

Zelda se fue y volvió en un rato. Llevaba una bolsita de papel muy bien decorada.

-¿Qué es esto?

-Un regalito que le darás a Pit en el momento justo.

Cogí la bolsita y miré dentro. Era un colgante con una piedra de color rubí. A saber cuánto habrá costado.

-Gracias Zelda.

-De nada. Y ahora vete, Pit te está esperando.

Asentí y salí corriendo de mi habitación, no sin antes coger un gorro de color morado.

Pov. Narradora
El ángel oscuro bajó a toda velocidad hasta la puerta de la mansión. Allí estaba Pit, impaciente por su cita. Él llevaba un suéter amarillo, jeans y unas bambas "Converse" de color rojo.

-Hey Pit.

-¡Pittoo!

El angelito blanco abrazó felizmente a su contraparte. El otro se sonrojó furiosamente.

-Como sea, suéltame ya. Cuando antes lleguemos más tiempo estaremos en el festival.

-¡Vale!

-Hey chicos.

-Oh, hola Cloud, ¿cómo tienes la pierna?

-Mejor, gracias. Pero el doctor me dicho que me va a quedar una cicatriz. De por vida.

-Vaya, lo siento mucho.

-Tranquilo, no es tu culpa. Pasadlo bien.

-Gracias Cloud. Mejórate.

Dark Pit llamó a Pit y los dos se fueron a disfrutar la cita. Zelda bajó al salón y vio por la ventana a Pit agarrar el brazo de Dark Pit.

-Los dos se ven muy tiernos juntos.

-Estoy de acuerdo.

-Bueno chicos, hora de poner en marcha la siguiente fase.

>> Mientras tanto <<

Los ángeles ya habían llegado al muelle el cual estaba bien preparado para el festival. Habían colocado varias atracciones y algunos puestos de tómbola que tenían grandes peluches de premio. Había también un fotomatón y algunos puestos de algodón dulce.

Al ángel de luz le brillaron los ojos.

-¡Wow! ¡Esto es increíble! ¡No puedo esperar ver los fuegos artificiales!

-Todavía queda un buen rato hasta los fuegos. Puedes probar alguna tómbola.

-¡De acuerdo!

Pit probó la tómbola de los dardos. Si pinchaba tres globos ganaba un premio. Lamentablemente solo acertó un tiro. Pero no se rindió y decidió probar otra vez.

Se detuvo cuando sintió la mano de Dark en la suya. Le susurró con una voz ronca. Sintió como su rostro se calentaba.

–¿Por qué no dejas que lo haga por ti?

–D-de acuerdo.

El ángel oscuro se apartó con los dardos en la mano. Apuntó y lanzó dos a la vez. Acertó. Sólo le quedaba un tiro...

Y acertó. El dueño agitó la campana en señal de que había ganado. Ahora debía escoger un premio.

–¿Cuál quieres Pit?

–Ese.

Señaló un muñeco de felpa en forma de euridulce. El chico más oscuro se lo dijo al vendedor y éste se lo entregó. Se lo dio a Pit.

–Gracias Pittoo, me encanta.

–Me alegra que te guste.

Pit estaba muy contento con su muñeco en forma de souffle. Siguieron paseando, mientras Pit se maravillaba con los puestos.

Dark Pit sonrió disimuladamente. Estaba siendo una gran noche y la estaba compartiendo con Pit. Miró la hora en una pantalla. Las 21:30.

Todavía faltaba un buen rato para los fuegos, así que decidieron ir a cenar.

>> Mientras tanto <<

Robin, Roy y Lucina se ocultaban lo mejor que podían para no ser descubiertos. Hicieron un cambio de planes, pues con la gente que había, podrían desbaratar la cena.

–¿Qué hacemos ahora Robin?

–No haremos nada.

–¿Por qué?

–¿No lo estáis viendo? Todo va muy bien ahora mismo. Dejemos que esto fluya.

–Entonces quieres decir...

–Pues si Lucina. La operación Ala Gris ha sido un éxito.

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