3 Realidad

Llegamos a la casa de mis tíos y allí dejé todo en el que sería mi nuevo cuarto. Después bajé al salón y allí la tía Nojiko me abrazó.

-Kai, lo siento mucho.-me estrecha entre sus brazos.

-Nojiko Kaito no...

-A ella y a tí si os dejo tío Mihawk.

Al día siguiente enterramos a mis padres y a mi hermano. El problema que teníamos era que no sabíamos el nombre que le iban a poner a mi hermano o si era niño o niña.

-¿Qué quieres hacer?-me pregunta la tía Nojiko.

-No lo sé.-estaba muy agobiado, no sé porque, y no podía pensar con claridad.

-No te agobies, ¿me oyes? No pasa nada. No prepararemos ninguna placa.

-¡No! Él o ella se lo merece. Pondremos Little Roronoa.

-Está bien.

-Kaito...-no puede ser. Esa era la voz de...

-¿Mei? ¿Qué haces aquí? Os dije que os marcharais.-no sé porque, pero al verla sentí que la ira crecía en mi interior.

-No podía permitir que esto terminase así.

-Déjalo Mei, he tomado una decisión. No volveré.

-Pero Kai...

-¡Vete Mei! ¡Y nunca más me vuelvas a llamar así! ¡Entiéndelo, tu padre me ha traicionado! ¡No puedo volver a confiar en uno de ellos!

-Kaito escucha...

-Y mucho menos en la hija del asesino de mi familia.

De la bofetada que me propinó Mei acabé tendido en el suelo. Me sobé la mejilla sorprendido por su reacción. ¿Qué quería que le dijese? ¿Qué puedo confiar en la descendiente del que me traicionó?

-Eres un idiota. ¡No vuelvas a pisar el Sunny nunca más!

-¡Mejor para mí! ¡No pensaba hacerlo! ¡Os odio a todos!

Esa fue la última conversación que mantuve con Mei. Después del entierro me quedé un rato más en las tumbas de mis padres. Dejé un par de flores en cada tumba y después fui a la de la abuela.

-Kaito, es hora.-me avisa el tío Mihawk.

-Sí. Vamos a Mariejois.

La mañana siguiente, después de despedirme de mis padres, partimos hacia Mariejois. Al ser un Shichibuckai, tuvimos toda clase de accesos restringidos para otros y en pocas horas conseguimos arribar Mariejois, la tierra santa.

-Decidle a Akainu, que los dos Shichibuckais que faltaban han llegado.

-Hai Mihawk-san.

-Impones mucho tío Mihawk.

-Lo único que ocurre es que los marines son unos cobardes.

-Bienvenido Kaito.-me saluda Smoker, vicealmirante de la marina.

-Smoker-san.-podría ser un marine, pero Smoker me agradaba.

-Seguidme. Os llevaré con los otros. Ya están reunidos. Espero que se te ocurra una buena excusa Ojos de Halcón.

-Solo basta con ver a Kaito para que sepa que yo lo traía.

-Hemos llegado.-llama a la puerta y después la abre dejando a ver a el los otros cinco piratas que junto con nosotros dos formaban los Ouka Shichibuckai.

Presidiendo la mesa estaba el almirante de la flota Akainu Sakazuki, también conocido como el Perro Rojo. Fue ascendido tras la guerra de Marineford.

-Vaya, veo que por fin os dignais en aparecer. Tomad asiento. Habéis tenido suerte de que no hayamos entrado en detalles.-me mira.-Tú. Preséntate.

-¿En serio es necesario?-pregunta un hombre de unos cuarenta años, pelinegro, con una gran cicatriz en la cara que la dividía en dos.-Está más que claro quién es.

-Sí Cocodrile. Ahora sigamos.

-Mi nombre es Roronoa Kaito. A partir de hoy seré un nuevo integrante de los Ouka Shichibuckais. Un placer.

-¿De qué conoces a Ojos de Halcón?-me pregunta Buggy el payaso.

-Es mi sobrino payaso.

-¡¿Sobrino?!-exclaman todos.

-Sí, Mihawk es mi tío.

-Jamás te habría imaginado siendo tío Mihawk.-dice Boa Hancock, la emperatriz pirata.-En cualquier caso, bienvenido Kaito.

-Muchas gracias Hancock-san.

-Llámame solo Hancock.

-¡No nos desviemos! Siéntate Roronoa.-genial, no estaba de buen humor.-Como decía, tenemos que hallar alguna forma de encontrar la base del ejército Revolucionario. Teach lo hizo pero se llevó ese secreto a la tumba, por lo que estamos como al principio. Los únicos que conocen su paradero son los propios miembros y los mugiwara.-me mira.-Así que Roronoa, dinos dónde está la base.

-No lo sé. Yo nunca he ido y mis padres jamás me han llevado. Supongo que por seguridad.

Mentira. Había estado llendo desde que tengo memoria para acordarme. Pero nunca lo diría. Ellos no tienen la culpa de nada.

-Roronoa, no hagas esto más complicado y dínoslo a las buenas. Si lo haces no te pasará nada.

-Ya te lo he dicho. No sé nada.

-La reunión se suspende. Te vienes conmigo.-me arrastra hasta llevarme a lo que parecía una sala de torturas.

-¿Dónde estamos?-le pregunto intentando zafarme de las ataduras.

-Si no lo dices a las buenas, lo dirás a las malas.

Y así comenzaron mis días de tortura. Día sí y día también me torturaba de las formas más retorcidas que se le podían ocurrir.

-¿Por qué no hablas?

-Ya te lo he dicho mil veces. ¡NO SÉ NADA!

-¿Y esperas a que me lo crea?-me pega otro puñetazo.-Sabes. Eres igual de cabezota que tu padre.

-¿Qué sabrás tú de él?

-Muchas cosas.-se acerca a mi la cara.-Como que yo fui el que herí, tanto a tu padre como a tu madre, gravemente.

-¡¡ERES UN MALDITO DESGRACIADO!!-estallé.

-Ahora dime todo lo que sabes sobre el ejercito Revolucionario.-vuelve a alzar los puños.

-¡Detente Sakazuki!-oímos detrás nuestro en cuanto él iba a golpearme de nuevo.

Dos tipos se abalanzaron sobre él y los esposaron. Me costaba averiguar quienes eran, pero al final lo conseguí. Monkey.d.Garp y Sengoku, dos héroes de la marina.

Me liberaron las muñecas y los tobillos de las ataduras. Al no poder mantenerme erguido en la silla, me fui hacia delante.

-Resiste Kaito.-me atrapa a tiempo.

-¿C-Coby?-pronuncio como puedo.

-Tranquilo, te vas a recuperar y él está acabado para siempre.

-Coby, fue él, él los mató.

Lo siguiente que recuerdo es despertar en la enfermería al lado de la tía Nojiko y de Coby.

-¿Pero qué?-intento incorporarme, pero el dolor no me deja.

-Quieto Kai, sino se te abrirán las heridas.

-Tía Nojiko. Tenía enfrente al marine que hirió a mis padres y solo pude gritarle, no era capaz de hacer otra cosa. No era capaz de pelear. ¿Por qué?-le pregunto entre sollozos.

-Kaito, no es culpa tuya. Estabas malherido y muy débil. En tus condiciones no podrías haber ganado.

-Deja de atormentarte.-me dice Coby.

-¿Kai? Kaito. ¿Qué ha pasado?-entra el tío Mihawk alarmado al verme en esas condiciones.

-A-akainu...me estuvo torturando por semanas para que dijese el paradero de los revolucionarios. Yo no he dicho nada. Lo que he averiguado es que fue él. Tío Mihawk. ¡Fue él!

-Pagará por todo esto. Creeme. No se va a salir con la suya.

-No puede ser...-entra Hancock seguida por el resto de Shichibuckais.-¿Qué te ha pasado?

-Akainu.-respondí.

-Maldito...

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