Too scared to command me
—Cuando Roger me encontró... yo... —Yuya se mordió los labios con indecisión—sentí a Zarc.
La reacción de los otros tres fue bastante plana. Todos parpadearon repetidas veces a Yuya y se miraron algo confusos entre sí. El de ojos rojos estaba jugando con sus dedos evitando la mirada de los demás. Ciertamente no era un buen momento para decir algo como eso, no cuando estaban siendo procesados para ser encerrados, no como humanos o jóvenes, sino como bestias. Decir que Zarc estaba aún presente, en alguna parte de sus mentes, era una declaración peligrosa. Sin embargo, Yuya no había dicho nada durante varios meses porque no había encontrado el modo de decirles algo que le aterraba tanto. Seguía sin ser un buen momento, pero esa memoria lo había estado atormentando.
—¿Cómo? —Yugo fue el primero en decir algo, era difícil que se callase—Pero ¿qué sentías?
—Quería destruir cosas —ocultó sus labios un momento—, al inicio fue una sensación que podía ignorar, pero empecé a golpear un árbol. Lo golpeé mucho —se miró los nudillos con una mirada conflictuada—. Me saqué sangre.
—Te encontré con los ojos amarillos ese día... —comentó Yuri por lo bajo. Yuya asintió con cierta vergüenza.
—Creo que eran sus ojos. No podía controlarme, también sentía la mente nublada, tenía pensamientos confusos, no veía conexión entre ellos, era como una pesadilla —tomó algo de aire, levantó la mirada y fijó sus ojos en Yuto—. Creo que quería decirme algo, pero no sabía como hacerlo.
—¿Podría ser algo de su pasado? —preguntó Yugo. El de ojos grises negó con la cabeza.
—Sea lo que sea, no importa —dice con su voz algo grave, se cruza de brazos—, te poseyó —Yuya retiró la mirada—, puede que haya sigo solo haber golpeado a un árbol, ¿pero que más puede hacer? Imagínense que pasara en una de estas secciones en las que Leo nos acusa. No creo que Zarc tenga pelos en la lengua para golpear a ese maldito.
Yuri asentía con lo que decía Yuto, después agregó:
—¿Qué lo detiene de poseernos a nosotros también? —preguntó con ojos analíticos. Yugo abrió un poco los ojos.
—¿Y si se cruza con las otras cartas de dragones? —tragó saliva, la garganta seguía seca. Todos se quedaron en silencio un largo rato—N-No tenemos que preocuparnos si no ha vuelto a hacerlo, ¿no? —todos se volvieron a Yugo—Digo, no ha vuelto a pasar nada todavía, considerando lo que pasó con... ese hijo de... —completó la frase con un movimiento de labios.
—Zarc —alzó un poco la voz Yuya—ha estado apareciendo en algunos de mis sueños. Antes pensaba que era solo mi mente jugándome una mala jugada, pero cada vez siento que está más presente en mí, como si fuera a salir —el de ojos rojos se agarró el corazón y miró a los ojos de cada uno—. ¿Ustedes no lo sienten?
Todos negaron rotundamente. No habían sentido a Zarc, al menos, no individualmente.
—Esto complica las cosas —dice Yuri mordiéndose los labios.
—Son solo sueños —reprochó Yugo—y puede que lo sientas cerca porque tienes miedo —se atrevió a decir a Yuya—. Todos tenemos miedo de Zarc, no sabemos de lo que es capaz, pero no ha hecho más que golpear un árbol —siguió intentándose convencer de sus propias palabras—. No importa eso, no hará nada más.
—Y si lo hace —empezó Yuto, quién se acercó a Yuya a tocarle la mano y a apretarla con cierta fuerza—, estaremos aquí para apoyarte, no tienes nada que temer.
—Gracias —dijo Yuya con una ligera sonrisa en los labios.
Todos, tras esa noche, se acostaron rodeando a Yuya en una barrera protectora. Cada vez que este abría los ojos, los otros estaban con él. Veía sus rostros al despertar y eso hacía que las pesadillas que tenía fueran más llevaderas y no pensara en ellas casi.
Casi.
Mientras tanto, en otra parte de la prisión, el guardia de seguridad que había puesto micrófonos en la celda de los acusados contaba el dinero que le habían pagado. Billete a billete.
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—¿Eso sería todo? —dijo la chica de la caja. Sora asintió suavemente mientras le pasaba cierta cantidad de dinero. Mientras ella buscaba el cambio que le debía y esperando a que el recibo se imprimiera, el de cabellos celestes pensaba. Esperaba que un almuerzo fuera suficiente. Quizá dos. Después de todo, iba a pedir una locura—Aquí está el cambio —dijo la chica al pasarle el dinero. En ella nació una sonrisa amplia—, gracias por comprar en nuestra tienda. Hasta luego.
—Adiós —dijo Sora guardado el dinero en una billetera y tomando la bandeja.
Se dirigió hacia la mesa en la que estaba un chico de cabellos naranjas que miraba con distracción hacia la ventana. Habían hablado poco antes de encontrarse ese lugar. El de ojos verdes había llegado a City como un torbellino, contacto a Crow y le rogó por encontrarse esa misma tarde a la hora del almuerzo. Él, sin saber que decir exactamente, terminó por aceptar esta reunión sin antecedentes. Cuando escuchó los zapatos de Sora, este pareció suspirar.
—No es necesario —dijo Crow. Lo que no iba a aceptar del todo que lo habían invitado a comer.
—Es lo menos que puedo hacer —dijo el chico de cabellos azules. Antes de sentarse, le pone la bandeja a Crow enfrente. El estómago del mayor ruge, pero se cruza de brazos—. Te he llamado muy a las carreras.
—No es problema —dijo mirando muy de reojo la comida—. Pero, pensé que la invitación al funeral de Yuya me llegaría por correo —dijo algo pensativo. Sora, incapaz de contenerse, abrió una paleta de dulce en frente de él y se la metió a la boca. Los viejos hábitos eran difíciles de olvidar—. Quiero decir, no menos precio el que hayas venido hasta aquí, pero...
—No se trata de eso —dijo Sora negando con suavidad. Crow pareció morderse un poco los interiores de las mejillas.
—Oh, lo siento —apretó un poco los dientes, se llevó una mano a la nuca. Se maldijo por sacar conclusiones apresuradas. Antes de hablar, Sora miró de un lado a otro con cierta discreción y se acercó para hablar un poco más bajo.
—Es que, Yuya está vivo —Crow se quedó de piedra. Entonces, cuando abrió la boca para soltar alguna exclamación de sorpresa, Sora le chitó con agresividad—. Es un secreto.
—¿Qué? —dijo aún incrédulo. El de ojos verdes asintió con confianza. Pasó a explicarle de manera calmada y entendible lo ocurrido. Ya había practicado con dos personas anteriormente, en su viaje hacia Syncro, mucho más tormentoso y demorado que el de Yuya; había llamado a Yoko y a Reiji. Les había explicado al menos 2 veces a cada uno lo que ocurría. La primera se puso a llorar y a reír de alegría, decía que iba a avisar a Shuzo y Yuzu en cuento pudiera, para que todos se alegraran juntos. El segundo le pidió que lo acompañara lo más que pudiera y que no lo perdiera de vista; que él iba para allá—Ya veo... Entonces, viniste hasta aquí, ¿solo para explicarme todo esto?
—Sí —dijo al inicio, después se mordió los labios—, no. Quiero decir —se sacó la paleta de la boca, miró al otro con cierta indecisión—, vine también para pedirte ayuda. A ti y a todos los que conozcas... y quieran ayudar —miró un poco hacia otra parte. Después soltó algo de aire y puso una nueva compostura.
—¿Eh? —preguntó confundido—¿Por qué? —Crow no había tocado nada de su almuerzo aún. Estaba casi completamente frio sobre la mesa.
—Porque quiero detener a Yuya de cometer un terrible error.
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—Tienes ventaja esta vez —dijo Zarc cuando apareció entre las paredes. Yuya estaba montado sobre unas vigas, miraba de lejos a la estructura en la que Yuri estaba encerrado. Su disco de duelo estaba posando en su brazo sin mucha gracia, tenía su deck listo junto con varias cartas más de viajes dimensionales. Había pasado a recogerlas justo antes de venir a esa dimensión. También, en su mochila además de comida en escases tenía un disco de duelo adicional que solo poseía cartas de trasporte dimensional. Lo tenía que admitir, Zarc había facilitado mucho todo ese proceso, no solo le había dado diferentes consejos y lo había guiado, sino también era él quien se estaba encargando de casi toda la planeación del asalto.
—¿Por qué lo dices? —preguntó Yuya volviéndose a mirarle. Zarc evitó sus ojos y se dirigió a la celda—Pensé que era muy difícil.
—Lo sería, si no fuera porque no es una prisión real —declaró. Yuya parpadeó un poco y miró casi con ferocidad a la supuesta prisión.
—Visión solida... —murmuró Yuya. Zarc asintió con suavidad ante su declaración.
—Al principio creí que solo eran imaginaciones mías, pero en realidad, Leo se ahorró bastante implementado esa tecnología, de verdad casi toda la prisión es un holograma avanzado —dijo mientras señala las cuatro torres con reflectores en las esquinas de la supuesta prisión—. Esas torres son los proyectores, permiten que todo se mantenga en pie y no haya fallas la mayoría del tiempo —explicó y se tomó una pausa sin mirar a Yuya—. No sé mucho, pero aparentemente si se quiere que se caiga la ilusión hay que tumbar las cuatro o al menos tres de ellas, tienen proyectores de emergencia. La celda de Yuri está en un segundo piso, hay una sala de controles en el sótano, eso y las torres son lo único que es material real.
—Eres... eficiente para recoger información —dijo Yuya algo incómodo con tanta información. Zarc apenas parpadeó, pero cuando entendió lo que estaba diciendo, soltó una sonrisa de medio lado.
—Tanta practica me tiene que haber servido de algo, ¿no crees? —dijo él con confianza. Yuya asintió—Además, es fácil cuando están haciendo un curso de novatos y no saben que estás escuchado.
—Eso es... bueno —dijo Yuya con un murmuro. Zarc levantó una ceja—. ¿Algo más que deba saber?
—Si quieres entrar, no vas a hacerlo por una parte bonita —dijo el otro.
—¿Por qué no la vi venir? —suspiró el chico. Se puso a caminar hacia afuera del lugar. Justo por donde había entrado. Un hueco que le daba varios escombros lo suficientemente fuertes como para trepar y salir a la superficie. Zarc había encontrado ese lugar. Zarc había hecho casi todo. A este punto ya no entendía cuál era el punto de que él estuviera allí, apenas hacía nada. Seguía casi todas las instrucciones que él otro le daba.
—¿Por qué pensabas que iba a haber algo más emocionante? —preguntó Zarc con ambas cejas alzadas mirando a Yuya trepar sin mucha prisa—Los ductos de ventilación también están disponibles, pero pasaríamos más tiempo...
—No sé ni que es peor —dijo él suspirando. El de ojos amarillos ladeó su cabeza a los lados—. Pero al menos tengo opción —de la nada paró de trepar. Se antuvo en silencio en el tiempo en el que Zarc pensó en alfo que decir. Y cuando estuvo a punto de hacerlo, Yuya dijo algo más—¿Viste a Yuri?
—Sí —dijo sin pensarlo demasiado. El de ojos rojos tragó saliva.
—¿Cómo está? —la garganta estaba seca. Zarc se cruzó de brazos-
—Vive —dijo con mucha simpleza. Pero al ver que Yuya parecía alfo indeciso sobre preguntar algo más o callarse, le habló—, parece que ha estado sufriendo recientemente —dice el de ojos amarillos sin demasiados sentimientos—. Quizá le llegó la noticia de...
—Tenemos que sacarlo pronto —dijo Yuya con decisión. Se mordió el labio.
—Cuando quieras fallar —dijo Zarc alzándose de hombros—, aún necesito mirar las cosas de los cambios de guardia y una ruta segura en la que tu y plantitas puedan escapar sin que sean del todo vistos.
—Pensé que ya habías visto todo eso —dijo Yuya. Zarc sin embargo negó.
—Hago más de lo que crees —dice simplemente—, pero hay algo que me inquieta. No sé cómo hacer que puedas destruir las torres de la visión sólida sin lastimar a Yuri.
—¿Una evacuación falsa? —preguntó Yuya. Zarc pareció pensar que no sería mala idea, pero negó con la cabeza.
—No sé porque no me parece suficiente —dijo mientras miraba hacia donde Yuya había salido. La noche estaba en todo su esplendor, la luna no reflejaba luz alguna y las estrellas brillaban por su ausencia—, no creo que puedas lidiar con tantos guardias de seguridad a la vez... No, definitivamente no —negó con la cabeza—. Sería demasiado obvio que intentaríamos algo.
—Ya me suponía que no sería tan sencillo —Yuya miró de un lado a otro y luego corrió hacia algún callejón cercano. Debía buscar un lugar donde no fuera visible y pudiera dormir más o menos decente.
—No, nada lo es, incluso destruir todo es complicado —murmuró Zarc más para sí mismo. El de ojos rojos le prestada atención o al menos eso es lo que parecía. El ser fantasmal pareció pensar un poco más en lo que había dicho y también alzó sus cejas de repente—. Eso me da una idea.
—¿Puedo preguntar cuál es? —se aventuró a preguntar el otro.
—Cuando encuentres un lecho para caer muerto —dijo simplemente—, que eso es mpas importante.
—No necesitas recordármelo —dijo el otro poniendo mala cara. No obtuvo respuesta alguna.
Corrió por unas calles más, Zarc miraba a los lados para asegurarse de que no hubiera nadie siguiéndoles la pista. Incluso miraba al cielo para asegurarse de eso. Esa fue casi una rutina que se repitió por varios días, únicamente Yuya no podía entrar cuando Crow o Shinji estuvieran por allí cerca. En esas ocasiones, el de ojos rojos se quedaba en el tejado o en algún hueco mientras el de ojos amarillos traspasaba paredes y analizaba todo. Fue realmente extenuante, pero productivo el trabajo que estos dos llevaron, hasta que el día del asalto arribó.
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—¡Puta vida! —gritó Yuri al ver a alguien de la nada en medio de su celda. Se subió a la cama de repente y se armó valerosamente con la almohada en mano. Zarc parpadeó un par de veces y después sonrió por puro placer—¡Hijo de...! —se quedó callado. Se quedó pálido.
—Oh, ¿qué pasa, Yuri? —el de ojos amarillos hizo que estos brillaran intencionalmente en rojo por un momento—¿No te gustan los fantasmas? —Yuri lo miró de arriba abajo, poco a poco empezó a bajar la almohada que, patéticamente, había querido usar de arma. Aunque a ojos de Zarc hubiera sido una magnífica idea, seguro servía para estrangular a alguien. Le hubiera servido mucho en el pasado.
—¿Qué está pasando? ¿Cómo entraste aquí? —preguntó Yuri mirando a todas las posibles entradas sin encontrar ninguna abierta o posible.
—¿No te lo dije ya? Soy un fantasma —dijo Zarc. Yuri arrugó el ceño y bajó de la cama. Tomó algo de aire e intentó tranquilizarse—mejor dicho, soy Zarc —el de ojos fucsias volvió a ponerse en alertar y a gruñir cual dragón enjaulado—. No pasa nada, vengo en son de paz, supongo. Yuya me dijo que solo tenía que avisarte cuando salir —Yuri abrió un poco los ojos al escuchar ese nombre—, claro, como salir. Lo que no entiendo es porque se confía tanto de que tú me creas a mí, digo puede que todo esto sea un desastre y él haya entrado solo para nada, pero allí fue el terco. Él insistió en hacer la parte difícil, él podría venir aquí a hacer esto sí solo me dejara poseer su cuerpo...
—¿Se puede saber de qué estás hablando? —preguntó Yuri haciendo que sus dientes chocaran. Era fácil pensar porque estaría conectado con Yuya, lo que no entendía era el resto de las bobadas que decía. Zarc hizo una pose de aburrimiento.
Yuri no lo iba a negar. Algo le conectaba a él y le decía que, mayormente, decía la verdad. No entendía porque, pero en su mente no tenía razones lo suficientemente sólidas como para desconfiar.
—No te has creído todo eso de que Yuya está muerto, ¿verdad? —Yuri bufó molesto, pero no pudo negar que el corazón se le aceleró un poco—El pobre ha venido a por ti y tu solo te molestas con él, hasta está sufriendo casi un ataque de estrés ahora mismo y lo soporta por ti y los demás —Zarc fingió una suave sonrisa—, que romántico...
—¿A qué te refieres con ataque de pánico? —se acercó al otro de manera amenazante. Solo recibió una sonrisa burlona de alguien más alto que él—¿Dónde está? —preguntó Yuri algo azarado por esa última parte —¿Cómo es que está vivo? ¿Fingió su propia muerte de nosotros? ¿Acaso es que quería engañarnos?
—No —negó Zarc con suavidad, pensó un rato antes de aliviar la conciencia de Yuri—. Está vivo gracias a mí, pero no era como si él quisiera que todos pensaran que estaba muerto, ninguno de los dos pensó que eso pasaría la verdad. Ni siquiera nos planteamos que pudieran llegarles la noticia —se alzó de hombros. Al pan, pan y al vino, vino—. Pero juega en nuestra ventaja, al menos.
—¿Dónde está Yuya? —dijo ciceante alzando un poco la voz. Zarc alzó una ceja y miró a su lado, donde estaban los guardias. Se había acercado a ver qué ocurría con Yuri—Responde.
—Deberías hacer más silencio —el de ojos fucsias arrugó un poco el ceño y miró a su lado. Allí estaban las cabezas de los guardias. Mirando a un chico que aparentemente está descendiendo a la locura. Justo como su compañero Yugo.
—¿Y ustedes que miran? —preguntó con algo de agresividad. Los guardias se miraron entre sí y después se retiraron un poco hasta no dejarse ver—Continua —murmuró volviéndose al otro. Zarc lo miró un momento y después tomó algo de aire.
—En los ductos de ventilación —explicó sencillamente—, ya solo le queda arrastrarse silenciosamente, pasar el panel de control hasta una sala de energía y causar un destrozo digno de ustedes. Todo en silencio —Yuri arrugó un poco la cara. Le costaba creérselo. Empezado por el hecho de que era Zarc, ¿no se suponía que él era el que les causaba esos impulsos de destruir cosas y de estar enojados con todo? Suspiró al ver sus propios pensamientos. No importaba, él estaba conectado con Yuya de alguna manera, quizá si le seguía el juego y veía hasta donde llegaba, se encontraba con el otro por fin—. Eh, ¿ya no vas a decir nada? Hace solo un rato estabas muy hablador —el de ojos fucsias parecía con demasiadas preguntas, pero pocas ganas de contar alguna —¿Ni estás preocupado por tu amorcito? Porque él sí está preocupado por ti, desde hace tiempo que quiere hablar contigo y decirte...
—Mejor dime que tengo que hacer —no quería saber cosas que pensaba Yuya por alguien que no fuera el mismo. Prefería hablarlo de frente con él. Dejar las cosas claras de seguro le aliviaría el alma—, que no me has dicho nada.
—Oh, no es nada muy complicado —Zarc sonrió suavemente, como lo llevaba haciendo desde que había cruzado palabra con el otro—. Solo tienes que golpear a un par de guardas donde yo te diga y verás como todo será mucho más divertido —la sonrisa de Zarc fue ladina y larga. Había burla en su expresión, solo que no parecía estar dirigida al otro.
—Sobre todo divertido... más te vale no hacerme matarlos —dijo Yuri en un murmuro. Zarc quería decirle algo más, algún comentario sarcástico o lo que fuera. Pero se detuvo de golpe y miró hacia otro lado en la pared, arrugó las cejas y se puso una mano en donde se supone que estaba su corazón—. ¿Qué ocurre ahora?
—Niño, caes más rápido que los puntos de vida de mis oponentes —dijo casi entre dientes.
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La verdad es que no se lo habían dejado demasiado fácil. Bueno, él mismo no se había fácil así mismo. Se había pedido demasiado. Pensó que estar encerrado por cerca de un año había sido una buena preparación para afrontar esto, pero la verdad es que le había empequeñecido. No tener a Zarc le había hecho mal. Vaya dependencia tan mala.
Aunque le sudaba cada parte de su cuerpo, Yuya seguía moviéndose por los ductos de ventilación. Zarc le había dicho qué camino seguir, se lo había aprendido de memoria casi perfectamente. Solo que ahora mismo estaba muy nervioso, escuchaba voces al otro lado de la lata, había personas, guardias allí. Trató de controlar hasta su propia respiración, pero cometía errores todo el tiempo. Golpeaba metal por accidente, se dejaba llevar por el pánico y gateaba rápidamente al otro lado del pasillo. Lo único que lo había salvado era que todos creían que el lugar tenía un problema de ratas. En consecuencia, Yuya se había llevado el susto más grande de toda su vida cuando golpearon con un palo de escoba la ventilación.
Nunca sabría cómo hizo para ahogar ese grito que salió de sus más profundas emociones.
Tras eso, le quedaba poco trayecto para llegar. Intentó calmarse por todos los medios disponibles, incluso los que podrían causarle más alteración. Para su mala y terrible suerte, justo antes de la sala de energía había un frío espantoso. Definitivamente los de la sala de control tenían muchas ganas de ir al ártico. Cuando solo le faltaban un par de metros para llegar a la rejilla final, escuchó algo.
—Esto es inaudito —gruñó Leo Akaba—, ¿cómo pueden ser tan inútiles de creer que está muerto? —dio una larga pausa, nadie en la sala le respondía. Se oía molesto, bastante. También parecía cansado, seguramente por todas las veces con las que había hablado con los encargados de la prisión destruida o con las autoridades de Fusión—Estará huyendo, en alguna parte de su dimensión, no hay forma en la que hubiera podido viajar a otra —esperó un rato. Se escuchó un golpe sobre la mesa—¿¡Cómo es posible que no crean nada de esto posible?! —volvió a haber una pausa—¿No se supone que llevan mucho tiempo sin encontrar su cuerpo? —gruñó molesto—No no, nada de eso —aparentemente había interrumpido al otro en la línea—Eso es porque Yuya Sakaki está vivo y ha huido. Solo será cuestión de tiempo antes de que su naturaleza como Zarc se manifieste. Tenemos que actuar ahora.
De repente, la mente de Yuya dejó de ser gelatina y se puso sólida como un diamante. El calor estaba haciéndole sudar aún más. Calor que ahora llegaba de su corazón y se revoloteaba por todas partes. Pero dolía, dolía mucho. Dolía el pecho y se lo agarró. Apretó la camiseta y dejó que su cuerpo callera hacia adelante, dejó únicamente su parte trasera arriba. La cabeza estaba a punto de explotar por tantas ideas repentinas en su mente. Pensamientos intrusivos. Llenos de maldades que podría hacerle al ser que odiaba. Porque era él. Era él.
Él.
Abrió un poco la boca y dejó salir aliento. Apretó las manos con fuerza. Pero la serpiente se había puesto alrededor de su cuello y le susurraba cosas al oído. Debería seguir gateando y destrozar la sala de control. Debería invocar a alguno de sus magos o su dragón y acabar con todo eso. Hacer un gran estruendo y desaparecer. Seguir el plan de Zarc, quién parecía haberle puesto mucha cabeza a todo esto. No podía llevarlo abajo. No podía hacer que todo valiera para nada. Estaba más que dispuesto a agarrar la serpiente por el cuello y arrancarla de su cuerpo.
Pero sus ojos se volvieron amarillos.
Felices Fiestas muchachos uvu. Ha sigo otro hermoso año gracias a ustedes. Esperemos que el siguiente sea mejor que este uwu.
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