Tell me, how you're sleeping easy?
Yuri sentía las lágrimas de Yuya caer sobre su hombro, mientras le rodeaba con los brazos y lo abrazaba fuertemente. Eran lágrimas de dolor físico. Su cabeza y muñecas habían sido un dolor insoportable en las últimas horas, tras su salida del hospital general. El de ojos fucsias entendía bien que ese dolor era netamente psicológico, pero que a Yuya le ardía más que a cualquiera de ellos. Era el más frágil de todos, aún si se había caído muchas veces haciendo muchas cosas de gimnasia o lo que fuera, su piel era más delicada. En general, todo era más delicado en él. Era el más delgado, el de rasgos más finos y el más sensible emocionalmente. Por eso fue el que más lloro durante todo su encierro. No lo culpaba, ni por llorar en ese entonces, ni por llorar en ese momento. Pues, después de todo, él también había soltado algunas lágrimas de dolor.
Las manos de Yuri se dirigieron al rostro de Yuya y le levantó la expresión. Le besó las mejillas con mimo y luego le limpió las lágrimas con los pulgares. Una escena silenciosa para hacer en medio de las celdas de la detención de la policía. Llevaban allí solo un par de horas y estaban recuperándose de la deshidratación y de la mala nutrición en su secuestro por parte de Roger. Y en todo ese tiempo habían estado muy callados todos. Yuya hacia intentado un par de veces empezar una conversación, pero empezaba a volverse complicado. Pues todos estaban cansados y sin ánimo alguno de hacer anda. Así que sus intentos se habían quedado en nada.
—Todo irá bien Yuya —dijo Yugo desde su celda, al lado derecho.
—Quiero irme a casa... —dijo suavemente, como si se avergonzara un poco de lo que había dicho—. No quiero seguir aquí, quiero ir a casa... quiero acostarme en un futón, quiero... quiero...
—Tienes que dormir Yuya —le sonrió suavemente Yuri—, fue un día largo.
—Solo... —se tomó una pausa entre sus sollozos—Solo quiero olvidar esto un momento, todo lo relacionado con Roger...
Yuri le acarició suavemente la espalda a Yuya y le tomó de la mano. El chico solo temblaba suavemente y lloraba sobre el hombro, los sollozos sonaban tan tortuosos para los cuatro en la habitación. Pero ni Yuto o Yugo podían hacer nada, estaban en otra celda pues los tenían bajo custodia por precaución a cualquier otro ataque. Los policías no podían permitir que se fueran de la estación de policía. Así que con mucho pesar les tocó dejarlos allí, encerrados. Pero al menos los habían tratado bien y los habían dejado lejos de Roger, muy muy lejos.
—Ya atraparon a ese maldito —le recordó mientras le acariciaba la mano con mimo. Yuya asentía sin poder evitar que se produjeran más lágrimas o mocos—, ya no nos hará más daño el muy maldito —el de ojos rojos apretó la mano del otro y dejó de temblar un poco. Era demasiada descarga emocional y solo la dejaba salir de su cuerpo. Yugo solo escuchaba los sollozos desde su lugar, impotente. Yuto, paciente del mismo dolor insoportable, intentaba no soltar quejido alguno para que nadie se preocupara. Yuya era más débil que él, tenían que apoyarlo. Él podía soportar ese dolor de cabeza, en sus cienes, en sus muñecas y en su garganta, cansada de gritar. Apretó los puños tratando de soportar. No les servía de nada en esos momentos.
—Sí... —dijo a medio susurro Yuya. El dolor no se iba a ir pronto, así como algunos de sus moretones en la espalda o los de los brazos. O los cortes mal cicatrizados.
Él era el más lastimado, Roger había hecho tal y como le dijo. Probó con todos. Todos con sus descargas para hacer reaccionar al otro. Una vez el mayor había descubierto que, en definitiva, el dolor de uno no era precisamente el del otro; pasó a usarlos a su conveniencia. Lamentablemente, él era la debilidad de todos. Solían ponerlo a él como el que tenía que pagar si había alguna equivocación. Él no podía ni siquiera ver a uno en la silla, hacía lo que Roger pedía sin cuestionar, sin preguntar, solo lo hacía porque no quería que nadie tirara gritos por su culpa.
Esto fue algo complejo para todos. Causó algunas peleas. Sobre todo, entre Yugo y Yuri, a veces con Yuto. Ninguno le gustaba la idea de tener que hacer sufrir al otro, pero tampoco la de hacerle caso a Roger. Así que, en ocasiones, se resistían hasta que el otro se desmayaba, sabiendo que no podían contenerse. Salvo que Yuya empezó a no hacerlo. No soportaba los gritos de los demás. Yuri tuvo que aguantarse en su caso, porque sabía que no podía forzarlo, pero cuando Yugo también empezó a hacerlo, ellos se pelearon. Se gritaban mucho únicamente esa razón. Yuto se metía para intentar calmarles, pero nunca había resultado y el de ojos rojos nunca decía nada. Pues su opinión no podía servir de nada.
Eso solo desencadenó en problemas, pues si antes Yuri era indiferente antes con cariño cuando le tocaban las secciones con Roger, después se volvió una piedra. Se sentaba en la silla y se cruzaba de brazos a mirar a ninguna parte en señal de protesta. Todos cayeron desmayados entonces. Las cosas cambiaron un día que Roger amaneció de malas pulgas y con ganas de desquitarse con algo.
—Oye, estaremos bien —le dijo Yugo desde el otro lado—. Seguimos juntos, ¿no? Siempre que estemos juntos, estaremos bien, ¿no creen?
—Sí —Yuri habló por los dos, acariciando suavemente la mano de Yuya tratando de calmarlo más.
—¿Cierto Yuto? —Yugo le dirigió su mirada al aludido, pero este parecía estar sudando y con una pose que denotaba algo de sufrimiento. En medio de eso, y sin que se diera cuenta, unos pasos se escucharon en el pasillo de entrada—¿Yuto?
—Hola muchachos —todos dirigieron su mirada al guardia, incluido el de ojos grises—, lamento molestarlos, pero necesito hacerles otra entrevista de lo que pasó —les dijo—, ¿hay algún voluntario? Solo serán unos cuantos minutos.
—Yo —dijo Yuto con una voz lo suficiente para que pudieran oírle—, yo voy —Y se levantó sin aparentes problemas. El guardia se acercó a su celda y abrió la puerta.
—Suerte Yuto —le dijo Yuya sonriente. Yuto, cuando pasó en frente le sonrió también obligándose a hacerlo.
—Los quiero —soltó y volvió su cara hacia adelante.
Yuya se sonrojó y puso su cabeza nuevamente en el hombro de Yuri. Sonreía como idiota y casi que se le hacía la cabeza humo. Solo había sido eso para ellos. Pero, ese tono de voz, esa pequeña sonrisa. No es como si pudiera sentirse menos emocionado por eso. Yuri rodó un poco los ojos ante ese comportamiento de Yuya y pensó un poco. Cuando una idea vino a su mente, no pudo evitar querer sonrojar más al de ojos rojos. Como si ahora no fuera suficiente.
—Yuya —le llamó suavemente. El aludido levantó su rostro un poco del hombro, atendiendo al llamado. Yuri quiso llamar eso que sentía celos, pero la verdad, era que solo quería hacerlo sonrojar también. Así que, sin pensarlo más, tomó las mejillas del chico y lo alzó hacia sí—, te daré una buena razón para sonrojarte.
Y lo besó.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
—No creí que de verdad pudieras llevar bien un Jardín —dijo Leo mirando todas las plantas—, me sorprendió cuando lo pediste. Pensé que lo ibas a echar a perder —le dijo mientras agarraba una de las plantas de menta y le arrancaba una hoja para oler—, pero me sorprendes, Yuri.
El aludido se contuvo para no hacer nada frente a la planta agredida. De hecho, se contenía mucho en general para no tirársele encima y estrangularlo con todas sus fuerzas. Era algo que tenía que aceptar si quería seguir teniendo un jardín. Además, no matarle era una manera de agradecerle que le cumpliera ese pequeño capricho de ese espacio. No se merecía nada ese hombre, pero al menos tenía que hacer algo para no sentir que le debía algo.
Porque sentir que le debes algo a un sujeto como él debe de ser horrible.
—Y yo que pensé que era mejor para empezar conversaciones —dijo sin quitarle la atención a sus flores Gorse—, pero mira como las impresiones engañan.
—Sigues tan agrio como siempre —dijo tras un suspiro. Yuri rodó los ojos y siguió caminando entre sus plantas. Tocaba las tierras de algunas sintiendo cuales estaba más secas o cuales parecían necesitar agua.
—Pensaba también —tomó una pausa en su andar—que no te gustaba provocar a la bestia —dijo reído—. Pero te contradices mucho, ¿no crees?
—No, no, tu no —dijo Leo siguiendo su camino para seguir a Yuri, el cual ni le dirigía la mirada—, me refería a Zarc.
—Oh sí —dijo el de ojos fucsias rodando los ojos—, porque somos exactamente lo mismo. ¿verdad? No hay puta diferencia.
—Desde que tenía 15 era un profesional —le dijo con paciencia. Pasó de la grosería de Yuri—, me encontré en varias ocasiones con él. Le agradecí personalmente por llevar los Action Duels a otro nivel —dijo como si nada. Yuri arrugaba un poco su rostro—. Él era demasiado crecido para su cuerpo —suspiró—, su ego no parecía caber de su cabeza. Se creía el mejor. Nunca me dio una respuesta agradable o me miró como igual —suspiró nuevamente—. Para él todos nosotros éramos inferiores.
—¿No tendrá eso que ver con tu amigable e inigualable personalidad? —preguntó. Leo tenía una paciencia extraordinaria, ninguna de esas provocaciones le calaba en su corazón. Aunque Yuri lo que quería era alejarlo de él emocionalmente, que sintiera que estaba mínimamente cerca a él. Por cualquier bobada. No lo quería cerca.
Leo se tomó un momento y suspiró de nuevo.
—¿Sabes porque estoy aquí? —le preguntó entonces—¿Sabes porque sigo viniendo aquí? —Yuri no se lo pensó. No quería ni saberlo. Solo quería seguir revisando sus plantas, oler las flores y recoger algunas cosas. Limpiar, sentir la frescura. Pero todo si día era lo peor cuando Leo estaba allí.
—No es por mi magnética personalidad por lo que veo —sonrió algo altanero. Pero borró su sonrisa y le miró por el rabillo del ojo como si fuera poca cosa—. Tampoco es para que pueda volver a ver a mis novios, así que, no me importa lo que vengas o quieras hacer.
—Tu no aprecias nada, ¿verdad? —le dijo—He estado viniendo porque quiero disculparme.
Yuri tiró con toda la intensión su regadera al suelo y caminó a otro pasillo donde no estuviera la maldita cabellera de Leo ni su presencia de mierda. Sin embargo, sentía esas malditas botas detrás de su espalda. Puta. Simplemente, puta.
—Al menos deberías intentar hacer algo, ¿no? —le reclamó parando de repente a mitad del pasillo—Cualquier estupidez me habría bastado. Pero no has hecho una mierda.
—Quería que al menos lo supieras —le dijo después, un poco a media voz. Yuri casi de agarra el cabello y lo miró.
—¡Ni una mierda Leo! —exclamó—Nada, nada de lo que has hecho me hace pensar que te mereces un perdón de nadie.
—Nunca he querido hacerle ningún mal a ninguno de ustedes —se explicó—, nada de esto era para que salieran lastimados.
—Oh, oh, ¿en serio? —Yuri se destapó la cicatriz en si cien, restregándole en la cara esa horrible marca—¿En serio? Me parece que no lo aparentas para nada. Deberías largarte de mi vida. De mi vida y de la vida de mis novios —dijo agresivo—, me vale una mierda tus intensiones.
—Es la pura verdad —insistió—, solo hago esto porque no quiero que El Rey Supremo Zarc vuelva a emerger, el Emperador no puede volver —entre las plantas que lo superaban un poco—. No quiero que la historia se repita de nuevo.
Yuri se tomó una suave pausa antes de reírse amargamente durante un buen rato.
—Te creería —se río suave—, te creería malditamente altruista, pero ¿sabes? —sonrió venenosamente—Tienes un detalle hace que todo esto se te vaya al maldito pozo. Tu hija está en medio de todo esto, ¡tu hija fue la que arregló el desastre de tu Emperador! Así que, ¿Qué crees? Ella está técnicamente muerta, así como lo está Zarc. Por más que quieras, no puedes evitar sentir que quieres venganza contra nosotros. Somo los que queda de Zarc así que es contra nosotros, ¿no?
—No, no es la verdad. Yo mismo presencie la destrucción que este demonio puede lograr —Yuri tomó algo de aire y lo soltó con fuerza—. No quería que eso volviera a pasar nunca más. Ninguna de las dimensiones se merecería esto.
Yuri miró al techo con molestia. Vio de nuevo el techo blanco, lleno de algunas enredaderas y las luces que lograban que todo el vivero funcionara. Miró al alrededor, todas las plantas estaban con un color brillante, las flores estaban hermosas, bien cuidadas. No había atisbo de suciedad en el suelo. Volvió a mirar a Leo, que estaba a menos de dos metros con una expresión que mostraba cierto arrepentimiento. Sin embargo, todo lo que obtuvo fue un gruñido y una respuesta seca.
—Mientes más y peor que un personaje de telenovela, ¿sabes? —soltó cruzándose de brazos. Akaba bajó un poco su rostro y luego miró hacia el suelo con los ojos cerrados. Yuri era un cabezota, un cabezota que estaba seguro de que no quería perdonarlo y que no iba a ser amable con él. Le frustraba un poco, a decir verdad. En verdad quería reconciliarse con los afectados de todo su desastre. Solo que tanto en Heartland como Yuri no le dejaban acercarse, alzaban sus espinas contra él. Le miraban mal, no era bienvenido en ninguno de lo dos lugares y peor aún, era tratado como si fuera el peor monstruo que hubiera existido jamás.
—Por favor —le pidió—, deja de burlarte, trato de disculparme contigo —le dijo. Yuri soltó una carcajada—. Hice todo esto porque creía que era lo correcto. Y me equivoqué en más de una ocasión, pero nada de esto lo hice porque quería...
—¿Justicia? ¿Venganza? —preguntó Yuri sonriéndole—Da igual la palabra qué utilices, es lo mismo —agudizó su mirada durante un momento—. ¿Crees que no me he puesto a pensar al respecto? —asintió suavemente con su cabeza—Tu me acogiste en Academia, sabías quien era y me diste un puesto especial. ¿Y para qué? —se tomó una ligera pausa—Pues para restaurar y capturar a todas las partes de tu hija. Que irónico, ¿no? Que una parte del que separó a tu hija estuviera recogiendo todas las piezas, ¿no te parece lo mejor que puedes hacer? Disfrutas en silencio, dirás que al menos una parte estaba haciendo lo correcto para ayudarte a ti, ¿no? —sonrió—Y nada de esto es por tu hija, es por los demás. Bien, bien, te creo —asintió de nuevo asintiendo mientras funcia los labios.
—Te di esas misiones porque consideraba importante que estas chicas fueran capturadas en el momento —le dijo—. Era una misión que tenía que hacer. Es mi hija, Yuri, no es como si pudiera quedarme de brazos cruzados sin intentar nada. Tú eras el mejor que tenía, ¿cómo iba a confiarle eso a alguien más?
—No necesitas tanta puta habilidad para capturar a tres adolescentes casi que indefensas —le reprochó—. Todas eran débiles, si mucho Rin era algo. Pero ni eso.
—No sabía eso cuando te lo ordené, era para ser precavido —dijo—, no podía arriesgarme a perder esas oportunidades, no quería.
—Entonces mandas a tu puta elite o a un Ra amarillo para eso, porque, ¿sabes? —alzaba sus cejas—Una sola persona capturando con escasa ayuda es algo inefectivo, ¿no crees? —se tomó una suave pausa para pensar—Porque de otra manera haces pensar que querías que específicamente yo las capturara —Leo pareció no pensar a tiempo en una respuesta, esto le dio a Yuri el chance de seguir—. ¿Y allí como debería hacer para diferenciar entre el Leo que dice querer ayudar a todos dándoles paz, cachorritos Golden retriever y promesas que suenan hermosas; y entre el Leo padre de Ray?
—No hay nada que hacer —cedió suspirando—, solo puedes confiar en que te digo la verdad.
—No te confiaría ni 5 centavos.
—En algún momento lo hiciste —tomó aire, con una mirada algo nostálgica. Yuri rodó los ojos—, cuando estábamos en Academia, diría que eras capaz de poner no solo tu mano en el fuego, sino todo tu cuerpo —Yuri suspiró, apretó un poco su agarre sobre sus brazos.
—No es como si esos tiempos contaran, ¿sabes? —le dijo fuerte y claro. Yuri se dijo que no iba a murmurar nada en el momento que él hombre había entrado por la puerta de su santuario. Ni siquiera se iba a contener para insultarlo. Pero no quería hacerlo de la nada, quería que lo buscara, quería que le hablara. Era otra absurda táctica suya, pero, a decir verdad, Leo estaba buscando su perdón con desespero. ¿Por qué no aprovechar?
—Todo lo que siempre quise, fue que usaras tu fuerza para algo bueno —le dijo. Yuri resopló—, alguna cosa importante debías hacer por el mundo que intensaste destruir.
—¿Yo? —sonrió—Yo Zarc, obviamente tengo que hacer algo bueno para este mundo —ríe suavemente—. Cuando terminé de ayudarte me encerraste en una celda, creyendo que podías controlarme, como una maldita marioneta o lo que sea. Solo querías hacer ojo por ojo. Querías forzar el karma.
—No es cierto —le respondió—, ustedes habían avanzado a cierto punto que parecía demasiado. Tenía que controlarlos de alguna forma.
—Pero no te sirvió de nada —sonrió—, porque terminaste por provocar todo el "Desastre de Academia". El karma se te devolvió a ti —su sonrisa se volvió algo sínica—, hiciste todo por devolver las cosas a como eran antes, ¿no? Pero, el Revival Zero no te funcionó, ni siquiera lo pudiste poner del todo en marcha —miró a las plantas con cierta expresión—. Y para prepararlo, tuviste que convertirte en tu peor pesadilla.
—Estas sobre pensando esta situación —le dijo Leo con calma. Pero Yuri solo se reía de nuevo—. Al menos respétame un poco, ¿no?
—Nah, esas cosas eran cuando era tu peón —dio una sonrisa de lado—, pero ahora entiendo tu pensar —le abrió un poco los ojos—. ¿Qué tan divertido era? Ya sabes, ¿ver lo que más odias hacer el trabajo sucio para reconstruir a tu tesoro más preciado?
—Yo necesitaba a alguien que fuera eficaz y leal para ese trabajo —tomó aire—, por eso te elegí a ti. Porque tú eras ambas cosas.
—Podrías haber mandado a cualquier otro. Todas tienen la misma maldita cara, equivocarse era de tontos —afiló un poco su mirada—. Literalmente, de tontos. No necesitabas ni siquiera personas que las observaran antes de que todo ocurriera.
—Eso era para el correcto reconocimiento de cada chica.
—Eso tiene tanto sentido como un cactus sin espinas.
Leo tomó un momento antes de volver a contestar.
—No creo que sea buena idea seguir hablando cuando no estás dispuesto a escucharme —hizo el amague de irse.
—Yo estaba dispuesto a volver a verte, ni siquiera quería hablarte de nuevo —Leo volvió a mirarlo—. Pero mira como están las cosas. Estamos hablando.
—Yo solo he venido a disculparme.
—No, no lo estás, estás aquí para que tengas un mísero momento de sentirte mejor entre todo esto que has hecho —le dijo—. No lo hacer porque te sale del corazón. Lo hacer porque es lo más conveniente para ti. Todo lo que me dices es superficial, tu no quieres una disculpa o un perdón.
—No tiene sentido que siga aquí —suspiró—, no cambiarás tu cerrada mente —Leo se dio la vuelta por completo y le dio la espalda a Yuri, quien se aguantó todas las ganas de tirársele encima y golpearle.
—Y tu no deberás de huir de la culpa —sonrió—, apenas cruces por esa puerta, intentarás olvidar todo lo que has hecho, todas las muertes y dolores que has causado. Todos los escombros que redujiste a trizas por tus decisiones. Pero no podrás, porque no tienes mi perdón, ni el de nadie —Leo se detuvo—. Después de todo, esta obsesión de volver a unir a todas las dimensiones viene de ti —Yuri pasó su mano por una planta—y esa maldita cosa no podía acabar sino en desgracia —no dio una sola pausa—. Dar puentes entre dimensiones, ¿para qué? ¿Para qué los fragmentos de Zarc puedan volver a unirse? ¿Para que tengan alguna manera de colisionar entre sí? Eres el único imbécil que no pesó en que quizá si le dabas la oportunidad, tu bestia se iba a reunir, de una forma o de otra.
—Tenía una solución a eso —dijo simplemente, sin volverse a Yuri.
—Entonces, ¿para eso también era tu aliado? —le preguntó—¿Para que también pudieras usarme contra los demás cuando iba a ser tiempo?
—Eso no es un problema ahora.
—¡Pero si por eso me encerraste en primer lugar! —exclamó—Viste parte de mi duelo con Asuka y pensaste que ya no me tenías en tus manos.
—Dije que eso no importa —reiteró Leo mirando al otro por encima del hombro.
—Tenías miedo, tenías miedo de lo que habías creado tú mismo —sonrió—. Claro, está vez no fue culpa de nadie más, era tú culpa que yo me hubiera vuelto de esta forma, ¿no? Tu me hiciste de esta forma —agarró un puñado de hojas secas y las apretó en su puño—. Preferiste dañar más, antes que arreglar. ¿A dónde te ha llevado todo eso?
—Dije que cometí errores —volvió todo su cuerpo a Yuri y se acercó amenazante. El de ojos fucsias no se movió un poco siquiera. Solo lo miraba de arriba abajo—, estoy intentado corregirlos.
—En realidad, solo has cometido uno —el de ojos esmeraldas no miraba al que tenía en frente. Miraba las hojas destruidas y cafés en sus manos. Marchitas y feas, que ahora solo iban a servir para dar abono—. Te creíste el más especial de toda la humanidad, Leo, creíste que podías hablar por todos y obligarnos a vivir en tu soñada utopía de tiempos pasados de la que siempre hablas. Solo porque tú la recordabas, solo porque tú sabías que antes había habido algo. ¿no? Eres un egoísta.
Leo se quedó estático, sudando frío. Pero, como su orgullo era más grande, respondió.
—Aún si eso fuera verdad, todo esto era para deshacerme del demonio.
—Sí, sí que lo era. Uniéndonos a todos, destruyendo a uno de nosotros, destruyendo el hogar de otro —arrugó su cara—. ¿Qué derecho tienes tú sobre todas las dimensiones? ¿Qué derecho tenías sobre Heartland? La destruiste por completo, no solo no pensaste en que quizá esos enfrentamientos le iban a costar caro a la ciudad porque estabas usando literalmente Visión Sólida, no pensaste ni siquiera en que ninguna de esas personas era voluntaria para tu plan. Los condenaste a todos —sonrió—, es una marca que no se va. Todos ellos, con traumas de guerra, ¿siquiera has pensado en cómo es? —sonrió un poco al recordarlo—Yuto vivía con secuelas todo el tiempo, pensaba en que estaba pasando, nunca estaba tranquilo, nunca podía dejar que nadie tuviera un conflicto, jamás dejó de escuchar los sonidos de toda la casa porque estaba paranoico de que quizá pudieran atacar a la casa. Tiene 14 años, no me quiero imaginar lo que le hiciste a los pequeños.
—Todos iban a ser devueltos a la vida. No maté a nadie intencionalmente —le contraargumentó—. Cuando se creara el nuevo mundo todos iba a llegar a él sanos y salvos.
—A este punto, con lo que me has contado de Zarc —Yuri hizo caso omiso al último comentario—, no creo que haya demasiada diferencia entre tú y él. Solo que al menos Zarc nunca quiso ponerse una camiseta de buena persona, ni creó una infinidad de mierdas que solo les hacen mal a todos.
—Esta conversación se acabó —dijo mientras se volvió a la salida con un paso nada elegante y rudo. No se detendría, ni siquiera consideraría dos veces decirles a los guardias de afuera que Yuri estaba alterado y que probablemente necesitara tranquilizarse. Tampoco consideraría siquiera el hecho de volver. Porque él quería su perdón. Había hecho tanto daño a ese chico, que no podía dejarlo así por así. Iba a arreglar las cosas con él. Y estaba determinado a hacerlo. Aún si le costara 15 años hacerlo. Iba a tener ese perdón de Yuri.
—Pero eso está bien, ¿no? —sonrió una ultima vez—Porque la culpa es toda tuya, pero los que pagamos tus platos rotos de mierda, somos nosotros 4.
E irónicamente, eso último era lo único que no lo dejaba recibir perdón.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top