UN NUEVO EMPUJON

Inglaterra.

El sol se estaba ocultando en un extenso poblado en la zona rural de Sanford en Inglaterra, en el que algunas reses pastaban tranquilamente, como si no les importara que hubiera una guerra en todo el país. En un viejo bar del pueblo, un hombre vestido con una camisa blanca estaba bebiendo junto a un hombre barbudo. El de la camisa blanca había estado fumando como chimenea, apilando las colillas de cigarro como si de una montaña se tratara.

Había sacrificado demasiado a lo largo de su vida como para que ahora pudiera permitirse el lujo de abandonar todo. Estaba harto de seguir las estúpidas reglas que el presente marcaba a todo el mundo, ahora solo quería beber. Estaba apoyado en la barra del pub, que lo había convertido en su hogar desde el momento que había dejado la casa improvisada en la torre de Londres gracias a la gran batalla que se había llevado a cabo entre la Resistencia y las fuerzas del Régimen. Sabía que algunos héroes seguían en pie, la Justice League, ya no existía... aunque sabía que en el corazón de muchos de ellos seguía ese sentimiento de pertenencia a algo mayor. En el ya no.

Lo que más le había sorprendido durante todo ese tiempo, todos esos años, fue el silencio, nadie había intentado ponerse en contacto con él. No era que se sintiera desplazado, él era el que había dado un paso hacia un lado, pero le extrañaba que con las constantes amenazas que aparecieron en el mundo, nadie hubiera pensado en él... tan solo Lois Lane y Selina Kyle lo habían buscado para pedirle favores. Por eso le extraño al ver como un portal de energía mística se abría a escasos metros de él, estropeándole su concentración en el vaso de bourbon.

Como no podía ser de otro modo, de su interior salió Papa Midnite, seguido por Selina Kyle y una cara que definitivamente lo sorprendió, Zatanna Zatara, su antigua "amiga".

-Hola... mis buenos amigos... ¿qué les trae por aquí? – les pregunto en tono sarcástico el antiguo exorcista –

-Algo grave, John, sino no te hubiéramos molestado – le respondió Midnite –

Constantine se paró del asiento y se acercó a los recién llegados, dándole una calada a su cigarrillo y echando el humo al rostro de Midnite. El doctor brujo tosió, pero insistió.

-¿Cómo me encontraron? – pregunto John –

-En este bar diste el primer toquin con tu banda, Membrana Mucosa... ¿te acuerdas? – le dijo Zatanna, sonriendo – Es difícil para mí olvidar esos detalles.

-La resistencia y la Justice League han lanzado un último ataque y debemos de ir a apoyarlos – dijo el doctor brujo – Batman convoco a todos, incluyéndote – Al escuchar aquel nombre, Constantine volvió a sentarse. Simplemente quería que lo dejaran en paz –

-¿Qué mierda quieren que haga? – contesto John de mala gana –

-John, te necesitamos – sorpresivamente, Zatanna respondió – Si la resistencia tiene un haz bajo la manga para acabar con la invasión, debemos de ayudarlos a todos... ahora.

Constantine bajó la cabeza y se frotó la barba, acariciándosela. Siempre la había llevado recortada, pero su nuevo look como un simple vago ahora le permitía dejársela como quisiera.

-Lo siento, Zee, pero ya dejé claro que no pueden contar conmigo – dijo el, dándole otra calada al cigarro –

-¿De verdad? ¿No tienes nada que hacer o decirle a las fuerzas de Apokolips? – Selina fue la que intervino – ¿Por tu hermana? ¿O por los que quisiste?

El que fuera una vez el John Constantine de antaño suspiró, como si quisiera quitarse la tensión que aquella breve conversación le estaba generando en su interior.

-Así que ahora quieres ir y jugar a la heroína... ¿verdad Selina? – preguntó el, ignorando su pregunta –

-No es que quiera jugar a la "heroína". Hay gente que me importa y cosas en las que creo – respondió la ladrona de Gotham – Si me echo para atrás, me arrepentiré el resto de mi vida, si es que me queda alguna.

Zatanna y Midnite también asintieron y dejaron que Constantine desviara la vista hacia el borde de su vaso, para que valorara lo bueno y lo malo de la decisión que estaba a punto de tomar. Lo que no sabían los maestros de las artes místicas era que el John Constantine hacía mucho tiempo que había tomado su decisión.

-Creo que he luchado y he sacrificado lo suficiente para que mi respuesta ahora sea un no, y ustedes lo comprenden mejor que nadie – John hizo una pausa, suspiro y ahora volteo a ver a Zatanna – ¿Ya no recuerdas, Zee? Lo que pasa cuando intento ser un héroe... ¿ya no recuerdas a la niña Astra y lo que ocurrió con tu padre? – a John no le gustaba tocar el tema, pero quería que Zee lo justificara aunque fuera un doloroso recuerdo –

Zatanna frunció los labios, no podía replicar las palabras de su antiguo amigo, pues eran ciertas y sinceras. Sin embargo, le molestaba que tuviera esa actitud tan derrotista. ¿Ese era el John Constantine que había vencido a infinidad de criaturas mágicas y demonios y que además siempre se había salido con la suya?

Zatanna Zatara decidió que no lo dejaría caer, por lo que decidió decir algo que resonaría en la cabeza de Constantine, y que probablemente lo molestaría, pero también haría que su ego se volviera a inflar.

-En ese caso, John, debemos irnos – respondió Zatanna antes de darse la vuelta y buscar un espacio abierto para abrir un portal – Yo solo te pregunto... ¿esto es todo lo que queda del hombre cuya alma vendría Lucifer Morningstar a llevarse en persona?

"No te daré el maldito gusto de pensar eso, cariño", pensó John para sus adentros descubriendo todo tipo de sentimientos encontrados que no esperaba tener a esas alturas de su vida. Y Zatanna tenía razón. Había hecho enojar a varias entidades malévolas, las había humillado de maneras que solo él conocía que podrían calarles los adentros, y ahora si lo vieran derrotado se estarían muriendo de la risa por verlo tan patético.

-A la mierda si piensas eso. No le daré el gusto a nadie de que me vean así – contesto John, parándose del banco y poniéndose su gabardina café que contenía varios artilugios mágicos. Ahora estaba listo para la pelea –

Zee, Midnite y Selina solo se limitaron a sonreír.

-Espero que tengan suerte – dijo de repente Jason Blood, que estaba al fondo del pub bebiéndose un gran tarro de cerveza –

-Tú vienes con nosotros – contesto John preparando su escopeta en forma de crucifijo –

-Va a haber una gran masacre y mucha acción con explosiones – comento Papa Midnite, queriendo que Jason también se les uniera –

-Entonces vamos a matar algunos monstruos – entonces Jason se paró también de su asiento y tomo la forma del demonio amarillo que tanto trataba de ocultar. A su espalda, postro en su funda su espada de fuego infernal –

-Eso era todo, John... ¿ya vez que no fue tan difícil? – le dijo Zee a John con una sonrisa pícara en el rostro –

-Tú siempre sabes cómo convencerme, linda – contesto el exorcista, lanzándole una sonrisa un poco más maliciosa –

-Un momento... – interrumpió Selina – ¿Debo de limpiarme con cloro las orejas o escuche bien que... el diablo vendría en persona a llevarse tu alma?

-Oíste bien, cariño – contesto John, mostrando una sonrisa de desafío en sus labios –

-Pero esa es una historia para otro día – interrumpió Midnite mientras abría un portal hacia La Fortaleza de la Soledad –

-Es hora de que alguien les desate un verdadero infierno a esos pendejos de las estrellas – comento Constantine mientras prendía otro cigarro y se ponía la escopeta en su hombro –

Todos sonrieron ante el comentario del exorcista, y pocos segundos después entraron por el portal, que desapareció por arte de magia.

***

Fortaleza de la Soledad, al norte de Canadá:

La Resistencia seguía luchando su encarnizada batalla cuando la Justice League Dark: Jason Blood, Papa Midnite, John Constantine, Zatanna y la vieja amiga de la Batifamilia, Selina Kyle, aparecieron de repente a través de un portal y se deslizaron hacia abajo para saludar al oficial al mando en la posición. Todos se sorprendieron al ver a Dick Grayson. El joven y sus hombres saludaron cuando llegó la Justice League Dark y luego estrechó la mano de Constantine.

-Gracias por venir, a todos – se dirigió Dick a John y luego a los demás – Se alegraran de saber que contamos con ustedes.

-Me alegra mucho verte, Dick Grayson – dijo Selina Kyle, saliendo de entre la parte de atrás del grupo –

-Igual a mí me da alegría saber que estas bien – le contesto el joven, poniendo una sonrisa y luego se dieron un abrazo muy breve – Luego nos ponemos al corriente, Selina... ahora hay que ganar esta batalla.

-Por lo visto no fuimos sus únicos refuerzos – apunto Zatanna, señalando a los Lantern Corps y a los atlanteanos –

-Aun así, los necesitamos para apoyarnos en la costa – contesto Nightwing, preparando su arma –

-Asumo que seremos la última línea de defensa necesaria – confirmó Constantine – Ahora será mejor que estemos preparados. El ataque está sobre nosotros.

Era cierto, porque en ese momento, otra horda de Parademons y máquinas de guerra Apokoliptianas comenzaron a salir del enorme barco y avanzaron hacia La Fortaleza de la Soledad con la misma ansia de batalla sedienta de sangre. A medida que los atacantes se acercaban al corazón de La Fortaleza de la Soledad, Constantine llevó a Papa Midnite, Zatanna y Jason Blood en el aire para tomar sus posiciones. Luego, los invasores de apokoliptianos tocaron tierra y se abalanzaron sobre los defensores con una rabia ciega e imprudente. De repente, Dick Grayson gritó por su walkie-talkie:

-¡Muy bien, hombres! ¡Que les llueva el infierno!

De repente, desde las orillas de la costa y las torretas de defensa, los soldados de la Resistencia abrieron fuego con impactadores de plasma y armas de fuego de grueso calibre. Al igual que con las otras posiciones bajo asedio, los Parademons de Darkseid fueron tomados por sorpresa y apenas tuvieron tiempo de encontrar sus objetivos antes de que fueron destruidos por todos lados. Cuando los Parademons y Doom Hawks se separaron en dos grupos para atacar, fueron atacados por detrás por tanques atlanteanos que disparaban ráfagas sónicas lo suficientemente fuertes como para arrasar un edificio con un solo disparo. Luego, cuando la Justice League Dark entro en acción, varios Green Lanterns liderados por Hal Jordan y Kilowog entraron volando disparando ráfagas de energía que destrozaron a través de la playa varios Hell Hounds y DracoTanks, e incluso algunos Doom Hawks explotaron desde el cielo. Desafortunadamente, los soldados de la resistencia tuvieron que correr para cubrirse cuando los monstruos de Darkseid hicieron su aterrizaje y varios de ellos se encontraron luchando simplemente para mantenerse con vida.

Su esperanza no fue en vano, porque la Justice League Dark comenzó su contraataque y rápidamente cambió el rumbo de la batalla en Tierra. Zatanna ya estaba en el aire en plataformas de luz mística y se preparaba para luchar. Zatanna no podía negar que tenía mariposas en el estómago, principalmente porque tenía miedo de perder a John Constantine en esta situación aterradora, pero su miedo la abandonó cuando John desde abajo preparo su arma y se dispuso a matar a algunos Parademons.

Con eso, Zee se movió para enfrentar a los atacantes de Darkseid con determinación férrea. Zatanna levantó las manos cuando varios Parademons armados con picas de energía y látigos de fuego se acercaron a ella gritando "¡Por Darkseid!". Aunque se sintió más asustada por estas criaturas que por cualquier demonio que hubiera enfrentado en el pasado, Zatanna entrecerró los ojos y dijo con voz autoritaria:

-¡Snopaew emoceb srednib!

De repente, varios de los Parademons armados hicieron que sus armas se volvieran tan flexibles como cuerdas y ataron sus brazos y alas, y los monstruos se cayeron desde el cielo con gritos, logrando que los soldados de la Resistencia los acribillaran cuando tocaron tierra. Zatanna se sintió complacida consigo misma por su coraje y se preparó para enfrentarse a algunos Doom Hawks. A continuación, volvió a levantar las manos y dijo:

-¡Evig meht srehtaef!-

A los Doom Hawks inmediatamente les crecieron plumas que los confundieron y los enviaron a toda velocidad al suelo y algunos cayeron en el mar. Entonces Zatanna levantó las manos hacia más Parademons y dijo con una sonrisa:

-Para mi próximo truco... ¡Fi yeht tnaw ot thgif os yldab!

Esta vez, los Parademons que venían hacia ella se lanzaron unos contra otros y terminaron matándose hasta que cayeron del cielo y se hicieron añicos en el suelo. Zatanna le lanzó un guiño con su ojo a John antes de lanzar más hechizos a los invasores de Apokolips.

El demonio Jason Blood estaba lidiando con los Hell Hounds y DracoTanks mientras se volaba en el cielo. Volando bajo sobre las cabezas de unos pocos Hell Hounds, saco su espada de fuego y lucho contra los invasores.

Al pasar su espada por los invasores, los Hell Hounds sintieron que sus articulaciones mecánicas se aflojaban y se rompían en varios puntos. Intentaron avanzar, pero cada movimiento solo sacudía sus engranajes, haciéndolos gemir con agonía mecanizada. Intentaron escupir fuego a Jason Blood, pero el repaso su arma por las articulaciones de sus cuellos. Entonces las bestias de Apokolips colapsaron al suelo, perdiendo sus piernas y para algunos, sus cabezas de metal. Entonces el demonio voló sobre algunos DracoTanks, que desviaron su atención de los soldados y le arrojaron llamas.

Pero Jason Blood arremetió con su espada y se las clavo en los motores. Las máquinas de guerra alienígenas comenzaron a destruirse con una velocidad asombrosa hasta que solo las bocas de sus cañones con cara de dragón estaban sobre el suelo.

Papa Midnite también entro a la pelea. Se paró en la playa, floto un rato sobre el agua y lanzó rayos de sus manos, matando a varios Parademons y Doom Hawks del cielo con su energía mística. Pero a medida que derribó más guerreros de la fuerza de ataque de Darkseid, Midnite vio que los soldados tenía que ejercer más de su fuerza para mantener la línea.

Estaba a punto de usar un rayo para ayudar a los soldados a avanzar cuando escuchó un grito pidiendo ayuda que envió un escalofrío violento a su columna vertebral.

-¡Zatanna!

Efectivamente, Zatanna había estado luchando contra los Parademons de izquierda a derecha y se había mantenido firme hasta que uno la golpeó en la espalda con un mazo de poder. Ahora dos de los monstruos la tenían por los brazos y volaban hacia el mar con ella. Zatanna luchó tan fuerte como pudo y pateó a los Parademons, pero esta vez no pudo liberarse, y el dolor en su espalda le impidió concentrarse en un hechizo. Midnite no pudo moverse lo suficientemente rápido para salvarla, pero no tuvo que hacerlo, porque Catwoman, Nightwing y Deadshot entraron a escena, disparándoles a ambos Parademons en el pecho con rifles de energía. Midnite atrapó a Zatanna y la llevó de regreso al cielo, donde rápidamente le administró un hechizo para aliviar el dolor. Zatanna lo abrazo, quien luego prometió permanecer a su lado hasta que la batalla terminara, mientras Catwoman, Nightwing y Deadshot se apresuraron a regresar a la batalla.

Disparando su escopeta con una velocidad asombrosa, Constantine salvó a otra compañía de hombres de una horda de Parademons que se aproximaba. John luego tomó su mazo de cartas mágicas y las arrojó a algunos Parademons entrantes como Frisbees, matándolos en el acto. Haciendo uso de sus poderes, hizo añicos a más Doom Hawks.

Todos los soldados de la Resistencia parecían retroceder, pero John Constantine no lo haría por nada del mundo. Prendió un cigarrillo con un chasquido de sus dedos, y sonrió.

Constantine se paró en la línea del frente, donde vio que su poder sería más útil para mantener la línea. Una horda de Parademons vino volando hacia él gritando "¡Por Darkseid!", cuando el hechicero simplemente levantó su mano derecha y gritó:

-¡Vallase al carajo!

Un rayo de luz naranja salió disparado de su mano y en un destello brillante, unos cientos de Parademons se desvanecieron en partículas de sombra con fuertes gritos. Constantine levito bajo sobre las líneas de la Resistencia y convirtió varios Draco Tanks en madera, y luego varios Hell Hounds en piedra. Luego, con un movimiento de su mano, Constantine envió una ola de fuego a muchos Doom Hawks y los incendió. Un último Parademon sobreviviente se le lanzo, pero John solo le lanzo el cigarro y lo quemo por completo. En momentos, las playas de La Fortaleza de la Soledad se llenaron con los restos de los monstruos, pero aún más estaban por lanzarse al ataque.

-Constantine es impresionante – dijo Dick Grayson, casi boquiabierto. Le impresionaron mucho los poderes del mago –

-Ya cierra la boca y despierta tus ojos – le dijo Selina, que trataba de disparar a unos Parademons –

-Nunca lo había visto en acción – respondió Nightwing –

La Justice League y la Resistencia lucharon valientemente, pero a Nightwing y sus compañeros les preocupaban sí podrían resistir un ataque tan incesante. De repente, el cielo se iluminó con rayos de luz verde que comenzaron a derribar más Parademons y Doom Hawks. Cuando los defensores miraron hacia arriba, varios Lanterns volaban hacia el frente de batalla para ayudarlos. Guiándolos a la defensa de La Fortaleza de la Soledad estaba Hal Jordan.

Hal aterrizo para saludar al pupilo de Bruce Wayne y a sus compañeros, mientras que con señas de sus manos ordenó a sus guerreros que ayudaran en el cielo. Parecía que estos guerreros esmeraldas eran muy jóvenes, ya que a pesar de su naturaleza alienígena, eran de un tamaño promedio y su piel se veía muy lisa. John y Selina se sorprendió al verlos, ya que esperaban que los Green Lanterns estuvieran acompañados por los Guardianes de Oa o algunos Lanterns mas veteranos, pero no les importaba que estos nuevos reclutas hubieran venido también. Dick Grayson sentía curiosidad y le hizo a Hal la primera pregunta que le vino a la mente.

-Así que ustedes son los nuevos Lanterns, ¿verdad? – pregunto Dick, casi nervioso –

-No precisamente – respondió Hal con una suave sonrisa – La verdad ni yo sé cómo es que pudieron venir a ayudarnos, ¿Pero qué bueno, no?

-¿Quieren un cafe o algo? – Constantine los interrumpió al mismo tiempo que recargaba su arma – Dejen de hablar y vayamos a patear a esos aliens a su planeta de mierda – concluyo Constantine, recargando su escopeta –

Y con eso, Hal y los Green Lanterns llevaron a los soldados de la Resistencia a una carga para ayudar a Zatanna y al resto de sus amigos contra las fuerzas de invasión de Darkseid, dándole a la batalla por la libertad de la Tierra un nuevo empujón a favor de las fuerzas defensoras.

Pero, casi por el rabillo del ojo, Catwoman vio como un vehículo ligero se echaba a volar desde el hangar junto con un hombre alado que traía una capa roja.

Ella sabía lo que significaba: Batman y Superman le iban a llevar la pelea a Darkseid a su planeta.

***

Parecía que la batalla terminaría sin que la vanguardia de las Amazonas tuviera éxito en el flanco izquierdo de La Fortaleza de la Soledad, pero entonces las guerreras recibieron una sorpresa cuando un hombre con un uniforme oscuro que traía un rayo dorado adornando su pecho llego volando y nivelo la fuerza de la pelea para las fuerzas de la Tierra.

Se estrelló contra las líneas del frente y envió a cientos de Parademons volando en todas direcciones. Los golpeó, pateó, retorció y agarró, creando una gran exhibición de explosiones sónicas en el cielo. A pesar de que cientos más se arrojaron sobre él, Black Adam solo los sacudió como moscas. Luego corrió para ayudar a las guerreras amazonas, que estaban disparando flechas y lanzas de impacto contra los Hell Hounds y los Draco Tanks que se aproximaban.

Con eso, el campeón de Kahndaq cargó de frente contra las fuerzas de Darkseid y su primer golpe destrozó un Draco Tank, dejando solo la mitad intacta. Disparó rayos a más Draco Tanks y varios Hell Hounds, haciéndolos pedazos. Luego voló en círculos a una velocidad supersónica, creando un tornado artificial que envió a miles de Doom Hawks girando por el cielo en todas direcciones.

Con eso, los soldados en tierra abrieron fuego contra los atacantes de Darkseid con impactadores de plasma, cañones orbe, cañones de iones estáticos y los nuevos morteros que dispararon grandes bolas de plasma sobrecalentado a las filas de Parademons, casi vaporizándolas. En tierra, la amazona Artemys lideraba varios escuadrones de amazonas cuando los Parademons de Darkseid atacaron. Justo cuando los monstruos estaban a punto de atacar, Black Adam salió volando del cielo y golpeó con fuerza las líneas del frente, dispersando a los Parademons como bloques de construcción. Eso llamó su atención y muchas de las criaturas siguieron a Teth Adam hacia el cielo. Fue un grave error, porque de repente, cientos de miles de aviones de combate volaron por el aire con estruendosos estruendos y abrieron fuego contra los Parademons.

Durante un tiempo, la batalla en el flanco izquierdo iba a favor de la Tierra, pero cuando las unidades de la Resistencia bajaron un poco la guardia, encontraron un escuadrón de Hell Hounds avanzando por las playas en su dirección, vomitando fuego a medida que avanzaban. Las tropas dispararon un par de rondas, pero solo unos pocos Hell Hounds cayeron. Las bestias mecánicas no llegaron muy lejos antes de que Black Adam estuviera arriba y gritara:

¡SHAZAM!

El rayo que vino fue tan brillante que la única palabra que los guerreros de abajo pudieron usar para describirlo fue "increíble".

Un enorme rayo de luz atravesó el cielo y golpeo a varios Parademons, y luego vinieron varios rayos más pequeños que atraparon a todos los soldados de Apokolips y a los Doom Hawks dentro del alcance. En un instante, miles de invasores apokoliptianos fueron derribados del cielo de un solo golpe, dándole tiempo a Black Adam y a los aviones de la Resistencia para que contraatacaran.

***

Oliver miró por sus binoculares mientras su equipo pilotaba el transporte de tropas Flying Fox hacia la superficie del planeta. Él ya había usado antes esa nave en algunas misiones; era fuerte, tenía escudos decentes y mucho espacio para el transporte rápido de la tripulación o de un vehículo, incluso si esa tripulación era poco convencional.

Un caza Doom Hawk se lanzó hacia ellos y Oliver se estremeció, pero los cañones del Flying Fox lo hicieron estallar en el cielo. Miró a Red Hood a través de la cabina llena de gente y cruzaron miradas.

-Me alegra saber que alguien se tomó la molestia de agregarle un arsenal defensivo a este transporte de tropas – comentó Oliver –

-Solo porque sabía que yo también iría en él, como parte del equipo terrestre – respondió Jason, completamente serio – Porque si solo se tratara de ti...

Oliver rio involuntariamente. Jason volteó a otro lado para esconder su sonrisa. Lo cierto era que Oliver tenía muchos amigos a bordo y Jason acababa de salvarlos a todos.

-¡Miren! – gritó el piloto –

Una nave con un gran cañón en su lado izquierdo se alzaba ante ellos en la distancia; larga, plateada e imponente.

-¡Ya la vi! – gritó Oliver – ¡Tengo confirmación visual de el cañón ionico!

-Flying Fox – respondió John Stewart desde su avión caza – Prepárense para desembarcar al equipo terrestre en la coraza de la nave

Una luz parpadeó en la cima de la nave apokoliptiana mientras Oliver y su tripulación se acercaban en el transporte. Luego se apagó y se quedó así. Al verla a través de sus binoculares, Oliver tuvo un mal presentimiento. La amazona Artemys se acercó a su hombro.

-Green Arrow, estamos listos.

-Gracias por estar aquí – respondió él –

Ella iba a decir algo pero sonó una alarma en la cabina. La voz de un soldado se filtró por el intercomunicador:

-¡Dejaron de moverse!

-¡Qué! – exclamó Oliver –

-La están posicionando para disparar – le aclaró –

-Tenemos que destruir ese cañon o todos ahí abajo morirán – le dijo Red Hood –

-Ya se hace tarde. Todos prepárense – les ordeno Green Arrow al momento de pararse de su asiento y agarrar su arco –

Oliver tendría atmósfera, gravedad y un intrépido equipo conformado por humanos y amazonas listo para contraatacar a los bravucones de Apokolips. ¿Qué más necesitaba? Suerte, tal vez.

-¿Vas a lanzar una invasión a ese crucero? – le pregunto Jason –

-Bueno, no es que quiera – agregó Oliver – Pero un cañon de esos fue de los que destruyo Star City. He visto su poder. Si nos cubren para aterrizar, podemos llegar ahí y eliminarlo – se inclinó hacia el hombro de Jason en los controles y señaló – La nave de mando, ahí es nuestra zona de aterrizaje.

Mientras Artemys y él corrían a la bodega trasera para explicar el plan al resto del equipo, oyó la voz de John Stewart en el intercomunicador:

-Ya lo escucharon. ¡Cazas, cubran ese transporte!

Oliver y Artemys encabezaron el ataque de caballería de casi dos docenas de jinetes montados en sus Pegasos, quienes bajaban por la rampa del transporte hasta la cubierta del crucero apokoliptiano. Los Pegasos habían estado encerrados durante casi una hora en lo que se desarrollaba la batalla, así que corrían con alegre desenfreno devorando la distancia a una velocidad increíble.

Green Arrow echó un vistazo rápido por encima del hombro para ver cómo estaba su equipo. Detrás de la compañía de amazonas de Artemys venía el resto de sus soldados, quienes salieron a pie del transporte de tropas, entre los que se encontraba Red Hood y cualquiera que pudiera sostener un rifle. De momento, todo iba bien.

Delante de ellos aterrizó un transporte de Parademons y escupió docenas de soldados apokoliptianos. Se desplegaron en formación y comenzaron a disparar.

El equipo de retaguardia respondió para cubrirlos. Un Parademon cayó de inmediato: sería obra de Jason, sin duda, quien era un magnífico tirador.

Oliver metió la mano en la bolsa de municiones que colgaba de su montura. Explosivos plásticos, improvisados con lo que la compañía pudo encontrar pero efectivos de todas formas. Oliver vio un escuadrón de Parademons, apuntó y lanzó la bomba; consiguió que se arqueara tal y como Slade le había enseñado. Explotó hasta convertirse en fuego y polvo negro, y tiró a varios Parademons.

-¡Nada mal para un hombre, eh! – le gritó Oliver a Artemys – ¿Viste eso?

-¡Solo fue suerte! – contestó la amazona –

Ya casi llegaban a su destino. Oliver y Artemys agarraron sus bolsas de explosivos, saltaron de sus Pegasos y corrieron sobre la nave.

Otro transporte de tropas de Apokolips aterrizó cerca de ellos. La rampa descendió y salió un escuadrón de Parademons rojos, que de inmediato comenzaron a disparar. Varios utilizaron sus alas para volar y así disparar desde una posición más ventajosa.

Oliver estaba harto de esos insectos. Respondió con disparos de su arco, la mayoría de los cuales acertaba mientras él y Artemys avanzaban. Tenían que resolverlo rápido. Pronto llegarían más transportes de tropas que los superarían en minutos.

O peor aún, la nave simplemente tendría a tiro a La Fortaleza de la Soledad, con lo cual mataría a todos al instante. Las amazonas en sus Pegasos se desplegaron alrededor de sus dirigentes y lanzaron una ráfaga de disparos con arcos a los Parademons para cubrirlos.

Oliver y Artemys llegaron a la plataforma de navegación. Frente a esta había una estructura parecida a un búnker, construida en la parte exterior de la cubierta para evitar la interferencia interior de la nave.

-Es esta – gritó Oliver –

-¡Haz lo tuyo humano! – dijo Artemys levantando su arco improvisado –

Oliver sacó un desarmador y desatornilló un panel completo de cables hechos con un material que no había en la Tierra. Oliver empezó a colocar explosivos mientras Artemys disparaban flechas con su arco para cubrirlos. Una de sus saetas alcanzó a un Parademons, que giró en el aire, chocó con un caza Doom Hawk que venía en dirección contraria y lo hizo estrellarse contra la superficie del crucero.

-Ya casi está – dijo Oliver mientras trabajaba tan rápido como podía –

Oliver no estaba tan absorto en hacer explotar la fuente de poder como para no darse cuenta de cómo la punta del cañón de iones comenzaba a resplandecer en un tono azul brillante.

-¡El cañón están encendido! – dijo John Stewart por el intercomunicador – Oliver, ¿cómo vamos?

-Ya casi está... Solo un poco más...

Oliver le hizo la seña a Artemys y ambos se agacharon con las manos sobre la cabeza mientras Oliver detonaba la bomba.

¡Boom!

En sus oídos resonó el estallido y la presión les golpeó la espalda.

El cañón entero hizo reacción en cadena e incluso golpeo con la explosión a su propio crucero.

Mientras las amazonas recogían a Oliver y Artemys y los subían a los Pegasos para echarse a volar a la batalla de debajo, Green Arrow no pudo sentirse más feliz y satisfecho por lo que acababa de hacer.

Esta si es una misión cumplida. Esa va por Star City hijos de puta.


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