PESADILLAS

"Puedes luchar contra los demonios de la noche, pero... ¿puedes luchar contra los demonios de tus propias pesadillas?"

-Anónimo.

Después de la desalentadora reunión con el consejo de la Resistencia, Bruce sintió como el mundo se le venía encima. El creía que tenía un buen plan, que con el convencería a todos para recibir su apoyo y así al fin acabar con las fuerzas de Apokolips.

Pero no fue así. Todos le hicieron ver que estaba equivocado. Que solo era un hombre con esperanzas sin sentido y un plan vacío.

Bruce sintió la pesadez del sueño y se dispuso a dormir en uno de los asientos del Batmóvil aparcado en uno de los hangares en la pista de aterrizaje de la Fortaleza de la Soledad. Cuando uno está demasiado fatigado y con la adrenalina hasta el cielo, es difícil conciliar un buen sueño. Un guerrero como Bruce Wayne lo sabía muy bien, y más aun a su edad. El dolor en su cuerpo regreso, y todavía sentía un peso en las extremidades.

No pudo más con el cansancio y cerró los ojos, entregándose a sus pesadillas.

Su cuerpo se sintió como un horno contra el revestimiento de Kevlar en su cuerpo, las olas chocaban contra sus botas, cada hueso le dolía, cada músculo estaba desgarrado. Pero el sabía que había ganado. Todos los villanos de Gotham estaban muertos, la Justice League había salvado al mundo. Al fin, Bruce tenia la oportunidad de ser quien el quería. Solamente un hombre libre...

-Oh, vamos Bats, aún no estás muerto...

Bruce reconoció a la voz como el demonio en sus sueños.

-Tu... – Batman gruñó mientras se ponía de pie contra el dolor rugiente en su cuerpo. El Joker sonrió –

-Vamos Bats, ambos sabemos que estás demasiado muerto para intentar detenerme. No eres el hombre que eras cuando me enfrentaste la primera vez – El Joker se burló cuando Batman intentó lanzar un puñetazo, solo para quedarse corto y casi caerse –

El Joker se volvió loco, pues envió una patada al costado de Batman y lo pisó, riendo mientras lo hacía.

-No tienes nada... nada con qué amenazarme... ni con todas tus fuerzas puedes detenerme... eres viejo... y débil...

-¡Te mataré, te juro que lo haré! ¡Asi como a Darkseid! – Batman rugió –

-¿Cómo vas a matarlo, cuando ni siquiera pudiste detenerme en su momento? – Joker volvió a reír, burlándose de Bruce Ni siquiera tienes el valor para matarte a ti mismo. Nunca has tenido los pantalones para hacer lo necesario.

Batman volteo hacia la nueva figura. Su traje estaba hecho jirones, su cara estaba cubierta por una máscara de tela marrón y su mano derecha tenia un guante con una serie de jeringas incrustadas.

-¿Crane? – Bruce parecía estar sorprendido ante la presencia del Espantapájaros –

-Parece que necesitas relajarte – Crane lanzó su brazo hacia adelante e inyecto su gas del miedo en el cuello de Batman –

Sus brazos se agitaron frente a él mientras su visión se nublaba y la escena cambiaba. Se sintió como si estuviera en un sueño o en una pesadilla. La escena cambió y estaba cara a cara con el Joker, una sonrisa apareció en su rostro mientras se alejó corriendo.

-Vamos Batman, ambos sabemos que no tienes nada que me haga daño – grito Joker mientras corría –

Batman corrió tras él, pero no antes de voltear hacia Crane que estaba tratando de golpearlo por detrás con una tubería. Batman lo bloqueó y envió un puñetazo en su estómago, tumbándolo al suelo con un ruido sordo.

-Quédate abajo – Batman gruñó mientras continuaba persiguiendo al payaso –

Continuó corriendo a través del sueño, parecía un rompecabezas, ya que se levantaron pedazos del suelo y debajo de sus pies había una especie de tifón. Era una larga espiral que parecía llegar a un pozo sin fin, pero Bruce sabía que tenía que ir tras el Joker.

Sus pies se dejaron llevar y sintió que la escena cambiaba, ya no estaba en el subconsciente roto, sino que ahora estaba en un manicomio. Bruce lo reconoció al instante, era el Arkham Asylum. Mientras caminaba hacia adelante lentamente con los ojos atentos a cualquier cosa sospechosa, fue sorprendido por un una barreta que se acercaba violentamente hacia su cabeza. Rápidamente se agachó y esquivo el golpe para estar cara a cara con el Joker de nuevo.

-¡Te partiré en dos! – Batman gruñó mientras golpeaba a Joker como si fuera un rayo –

-Oh Bats, si tuvieras el valor para este tipo de diversión, lo habrías hecho hace años. Yo por otro lado... – Joker sonrió y levantó su brazo solo para sacar su cuchillo. Bruce no se dio cuenta cuando se lo clavo en la pierna –

Batman rugió de dolor cuando Joker lo pateó en el estómago, enviándolo al suelo de nuevo. Mientras le colocaba una viga en su cuello, el Joker sonrió mientras se paraba encima de él.

-Sabes, es un mundo divertido el que vivimos, Bats. Hasta hace apenas unos años, me preguntaba el por que te habías puesto ese estúpido traje y habías salido a las calles a patear criminales por las noches – justo en ese momento, Joker le quito la capucha a Batman, dejando que el rostro algo avejentado de Bruce Wayne se mostrara ante el – Ahora, que estoy en tu mente... ese secreto es solo mío... Bruce – Sus ojos se agrandaron cuando Joker se paró junto a su cabeza, con una pistola apuntándole – Es cierto Batsy, lo sé todo, y estoy tan emocionado como un niño cuando abre sus regalos de Navidad. Debo decir, es tristemente anticlimático todo esto. Yo esperaba que Batman fuera el bueno de Jim Gordon, ya sabes, el policía inquebrantable, o incluso Harvey Dent, el incorruptible fiscal del distrito. Pero al verte a ti, a Bruce Wayne, solo me di cuenta del fiasco que eras. Debajo de toda tu rudeza y los batarangs eres solo un niño pequeño que llora por mamá y papá. Sería gracioso si no fuera tan patético – Joker reflexionó por un momento – Oh, qué diablos me voy a reír de todos modos.

Mientras Joker se reía, a Bruce no le dieron ganas de derramar una lágrima. Solo entro una furia incomprensible en él, y al fin, vio la verdad en Joker. La triste y patética verdad de Jack Napier. Inmediatamente, Bruce lo tomo por el tobillo y lo hizo caer. Se quitó la viga de su cuello y la rompió. Su cuerpo se lanzó hacia adelante con el dolor en su pierna y se estrelló contra el Joker. El cuerpo del payaso cayó al suelo cuando un puño fue lanzado hacia su cara, seguido de otro, y otro, y así Bruce siguió golpeando y no paró.

-¿Crees que sabes mucho de mi verdad? – decía Bruce mientras lo golpeaba – ¿Crees que me conoces? Pues no...

Y entonces lo siguió golpeando. Pero como si sus golpes no hicieran efecto en sus expresiones, Joker sonrió y volvió a hablar.

-Nos divertimos mucho, Bats... pero no me convences del todo...

-Se a lo que de verdad temes, Jack – empezó a decir Batman, recobrando su compostura – Siempre fuiste un hombrecillo muy triste, muy patético, siempre a la sombra de lo que quería ser y no logro ser. Así que te inventaste esta broma tuya de "Joker" y olvidaste a tu patético cascaron de Jack Napier. Quisiste ser importante, ser el "Príncipe Payaso del Crimen", pero no te queda. Así que yo si se a lo que temes en serio, y eso es a ser olvidado, a ser solo cenizas en el vacío – y aquí, el rostro de Joker cambio de color y volvió a ser Jack Napier, el hombre patético y ruin que fue alguna vez. Ahora en serio tenía miedo –

Y finalmente dejó de escucharlo, la risa y los gruñidos de dolor. Jack Napier balbuceo y Bruce lo tomo de la solapa del traje. El tifón en el suelo volvió a surgir, y Bruce camino hacia los bordes ahora decidido a tirar a Jack en él.

-¡No! ¡Bruce, no lo hagas! – grito Jack – No me tires por favor... yo te necesito... tú me necesitas... ¡No hay murciélago sin su guasón! – intento decir Joker, tratando de convencer a Batman de que no lo envié al olvido – ¡Me necesitas!

-Solo eres un triste y patético hombrecillo, y si nunca te mate, fue por lastima... aun te tengo lastima – y entonces, Bruce vio en los ojos de Joker su suplica de piedad. Tenía razón, Joker solo temía que fuera olvidado, y al fin, después de años, Bruce se estaba listo para desprenderse de el – Pero hoy debo decirte, que te vayas al carajo.

Y sin decir más, Bruce lanzo a Joker al torbellino. Solo pudo escuchar el grito agonizante de Jack Napier mientras caía hacia el olvido en la mente de Bruce.

Joker no sabía que estaba en la mente de Bruce, y olvido que este tenía sus propias reglas.

Joker ya ni siquiera era un vago recuerdo. No era absolutamente nada.

Bruce se quedó solo, perdido en nada más que paz y tranquilidad, aunque no le duraron. Fue entonces cuando escuchó el sonido de una espada saliendo de su funda, y de repente se dio cuenta de con quien estaba.

-Hola... Kuffash.

Batman miró hacia la oscuridad frente a él. Saliendo de las sombras con un kimono verde y una espada con el símbolo de la cabeza del demonio en su mango, estaba Ra's Al Ghul. Se veía igual que cuando murió.

-Ra's... – Bruce susurró cuando Ra's se le acercó – Siento lo que le hice a tu hija.

-Es demasiado tarde para disculparse Kuffash, ahora, al igual que lo que Joe Chill te hizo cuando lo de tus padres, yo te lo voy a hacer ahora. Tendrás que ver como mueren... – Ra's alzo sus espada con la mano, y señalo a las sombras. Todo se hizo claro en un instante, pues Selina Kyle apareció atada a una silla. Sus ojos verde jade mostraban que estaba preocupada y enojada al mismo tiempo – Te dije que tenias que matarla, y no cumpliste la encomienda. No mereces pertenecer a La Liga de Asesinos. Pagaras las consecuencias – Ahora Ra's señalo a la otra mitad de la habitación, donde al igual que Selina, Dick Grayson se hallaba atado a otra silla. Vestido con el traje de Robin, estaba golpeado y babeando sangre – ¿Recuerdas cuando te dije que tendrías que enfrentar a tus peores miedos? Pues aquí están. Vas a ver morir a las dos personas que más amas en el mundo.

-¡Ra's, no lo hagas! ¡Fuimos amigos una vez! – grito Bruce, suplicando que su mentor tuviera algo de piedad –

-La piedad es debilidad – Ra's concluyo, dispuesto a imponer su voluntad en Selina y en Dick – Debes de hacer lo necesario para preservar al mundo que te rodea. Lo lamento por ti, Kuffash, pero tú eres débil y siempre lo serás.

Entonces lo hizo. Con un ágil movimiento de su mano, Ra's Al Ghul paso su espada por el cuello de Selina y de Dick Grayson. Ra's se desvaneció mientras Bruce acunaba a Selina y a Dick en sus brazos. Vio como ambos soltaban lágrimas, lágrimas de decepción. Bruce no había podido salvarlos.

Esta vez, llovió, en medio de la noche, miró hacia arriba y se dio cuenta de el lugar dónde estaba: estaba de regreso en el callejón de cuando tenía nueve años, pero ahora tenía los cuerpos de Selina Kyle y de Dick Grayson a sus pies. Como para empeorar su pesadilla, las paredes se empezaron a saturar de lapidas, pero no de lapidas cualquiera. Eran las lapidas con el nombre de Alfred Pennyworth, otra de las personas a quien más quería y no había podido salvar. Bruce lanzo un grito desgarrador. Quería morir, estaba atrapado en una pesadilla sin fin y solo quería que terminara.

Parecía que caía hacia el vacío de nuevo, pero esta vez, el sueño cambio. Ahora se hallaba caminando por un largo pasillo que culminaba hacia una puerta de madera.

Bruce puso paso firme hacia esta, pues creía que al fin podría salir del sueño. Cuando llego hacia la puerta, la abrió lentamente. Estaba listo para ver cualquier cosa que su mente le tuviera preparada, pero no para esto.

Sentada en una silla frente a la ventana del cuarto, estaba su madre, Martha Wayne.

Al verla, Bruce no pudo más y se lanzó a sus brazos. Martha lo acuno en su regazo mientras su hijo parecía perder el equilibrio en sus piernas. La angustia, la melancolía y la tristeza que sentía al verla lo habían devastado.

-Creí que nunca volvería a verte, mamá – dijo Bruce, sin poder levantar su mirada hacia su madre – Pensé que en ese callejón... te había perdido para siempre.

-Bruce, la vida está llena de cosas inexplicables – le contesto ella, acariciando su cabello – Algunas te alegran... y otras te rompen el corazón.

-No pude protegerte cuando llego el momento – por momentos, parecía que Bruce no podía sostener sus palabras. Le dolían tanto – Me los arrebataron... y no pude hacer nada...

-Me dolió tanto, hijo. Sentí que me arrancaban el corazón, pero recuerda – Martha levanto la mirada de Bruce para que pudiera hacer contacto visual con el – Recuerda que toda miseria es temporal... ¿Lo sabias? Yo tuve que protegerte para que tú pudieras vivir. Pero no quiero que te preocupes por mí ni por tu padre, nuestras penas se acabaron.

-Es que ya no quiero regresar ahí, mamá – le contesto Bruce, derramando una lagrima – Me siento viejo, acabado. Siento que ya no puedo sostener todo el peso del mundo... y yo ya no quiero...

-Eres fuerte Bruce – le contesto ella, sosteniendo firmemente sus manos en un gesto de compasión – Eres un Wayne. Sigues luchando incluso sin saber cómo hacerlo.

-Quiero que Dick sea mejor de lo que yo soy – dijo Bruce, algo mas tranquilo – Quiero que Selina se dé cuenta de que es mejor – y justo ahí, se derrumbó otra vez – Solo quiero que ellos vivan. Quiero que las personas tengan otra oportunidad de vida... solo quiero que todos puedan vivir en paz.

-No te preocupes... todo se cumplirá – Martha abrazo a su hijo. Definitivamente, Bruce pensaba que de todos los macabros juegos que su mente le podía jugar, este había sido el más cruel. Sin embargo, ver a su madre de nuevo le había reconfortado un poco – Hay otra persona a la que tienes que ver – contesto ella, rompiendo el abrazo –

Martha señalo hacia la puerta por donde Bruce había entrado. Escucho una serie de pasos, pasos fuertes, y una voz...

-Hola, hijo...

Bruce detectó una presencia y miró hacia atrás, lo que vio, no pudo explicarlo. Frente a él, estaba un hombre alto, como en sus cuarenta años. Era un rostro conocido, pero solo un rostro que ya casi no recordaba, solo en sus más profundos sueños.

Era su padre, Thomas Wayne.

-No soy digno de ser llamado tu hijo – respondió Bruce con tristeza – Tu hijo murió.

-No...nunca vuelvas a decir esa estupidez – dijo Thomas mientras avanzaba hacia el – Kufassh... el murciélago, fue quien murió. Mi hijo esta con vida. Siempre ha estado ahí.

-Solo eres un recuerdo – respondió Bruce fríamente – Un juego de mi mente.

-Tu recuerdo – decía Thomas compasivamente – Sabes lo que debes hacer muchacho. Ve con tus hijos... ve a casa.

-Es muy tarde – Bruce noto que se formaba un nudo en su garganta, un nudo de dolor – Mi hogar ya no existe. Alfred murió... se fue.

-Alfred murió, pero los valores que te inculco y por lo que siempre lucho siguen ahí... – y Thomas señalo el pecho de su hijo – Eso nunca se ira. Eres un hombre, y uno de verdad. Así que párate, que aún hay gente a la que no puedes defraudar.

-Es solo que tengo miedo – Bruce contesto, temeroso – Ya no sé si tengo la fuerza para afrontar lo que venga.

Thomas alzo su mano y acaricio el rostro de su hijo. La muestra de afecto de alguna manera hizo que Bruce se armara de valor, y algo dentro de su ser empezó a crecer.

-La tienes, hijo – dijo Thomas mientras bajaba su mano –

-Papá...

-Lo se... – Thomas interrumpió a su hijo, que quería decirle algo – Yo igual a ti.

En ese momento, Bruce despertó de su sueño. Lo primero que vieron sus ojos fueron los controles del Batmóvil aparcado en el hangar, seguido de los cielos estrellados del Atlántico Norte, que iluminaban levemente las tierras que albergaban a la Fortaleza de la Soledad.

Debió ser una alucinación de su subconsciente, que le debía decir lo que había que hacer. Si, era eso.

Bruce estaba dispuesto a bajar del vehículo, pero se detuvo cuando vio que Dick Grayson se aproximaba hacia él. Justo cuando el joven se aproximaba al vehículo, Bruce Wayne al fin se quitó su casco.

Dick no había visto el rostro del hombre al que consideraba su segundo padre. Era bastante extraño: el rostro de Bruce tenia arrugas y cicatrices faciales. Tenía una delgada que le cruzaba el ojo, y otras más horrenda que pasaba por su frente hasta la parte de arriba de su labio. Y su cabello, aunque estaba corto, tenía varias canas.

Bruce Wayne era un hombre diferente al que había salido de Gotham City tres años atrás.

-¿Bruce? – pregunto Dick, viendo a su mentor con confusión – Todos te están buscando... ¿estás bien?

Bruce salió de la cabina y puso su mano en una recubierta de una rueda. La respuesta estaba llegando a él.

No...

Sabía la respuesta desde el principio. Pero incluso Bruce lo temía.

Salvo por un intervalo de tres años, Batman había estado haciéndolo durante veinte años, y sabía con certeza algo que se estaba extendiendo desde su corazón hacia afuera: que lo había hecho mal.

Veinte años de huesos rotos. Veinte años de piel arrugada. Veinte años de sangre. Veinte años de muerte. Veinte años de horror. Y lo soportó todo. Asumió la culpa sobre sí mismo y dejó que lo enterrara más y más, hasta que surgió algo que ni siquiera él reconocería como humano.

Pero la culpa fue inútil. Se apoderó de él, muy lentamente. Y su voluntad de aferrarse a ella a toda costa, empujo a todos fuera de su vida para preservarla, impregnando cada uno de sus pensamientos, en cada una de sus acciones, hasta que tocó a las personas que lo rodeaban.

Mirando el sitio donde los militares se arremolinaban, debatiéndose si se quedaban en la Fortaleza o no, sus ojos se perdieron mientras sus pensamientos se consumían entre sí.

Batman no podía luchar contra Darkseid y su ejército, ni contra nadie hasta que finalmente y por fin dio voz a la única cosa que temía que tuviera razón sobre él. Lo único que le aterrorizaba tener que admitir.

Entonces, mientras miraba hacia los hangares, mientras Nightwing lo miraba, Batman lo dijo, solo lo suficientemente alto para que Dick lo pudiera escuchar.

-Ya no puedo hacer esto – Batman levantó las manos y abrió las placas de su armadura. Seguido de su cinturón con su espada en el, todo lo tiro al suelo –

-Bruce... – dijo Nightwing – ¿Todo bien?

Bruce volteo para mirarlo con los ojos desenfocados. Podía sentir sus manos temblar, su pulso acelerarse.

-Clark siempre tuvo razón – dijo Bruce – Una ciudad... un mundo... se refleja en personas como nosotros. En personas que lo protegen. Y la gente de Gotham City solo estuvo matándose entre sí durante los últimos veinte años. Todo estuvo mal. Infundí miedo en ellos cuando debí de infundir esperanza. Y... yo tengo la culpa.

-Bruce... – contesto Dick. La preocupación en sus ojos combatía su total incomprensión – En serio, no puedes culparte por lo que hacen las personas cuando están asustadas.

-Puedo... y debo – dijo Bruce. Miró a Nightwing – ¿Por qué hago esto? Cuando me preguntaste hace años por qué todavía era Batman cuando el hombre que asesinó a mis padres había muerto...

-Querías ser el símbolo – interrumpió Nightwing – Querías ser al que temían cuando los criminales atacaban por la noche.

-Bien... – dijo Bruce – Y me temen. El Régimen me teme. Y mis compañeros de armas también me temen. Y todos me temen tanto que podrían venderme o darme la espalda. Y si eso es lo que han aprendido, entonces he estado haciendo todo mal. No puedo ser simplemente Batman y ya. Tengo que ser algo más.

-¿Como que? – preguntó Nightwing –

-El ejemplo. Aquel a quien miran para ver que se pueden proteger unos a otros, y no solo al que pone bombas y mata Parademons al principio de la batalla – Bruce miró hacia arriba, por encima de ellos, a los enormes cielos que los envolvían – Todas las noches salía, salía con mi rabia. Salía con mi culpa. Salía con mi tristeza, y... y todos han estado pagando por ello desde entonces. Ir a la Liga de Asesinos para tomar los recursos de Ra's Al Ghul fue un error – mientras decía eso, Dick se sentó junto a Bruce. Tenia que escuchar toda su explicación – Cuando salí de Gotham alejé a todos los que amaba porque pensé que estar solo me daba una ventaja, y después de darme cuenta de que era una mentira, no regrese porque pensé que estarían mejor sin mí. Y estaba bien, porque pensé que si yo era el único que salía lastimado, entonces ese era un pequeño precio a pagar por lo que había que hacer. Pero mira a tu alrededor... ¡No soy el único que sale lastimado ahora! – Bruce miro hacia abajo, avergonzado ante su hijo – Hay... tantas cosas mal en mí. Más de las que me gustaría admitir. Y... y sé que no puedo arreglarlas yo mismo. Por el bien de esta lucha, por el bien de todos los que me rodean, tengo que cambiar... Y necesito empezar ahora – Bruce miró lentamente a Nightwing. Parecía nervioso. Esto era muy diferente de Bruce, y Dick lo sabía – Dick... estoy en un momento donde estoy cuestionando cada pequeña cosa que he hecho, y no me gustan las respuestas que veo. Me convertí en todo lo que jure defender al principio de mi carrera como vigilante. Y me arrepiento de muchas cosas. No supe como educar a Jason...

-¿Has visto como mira a Slade Wilson? – interrumpió Dick –

-Por eso te lo digo. Jason me sigue culpando por la muerte de Alfred... y eso es algo que no puedo cambiar – Bruce sentía la decepción en sus propias palabras. Pero no por Jason, si no por el mismo. No pudo encaminar como quería al muchacho – Slade es su héroe, es más afín a él. Y... Selina... llegue tan tarde a su vida. Me arrepiento de bastantes cosas, de muchas... excepto de ti – Dick no sabia como reaccionar ante esas palabras. Lo habían tomado por sorpresa – Eres exactamente como yo, pero sin todo los problemas, y todavía no sé cómo lo lograste. Y lo he intentado, he intentado tanto tratar de ser un buen hombre, pero solo tengo que mirarte a ti...

Nightwing buscaba visible y audiblemente algo que decir al respecto, pero no podía.

-Bueno, ya sabes... – dijo Nightwing finalmente – No llegué aquí por mi cuenta, y... quiero decir... en lo que respeta a los mentores, tuve uno bueno. Dos de hecho, tú y Alfred.

Bruce miró fijamente a Nightwing, que estaba sin parpadear.

-Eres mi hijo – dijo Bruce sin titubeos – Eres mi verdadero hijo. Tu eres la única cosa buena que dejo en este mundo – Nightwing dejó de buscar algo que decir. No sabía cómo responder a eso – No creo en Dios... pero lo tendré como testigo cuando le diga que pasaré el resto de mi vida tratando de merecerte. Tú haces que todo esto valga la pena.

Nightwing finalmente parpadeó. Una lágrima salió de su ojo.

-No soy digno de ser llamado tu hijo – respondió Dick. Un nudo en la garganta lo envolvía – Mate a Dent sin motivo alguno. Y realmente me siento horrendo por ello.

-Es por eso que eres mi hijo – Bruce lo tomo por los hombros – A pesar de todo lo que has hecho... aun te mantienes fiel a tus ideales y a tu moral. Luchaste valientemente por años y nunca te rendiste a pesar de todo. Mantuviste a salvo a Jason y a Barbara en los tres años que estuve fuera. En una Gotham ocupada y salvaje te mantuviste fuerte, y yo no sé cómo podría haber soportado eso. Tú eres mi hijo, y lo que hagas... el camino que desees tomar... de ahora en adelante ten por seguro que estaré orgulloso de ti.

-Yo no levante una Resistencia ni arme un ejército para defender la Tierra. Yo no he liderado a la Justice League a la victoria – contesto Dick Grayson, tratando de evadir todos los sentimientos que tenía hacia Bruce. Le debía tanto, y estaba tan agradecido con el – Bruce... por favor, tú ya has sacrificado todo más que nadie en esta guerra. Toma el Batwing y vete. Leí la carta que te envió Selina. Tienes que buscarla, y hazla entender que está mal. Pasen sus últimos momentos juntos, y si no los últimos momentos, toda una vida. Bruce... todos te debemos tanto... ¿Pero no quieres algo para ti mismo?

-Desearía que a Selina no le hubieran hecho todas esas cosas horrendas. Que Jason no hubiera vivido en la calle y que Joker no lo hubiera torturado. Que a Barbara no le hubiera disparado ese hijo de perra. Que tu no hubieras perdido a tus padres a manos de Dent – dijo Bruce, como si sus propios sentimientos hablaran por el – Para mí... solo hubiera querido haber confiado más en las personas correctas... Clark, Diana, Hal Jordan, y los demás. Solo hubiera querido eso.

-Tienes cuarenta y nueve años, tu vida no está perdida – contesto Dick –

-Sinceramente... ya no quiero nada para mí. Solo quiero descansar... y que el mundo esté mejor que como lo dejé – solo pudo contestar eso Bruce. Simplemente ya no quería seguir más –

-¿Entonces eso es todo?

-Eso no es todo... ¿Acaso me he rendido alguna vez? – Bruce sonrió –

Dick le devolvió la sonrisa y también le puso su mano en el hombro. Estaba tan orgulloso de Bruce.

Él era el hombre que lo había formado.

Le había dado su guía, su entrenamiento y sus enseñanzas.

Pero más que nada... era como su padre.

Y siempre iba a dejar marca en Richard Grayson.

Ambos comenzaron a caminar hacia la Fortaleza de la Soledad, entonces para romper el silencio, Dick le pregunto algo.

-Oye, hay algo que tengo que preguntarte – el joven se mostro temeroso, y más cuando Bruce le lanzo su mirada inquisitiva –

-¿Qué? – pregunto Bruce. Le intrigaba tanto saber que quería preguntarle Dick Grayson. Al ver que el joven volvía a guardar silencio, Bruce le insistió – Anda, ya. Dímelo...

-¿Por qué elegiste a Selina? – al fin lo soltó – Es decir... la aprecio, pero son personas muy diferentes. Ella no es Talia Al Ghul ni Andrea Beaumont, pero...

-¿Es una ladrona? Lo se, pero también sé que es buena persona – contesto Bruce, sin ningún balbuceo ni molesto por lo que Dick le decía –

-Creí que sería algo por lo del trajecito de cuero y el látigo – Dick rio. Ambos se soltaron a reír, ya que solo eran lo que necesitaban. Un momento "normal" –

-Todos asumen eso, pero no. Existen rosas y claveles, flores de todos los colores... pero Selina es el jardín completo. Ella lo tiene todo – contesto Bruce, viendo hacia las estrellas. Pensaba en ella – La amare siempre, Dick Grayson. Más allá de la muerte y a través de las estrellas, la voy a querer siempre.

-¿Si sabes que no está perdida, verdad? – pregunto Dick – Creo que no está perdida.

-Si creyera eso no seguiría peleando – respondió Bruce, casi sonriendo – Yo no peleo por causas perdidas.

Y sin decir más... Bruce se soltó la espada de Ra's que traía desde hacía tres años, y junto con el casco que también le había dado, los lanzo hacia el océano.

Por fin lo había comprendido...

No necesitaba al murciélago, a Kuffash para luchar por lo correcto.

Solo necesitaba a las personas en quienes confiaba para dar una buena pelea.

Al final, Bruce Wayne había vuelto a la luz.


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