EL DIA DE LA LIBERACION

Hace más de veinte años...

Bruce Wayne estaba finalmente en casa.

Pasó la noche del 11 de Marzo de 1999 caminando por las calles de Gotham City. Era incluso peor de lo que recordaba; era el Infierno en la Tierra. Los matones de Robinson Park lo midieron como un trozo de carne. Escuchó las súplicas y las amenazas poco entusiastas de los desventurados vagabundos del Finger Memorial. Pasó por encima de la masa de cuerpos dormidos frente a la abarrotada Misión Sprang. Finalmente, llegó a lo peor: el notorio East End.

Las luces de neón de los hoteles, sex-shops, antros y clubes de striptease iluminaban su entorno. El aire estaba denso con el aroma del humo de cigarrillos, hierba, alcohol y perfume. Mujeres escasamente vestidas se les insinuaban a los hombres con promesas de noches que nunca olvidarían.

El multimillonario Bruce Wayne era la última persona que alguien esperaría ver en el East End, y quería que siguiera siendo así. Estaba disfrazado de vagabundo con una profunda cicatriz falsa que le recorría la mejilla izquierda, al igual que traía un gorro y una chamarra militar de color verde. Estaba en territorio enemigo, impulsado por una sed insaciable de salvar su ciudad; para proteger a los inocentes de aquellos que les harían daño.

Bruce necesitaba elegir sus objetivos con cuidado. Estaba buscando a los mafiosos que dirigían el East End cuando vio a un hombre bien vestido de unos 60 años con un traje gris y corbata en la entrada del Hotel Edwards. Observó al hombre hasta que fue interrumpido por una tímida voz femenina.

-Hola, guapo. Parece que te vendría bien un poco de diversión.

Bruce se giró, y lo primero que capto su vista fue a una mujer joven y rubia con un vestido de terciopelo color burdeos. Supuso que ella estaba en su adolescencia. La entrega tentativa de sus palabras y el tímido lenguaje corporal dejaron pocas dudas de que era nueva en la profesión más antigua del mundo.

-¿Cuántos años tienes? – preguntó Bruce con desconfianza –

-Tan joven como quieras que sea – respondió la rubia con una sonrisa tímida –

De repente, el hombre de traje gris se paró frente a Bruce y agarró bruscamente los brazos de la mujer.

-Estúpida. ¡Todo eso estuvo mal, Jeannie! ¡Lo estás haciendo mal! – gritó furiosamente el proxeneta –

-Malkie... hice lo que me dijiste. Tal como lo mostraste – suplicó ella –

-¡Pero tienes que saber quiénes quieren lo que tienes!

La mano izquierda de Bruce salió disparada y agarró el hombro izquierdo del proxeneta con fuerza.

-Has terminado con ella – advirtió el justiciero con severidad –

Mientras tanto, una joven de dieciocho años llamada Selina Kyle salió por la entrada de un hotel cercano después de realizar otra estafa exitosa mientras "trabajaba". Guardó el teléfono celular y la billetera de su "victima" en el bolso después de atarlo a la cama. Iba de camino a gastar el dinero con Jeannie cuando escuchó a Malkie gritarle a un vagabundo. Una sonrisa se formó en sus labios. Odiaba cómo Malkie trataba a las mujeres del East End y en secreto esperaba que el extraño le diera lo que se merecía: una buena patada en el culo a la antigua. Consideró hacerlo ella misma muchas veces, pero temía que Jeannie sufriera el castigo de Malkie.

Observó a Malkie sacar un cuchillo de su bolsillo trasero y golpear salvajemente al forastero. Prácticamente podía sentir la creciente frustración de Malkie con cada golpe tan torpe. Era como ver a un niño pelear contra un hombre adulto. Hubo un intento de apuñalamiento fallido cuando el hombre misterioso agarró el brazo derecho de Malkie. Selina pudo escuchar el "CRACK" de su codo destrozado, seguido de un grito inhumano que silenció el repiqueteo del cuchillo que cayó de su mano a la calle. El extraño le dio una patada lateral en el pecho a Malkie y lo envió volando. Un momento después, yacía inconsciente en el pavimento.

Selina sintió escalofríos de satisfacción. Miró con admiración al extraño. A pesar de su ropa sucia, podía decir que era guapo. Decidió acercarse a él, pero fue interrumpida cuando vio a Jeannie agarrar el cuchillo desechado por el rabillo del ojo.

-¡No Jeannie! ¡No lo hagas! – gritó Selina en sus pensamientos.

-¡AAAAHHH! – Bruce gritó. Un dolor agudo y punzante le atravesó el muslo izquierdo –

-¡Vamos, chicos! Lo tengo – gritó Jeannie triunfalmente. Clavó el cuchillo más profundamente en la pierna de Bruce, confiada en que Malkie recompensaría su lealtad –

Bruce agarró la muñeca derecha de Jeannie para evitar que le causara más daño. Vio a dos mujeres correr hacia él y rápidamente las despachó con un par de patadas bien colocadas. Giró la muñeca de Jeannie hasta que escuchó un fuerte chasquido. La satisfacción que sintió duró sólo un instante. Fue ahogado por el sonido de un grito de dolor y horror. Cuando volteo hacia la rubia, las lágrimas corrían por las mejillas de Jeannie.

Bruce se reprendió mentalmente por su descuido. Se suponía que no debía pelear con nadie, y mucho menos agredir a mujeres inocentes.

-¡NADIE HACE DAÑO A JEANNIE! – gritó una Selina enfurecida –

Bruce se volteo su vista hacia una hermosa mujer de cabello oscuro que iba vestida con un corsé, pantalones ajustados que no ocultaban nada y botas hasta la rodilla, todo en cuero negro. Los ojos verdes de la joven brillaban con desafío.

-Me estaba defendiendo – dijo Bruce en un tono contundente –

-Me importa una mierda – respondió Selina. Sus dedos se cerraron en puños y una expresión feroz cruzó su rostro –

Bruce dobló las rodillas y cambió a una postura de artes marciales. Se sorprendió por la increíble velocidad con la que su oponente se abalanzó sobre él. Apenas bloqueó y esquivó una combinación magistral de golpes destinados a su cara y cuerpo. Rápidamente dedujo que ella era mucho más peligrosa que los matones callejeros de Gotham y que potencialmente rivalizaba con sus antiguos compañeros en la Liga de Asesinos.

Selina intentó darle una patada en la cabeza, pero fue bloqueada por el antebrazo izquierdo del vagabundo. Respetó a regañadientes las habilidades de su oponente, a pesar de que sospechaba que estaba escatimando golpes. No le molestó ni un poco. Estaba siendo instruida por Ted Grant, uno de los mejores luchadores del mundo, y tenía la habilidad de encontrar y explotar las debilidades de los hombres. Era solo cuestión de tiempo hasta que encontrara un agujero en la defensa de su enemigo. No pasó mucho tiempo.

-Aaahh... – Bruce gimió cuando fue atrapado por un gancho derecho a un lado de su cara –

-Eso fue por Jeannie – declaró Selina – Y esto es por mí – concluyó ella con un golpe de su izquierda en la caja derecha del torax del forastero –

-Ooooff... – Bruce se quedó sin aire, pero rápidamente se recuperó y bloqueó un golpe en su rostro.

No me contendré más tiempo – pensó el antes de desatar un derechazo que aterrizó al ras de la barbilla de Selina. La agarró por los hombros y la empujó hacia una pared cercana.

-¡Deja de pelear! ¡No soy tu enemigo! – gritó Bruce –

Selina estaba a punto de desatar una réplica desagradable, pero fue interrumpida por las sirenas de un patrullero del GCPD. Sus ojos se abrieron en estado de shock al ver que se detenía a unos diez metros de distancia. Bruce aflojo el agarre en los hombros de ella casi al instante. Selina miró al extraño, cuyas manos estaban levantadas en un gesto de rendición. Rápidamente ella hizo lo mismo y miró con desilusión a los policías.

Un oficial abrió la puerta del auto y sacó su arma.

Bruce consideró sus opciones; sabía que no podía permitirse el lujo de que lo atraparan, si tan solo...

"BOOM"

Se escuchó el sonido de un disparo, seguido del dolor punzante de una bala en el hombro izquierdo de Bruce. Rápidamente cayó al pavimento en un azoton.

Selina no se atrevió a moverse mientras los dos policías se acercaban al vagabundo caído. Le tiraron bruscamente los brazos detrás de la espalda y lo esposaron. Una parte de ella sentía simpatía por el extraño, pero una parte mayor sentía que recibió su merecido. Finalmente bajó los brazos cuando los policías arrojaron al sinvergüenza en la parte trasera del coche patrulla y se marcharon.

Selina no pudo evitar sentirse intrigada por el hombre misterioso. ¿De dónde vino y dónde aprendió a pelear? Secretamente esperaba que se volvieran a encontrar. Después de todo, ella tenía asuntos pendientes con él.

Dentro del coche patrulla, Bruce mantuvo los ojos cerrados. Se tumbó en el asiento trasero y discretamente sacó un alfiler de su manga para forzar el candado de sus puños.

-¿Algo de dinero en efectivo en el detenido? – preguntó el conductor a su compañero –

-Ninguno. Tampoco hay identificación.

Unos segundos más tarde, Bruce estaba libre de sus ataduras. Esperó hasta que el auto se detuvo en un semáforo en rojo antes de alcanzar los costados de las cabezas de los oficiales y golpearlos juntos con el sonido de un fuerte golpe. Cuando sus cuerpos se desplomaron en sus asientos, Bruce saltó por la puerta izquierda del pasajero, cruzó la calle corriendo y bajó por un callejón para escapar...

Casi treinta minutos después, Bruce se sentó en el estudio de la Residencia Wayne. Sintió una profunda sensación de fracaso cuando la sangre se filtró de las heridas de su hombro y pierna. Miró fijamente un retrato familiar de su madre y su padre. Recordó todo sobre la noche en que se los quitaron. La noche en que quedó paralizado por el miedo mientras su asesino se alejaba.

El miedo era un arma poderosa. Aprendió esa lección una y otra vez, especialmente cuando fue entrenado por Ra's Al Ghul. Necesitaba encontrar una manera de infundir miedo en los corazones de los criminales de Gotham City.

Sin previo aviso, una ventana cercana se hizo añicos, seguida por el chillido fuerte y agudo de un murciélago. Bruce sintió un momento de puro terror, el mismo que sintió cuando era un niño, el día que entro en la cueva debajo de la residencia y fue rodeado por una parvada de murciélagos. Reforzó su determinación y miró fijamente al murciélago con determinación.

Allí estaba, la respuesta a la pregunta que definiría su destino.

Madre, padre, sé lo que debo hacer. Me convertiré en un murciélago y voy a salvar a Gotham City.

***

Ahora...

Gotham City

Los cielos poblados de los edificios tétricos de Gotham se iluminaban con un colorido despliegue de fuegos artificiales. Era el aniversario de la victoria del Régimen tras "El Día de la Liberación", el cumpleaños del Régimen, y los miembros del Partido se reunieron para festejarlo en el interior del nuevo ayuntamiento, remodelado tras la reconstrucción de la ciudad.

Dentro del palacio, la música de una Big Band en vivo sonaba, y la bebida y la comida era derrochada en las concurridas mesas del Gran Salón, una estancia abovedada cálida y acogedora, decorada con colgaduras rojas en las cuales estaba bordado el símbolo Omega.

Entre muchas de las distinguidas personalidades del Régimen que se encontraban presentes, estaba Amanda Waller.

-Te noto distraída, Amanda – le dijo la alcaldesa de Gotham Ellen Yindell. Ambas se hallaban paradas en la barra de bebidas del salón, observando a las parejas bailar un vals en el centro –

-¿Qué?

-Estás dispersa esta noche. Dispersa y tensa – Yindell la vio con mirada sospechosa – ¿Todo bien?

-Claro. ¿Qué podría ir mal? – respondió Amanda, jugueteando con su copa – Es otra noche esplendida en los gloriosos tiempos del Régimen... ¿Qué podría ir mal?

Yindell no le creyó. Sabía que para que Amanda Waller estuviera así, debía de pasar algo que la pusiera nerviosa. Ella era una de las personas con las que se tenía que ir con cuidado.

Y así era. A Amanda le pesaba la enorme traición que había cometido sobre el Régimen al entregarle a Batman y a la Resistencia toda la información que pudiera servir para el plan de esta noche. No tanto porque sintiera pena ni simpatía por su líder, sino por el terror de que el justiciero y sus vigilantes fracasaran y Luthor terminara descubriéndolo todo. Si eso ocurría, podía considerarse muerta.

El sonido de unos aplausos lo sacó de sus oscuras cavilaciones. Las pantallas de todos los televisores y celulares se encendieron, y en ellas apareció el canciller Lex Luthor, dispuesto a dar su discurso del día de la victoria. Todos los presentes elogiaban al canciller cuando empezó a hablar.

-Amigos míos... colaboradores y miembros del Partido... esta noche nos reunimos para celebrar algo más que la victoria sobre un sistema frito – empezó Lex con su discurso – ¡Esta noche, celebramos la victoria de la unidad y...!

De pronto, el discurso se vio interrumpido por una serie de gritos. La gente señalaba al exterior del palacio, al cielo nublado sobre Gotham. Allí, dibujado por la luz de un reflector, podía verse el símbolo de Batman: un murciélago negro.

Lo siguió una transmisión en todas las pantallas. Pero no solo apareció en los aparatos de los presentes, sino también en la de todos los ciudadanos de Gotham, y del mundo. Y Batman estaba ahí.

Las transmisiones televisivas del discurso de Luthor se vieron interrumpidas para ser reemplazadas por el símbolo del murciélago negro y la voz en off de Batman. Bruce tenía algo que decirle a la gente, algo para que todos se levantaran de una vez.

"Todo ha cambiado tanto. Estuve ausente mucho tiempo – decía la voz de Batman con un sonido un poco robótico – Trajeron a esos monstruos de las estrellas... pusieron al mundo de rodillas. Nos quitaron la libertad y destruyeron todo por lo que nosotros peleamos en toda una vida. Aterrorizaron a todos con su poder – y entonces comenzaron a aparecer en la pantalla las imágenes de los campos de Parademons y de los campos de trabajo de donde el Régimen extraía el magma de la Tierra. Todos los televidentes las vieron con horror, visualizando así todas las cosas horrendas que el Régimen y sus amos de Apokolips tenían planeadas para la humanidad – Esclavizaron a millones de personas y aplastaron todo intento de insurrección bajo sus botas de acero. Alardean de su poder creyendo que la guerra ha terminado – y fue cuando aparecieron imágenes en vivo de todos los soldados de la Resistencia. En distintos puntos cerrados, en todas las partes del mundo, miles de hombres y mujeres alzaron sus armas en contra del Régimen, y todos ellos tenían deseos de venganza y libertad – Están muy equivocados. Ya estamos hartos. Somos la sombra del Día Omega, de todos los muertos que sus Parademons dejaron a su paso. Nosotros perdimos familia y amigos, perdimos nuestros sueños y nuestra libertad, pero hoy... al amanecer... ustedes perderán todo su poder. Prepárate Luthor, vamos por ti."

Apenas el símbolo del murciélago desapareció de las televisiones y aparatos electrónicos, una estampida en masa de funcionarios y demás personas afines al Régimen se produjo en todos los puntos de interés de las grandes ciudades.

Tropas de soldados del Régimen fueron desplegadas de inmediato en busca de cualquier subversivo. Para la fortuna de la Resistencia, el Régimen quedo en shock por un momento, pues una gran bola de fuego ilumino la noche de Gotham City.

El ayuntamiento donde antes las personas reían y disfrutaban de una gran fiesta, despareció en una violenta explosión ante la fría mirada del Hombre Murciélago, quien parado desde la azotea del rascacielos más alto de Gotham, contemplaba junto a Arrow, Nightwing y Flash el duro golpe que acababan de asestarle al Régimen.

-Muy bien hijos de perra... vengan por mí – susurró Bruce. El desafío en sus palabras estaba más que determinado. Ya le tenía contadas sus horas al Régimen –

***

En su despacho desde Metropolis, en vez de estar enojado por haber sido interrumpido durante su discurso, Lex Luthor tenía miedo.

Miedo al ver que la gente le plantara cara a su Régimen.

Miedo a que Darkseid le quitara su apoyo al ver que no pudo mantener a raya a su planeta.

Miedo a Bruce Wayne, al recordar que hace tres años le puso su señal en su cuello. Que lo había marcado.

Lex no quiso operarse, ya que decía que tener ese símbolo en su cuerpo era un signo de victoria. Del recuerdo de que el justiciero no había podido contra él.

Pero estaba equivocado, pues Batman había vuelto, y ya nada podía hacer para detenerlo.

De todas las personas que habían asistido a la celebración en el ayuntamiento, solo Amanda Waller había sobrevivido.

Tenía la suerte de que si habían descubierto sus intenciones, gracias a la explosión no la habían llegado a delatar con los altos mandos del Régimen. Ella aún tenía que cumplir con Batman. Debía que darle el pase que los dejaría a él y a la Resistencia entrar en la Torre LexCorp en Metropolis: a aquellos que se suponía que custodiarían a Luthor, al Suicide Squad.

***

Penitenciaria Belle Reve, Luisiana

Floyd Lawton se sacudía de los guardias mientras lo llevaban a la "sala de reuniones". Fue enviado ahí junto a los otros miembros de la unidad secreta de operaciones encubiertas de ARGUS conocida como Task Force X, también conocida como el Suicide Squad. Específicamente, se sentó entre un King Shark muy molesto y una Harley Quinn bastante desenfadada y cubierta de maquillaje.

De pie detrás de un cristal a prueba de balas, junto al botón que detonaría todas las nano-bombas enterradas en la base de sus cráneos, estaba Amanda Waller. Apretó un botón del micrófono en la sala para empezar a hablar.

-Bienvenidos, convictos. Parece que no han salido de sus celdas últimamente. Sin embargo, aquí hay algunas noticias que podrían animarlos. Mañana a las seiscientas horas, se unirán a la Resistencia y le patearan el trasero al Régimen que tanto odian. El canciller Luthor los pidió personalmente para escoltar la torre LexCorp, por lo que eso los hace especiales – Se proyectó una imagen en una pantalla. Mostraba las principales ciudades del mundo que estaban controladas por el Régimen, ahora asediadas bajo el poder de la Resistencia – Habrá varios problemas en Metropolis, por lo que van a necesitar toda la ayuda posible. Hay varios objetivos militares de alto nivel presentes. Gorilla Grodd y Captain Cold son solo algunos de ellos. No sabemos dónde se pueda encontrar Black Manta.

-¿Así que al fin tienes los pantalones para plantarle cara al calvo de Luthor? – pregunto Floyd, muy desafiante –

-Otro comentario así, Lawton... y te vuelo la cabeza – respondió Waller – Su objetivo es unirse como apoyo a la Resistencia y ayudarlos en lo que puedan. Si consiguen salir vivos, son total y completamente libres... ¿Ha quedado claro?

Ninguno de los miembros del escuadrón dijo nada. Lawton se reclinó en su asiento. Waller estaba en una verdadera encrucijada, pero si la situación era tan grave como ella lo hacía parecer, había una buena razón para ello. Se estaba jugando su pellejo al traicionar a Luthor y brindarle algo de apoyo al Hombre Murciélago.

Lawton salió de la sala de reuniones acompañado de sus compañeros de escuadrón y un séquito de guardias blindados. Fueron conducidos por un pasillo de color bronce hasta una habitación a la que la única entrada era a través de puertas de acero y hormigón explosivo de seis metros. La sala de armas, donde todas sus cosas personales estaban contenidas y guardadas junto a un compartimiento de otras herramientas de la muerte.

Al entrar en la enorme habitación, Lawton localizó inmediatamente sus pistolas de muñeca hechas a medida. Cañones, municiones, accesorios y calibres intercambiables para cada una de las bellezas. La capacidad del cargador era de una a veinte rondas. Se deslizaron sobre los rieles tácticos montados en las muñequeras unidas al traje rojo a prueba de balas que llevaba. Cerró la cremallera del traje, agarró a sus bebés y comenzó a cargarlos. Lawton luego se colocó la máscara de acero forrada de espuma, equipada con un dispositivo de mejora óptica cibernética que ayudaba a apuntar sus tiros perfectos.

Deadshot miró a sus compañeros de equipo. Killer Crock se puso su sudadera verde y enseño sus dientes, siempre tan malhumorado como de costumbre. King Shark estaba colocándose la mandíbula de metal que ayudaba aumentar su ya inmensa fuerza de mordida natural. Harley metió un revólver Raging Bull cal.44 en su cinturón antes de recoger el mazo por el que era conocida entre los presos de Belle Reve y la comunidad de supervillanos. El Capitán Boomerang seleccionó su bandolera de armas dándole su toque personal.

La nueva persona (sólo había estado con ellos hacia unas pocas semanas) era una cosita diminuta de un metro con cincuenta centímetros. Oswald Cobblepot ahora estaba bajo custodia de ARGUS después de haber sido arrestado por tráfico de armas hace unos meses. Después de su derrote hace tres años por parte de Batman y Nightwing, solo había hecho cualquier cosilla ilegal para tratar de sobrevivir.

Lawton miró a su alrededor y vio que sus compañeros de equipo estaban listos.

-¡Muy bien, salgamos! – ordeno Deadshot a todos –

El escuadrón, una vez más escoltado por guardias armados, corrió hacia el hangar. Esta vez, iban a llevar un helicóptero Sea Stallion de la Marina Estadounidense.

-¿Quién diablos son ustedes? – Lawton subió a bordo y vio a los dos únicos ocupantes de la bahía de tropas –

El primer hombre volteo hacia él. Llevaba una armadura negra con rayas naranjas. Tenía una armadura abdominal flexible y una coraza sólida. Sus espinillas, pantorrillas y muslos estaban cubiertos con placas de armadura. Debajo de la armadura, vestía un traje negro. Sobre su pecho había una bandolera con tres bolsas y alrededor de su cintura había un cinturón que tenía una funda y una bolsa adjunta. En su espalda había dos espadas anchas de kryptonita. El segundo hombre era más bajo, pero igual de fornido. Llevaba puesta una chamarra de cuero café y un pantalón militar. Traía un cinturón con dos pistolas Beretta .70 y un cuchillo, al igual que estrellas ninja y explosivos plásticos. Un murciélago rojo estaba pintado en su perchera de acero en el pecho, al igual que traía puesta una máscara roja. Deathstroke y Red Hood estaban ahí por ellos.

-¿Deathstroke? ¿Slade Wilson vino por nosotros? – La mandíbula de Lawton cayó detrás de su máscara –

-¿Entonces ustedes se conocen? – preguntó el Capitán Boomerang –

-En el pasado, hubo una guerra de bandas en Gotham. Black Mask ofreció una recompensa por matar a Penguin. El contrato estaba abierto y todos fuimos como moscas a la mierda de Cobbleppot. Deathstroke me humillo y me dejo en claro quién era el mejor mercenario del mundo – Lawton hizo una mueca – No hace falta decir que ese trabajo se fue a la mierda.

-Roman Sionis era un maldito idiota – Deathstroke se rió entre dientes – Eres hábil, Lawton, pero eras tonto para escoger a tus objetivos.

-Créame, tú me enseñaste a elegirlos – Deadshot tomó asiento frente al mercenario – ¿Cómo atraparon a un profesional como tú?

-No me atraparon – contesto Slade – Yo lidero a la Resistencia junto al Murciélago.

-Vaya ironía – contesto Floyd – ¿Así que ahora ustedes jalan nuestra correa?

-Solo los pedimos por que los necesitamos para tener via libre a la torre de Luthor – ahora el que contesto fue Red Hood –

-¿Y tú quién eres cielo? – pregunto Harley –

-Soy el chico al que el Joker secuestro y torturo – ye entonces, Jason se quitó la máscara roja y dejo ver su rostro lleno de cicatrices – Soy tu fantasma de las navidades pasadas, Harls.

-Hay... otra vez tú, estúpido niño pájaro – gruño Penguin, tratando de ajustarse su cinturón – ¿Qué no te habías muerto?

-También me da gusto ver otra vez tu narizota, Oswald – comento Jason, tratando de hacer enojar a Penguin. Oswald solo ignoro su comentario –

-Créeme que siento lo que el Señor J te hizo – Harley rio, haciendo también una mueca – Pero también tiene la culpa el inconsciente de Batman... o Bruce como ahora todos lo conocen.

-Ni lo menciones – Jason también le devolvió la risa ligera – Ahora tendrán que obedecernos en todo.

-¿Y que pasa si King Shark no quiere? – pregunto el tiburón a modo de burla –

-Pasara esto – para ese punto, Jason había sacado un control de su bolsillo con seis botones y apretó uno. Al momento de hacerlo, la cabeza del avejentado Oswald Cobblepot exploto en mil pedazos –

-¡A la mierda! – grito Boomerang al salpicarle toda la sangre –

-¡¿Qué carajos te sucede niño?! – pregunto Floyd en modo eufórico –

-Solo no hagan enojar a Jason y quédense tranquilos – ordeno Deathstroke. Se le quedo viendo a Jason, como si estuviera orgulloso de su acción contra el Suicide Squad – Todos tranquilos en lo que llegamos a la base, también a ti Jason.

-Como órdenes Deathstroke – contesto Jason, viendo con desafío a los miembros del Suicide Squad –

-De todas formas... el idiota de Penguin nunca me cayó bien – finalizo Killer Crock, tratando de llevar la fiesta en paz –

Ante eso, Deadshot se quedó en silencio. Harley hizo una ligera mueca. King Shark solo gruñó. Todos estaban ahí por el héroe conocido como Batman.

Momentos después de despegar, Deadshot volteo hacia Harley. Ni siquiera se había fijado en ella en la sala de reuniones. Tenía un traje nuevo, mejor que el anterior. Esta era negro y rojo. Consistía en pantalones cortos de spandex. En su pierna izquierda tenía un calcetín rojo, una rodillera roja y un calcetín rojo hasta el muslo debajo. Su pierna derecha tenía el mismo estilo en negro. Llevaba hombreras rojas y negras y se había quitado la pintura alrededor de los ojos. Pero ella no se había teñido el pelo de negro a juego. En cambio, lo había dejado rojo y azul. Lawton estaba sintiendo un ligero cosquilleo en ciertos lugares al verla así.

-¿Tienes un minuto, Harls? – pregunto Floyd a Harley –

-Para ti lo que sea, vaquero – respondió ella, parándose de su asiento y llevándose a Deadshot a un rincón más apartado del Sea Stallion –

Red Hood solo se limitó a mirarlos con sorpresa, ya que comenzaron a besarse de una forma muy violenta, sin pudor a que los demás presentes los vieran. Pensó que al menos Bruce y Selina siempre lo habían hecho en privado.

-Te acostumbras cuando ya los conoces – le dijo Boomerang cuando vio su mirada confusa –

-Maldito circo que tengo aquí – dijo Jason para si mismo antes de voltear –


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