8. Molesto
La vibración excesiva de mi teléfono logró despertarme, al abrir los ojos me encontré sola; bostezo viendo la llamada entrante, leo Adrián, era un bastardo que le gustaba involucrarse con chicas que, por diferentes cuestiones, no terminaron de estudiar. Las enamoraba, les lavaba el cerebro y lograba que les mandara fotos desnudas, fotos que utilizaba para chantajearlas con decirle a sus padres o subirlas a internet, eso si no se acostaban con él cada vez que le daba la gana. Había chicas de quince, dieciséis, por muy grandes, diecinueve, la más chica tenía catorce.
Mi personaje esta vez era una chica de dieciséis años que estaba a punto de repetir año, otra vez; no me llevaba bien con mis padres, me gustaban las drogas, el alcohol y las fiestas alocadas. Él podía invitar eso y mucho más, era una presa perfecta, era una lástima que el cazador siempre resultaba cazado.
Contesto cambiando mi voz no sin antes mirar a mí alrededor para evitar ser descubierta.
- Nena, hoy hay fiesta en casa de Jony, ¿nos vamos a ver? Tendré de lo que te gusta –dice en tono sugerente, ruedo los ojos con fastidio.
- Dijiste la palabra clave –digo con falsa alegría–, ¿a qué hora? –mi voz sale ansiosa–, llevo un rato sin probarla, mi vieja se puso intensa –río ansiosa.
- A las ocho, pero ya sabes que puedo ir por ti antes –dice de manera sugestiva, llevaba semanas tratando de llevarme a un motel, cosa a lo que me había negado, justo porque deseaba hacerlo enojar, estaba segura que hoy sería la noche.
- No, llego yo, gracias bebé –digo emocionada antes de colgar, siento emoción de acabar con otro maldito hijo de puta.
Miro a la profesora entrar, me pongo de pie y corro dentro del salón bostezando, me coloco en mi lugar y espero con impaciencia que sean las ocho y poder ver al chico malo.
Edgar:
Quizás parecía un acosador, estaba seguro que él me diría eso, pero era difícil apartar los ojos de lo que hacía, de sus gestos, había algo que me llamaba a estar cerca.
- Bien, haremos equipos de tres, ¿se juntan o los junto? –pregunta la maestra a mitad de la clase, todos eligen con quien estar.
- Edgar, Edgar –dice Luz llamando mi atención, me levanto de mi asiento ignorando a Fernando.
- Dígame señora Luz –digo educado, Gina apenas y nos mira.
- Sólo Luz –me sonríe–; ¿ya tienes equipo? Puedes juntarte con nosotras –eso hizo que ella volviera la vista casi con horror, uno que supo disimular con una sonrisa cuando Luz pidió su aprobación.
- Sí, no hay problema –dice ella más a fuerzas que de ganas. En otras circunstancias no habría aceptado, sin embargo, quería ver más reacciones de ella, descubrir porque parecía que tenía la peste negra.
- Muy bien, estoy con ustedes –digo sonriendo, regreso a mi lugar para esperar instrucciones de la maestra, sonrío.
Sin lugar a dudas, esperaba que fueran dos horas bastante interesantes, y así había sido; ella me había dejado asombrada por su conocimiento y lo bien que se acoplaba con Luz al momento de obtener ideas, eran como el dúo maravilla. No sólo eso, había visto su cara de sorpresa cuando aportaba algo para el trabajo, quizás no se esperaba que supiera.
- Es todo por hoy chicos, el trabajo lo quiero para el viernes, y quiero algo de calidad –sentencia antes de salir del salón. Observo a Luz guardar sus cosas con calma mientras que Gina parece tener mucha prisa.
- Hasta luego Luz –se despide con un beso en la mejilla–, hasta luego Edgar –dice con un ademán de mano.
- ¿Nos juntaremos mañana en tu casa Gina? –pregunta Luz deteniendo a Gina, ella grita que sí y sale corriendo como alma en pena.
- Discúlpala, la deja su ruta –dice Luz sonriendo mientras la justifica, era bueno ver que había alguien a quien no le importaba la edad de Luz y la incluía. Me pongo de pie para ir por mis cosas, sin duda alguna, esperaba con ansias mañana e ir a su casa, además de que medaba un pretexto perfecto para mandarle un whats.
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