4. La calma antes de la tempestad

Regina:

Me gustaban los días como aquel, todo era paz y tranquilidad, no había criminales que perseguir y mis compañeros parecían comportarse.

- He visto a dos chicos entrar a la oficina de Elena –dice Luz, una señora cerca de los cincuenta y cinco años, tras lograr que sus hijos fuesen unos profesionales, se había dispuesto a estudiar aquello que siempre deseó. Admiraba ese coraje y esas ganas, es por eso que siempre le ayudaba, incluso en los exámenes.

- Quizás de otro grado, uno nunca acaba de conocer a su competencia –digo sonriendo de lado, miro mi libro de inglés intentando darle forma a la oración.

- No creo que –la frase de Luz es interrumpida por la entrada del profesor, el cual nos silencia a todos.

- Veo que tenemos un chico nuevo –dice haciendo que aparte mi vista del libro, había llegado, me había sentado y como siempre, no había visto mi salón.

- Que se presente –escucho que dice Carola en los asientos de atrás. Todos le hacen segunda, el maestro asiente y le hace pasar al frente.

- Soy Edgar Marsans Nunier, estudiaba en San Luis Potosí, por cuestiones de trabajo nos trasladamos aquí, un gusto –dice él mirando con atención a cada uno, sus ojos café miel se cruzan con los míos, y de repente me siento incómoda, como extraña.

- Jefa de grupo –dice el profesor llamando mi atención; me pongo de pie–, cualquier cosa, con ella por favor –me mira atento, asiento antes de volver a sentarme.

El chico toma asiento en la parte de atrás, logrando que ese sentimiento extraño se vaya de mí.

Mi tía solía decir que eso era un choque de energía, se sentía cuando dos auras eran fuertes, lo había comprobado antes con personas que tenían algún don, aunque nunca había sentido uno tan... inquietante.

Edgar:

Había sentido algo raro al mirar a la jefa de grupo, sin embargo, esa sensación se fue tan rápido como llegó, quizás era alguien con algún don, como la sanación, y era por eso que estaba aquí.

Cuando la clase finalizó me acerqué con ella, había escuchado acerca de unos grupos donde pasaban información.

- Hola –digo llamando la atención de la chica, ella voltea a verme dando un brinco, supongo que debería hacer un poco más de ruido. La mujer a su lado se ríe, y ella se sonroja por la vergüenza.

- Hola –dice ella más calmada, comienza a toser–, lo lamento, estoy un poco enferma –dice antes de tomar un poco de agua.

- Yo diría que bastante enferma Gina –dice la mujer preocupada.

- Estaré bien, ya estoy con medicamento –dice "Gina" tranquilizando a la mujer–. Soy Regina Henríquez Alaberni, puedes llamarme Regina o Gina, como desees –dice y puedo sentir el desinterés en su voz–, ella es Luz Almenar Martínez-Toledano –dice señalando a la mujer.

- Un gusto Gina, Luz –digo en tono amable. No podía decir que Gina fuera una belleza, pero sin duda alguna, su personalidad era atrayente, y tenía algo que te atraía.

- Supongo que quieres que te meta en los grupos –dice cogiendo su teléfono, la veo mover sus dedos, voltea a verme–, tu número, por favor –me mira extendiéndome su teléfono, lo cojo y marco mi número. Cuando termino se lo devuelvo, ella teclea unas cuantas veces y al instante siento dos notificaciones, veo que he sido agregado a dos grupos.

- Gracias –digo guardando mi teléfono. Me alejo y pronto soy abordado por otros chicos, los cuales comienzan a decir una sarta de idioteces, río más por cortesía que porque crea, son graciosos, a pesar de que ellos son unos machitos de mierda.

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