No había un sólo medio de comunicación que no hablara sobre el demonio justiciero, todos quedaban sorprendidos al saber que había algo o alguien que, a través de algún truco, era capaz de hacer que aquellos que habían cometido abuso sexual de cualquier índole; confesaran, evitando así que los siguiera torturando.

- Tardamos un poco, pero la encontramos –dice cerrando el periódico, esta vez había sido un sacerdote pederasta.

- Este estado no es muy grande, además de que todas las víctimas viven en la capital –dice encerrando círculos en un mapa.

- He de admitir que su método es bastante creativo, y si no conociera a las de su clase, diría que es un acto altruista, sin embargo, sé que disfruta provocando el miedo, es su mayor alimento –dice mirando a la gente entrar y salir de aquel pequeño bar ubicado en zona céntrica. Aguascalientes era tranquilo, la gente era cálida. Y ella estaba aquí, quizás por nacimiento o por migración, no lo sabía y no le importaba. Su misión era terminar con ella, mantener vigilada a la familia y asesinar a la siguiente.

- Parecen ataques al azar, sin embargo, encontré una referencia –dice el otro mostrándole el mapa–, muchos de esos hombres asistían a la iglesia, y ya te imaginaras a cuál –dice con orgullo.

- La del sacerdote –dice el otro sonriendo–, debe vivir cerca, ¿qué sabes del chico que se suicidó? –pregunta bajo.

- Vivía a dos cuadras de esa iglesia –señala el lugar en el mapa.

- Ella debía conocerlo, por lo tanto, debe estar cerca –suspira con fastidio, ahora venía la parte más aburrida.

- Ella sabe usar sus poderes, por tanto, debe tener un rango de diecisiete a veinticuatro, por lo que debe estar cursando bachiller o universidad –dice señalando las instituciones de educación.

- Que casualidad, hay una universidad a tres cuadras –dice rodando los ojos–, bueno, al menos esta vez seremos chicos de universidad –dice con sorna, sonríe de lado, esto sería interesante.