14. Acosador

Edgar:

Nunca la había visto tan roja, debía decir que se veía tierna, incluso sus orejas lo estaban, en lo personal no me molestaba que pensarán eso, lo malo estaba en que eso no podía ser posible, cuando la atrapará tendría que irme, siempre era así, ella envejecería y yo no, ella haría su vida con alguien más y... esa idea era por demás agridulce, pero así eran las reglas.

Tras la venida del oficial había pensado, por un breve momento, que la visita de anoche le había beneficiado, por la investigación sabíamos que los volvía locos hasta el punto de declararse culpables, quizás esta vez podría no decirle a Mike, y sólo mantenerme alerta, era por algo justo, al menos quería creer que lo era.

- Gracias doctor –toma la hoja de alta, mientras el doctor escribía ella había mandado varios mensajes, seguro a sus padres para que vinieran a recogerla–, ¿hay problema si los espero una hora? Mi papá saldrá de su trabajo para llevarme –dice apenada.

- Claro, sin problema –le sonríe llamando a una enfermera, le pide que desconecte todo.

- Yo puedo llevarte –ella se gira a verme, parpadea un par de veces.

- No es necesario, mi papá vendrá en una hora –niega suave, alza la mano para que le quiten la sonda del suero.

- No es molestia, así no le haces dar la vuelta –juega con su labio mientras mira sus pies, es una escena muy tierna de ver.

- Bueno, ¿estás seguro? No tienes que hacerlo porque estés aquí –me mira seria, niego sonriendo.

- Quiero hacerlo, además, debes aprovechar que estoy aquí –le guiño un ojo, ella se sonroja leve y asiente con resignación, escucho como le avisa a su padre y este le responde que uno de sus hermanos irá pronto a la casa.

- Listo –dice la enfermera cuando termina, de una silla tomo su mochila, le habían traído ropa y unas cuantas cosas más.

- Me daré una ducha antes de irnos, me siento del asco –sonríe de lado, le ayudo a ponerse de pie, toma su mochila y camina al baño, la veo hacer muecas pero no pide más ayuda, me siento a esperarla, tras unos veinte minutos sale con el cabello mojado, la ayudo a sentarse en la cama, me hinco para secar sus pies–. No es necesario, sólo me pongo los calcetines y –niego tomando la toalla, seco sus pies con cuidado.

- Es importante que estén secos, así no se harán hongos –eso era quizás, lo más sensato que podría decir para calmarla, muerde su labio y asiente, ojalá dejará de hacerlo, me distraía. Con cuidado le pongo los calcetines y los zapatos, me pongo de pie y seco lo más que puedo su cabello, busco en su mochila y trae un cepillo, con cuidado lo desenredo, la veo jugar con sus manos nerviosa, estaba segura que me alejaría de poder hacerlo ella–. Listo, vamos –la ayudo a ponerse de pie y sentarse en la silla de ruedas, la llevo fuera del hospital, en la puerta de entrada la alzo y ella chilla por la sorpresa.

- Te vas a lastimar –dice ella apenada–, puedo caminar, te va a doler la espalda –me mira casi con horror.

- No pesas Gina, tranquila –le sonrío, ella muerde su labio nerviosa, Dios me ayudara, porque ella no lo haría.

Me acerco a un taxista y le pido que abra la puerta, la acomodo con cuidado y me regreso para devolver la silla, camino rápido de regreso y me subo enfrente, ella le da instrucciones y comienza el viaje, durante el trayecto nadie habla, el taxista la veía cada tanto por el espejo retrovisor, seguro la reconocía de las noticias, ella estaba atenta a su teléfono así que no se percataba de nada, y era mejor.

Tras unos veinte minutos llegamos a su casa, le pago al taxista muy a pesar de las quejas de Gina, la ayudo a bajar y al tocar, abre uno de sus hermanos, me mira de manera inquisitiva, le sonrío con calma y me deja pasar, me conduce al cuarto de Gina y con cuidado la dejo en la cama.

- Gracias Edgar, de verdad déjame pagarte lo del taxi –susurra tomando su cartera, niego, ella resopla molesta.

- No es nada Gina, déjalo así –ella suspira y asiente, su hermano estaba en la puerta vigilante, evito rodar los ojos, no le haría nada ni en ese estado ni en ninguno, por más que lo deseará, siempre antepondría las reglas.

- Gracias de nuevo, por todo –me sonríe suave, su hermano carraspea.

- Ella debe descansar y seguro que tu amiguito tiene cosas que hacer –dice en tono pasivo-agresivo, ella suspira.

- Ya descansé mucho en el hospital –lo mira mal–, ¿me puedes pasar los apuntes de estos días, por favor? –asiento, ella vuelve a sonreírme.

- Mañana te los traigo, así que tranquila –asiente y se acomoda en su cama–. Nos vemos, debo irme, que te recuperes pronto –ella asiente, salgo y sigo a su hermano a la puerta.

- Gracias por traerla –me dice en la puerta antes de cerrarla nada más salir, ella era la más joven de todos, entendía que quisieran cuidarla, mucho más después de lo que pasó.

Aparezco junto a él, le explico lo que le pasó a Gina y del momento en que el policía apareció para retirar los cargos.

- Te digo que ella fue, quizás en la noche, lastima que no estabas ahí –suspira frustrado, asiento, me sentía mal por no decirle la verdad, pero esta vez, era por una buena razón.

Regina:

De a poco mis hermanos comenzaron a llegar, Alma pasó toda la tarde conmigo, mi tía Eugenia se quedaría en el cuarto de Alma para que ella me hiciera compañía, todos me trababan como si me fuese a romper, no me quejaba, seguro se habían asustado mucho.

- Estoy harta –escucho que se queja, me giro a verla extrañada–, mira –se sienta a mi lado y me muestra los mensajes de un tipo, le hablaba y era insistente en que salieran, mi hermana le había dicho de todas las formas posibles que no, pero el maldito tipo insistía, incluso le había reclamado por haber salido el fin de semana pasado–, me escribe de diferentes perfiles y números y –justo en ese momento le entra otros mensajes, esta vez con groserías y amenazas de muerte, puedo ver como tiembla de miedo, memorizo uno de los números, ya me las pagaría ese pedazo de mierda.

- Levanta una denuncia, dile a Dani que te acompañé, y no te preocupes, todo estará bien, ¿sí? –ella asiente mientras la abrazo, Alma era dos años mayor que yo, éramos las mejores amigas y confidentes, por eso haría pagar a ese maldito sujeto, el plan estaba en mi cabeza, lo mejor es que mantendría el perfil bajo y lo haría pagar.

Cuando mi hermana se ha dormido, procedo a enviarle un mensaje al tipo, el número le aparecería en cero, sin foto de perfil y sin manera de que pudiera rastrearme.

(La conversación que tiene aquí con el acosador, está en mis redes sociales).

Sonrío cuando termino de hablar con él, estabasegura que jamás volvería a molestar a otra mujer, con ese pensamiento, medispongo a dormir tranquila.

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